Pablo Ruiz Espinoza
Adital
Investigaciones
científicas sobre enfermedades infecciosas, condiciones de alta montaña, y
hasta sobre nuestras culturas latinoamericanas, EEUU realiza para fines militares.
Desde hace mucho tiempo América Latina representa un
gran interés para los EEUU como la fuente esencial de materias primas y el
mercado potencial para la venta de su misma producción. De ahí, los tratados de
libre comercio que tiene con varias de nuestras naciones y la intención más
voraz todavía de llevar adelante el TTP.
Reproducción.
También para Washington nuestro continente, su "patio trasero” como dicen, representa una necesidad de orden geopolítico: en América Latina y el Caribe operan más de 70 bases militares de los EEUU y ellas tienen por misión cuidar y proteger sus propios intereses.
Pero en esta ocasión no hablaremos de sus bases
militares, ubicadas en puntos estratégicos de nuestro continente, sino en el
uso de la ciencia para fines bélicos. Tan sólo citaremos algunos casos pero de
seguro el asunto es mucho más complejo todavía.
El 2010 el Departamento de Defensa de Estados Unidos
determinó nuevamente que era prioridad seguir con las investigaciones de las
enfermedades infecciosas.
En esta misión, y utilizando una expresión militar, su
"fuerza de tarea” es la U.S. Naval Medical Research Unit (NAMRU) que su
principal sede se encuentra ubicada en EEUU pero que también tienen
laboratorios en Singapur (Desde 1945), Egipto (1946), Kenia (1969), Tailandia
(1958) y Perú (1983).
En Perú se le denomina Centro de Investigación de
Enfermedades Tropicales de la Marina de los Estados Unidos (NAMRU-6).
De acuerdo a una nota de prensa de la Embajada de EEUU
en este país "El NAMRU-6 se estableció como un centro de investigación en 1983
a través de un acuerdo entre las Direcciones de Salud de la Marina de los
EE.UU. y de la Marina de Guerra del Perú, con la participación del Departamento
de Estado de los EEUU y el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. El
acuerdo estableció un programa de cooperación en investigación médica en el
Perú para estudiar enfermedades infecciosas de interés mutuo”.
Para Christian Baldeviano la misión de NAMRU-6 es "Desarrollar
estrategias protectivas contra las enfermedades infecciosas que afectan a la población
militar y la población general en el Perú y Latino América”.
Las investigaciones de las enfermedades infecciosas se
hacen con seres vivos. Mariana Leguía, Directora de Genómica y Descubrimiento
de Patógenos de NAMRU-6, señala en una entrevista que "nosotros recolectamos
muestras de gente que viene de toda Latinoamérica y casi el 60% sale negativo
en todas las pruebas”.
Lo cierto, lo objetivo, es que estos laboratorios
tienen una finalidad militar que es determinar que tipos de enfermedades existen
en América Latina y "afectan a la población militar” y a la "población
general”. No es casual que estas investigaciones las dirija una unidad militar
y no el servicio de salud de EEUU.
Con unos y otros se puede actuar de diferentes
maneras. Para los militares se puede preveer los remedios adecuados ante una
posible invasión a un territorio determinado que por ejemplo tenga presente el
"dengue”. Para la "población general” las investigaciones también pueden
generar en armas bacteriológicas.
Por esto, el Comité
Independencia y Soberanía
Para América Latina (CISPAL), en su
publicación "América
Latina es un laboratorio de EEUU para desarrollar armas bacteriológicas”, a
dicho que Washington, con el fin de seguir manteniendo su hegemonía, quiere
hacer de nuestro continente un "conejillo de indias”.
Por otro lado, en el artículo La guerra
biológica, Pedro Etcheverry recuerda que en 1981, se declaró en Cuba el
Dengue Hemorrágico. El Ministerio de Salud Pública cubano determinó entonces que
era una epidemia de dengue del serotipo 02.
En total, murieron 158 pacientes, la mayoría niños. Más
de 344 mil personas fueron afectadas por la enfermedad y, de ellas, 24 mil
padecieron hemorragias.
El artículo citado indica que: "Especialistas
norteamericanos en guerra biológica habían sido los únicos en obtener una
variedad de mosquito Aedes aegypti sensiblemente asociada a la transmisión del
virus 2, según informó el coronel Phillip Russell, en el XIV Congreso
Internacional del Océano Pacífico, efectuado en 1979, dos años antes de que se
desatara la epidemia en Cuba”.
Etcheverry señala que: "Las investigaciones condujeron
a la evidencia de que la epidemia fue introducida deliberadamente en el
territorio nacional, por agentes al servicio del Gobierno de Estados Unidos”.
Este es un solo caso, pero hay otros más en la Guerra
biológica contra Cuba.
