Con una buena dosis de protagonismo narcisista funciona la política. Envalentonados por el establishment,
Burgos y Valdés se pusieron a figurar en el estrado con una Bachelet
ensombrecida, cuestionada y ablandada por los golpes de Caval, sus
propias confusiones y la baja en las encuestas. La ex dupla ganadora
recibió una andanada de críticas. Sin embargo la tesis de la “traición”
de la DC a la Presidenta no resiste el análisis (*). El malentendido
persiste: el programa de la NM fue un instrumento de poder y de
manipulación y no un acuerdo para gobernar y satisfacer demandas
sociales. Al contrario, su objetivo prioritario fue desactivarlas. Los
sectores que profesan el pensamiento neoliberal al interior de la NM
siguen hegemonizando la coalición gobiernista. Es cosa de leer sus
planteamientos en la prensa conservadora para darse cuenta de ello.
Pero empecemos por las nuevas definiciones que la Concertación-NM le ha
dado a ciertos términos de uso político actual, sin cuya semántica no
se entiende la realidad social en construcción.
a. Realismo:
sometimiento a los imperativos económicos neoliberales, a los dogmas
del modelo y a los poderes e intereses de la oligarquía empresarial con
el fin de postergar las tibias reformas prometidas;
b. sin
renuncias o irrenunciable: significa todo lo contrario de la definición
del término en la rae.es. Es la manera concertacionista-NM de expresar
la impotencia política o la falta de voluntad para satisfacer las
demandas sociales. Es renunciar a lo poco prometido en un programa;
c. equilibrio (entre empresarios y trabajadores): es lo contrario de la
idea de partes que se equivalen, es mantener el espíritu neoliberal de
la reforma laboral del gobierno, bajo control de Valdés, con la
complicidad de la ministra Rincón y la inoperancia de la CUT . Es
decir, es reforzar sólo un actor, el ya cargado de poder. El motivado
por la lógica de la acumulación capitalista de la riqueza; es
entregarle la relación de fuerza a los patrones; hacer inefectiva la
huelga, impedir la negociación colectiva por ramas, mantener la
explotación del trabajo asalariado y perpetuar la desigualdad social;
d. reformas estructurales (por las que se planteaban la diputada
Vallejo y el PC cuando conformaron la NM): son las que nunca se harán
con la Concertación-NM en el gobierno. Las que habrá que asumir con una
nueva fuerza socio-política por construir, con un nuevo programa de
transformación social asumido por los movimientos sociales y el pueblo
ciudadano.
Este nuevo lenguaje de la NM, deformador, era del
orden de lo previsible; sucede que las elites políticas tienen el poder
mediático para no expresar lo que realmente hacen; así pueden crear la
falsa ilusión con palabras y movidas escénicas de que hacen algo nuevo.
En este frenesí discursivo se los ve agitados y agresivos
entre ellos, casi en campaña preelectoral (Lagos y Walker); además se
mueven inquietos en los medios. Y la máquina comunicacional en tiempo
de desconfianzas ciudadanas es repetitiva y machacadora. Un sector de
los Concertacionistas-NM sigue pegado con el mantra o consigna
elaborada en un rincón de La Moneda: eso del “realismo sin renuncias”,
que les da un margen para “gradualizar” las mentadas reformas, mientras
que los otros, los que aceptaron “priorizar” o ”focalizar”, critican a
los que no quieren “profundizar los temas que requieren más dedicación”
(Navarro); manera de echarse la culpa entre ellos para justificar su
incompetencia, la falta de debates ideológicos claros, el déficit de
apoyo ciudadano y la ninguna voluntad política. Es el ámbito propicio
para la vuelta de la Bachelet conciliadora y que susurra sensatez.
El periodismo conservador y la política mediática al servicio de la NM y del gobierno
Es en este marco que los medios conservadores se han puesto a la
disposición incondicional del gobierno y sus partidos (*). La oposición
derechista se ha visto desplazada de sus feudos —incluso. Así es como
los políticos de la Nueva Mayoría ocupan los fines de semana las
páginas centrales de la 3a-Copesa, de El Mercurio y de La 2a
(los viernes). Los medios de la oligarquía saben que la elite dirigente
de la NM es un pilar del sistema de poder y, que si se cae, junto con
la derecha dura, la crisis política generará demasiada incertidumbre;
más de la que la oligarquía propietaria dominante considera gobernable.
Es en un clima mediático de “delincuencia”, atizado por los
“noticieros” y por el ejemplo de las prácticas corruptas de empresarios
delincuentes que se han puesto a desfilar ante los tribunales y la
cárcel, que el delincuente sin corbata capta el ambiente e imita al
infractor de Sanhattan (La City financiera de Santiago cercana a los
barrios pudientes) de y al de la casta política.
