Su campaña envía un mensaje a la clase multimillonaria:
su avaricia destruye a EU
No tiene el apoyo de la cúpula del Partido Demócrata, pero multitud de jóvenes lo siguen
El senador Bernie Sanders, precandidato del Partido Demócrata a la
presidencia de Estados Unidos, ha encabezado en los últimos días los
mítines con mayor asistencia de cualquier aspirante, incluida su
correligionaria y favorita en las encuestas Hillary Clinton. La imagen,
hace unos días en Las Vegas
Foto Ap
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 21 de agosto de 2015, p. 23
Nueva York.
Siempre ha afirmado que es
socialista, siempre ha promovido propuestas progresistas sobre salud, educación pública, seguro social y medio ambiente, siempre ha sido crítico severo de políticas imperiales de intervención y guerras injustificables, y siempre se ha proclamado del lado de los trabajadores y de los más vulnerables contra lo llama una oligarquía del 1 por ciento que está usurpando la democracia estadunidense, y ahora llama a una
revolución políticapara rescatar a su país, o sea, posiciones que suelen quedarse al margen de las contiendas políticas nacionales en Estados Unidos.
Pero por ahora, son las posiciones del candidato presidencial que ha
realizado los mítines electorales más grandes de los más de 20
candidatos a la Casa Blanca de ambos partidos, y las encuestas
registran que ya amenaza a la reina del Partido Demócrata, Hillary
Clinton, en algunos estados claves. Nadie lo pronosticó, ni se lo
imaginaban.
El senador federal Bernie Sanders asombra a la cúpula política y
asusta a los otros precandidatos que buscan la nominación del Partido
Demócrata como su candidato presidencial el próximo año, incluyendo a
la reina de ese partido. En las últimas semanas sus mítines han sido
cinco veces más grandes que cualquiera de los de Clinton hasta la fecha.
Su mensaje siempre gira en torno a un ataque frontal contra la injusticia económica y el famoso
1 por ciento, legado del movimiento Ocupa Wall Street: “el tema de la desigualdad de riqueza e ingreso es el gran tema moral de nuestros tiempos, es el gran tema económico de nuestros tiempos, y el gran tema político de nuestros tiempos… Nos enfrentamos a una clase multimillonaria que ha comprado nuestro sistema político para enriquecerse”, afirma.
En otro discurso aclaró: “lo que hace esta campaña es enviar un
mensaje fuerte y claro a la clase multimillonaria: su avaricia está
destruyendo a Estados Unidos. Este país nos pertenece a todos y no sólo
a unos cuantos multimillonarios.
“Nuestra campaña trata sobre crear una revolución política que le
dice a la clase multimillonaria que no pueden tenerlo todo; este país,
este gobierno nos pertenece a todos… Cuando nos unimos, cuando no
permitimos que nos dividan por el color de la piel, o nuestra
orientación sexual, por si un hombre o una mujer nació en Estados
Unidos o en otro lugar; cuando nos unimos, no hay nada, nada, que no
podamos lograr”, afirma entre ovaciones de sus seguidores. En su portal
de la campaña, el mensaje de bienvenida es:
¿Listos para iniciar una revolución política?(https://berniesanders.com).
Sanders, quien siempre se ha definido como
socialista democrático, es senador federal independiente por Vermont; anteriormente fue representante federal (lleva 24 años en el Congreso federal) y antes el muy popular alcalde de Burlington en ese estado (aunque originalmente es un neoyorquino de Brooklyn), donde sus seguidores y equipo tenían el apodo de sanderistas de hecho, fue una de las voces críticas contra las políticas estadunidenses en Centroamérica durante esos años.
Nunca ha tenido el apoyo de la cúpula del Partido Demócrata, y
lideres políticos, analistas y comentaristas descartan sus
posibilidades como candidato presidencial y aún más la posibilidad de
que llegue a la Casa Blanca.
Pero un sector importante –sobre todo la juventud– de la base del
partido sorprende a los expertos y dirigentes partidarios con su apoyo
entusiasta al político de 73 años, distinguido por su melena blanca
despeinada, su retórica sencilla, franca y furiosa envinada con su
acento de Brooklyn, donde nació.
En
este último mes, más de 20 mil personas se presentaron a un acto
electoral de Sanders en Portland, Oregon, y otra noche reunió a 27 mil
–o más– en Los Ángeles (cinco veces más grande que cualquier acto
público de Clinton, reportó el Washington Post), seguido por
miles en ciudades pequeñas y medianas que opacan, en ocasiones, el
número de convocados por Barack Obama en su histórica campaña de 2007.
Mientras, en el ciberespacio, más de 100 mil se sumaron a una
transmisión en vivo a 3 mil 500 actos por todo el país a finales de
julio para escucharlo hablar desde un departamento en Washington; su
página de Facebook tiene 1.6 millones a los que les
gustaSanders, casi medio millón más que Clinton y mucho más que los otros candidatos de ambos partidos. Decenas de miles se han registrado para hacer trabajo voluntario en su campaña.
A la vez, su índice de aprobación se ha incrementado dramáticamente.
Una encuesta reciente de CNN tenía a Sanders a sólo seis puntos de
Clinton en el estado de Nueva Hampshire (importante no por tamaño, sino
porque celebra la primera elección primaria; más aún, una encuestadora
estatal lo tenía ya en primer lugar) y a escala nacional registró un
incremento de 10 puntos en sólo un mes, llegando a 29 por ciento frente
a 47 por ciento de Clinton, ambos muy por encima de los otros tres en
la contienda.
La campaña de Sanders se distingue también por la fuente de los
fondos –la abrumadora mayoría de ciudadanos comunes– comparado con los
demás, incluida Clinton, en la que lo más notable es el monto que
proviene de unos cuantos multimillonarios. Es una campaña basada en la
autogestión, cuyos promotores señalan que el senador impulsa un
movimiento masivoencabezado por las bases y no por
profesionales de la política.
Algunos opinan que, parecido en cierto sentido al caso del fenómeno
de Donald Trump en el ámbito republicano, el inesperado éxito de
Sanders se genera porque la gente está harta de candidatos
profesionales de la maquinaria política, a pesar de que durante más de
tres décadas ha sido un político.
Pero en contraste con Trump, Sanders ha mantenido su compromiso con
ciertos principios progresistas toda su carrera y ha enfrentado a la
cúpula establecida. Trump es parte integral de esa cúpula. De hecho,
Sanders ha denunciado al multimillonario por su mensaje antimigrante y
lo calificó de
vergüenza para nuestro país.
El consenso entre los expertos es que la inmensa maquinaria política
y el multimillonario financiamiento de la campaña de Clinton
eventualmente aplastarán a toda su competencia, incluido al que por
ahora está en segundo lugar. Sin embargo, casi todos tienen que
reconocer que la presencia de Sanders tiene impacto sustancial sobre
este concurso político y obliga a todos, incluso a Clinton, a abordar
el tema del
1 contra el 99 por cientocomo uno de los ejes de la gran disputa político-electoral en este país.
Mientras tanto, el hecho de que el mensaje de Sanders, como su ira,
tenga resonancia masiva, revela la existencia de un sector más amplio
de lo que conocían los
expertos–encabezado por jóvenes– que favorece un cambio progresista profundo, tal vez hasta una
revolución políticaen este país.
Y tal vez logrará que la palabra
socialistaya no sea tan tabú en este país.
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