Democracy Now!
El
Presidente Barack Obama y los congresistas republicanos están de
acuerdo. Sí, leyó bien. No, no están de acuerdo con respecto a la Ley
de Cuidado de la Salud a Bajo Precio, el presupuesto, las negociaciones
con Irán o la igualdad salarial para las mujeres, sino en lo que
respecta a los denominados tratados de libre comercio, que dan más
poder a las empresas y disminuyen el poder de la población de
gobernarse a sí misma en forma democrática. Esto ha enfrentado al
presidente con sus habituales aliados del Congreso, los demócratas
progresistas, que se oponen al Acuerdo Transpacífico de Asociación
Económica (conocido como TPP, por sus siglas en inglés), uno de los
tratados comerciales de mayor alcance de la historia. El TPP
establecerá reglas que regirán a más del 40% de la economía mundial.
Obama lo ha estado negociando en secreto, algo que no cayó bien a los
demócratas.
La batalla en torno al TPP y a la TPA se está
profundizando. Puede resultar confusa esta proliferación de siglas y,
justamente, esa es la intención de las grandes empresas de Estados
Unidos y el resto del mundo. Las políticas comerciales son intrincadas,
complejas y casi el dominio exclusivo de los economistas y tecnócratas.
Sin embargo, los acuerdos tienen fuertes repercusiones en la vida real.
El Presidente Obama quiere que el Congreso apruebe el TPP, que es un
amplio acuerdo comercial entre Estados Unidos y once países de la costa
del Pacífico: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México,
Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Para acelerar el proceso, el
Presidente Obama está intentando que el Congreso le otorgue la llamada
Autoridad de Promoción Comercial (TPA, por sus siglas en inglés),
también denominada “vía rápida”. La vía rápida delega al presidente la
autoridad para negociar un acuerdo comercial y luego presentarlo ante
el Congreso para que lo apruebe o lo rechace, sin que exista la
posibilidad de proponer modificaciones. Una coalición cada vez más
grande se está organizando en contra del TPP y de la solicitud del
presidente de utilizar la vía rápida. El resultado de este conflicto
tendrá repercusiones a nivel mundial durante varias generaciones.Las
negociaciones sobre el TPP se han mantenido en secreto.
Lo poco que
conoce la mayoría de las personas acerca del tratado es gracias a que
WikiLeaks, el sitio web de divulgación de documentos secretos filtrados
por denunciantes anónimos, publicó varios capítulos del acuerdo hace
más de un año. Los congresistas tienen un acceso limitado a los
informes sobre las negociaciones en virtud de estrictas normas de
confidencialidad que, como ha ocurrido en al menos una ocasión, pueden
incluir la amenaza de prisión si se filtran detalles.El TPP es
una versión ampliada de acuerdos comerciales anteriores como el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) firmado por Estados
Unidos, Canadá y México. El TLCAN, también conocido como NAFTA (por sus
siglas en inglés), entró en vigor el 1° de enero de 1994 y fue tan
perjudicial para la cultura y la economía de los pueblos indígenas de
Chiapas, en México, que se rebelaron ese mismo día en lo que se conoció
como el Levantamiento Zapatista. El intento de crear un acuerdo
comercial de alcance mundial en el ámbito de la Organización Mundial
del Comercio dio lugar a una de las mayores protestas de la historia
contra el poder de las empresas organizada en Seattle a finales de
1999.
Miles de manifestantes formaron una cadena humana y literalmente
impidieron que los delegados ingresaran a la reunión ministerial. La
solidaridad sin precedentes que se materializó en las calles entre
sindicalistas y activistas por el medio ambiente, a pesar de la
violencia policial generalizada, hizo que las negociaciones de la OMC
concluyeran en un fracaso absoluto.
De ser aprobado, el TPP
pondría en marcha normas comerciales que harían ilegal que los
gobiernos aprueben y apliquen leyes sobre todo tipo de asuntos, desde
normas medioambientales hasta leyes salariales y laborales, pasando por
la duración de los derechos de autor. Por ejemplo, una ley que prohíba
la venta de mercancías fabricadas en maquilas en Vietnam podría
declararse ilegal por considerársela como un obstáculo al comercio; o
podría dejarse sin efecto la normativa que exige requisitos de
certificación a los productores de madera en Malasia, para proteger a
los bosques primarios de la deforestación.
Lori Wallach, del
Observatorio del Comercio Mundial de la organización Public Citizen, es
una de las personas más críticas del tratado:“Lamentablemente,
el TPP es un mecanismo de aplicación de muchas de las cosas que quieren
[el líder de la mayoría del Senado Mitch] McConnell y los republicanos.
Por ejemplo, aumentaría el tiempo de duración de las patentes de las
grandes empresas farmacéuticas, lo que significaría que obtengan
ganancias excepcionales, pero provocaría un aumento de los precios de
los medicamentos. El acuerdo implicaría un retroceso en la regulación
financiera de los grandes bancos.
Además, podría limitar la libertad
del uso de Internet, introduciendo subrepticiamente la Ley para Detener
la Piratería en Internet (SOPA, por sus siglas en inglés). Otorgaría
privilegios y derechos especiales a las empresas extranjeras para que
puedan evitar ser enjuiciadas en nuestros tribunales y puedan demandar
al gobierno de Estados Unidos para obtener una indemnización si
consideran que las leyes medioambientales o de protección de la salud
de los consumidores perjudican sus ganancias futuras, lo que se conoce
como el sistema de solución de controversias ‘inversor-Estado’. Además,
tendría normas parecidas a las del TLCAN que facilitarían la
externalización del empleo, facilitando así que las empresas se
trasladen a países donde se pagan salarios bajos. De modo que cabe
preguntarse ¿por qué el Presidente Obama quiere el TPP? Está bastante
claro por qué McConnell lo quiere. Se negoció con la ayuda de 600
asesores comerciales de empresas de Estados Unidos.
El acuerdo se
profundizó por iniciativa del Gobierno de Obama. Lo inició [el ex
presidente George W.] Bush, pero en lugar de cambiarlo y hacer algo
diferente, el Gobierno de Obama lo retomó y, honestamente, lo empeoró”.Los
movimientos sociales se están organizando para oponerse al TPP y a la
vía rápida. Su trabajo abarca diversos temas: derechos humanos,
libertad en Internet, comercio justo, derechos laborales y medio
ambiente. Los intereses económicos en Washington reciben toda la
atención del presidente, de modo que apenas tienen que suspirar para
que se los escuche. Es hora de que la población alce sus voces al
unísono y exija ser escuchada.
© 2015 Amy GoodmanTraducción al español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.orgAmy
Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión
en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que
luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios
en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2015/3/20/acuerdo_transpacifico_de_asociacion_economica_el
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