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miércoles, 12 de agosto de 2015

Hillary Clinton y los dilemas de la política hacia Cuba


Por Luis Brizuela Brínguez *
Hillary Clinton
La Habana (PL) En un alarde de pragmatismo político, Hillary Clinton cambió la usual estrategia durante una campaña electoral en Estados Unidos: por primera vez un precandidato a la Casa Blanca abogó en Miami por el fin del bloqueo contra Cuba.

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La exsecretaria de Estado fue categórica al sostener su reclamo el 31 de julio en la Universidad Internacional de la Florida (FIU), pues a su juicio, "el embargo (bloqueo) a Cuba tiene que irse de una vez por todas".

A diferencia de sus oponentes republicanos, que casi de manera unánime defienden la añeja política de imposición de sanciones y mantener las restricciones de viajes a la isla caribeña, Hillary dio un espaldarazo al "nuevo rumbo de la política hacia Cuba", dictado por la Casa Blanca el 17 de diciembre último.

Clinton argumentó por qué la normalización era mejor opción que el retroceso al que aspiran los conservadores, mientras analizó la importancia de los vínculos con la isla en el marco de las relaciones de Washington con el hemisferio.

Hasta ahora, para hacer campaña en el meridional estado -uno de los decisivos en las elecciones-, cualquier candidato presidencial debía aderezar su discurso con amenazas y promesas de endurecer el bloqueo decretado contra La Habana en 1962, con el declarado y fallido propósito de rendir por hambre a los cubanos.

Esta vez la favorita para agenciarse la candidatura del partido azul puso sus propias reglas y colocó el tema de la política hacia Cuba en un punto de colisión con las posturas de sus rivales del partido del elefante.

Sin lugar a dudas, el equipo de asesores de Hillary sigue de cerca los sondeos de opinión y evita que la exprimera dama nade contra la corriente.

Una encuesta del Pew Research Center mostró el 21 de julio que el 72 por ciento de los estadounidenses apoyan el fin del bloqueo, frente al 66 por ciento en enero.

Precisó que los demócratas apoyan el esfuerzo del gobierno del presidente Barack Obama para normalizar las relaciones bilaterales por un margen más amplio que los republicanos, aunque el respaldo entre estos últimos aumentó.

La investigación encontró que el 55 por ciento de los republicanos conservadores favorecen el fin de las sanciones, frente a 40 por ciento en enero.

También evidenció que el 34 por ciento de los potenciales votantes latinos seguiría a un candidato que dé continuidad a la política de Obama, mientras que el 14 por ciento dijo lo contrario.

Entre los cubanoamericanos, el 40 por ciento se mostró resuelto a apoyar a un candidato que favorezca la normalización de relaciones, mientras que el 26 por ciento se manifestó en contra.

No es la primera vez que la exprimera dama (1993-2001) defiende el levantamiento del bloqueo contra la nación caribeña.

En su reciente libro Hard Choices (Decisiones difíciles) asegura que mientras se mantuvo al frente del departamento de Estado (2009-2013), recomendó al Ejecutivo revisar la política de sanciones comerciales y la prohibición de viajes de ciudadanos estadounidense a la isla.

No obstante para Gloria La Riva, activista sindical y comunitaria en San Francisco, California, Clinton continúa siendo abiertamente hostil a la soberanía e independencia cubana y solo adopta un enfoque diferente para socavar el socialismo en el país.

La visión de Clinton no es única. Ella refleja la de muchos en la clase gobernante de Estados Unidos -pronto, quizá la mayoría-, quienes ahora claman por un enfoque diferente (â��) para tratar de lograr el mismo objetivo de los últimos 56 años: la desestabilización del gobierno de Cuba y su sistema, suscribió La Riva en un artículo publicado en el diario Liberation el 5 de agosto.

La también candidata presidencial del Partido por el Socialismo y la Liberación para las presidenciales de 2016 recordó que Obama habló de manera similar el 17 de diciembre de 2014, "â��vamos a terminar una estrategia anticuada que, durante décadas, no ha logrado avanzar nuestros interesesâ��".