La
Irresponsabilidad
A comienzos de junio de este año, la
Agencia EFE, informó que "expertos” del Pentágono "por un error” realizaron
el envío de muestras activas de ántrax a 51 laboratorios de 17 Estados en los
mismos EEUU, a Australia, Corea del Sur y Canadá, y usando, en algunos casos,
el servicio de entrega de FEDEX sin las medidas de precaución adecuadas.
El Subsecretario de Defensa, Box Word, dijo que "por
el momento, no se conocen casos de contagio de carbunco entre las personas que
pudieron verse expuestas a las muestras”.
Señalamos este caso porque toda la humanidad corre un
peligro permanente por las investigaciones científicas que está desarrollando
EEUU.
El riesgo principal de las actividades de NAMRU-6, como
también de otros laboratorios de EEUU ubicados en el mundo, es que las
autoridades locales, la comunidad, no tienen control sobre los estudios "científicos”
que se realizan las unidades militares norteamericanas.
Cada país tiene derecho a su soberanía y a las
garantías de la seguridad y la salud de su nación. En definitiva, no podemos
permitir que las bases militares y laboratorios de EEUU sigan poniendo en
peligro las vidas de los habitantes de América Latina y el Caribe.
Finalmente, hay que recordar que el 26 de marzo de
1975 entro en vigor la Convención sobre la prohibición del desarrollo, la
producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas
y sobre su destrucción. Sin embargo, la misma ONUindica que: "la ausencia de regímenes formales de verificación para controlar
su cumplimiento ha limitado su efectividad”.
El estudio de la
geografía y la salud
A comienzos del 2013, Bolivia denunció, ante la
comunidad internacional, la realización de un estudio "encubierto” sobre
condiciones de alta montaña y que desarrolló el científico Robert Corwine Roach
Jr. en el Chacaltaya, entre el 6 de junio y el 15 de septiembre de 2012.
"La ministra de Comunicación, Amanda Dávila, sostuvo
que el equipo de Roach Jr. estaba formado por al menos 24 personas y que arribó
para realizar pruebas para la adaptación de soldados destinados a acciones
militares en Afganistán”, indicó el Diario
La Razón.
El ministro de Gobierno Carlos Romero, dijo entonces que
el caso de Roach Jr. demuestra la "permanente injerencia de EEUU”.
Debemos recordar que "Estados Unidos y Bolivia
firmaron un acuerdo de respeto mutuo el 7 de noviembre de 2011. El convenio
marco bilateral establece siete principios y propósitos, entre los principales:
el "respeto a la igualdad soberana y a la integridad territorial de los Estados”,
"el deber de abstenerse de intervenir en asuntos internos de otro Estado”, "el
derecho de cada Estado a elegir, sin injerencias externas, su sistema político,
económico y social”.
Hay que decir, antes de seguir, que el mismo estudio
de alta montaña para supuestamente soldados destinados a Afganistán bien puede
usarse para atacar a la misma Bolivia y a casi todos nuestros países
atravesados por la Cordillera de los Andes. Téngase presente.
El estudio de
nuestras culturas
En junio del 2011, en Buenos Aires, Argentina, la antropóloga
Adrienne Pine, en la "Conferencia
Continental sobre la Militarización Imperial” denunció el uso de las investigaciones
académicas para fines militares.
La investigadora señaló que el año 2010, en Toronto,
Canadá, en la conferencia de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, se
encontró con el historiador y ex-Ministro de Cultura de Honduras Rodolfo Pastor
quien se encontraba viviendo entonces en el exilio, en la ciudad de México, luego
que fuera derrocado por un golpe de Estado, liderado por graduados de la
Escuela de las Américas, el presidente Manuel Zelaya.
En dicho encuentro, Pastor le comenta con preocupación
que fue invitado a participar de un taller, en el Centro de Investigaciones
Aplicadas de la Universidad (FIU) Internacional de Florida, que tenía el nombre
de "Cultura estratégica de Honduras” y que había sido financiado por el Comando
Sur del ejército estadounidense (SOUTHCOM).
"Cultura Estratégica”, dice Adrienne Pine, es un
programa de estudios dentro de la Universidad Internacional de Florida,
financiado por el Comando Sur, con el propósito de llevar a cabo talleres y
escribir reportes sobre la "Cultura Estratégica” de cada país de América Latina
y el Caribe. Se define a la "Cultura Estratégica” como "la combinación de
experiencias y factores internos y externos – geográficos, históricos,
culturales, económicos, políticos y militares – que forman e influyen en la
manera en que un país entiende su relación con el resto del mundo, y en la
manera en que un estado se va a comportar en la comunidad internacional”.
Sin embargo, al observar los documentos producidos por
la alianza FIU-SOUTHCOM es evidente que una definición más precisa de la
"Cultura estratégica” sería: "propaganda estratégica para la creación de una
política ideológica hegemónica favorable para los intereses militares y
económicos estadounidenses”.
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