Ángel Guerra Cabrera
El
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pareciera obstinarse en
marchar ineluctablemente hacia un gran descalabro en la séptima Cumbre
de las Américas (CA), a celebrarse en Panamá los días 10 y 11 de abril
de 2015.
Pese a la serena y prudente propuesta del presidente Nicolás Maduro,
no obstante ser Venezuela la agraviada, para que Washington y Caracas
resuelvan sus diferencias mediante el diálogo, hasta el momento no se
aprecia ninguna señal de que la Casa Blanca esté reconsiderando o se
disponga a reconsiderar su agresiva, torpe e injerencista orden
ejecutiva declarando a Venezuela como amenaza a la seguridad nacional y
la política exterior de Estados Unidos.
Es tan evidente la metedura de pata yanqui en esta cuestión que
hasta sectores de la oposición venezolana se han visto forzadas a
tomar, aunque tímidamente, cierta distancia del decreto de Obama no
obstante que sea su comandante en jefe, ya que han visto totalmente
minimizada su presencia en la palestra política ante el repudio
nacional contra la actitud estadunidense.
Y es que a Obama el tiro le ha salido por la culata, pues lejos de
intimidar al pueblo venezolano, ha incentivado su combativo
antimperialismo y unidad con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en
torno a su dirección político-militar. No fue en balde la dedicación
incansable de Chávez durante años a la educación política de sus
compatriotas y a hacer más profundas, revolucionarias y
antimperialistas sus tradiciones patrióticas y latinoamericanistas,
labor continuada por Maduro y el chavismo en dura lucha contra la
maquinaria mediática internacional y sus clones locales de la
oligarquía, que cuenta todavía con muchos recursos económicos,
simbólicos y propagandísticos para deformar la realidad e instaurar
falsas y venenosas matrices de opinión entre la población.
Pero, mucho más grave, la arrogancia imperial del decreto de Obama
ha provocado gran indignación en América Latina y el Caribe donde no
cesan las manifestaciones de apoyo a la soberanía de Venezuela y de
repudio a Washington, no sólo de la Unasur y la Alba, sino de los
sectores populares y la juventud, como ha podido apreciarse con el
posicionamiento reiterado en Twitter de trending topic mundial
del numeral #ObamaDerogaElDecreto. Sin contar con el respaldo recibido
por Caracas del Movimiento de Países No Alineados, el Parlamento
Latinoamericano y el gobierno ruso que en boca del respetado canciller
Sergei Lavrov condenó desde La Habana el intento de golpe en Venezuela
al tiempo que exigía el levantamiento del bloqueo a Cuba. Mientras, la
Unión Europea se ha mantenido distante del predicamento antivenezolano.
En
ese clima de creciente repudio al decreto llegará Obama a la CA en
Panamá. Dos días antes, el 8 de abril se habrá reunido con los líderes
de los países del Caricom en Jamaica, donde es sabido que continuará
sus acciones para destruir Petrocaribe en detrimento de los intereses
de nuestros pueblos, y a favor de las trasnacionales de la energía, así
como intentrá
doblar el brazo–como él mismo ha confesado que practica– a los gobernantes de los estados caribeños antes que lleguen a Panamá. Es sabido lo dependientes que son esos pequeños estados de la ayuda exterior.
La conjura imperialista contra Venezuela continúa a todo trapo
estimulada por el decreto de Obama y ahora es nada menos que el ex
presidente del gobierno español Felipe González, promotor del
neoliberalismo en nuestra región y viejo asociado del imperialismo,
quien anuncia que formará parte de la defensa de los cabecillas
contrarrevolucionarios Leopoldo López y Antonio Ledezma.
En otro carril, Washington, que sigue afirmando que lo que ha
cambiado hacia Cuba son sus herramientas pero su objetivo es el mismo
–¿cuál va a ser sino el
cambio de régimen?– proyecta acarrear a los llamados foros de la sociedad civil de la CA a los integrantes menos desprestigiados de su quinta columna mercenaria en la isla, para presentarlos como representantes de la sociedad civil cubana
independientefrente a los
oficialistas; o sea, las organizaciones obreras, campesinas, de escritores y artistas, de mujeres y otras que expresan la gran diversidad de la sociedad cubana y han sido pilares de la resistencia a la hostilidad estadunidense. Si no fueran enemigos de la revolución uno sentiría pena por el ridículo que harán los supuestos
independientes, pues ninguno puede discutir un minuto frente a los
oficialistas, sobrados de argumentos y razones.
Twitter: @aguerraguera
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