LA PARADOJA REPUBLICANA 

A juzgar por las declaraciones, parece haber un claro divorcio entre los líderes y aspirantes republicanos a la Casa Blanca, anquilosados en una postura calificada de "obsoleta", y el creciente número de votantes y legisladores conservadores que apuestan por el diálogo y la cooperación.

El propio 31 de julio, el precandidato republicano Jeb Bush arremetió contra Clinton y consideró "insultante" que pidiera al Congreso en Miami el levantamiento del bloqueo contra Cuba.

Asimismo, el exgobernador de Florida prometió que de llegar a la Oficina Oval en enero de 2017, romperá las relaciones diplomáticas, oficializadas el 20 de julio con la apertura de embajadas en las capitales respectivas, y trabajará por endurecer las sanciones contra La Habana.

Por su parte, el senador por el sureño estado, Marco Rubio, también precandidato y uno de los más activos voceros de la política anticubana en el órgano legislativo, criticó a su contraria en lo que el diario The Hill calificó de "golpe preventivo contra Clinton".

Rubio señaló que el rechazo de la exjefa de la diplomacia estadounidense al bloqueo constituye un "grave error" y reiteró su negativa a conversar con el gobierno de la isla caribeña.

Otros precandidatos conservadores como los gobernadores Chris Cristie (Nueva Jersey) y Scott Walker (Wisconsin), así como los senadores Ted Cruz (Texas) y Lindsey Graham (Carolina del Sur) también se mostraron reacios a apoyar el proceso hacia la normalización de relaciones con la nación antillana.

Solo el senador por Kentucky, Rand Paul, apoya el acercamiento.

Muchos republicanos en el Capitolio están empezando a reconocer la urgencia de avanzar. Es hora de que sus líderes o bien se suban al tren o se hagan a un lado, remarcó la exjefa de la diplomacia durante su discurso en la FIU.

Como síntoma de los nuevos tiempos, llama la atención el creciente número de miembros del partido rojo que patrocinan iniciativas, a fin de derogar las sanciones económicas y la persecución de empresas que comercien con Cuba, así como estimular las visitas de sus ciudadanos. En ese sentido, el legislador republicano de Minnesota, Tom Emmer, y Kathy Castor, demócrata de Florida, presentaron el 28 de julio ante la Cámara de Representantes el proyecto Ley de Comercio con Cuba 2015, enfocado en la eliminación del bloqueo.

Cinco días antes, el Comité de Asignaciones del Senado -dominado por los conservadores- aprobó por 18 votos a favor y 12 en contra una enmienda que prevé derogar la prohibición a los norteamericanos de viajar a Cuba.

Los republicanos y la comunidad empresarial deben dejar a un lado posiciones del pasado y abrazar el nuevo enfoque del gobierno estadounidense hacia Cuba, recomendó el 22 de junio en un artículo del diario The New York Times, Carlos M. Gutiérrez, exsecretario de Comercio durante la administración del presidente George W. Bush.

El propio Times reflexionó sobre las oportunidades para las dos naciones con el proceso de normalización de relaciones y exhortó una vez más al Congreso a avanzar en este sentido.

Las medidas aplicadas contra la nación caribeña por diferentes gobiernos estadounidenses permanecen congeladas en el tiempo y es hora de cambiarlas, exhortó el 3 de agosto el editorial titulado Creciente impulso para derogar embargo a Cuba (Growing Momentum to Repeal Cuban Embargo).

El Times se refirió a "la telaraña de leyes y regulaciones puestas en vigor en un intento fallido de cambiar el régimen de La Habana mediante medidas coercitivas" 

A pesar de las todavía limitadas acciones ejecutivas de la administración Obama para aliviar el cerco comercial, "Cuba continúa bajo algunas de las sanciones más duras. Es el único país al que los estadounidenses no pueden viajar como turistas", recordó.

Ante este escenario, el periódico recomendó al Capitolio "contribuir a que el compromiso sea la piedra angular de la política de Estados Unidos hacia Cuba".

El compromiso es ahora mismo el gran dilema del liderazgo republicano y quienes lo siguen en la cruzada anticubana: ¿con el pasado o con el futuro? 

*Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.

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