Rafael Landerreche
Este
24 de marzo se cumplen 35 años del martirio de Óscar A. Romero,
arzobispo asesinado por los escuadrones de la muerte de El Salvador por
su defensa inclaudicable de la vida y los derechos de su pueblo. En
esta ocasión la conmemoración anual –que no es sólo de los
salvadoreños– tendrá la satisfacción de saber que, gracias al primer
papa latinoamericano de la historia, Romero será declarado oficialmente
beato (un paso antes de ser declarado santo) el próximo mes de mayo.
Un mes antes de su muerte, monseñor Romero dirigió una carta a James
Carter, entonces presidente de Estados Unidos, para pedirle que su
gobierno dejara de intervenir en El Salvador apoyando la represión.
Ante la reactivación de esa clase de intervencionismo en las últimas
semanas en América Latina y también ante la situación que vivimos en
México, creo que es muy ilustrativo reproducir textualmente fragmentos
de esa misiva y de las palabras de Romero que la precedieron. No hay
más que leerlas; sobran más comentarios.
“Queridos hermanos:
La masacre del 12 de febrero y el sangriento desalojo de los
ocupantes de la sede de la Democracia Cristiana manifiestan claramente
que ellos no son los que gobiernan, sino el sector más represivo de las
fuerzas armadas y de los cuerpos de seguridad... Son horrorosas las
descripciones que han trascendido a través de testigos presenciales.
Si la Junta y la Democracia Cristiana no quieren ser cómplices de
tanto abuso de poder y tanto crimen, deben señalar y sancionar a los
responsables. No basta que digan que van a hacer investigaciones. Hay
testigos presenciales dignos de credibilidad para los miembros de la
Junta y del Partido, que pueden abreviarles las investigaciones.
También se está esperando que se indemnice a las familias de los
asesinados por los cuerpos de seguridad. Así se van alejando cada vez
más las esperanzas de que se sancione a los responsables de la
represión de regímenes anteriores, al ver que las actuales autoridades
militares y de los cuerpos de seguridad, como sus antecesores, se
siguen manchando las manos de sangre porque continúan reprimiendo al
pueblo ahora más que antes... También con esto se ha evidenciado que el
actual gobierno carece de sustentación popular, sólo está basado en las
fuerzas armadas y en el apoyo de algunas potencias extranjeras… Movido
por esta inquietud es que me he atrevido a hacer una carta para el
mismo presidente Carter, que la voy a mandar después de que ustedes me
digan su opinión.
“Señor Presidente:
En estos últimos días ha aparecido en la prensa nacional una noticia
que me ha preocupado bastante. Según ella, su gobierno está estudiando
la posibilidad de apoyar y ayudar económica y militarmente a la junta
de gobierno.
“Me preocupa bastante la noticia de que el gobierno de Estados
Unidos esté estudiando la manera de favorecer la carrera armamentista
de El Salvador enviando equipos militares y asesores para ‘entrenar a
tres batallones salvadoreños en logística, comunicaciones e
inteligencia’. En caso de ser cierta esta información periodística, la
contribución de su gobierno, en lugar de favorecer una mayor justicia y
paz en El Salvador, agudiza sin duda la injusticia y la represión en
contra del pueblo organizado, que muchas veces ha estado luchando
porque se respeten sus derechos humanos más fundamentales.
“La
actual junta de gobierno y, sobre todo, las fuerzas armadas y los
cuerpos de seguridad desgraciadamente no han demostrado su capacidad de
resolver los graves problemas nacionales. En general sólo han recurrido
a la violencia represiva produciendo un saldo de muertos y heridos
mucho mayor que los regímenes militares recién pasados cuya sistemática
violación a los derechos humanos fue denunciada por la misma Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
“La brutal forma en que los cuerpos de seguridad recientemente
desalojaron y asesinaron (a quienes se manifestaban pacíficamente) es
una evidencia de que el país está en manos de militares sin escrúpulos
que lo único que saben hacer es reprimir al pueblo y favorecer los
intereses de la oligarquía salvadoreña…
“No estoy en contra de la institución de las fuerzas armadas. Sigo
creyendo que hay elementos honestos que son la esperanza de su propia
reivindicación. También creo en la necesidad de unos verdaderos cuerpos
de seguridad que sean la seguridad de nuestro pueblo. Sin embargo, no
puedo estar de acuerdo con aquellos militares que abusando de su rango
están desprestigiando a estas instituciones necesarias, convirtiéndolas
en instrumentos de represión e injusticia. Da la impresión que es la
derecha la que está gobernando... Y así será mientras el gobierno no
señale y sancione a los responsables de tanta represión, porque la
oligarquía es la que está aprovechando esta debilidad política del
gobierno.
“Cada vez más se vuelve a oír como antes el rumor popular de la
convivencia entre los cuerpos de seguridad y los grupos clandestinos
armados de derecha. El sufrimiento del pueblo crece hasta hacerse ya
imposible.
“Si es verdad que en noviembre pasado ‘un grupo de seis americanos
estuvo en El Salvador suministrando doscientos mil dólares en máscaras
de gases y chalecos protectores e instruyendo sobre su manejo contra
las manifestaciones’, usted debe estar informado que es evidente que a
partir de entonces los cuerpos de seguridad con mayor protección
personal y eficacia han reprimido aún más violentamente al pueblo
utilizando armas mortales…
Por tanto, dado que como salvadoreño y arzobispo de la arquidiócesis de San Salvador tengo la obligación de velar porque reine la fe y la justicia en mi país, le pido que si en verdad quiere defender los derechos humanos prohíba se dé esta ayuda militar al gobierno salvadoreño... Sería injusto y deplorable que por la intromisión de potencias extranjeras se frustrara el pueblo salvadoreño, se le reprimiera e impidiera decidir con autonomía sobre la trayectoria económica y política que debe seguir nuestra patria.
Atentamente, Óscar A. Romero (arzobispo).
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