De ahí que
el discurso de apaciguamiento se impone en los medios conservadores,
pese a los cuchillazos entre los Walker, Montes, Lagos y Vidal y a la
impresión de “divisiones al interior del gobierno” (79% de encuestados
según Cadem, lo piensa). Hasta torcerle las aristas puntiagudas a la
realidad social; ignorando el profundo descontento ciudadano y el
despliegue sistémico de la corrupción político-empresarial, término
éste (prácticas corruptas de la casta empresarial) que no se pronuncia
(no es como en Brasil dice Lagos y, se refiere, al igual que Bachelet,
al “tema del dinero y la política”, sin nombrar la palabra maldita que
los mancilla a todos).
Cuando las cosas no se nombran con los conceptos apropiados se vive en el simulacro
Estamos en presencia de mensajes políticos fabricados por un
dispositivo. Por lo que es difícil saber quién llama o recurre a quién;
si son los periodistas por orden del editor del impreso, o es el
encargado de prensa del político el que pide que se le conceda una
entrevista a su patrón. Estos actores se conocen; habitan el mismo
campo mediático-político y obedecen a las mismas lógicas de la
producción artificial de la realidad.
En efecto, la
literatura especializada habla de un cambio en la relación entre
políticos y periodistas. El periodista que interroga de manera
profesional, aguda, buscando informar al lector, sin condescendencia
ante el profesional de la política y enfrentándolo con sus propias
contradicciones e insensateces ha evolucionado hacia un rol de
relacionador público (Public Relations o simplemente PR —pi er
de su pronunciación anglo— en la jerga comunicacional corporativa)
donde se busca crear la percepción o una imagen positiva del político,
como si fuera un producto o marca. Todo un abandono de los principios
de la profesión periodística que deja paso a la aparición de un nuevo
género: la entrevista promocional.
Esto quedó en evidencia una vez más el sábado (15.08) pasado en la “entrevista” en El Mercurio
del senador Guido Girardi (**) y, el mismo día y en el mismo medio en
la tribuna al ex presidente Ricardo Lagos. Al día siguiente le tocó al
ministro de Hacienda Rodrigo Valdés en la 3a. Ahí, los tres PPDés se
explayaron ante las supuestas “preguntas” periodísticas.
El
objetivo, como bien puede verse, es comunicacional: darles crédito y
mantenerlos en las mentes ciudadanas como autoridades legítimas que
piensan el “futuro” y saben (Girardi); están preocupados por “ordenar”
el caos actual y servir al país (Lagos) y por ser asertivos en el campo
económico y técnico para tranquilizar al empresariado (Valdés con su
visión de la reforma laboral y del entorno económico capitalista
global) en un ambiente de crispación política y de incompetencia
generalizada.
Las tres entrevistas promocionales se siguen y
redundan. Permiten comprender el discurso político Concertacionista-NM
dominante que en el fondo no difiere en nada sustancial del discurso de
la Democracia Cristiana de Walker-Pizarro, del Partido Socialista
(Isabel Allende fue la primera que dijo que había que ser realista y
frenar las reformas por razones económicas) y de las políticas a las
que terminan siempre por someterse (no sin antes patalear un poco) el
PC, el MAS, RD y la IC.
Exacerbar las diferencias entre
ellos, buscando tensiones para ver quién es más centrista o más de
izquierda, es tarea inútil. Esta semana el PC se reúne con la DC para
“dialogar temas comunes”, puede leerse en la 2a. del viernes pasado.
Un relato débil y engañoso de una élite desgastada
Mientras que la Presidenta se permite en el extranjero posar de
socialdemócrata de izquierda, que añora incluso los beneficios de un
Estado protector (Bachelet conoció el sistema de Alemania Oriental que
en realidad fue, con la burocracia estalinista y la Stasi —el aparato
de seguridad de Honecker— la negación del socialismo democrático, pero
olvida que los Estados capitalistas también tienen sistemas de
protección social universales, resultado de luchas populares, sistema
que en Chile fue desmantelado el 1973) sus ministros y los políticos de
la NM deben dar la impresión que se gobierna y que tienen proyecto (el
objetivo de Lagos). Para eso necesitan entregar un esquema de
interpretación de la realidad política que está construida con palabras
para darle sentido a los hechos, pero a los que se requiere darles un
objetivo comunicacional común. Esto es machacar en el lector que ellos
tienen objetivos y pueden gobernar otra vez.
Girardi es un defensor del dogma neoliberal
El senador Girardi es un caso típico de neoliberal camuflado. Se dice
“progresista”, pero en realidad es un social-liberal (un neoliberal
dispuesto a hacer reformas que no sean estructurales). Aunque el
progresismo es una pose de corte neoliberal. Ejemplo: aquello que
Girardi en la entrevista defiende y llama la “responsabilidad fiscal”
(también se le llama “superávit fiscal” o “cero déficit”) es la clave
del neoliberalismo aplicado a las políticas públicas del Estado. Es la
manera de aparentar ser serios al sostener una regla (la “regla de oro”
impuesta por Eyzaguirre y Mario Marcel en el gobierno de Aylwin), que
dice que el Estado no debe promover sistemas sociales vía gasto fiscal.
