WikiLeaks, Chelsea Manning (quien dio información clasificada a WikiLeaks), Edward Snowden (filtrador de documentos secretos de la Agencia de Seguridad Nacional) y MéxicoLeaks
son una nueva generación que considera la filtración de información una
forma de actividad política y periodística. Se les llama denunciantes o
Whistleblowers porque buscan la transparencia y la participación en el poder por medio del control o difusión de información confidencial.
Parte
de la crítica en contra de los denunciantes se interesa en descubrir la
relación de sus motivos y las consecuencias de su acción, con el fin
“ético” de conseguir desenmascararlos como hipócritas o coronarlos como
héroes, pero ¿esto para qué?
Gracias a Max Weber tenemos un
modelo que relaciona la orientación de un tipo específico de acción con
sus fines. Pero incluso él rehúye en el plano ético-político a
pronunciarse por un análisis que trate de definir “el buen actuar en la
política”, pues:
Ninguna ética en el mundo puede rehuir el
hecho de que en muchos casos el logro de fines «buenos» requiere el uso
de medios moralmente dudosos, o al menos peligrosos, así como la
probabilidad de derivaciones moralmente malas. Ninguna ética en el
mundo puede tampoco determinar cuándo y en qué medida el fin
«justifica» moralmente los medios y las derivaciones moralmente
peligrosas. [2]
En
resumen, para entender a los denunciantes no necesitamos verificar si
sus motivos se ajustan a su acción, sino, entenderlos como sujetos
políticos que actúan con arreglos a fines. Y que en el mejor de los
casos tratan de que el mundo sea menos estúpido o demasiado abyecto
para lo que ellos aspiran, frase que también le debemos a Weber.
Desde un análisis de su acción los Whistleblowers son
sujet@s meticulosos que logran imponerse a ambientes de extrema
seguridad, además, buscan las formas efectivas de difundir su
información. Ellos emplean el Internet porque, por un lado, confían en
la capacidad que tiene para propagar información y, por otro, lo
consideran un espacio con plena libertad. [3]
Su acto en resumen es un complejo proceso de concientización en el que,
los denunciantes, sopesan de forma minuciosa las repercusiones del
antes y después de su actuar. Y gracias a este nivel de
perfeccionamiento, como plateó alguna vez Alma Guillermo Prieto “nos
permiten conocer realidades a las que antes no teníamos acceso”. [4]
En
las acciones de los denunciantes van implícitos sus deseos de cambiar o
influir en la jerarquía del poder, por eso se ajustan perfectamente a
la tipología del político profesional que propone Weber. Para Peter
Ludlow articulista del NYT, los denunciantes en realidad constituye una generación, la cual llama W:
“gente joven que se opone a la injustica, la corrupción y a los
secretos de un sistema que centra su interés en el control por parte
del estado hacia la sociedad”. [5]
Para Weber el periodismo es un medio clave de la actividad política
profesional aunque pensaba que no era uno de los mejores caminos para
seguir un tipo de política responsable, porque, el periodismo era
irresponsable. En la actualidad, los medios de comunicación siguen
siendo parte esencial de la práctica política aunque la opinión que se
tienen de ellos es diferente a la de principios del siglo veinte, ahora
los medios tienen una tremenda credibilidad. Y esta es la razón por la
cual tienen el poder de decidir qué no es y qué sí es una filtración.
Antes de WikiLeaks la filtración tenía una historia diferente, pues los
protagonistas del fenómeno eran sujetos como Daniel Ellsberg (uno de
los más famosos Whistleblowers de EEUU) que arriesgaron su vida para hacer llegar información valiosa al público. [6]
Pero, ahora el Internet permite reducir riesgos y quizás hacer menos
consciente la vocación política del filtrador. No obstante, el problema
no es la filtración, ni los filtradores, sino, su información.
Referencias bibliográficas
Caderón, Verónica. “El pasado es otro país”, El País, 2011, http://elpais.com/diario/2011/ 03/12/babelia/1299892348_ 850215.html (Fecha de consulta: 14/03/2015).
Greenwald, Glenn. Snowden: sin un lugar donde esconderse, Madrid: S.A. Ediciones B, 2014.
Ludlow, Peter. “The Banality of Systemic Evil”, NYT Blog, 2013, http://opinionator.blogs. nytimes.com/2013/09/15/the- banality-of-systemic-evil/?_ php=true&_type=blogs&_php= true&_type=blogs&_r=1& (fecha de consulta: 14/03/2015).
Uriostegui
Carlos, G. Isabel, El Fenómeno informativo WikiLeaks, Tesis de Maestría
(Maestría en Comunicación). UNAM, Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales, El Autor, México, 2014, 132 pp.
Weber, Max. La política como profesión, Madrid: Tácticas políticas.2007.
[2] Weber, Max, La política como profesión, (Madrid: Tácticas políticas, 2007), p.137
[3] Greenwald, Glenn. Snowden: sin un lugar donde esconderse, (Madrid: S.A. Ediciones B, 2014) p. 64
[4] Caderón, Verónica. “El pasado es otro país”, El País, 2011, http://elpais.com/diario/2011/ 03/12/babelia/1299892348_ 850215.html (Fecha de consulta: 14/03/2015).
[5] Ludlow, Peter. “The Banality of Systemic Evil”, NYT Blog, 2013, http://opinionator.blogs. nytimes.com/2013/09/15/the- banality-of-systemic-evil/?_ php=true&_type=blogs&_php= true&_type=blogs&_r=1& (fecha de consulta: 14/03/2015).
[6] Uriostegui, Isabel, El Fenómeno informativo WikiLeaks, (México: UNAM, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2014), p. 161.
No hay comentarios:
Publicar un comentario