El
asedio a construcciones nuevas dentro de la sociedad, específicamente
aquellas que tratan de escapar del orden imperante, comienzan con
expresiones de desprecio y calificativos de locura por parte de los
que se creen con la posesión de la verdad absoluta para luego
abrazar más temprano que tarde arrebatos virulentos que en la
mayoría de ocasiones terminan provocando miles de muertos,
separaciones, torturas, desapariciones y exilios entre quienes osan
expresar y defender esas nuevas posturas, esas nuevas ideas.
La
derecha conservadora no tolera que expresiones fuera de su ámbito,
mucho menos las que adversen su poder y control, se puedan levantar
en sus propias narices, así que descalificándolas primero las
combaten con todo el odio del mundo después para evitar su
florecimiento y expansión. Saben que si eso sucede es muy probable
que sus privilegios se vayan por el tubo del desagüe de la historia
y pierdan el control que hasta el momento han ostentado. Las mismas
sañas que han sufrido, para arrancar de experiencias dolorosas pero
a la vez que han aportado su bagaje de experimentación y
crecimiento, otras anteriores como la Comuna de Paris, la misma
revolución rusa, la revolución china, la vietnamita, la mexicana,
la cubana. Esta última, la más emblemática en nuestro continente y
en el mundo entero por el largo sitio que dura ya más de medio siglo
por parte de EEUU, que si se observa y se trata de entender bajo
términos de razón no tiene el mínimo sustento para mantenerlo y,
por supuesto, la que ahora sufre la Bolivariana Venezuela de Chávez
y Maduro.
No es
solo por el poder económico y político perdido por las burguesías
o los recursos que dichos países poseían y poseen los cuales
controlaban sus oligarquías que junto al poder imperial organizaban
sus economías en función de su saqueo y su depredación por parte
de dichos actores, sino por el ejemplo peligroso que dichos
ejercicios populares conllevan y representan y que los demás
pueblos, por muy embrutecidos y obnubilados por la plana educativa y
desinformativa que sus grupos hegemónicos ejerzan, puedan seguir.
Especialmente en plena época de las redes sociales que muestran que
otro mundo es posible. De allí, la urgencia de volver el internet
una cosa privativa para que sea inaccesible a las masas o en el mejor
de los casos acarreador de consumismo y frivolidad al llenarlo
mayoritariamente de basura.
Pero
así como la Comuna de 1871, con su aparente fracaso aportó sus
experiencias y su espíritu a los bolcheviques, así cada supuesta
decepción aportó y aporta su dosis de elocuente éxito en el
proceso de derrumbe del ilusorio muro que ha forjado el capitalismo.
Éste que irrumpió en la historia chorreando sangre y lodo en
palabras de Marx, ha demostrado que, a pesar de su neón, sus
lentejuelas, sus ilusiones ficticias le ha sido imposible derramar
riqueza por todos lados, como una vez lo proclamaron a voz en cuello
sus más insignes ideólogos y, al contrario de ello, ha sumido en la
miseria a millones de humanos sino por la explotación por la guerra,
cambiando incluso, el clima de nuestro planeta, haciendo peligrar la
vida de nuestra propia especie no digamos la de otras.
La
arrogancia y la prepotencia que como malas consejeras, han arrojado
un velo cegador sobre los ojos de los líderes capitalistas que han
preferido hacer la guerra que construir la paz y, que siendo los
frutos de ésta las aberraciones más incomprensibles y demoniacas,
han acelerado con ello, su propio aislamiento y destrucción. No
dejando de llevarse consigo a millones de seres humanos al infierno
dantesco del fin de una época.
Ojalá,
la mesura, la razón y el dominio de sí mismos, iluminen estas
transiciones para que una nueva forma de producir, distribuir y
consumir asuma su papel preponderante en el desarrollo de la
humanidad, otorgando a la misma el papel que debe jugar en un mundo
donde debe ser guía y amiga para con las demás especies que
comparten nuestra única y contaminada nave espacial, en boca del
periodista uruguayo-venezolano Walter Martínez en su programa
Dossier, pero sabemos no será así pues la ley selvática de la
concentración y centralización de capitales domina sus mentes, sus
instintos y sus acciones.
En esa
reflexión, Venezuela vencerá esta nueva arremetida donde lo que ha
quedado evidente es que su mal llamada oposición se ha ido
extinguiendo de manera acelerada y que los indecisos e indiferentes
de ayer, hoy han pasado a acuerpar en mayor número a su legítimo
gobierno, legitimándolo aún más. Ha sido, entonces la entrada en
escena, de la derecha planetaria que con ello ha demostrado su
verdadero cariz de ambiciosa y petulante sino también, en su propia
contradicción, su debilidad y desesperación, acompañando de
mentiras intrépidas que rayan en la estupidez y la estulticia sus
argumentos. Sus medios de propaganda, también se han visto orillados
por lo mismo, a argüir tonterías que más se basan en difamaciones,
descalificaciones y falsedades que en investigaciones serias y
constructivas.
El
proceso bolivariano así, ha conseguido, como principal victoria,
desenmascarar no solo a su propia oligarquía fascista que quiere,
incluso, a través de una guerra cruenta aupada por una invasión
extranjera recuperar su poder no importándole si con ello provoca
miles de muertos dentro de sus mismos compatriotas, sino a la
oligarquía mundial que ha mentido y sigue mintiendo descaradamente
con lo cual se ha abierto tantos frentes de oposición, incluso
dentro de los territorios que hoy controla, que es muy difícil
contenerlos todos a la vez de manera exitosa. En segundo lugar, el
reconocimiento a la soberanía de Venezuela de parte de muchas
naciones alrededor del planeta, tanto que EEUU como líder
indiscutible del Imperialismo, ha quedado aislado y revolcado en su
necedad. Y, en tercer lugar ha precipitado las expresiones populares
cuando más conservadoras a correrse a posiciones más radicales a
favor de la soberanía, la libertad y la libre autodeterminación de
los pueblos. Pues como acertadamente expresara en su momento el
presidente Nicolás Maduro de la Bolivariana Venezuela, estas furias
imperiales lo que ha traído es tiempo de definiciones y, en la
comprensión de esto, la radicalización de su pueblo, entendiéndose
como éste a los más pobres, de tal manera que ellos mismos lo han
interpretado como sus antecesores también lo hicieron en su
expresión leninista más clara: la guerra de todo el pueblo que no
es más que la defensa de la clase obrera de lo ganado con la
Revolución que inaugurará en estas épocas y en esta tierras de
Nuestra América el Comandante Supremo como lo evocan los pueblos a
Hugo Rafael Chávez Frías.
¡La
Revolución Bolivariana de Venezuela vencerá al Imperialismo una vez
más!
Colectivo
La Gotera
Guatemala,
25 de marzo de 2015
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