No obstante, lo que no se dice, pero sí se practica es no
gravar, imponer o hacer tributar a los ricos, e impedir que estos
eludan impuestos, porque si se lo hace los grandes empresarios “no
invierten” porque los “irrita” (este es otro postulado del dogma). Y
para que haya “crecimiento debe haber inversión privada” (repite la doxa neoliberal) . Consecuencia de la lógica liberal: no aumentar los impuestos a los ricos ni socializar lo privatizado.
Según el credo neoliberal, es irresponsable que el Estado invierta en
lo social. Como puede verse es un pensamiento circular. De lo que
concluimos que los tecnócratas de la NM nunca quisieron hacer una
reforma tributaria progresiva ni menos satisfacer las grandes demandas
sociales, ni tampoco crear una AFP estatal que trabe el negocio del
siglo de las pensiones en manos del mercado.
Girardi dice
verdades a medias que el periodista no le cuestiona: sostiene que no
sólo los republicanos yankees, sino que también el Partido Demócrata
norteamericano es un defensor de la llamada “responsabilidad fiscal”,
pero no dice (puede que no lo sepa) que desde la administración de Bill
Clinton, el Partido Demócrata, al igual que el Laborismo inglés de
Blair (admirado por Lagos), adoptó también el neoliberalismo o
“Consenso de Washington”, alejándose de esta manera de las clases
populares y de los sindicatos que habían sido la fuerza de los
demócratas desde el New Deal de Roosevelt en los años treinta del siglo pasado.
Aquí vemos la liviandad intelectual de los PPdés. Ser “gradualistas”
para Valdés (en La 3a) y para Girardi (en El Mercurio) es construir
hospitales de a poco (renunciaron a construir los 20 del programa)
porque “no hay médicos ni equipos”, dice Girardi, pero no se les ocurre
decir que Cuba, país pequeño que dispone de médicos capaces de resolver
situaciones de crisis como la del Ébola en África podría ayudar a
Chile. ¡Pero cómo Chile podría pedirle a Cuba que le suministre médicos
para hacer funcionar hospitales y servicios necesarios para cuidar y
proteger a la población chilena! Sería rebajarse el pedir ayuda al
pueblo cubano y a su gobierno. Y la derecha pondría el grito en el
cielo por la infiltración “castrista”. Sin embargo Chile no tuvo la
capacidad de enviar ni un sólo médico para ayudar a combatir la crisis
humanitaria africana, como pocas fueron las democracias occidentales en
hacerlo. Y los EEUU, pese a su herencia afro tampoco respondió como lo
hizo la Revolución Cubana.
Esta es la respuesta que da Valdés
para explicar en la prensa la “gradualidad” de la estrategia del
realismo sin renuncias: “Está (la gradualidad) en la secuencia en la
construcción de ciertos hospitales, respecto del avance en gratuidad en
la educación y quizás un tema que lo refleja bien es que en las
indicaciones que se acordaron para la carrera docente hay una parte de
las horas lectivas que se van a ir financiando en el tiempo, que
dependen de los ingresos del Fisco y del crecimiento económico.
Entonces, la gradualidad está construida haciéndola dependiente de cómo
le vaya a Chile. Ese es un ejemplo bien claro de armar algo de manera
gradual”. Cómo puede verse la profundidad explicativa y analítica del
ministro de Finanzas Valdés deja pasmado a cualquiera. Y como bien
sabemos el fisco chileno tiene plata, pero se calla.
Por lo
mismo, leer las quejas y lamentos acerca del subdesarrollo científico
de Chile, según el mismo senador PPD Girardi, cuando dice: “Chile no
tiene políticas de ciencias, no tiene políticas de futuro, está dejando
que el futuro se escape de sus manos. Tenemos un presupuesto de ciencia
que es vergonzoso, un 0,35% del producto, cuando Latinoamérica tiene 1%
y los países que son competitivos tienen 4%”.
Esta es otra
confesión de impotencia política de quienes desprovistos de proyecto
reales han usufructuado de las prebendas y privilegios del poder para
pasearse en conferencias y congresos mundiales costeados con el erario
nacional sin que se vean los frutos en el país.
Girardi, el
futurólogo, es prisionero de la ilusión cientista: cree que con atajos
se llegará al desarrollo científico y no a través de inversiones
estatales y con un sistema de educación adaptado a una pedagogía
democrática.
La pobreza del pensamiento de la elite política
que gobierna el país desde 1990 y que posa de preocupada por el “futuro
de Chile” debe ser un tema de debate entre las nuevas generaciones.
De lo anterior podemos inferir que la tesis de la “traición” a la
Presidenta por parte de un sector de la NM no tiene asidero político.
La Nueva Mayoría es una coalición de poder hegemonizada por los
sectores neoliberales, presentes en todos los partidos ,a los cuales se
han sometido, para ser furgones de cola, sin oponer resistencia
política, ni organizarse para disputar orientación, las otras
corrientes y partidos que la componen.
——
(*) Lea columna de Ismael LLona, defensor de la tesis de la “Traición en marcha”: http://www.elclarin.cl/web/opinion/politica/16560-la-traicion-en-marcha.html
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