Por:Marco A. Gandásegui, h.
La
política exterior de un país es el reflejo de su política interna. En
el caso de la VII Cumbre de las Américas, que se efectuará en la ciudad
de Panamá, en apenas dos semanas, existe una tradición que se remonta
dos siglos en que los países del hemisferio buscan crear un sistema
político – sin mucho éxito - mediante acuerdos y alianzas
internacionales. El Congreso Anfictiónico convocado por Bolívar en 1826
– precisamente en la capital panameña - tuvo como objetivo sellar la
independencia de las nuevas repúblicas y bloquear el retorno de las
potencias europeas.
La Cumbre de 2015 plantea la
intención de los gobiernos latinoamericanos de consolidar un sistema
que respete su soberanía y la autodeterminación de sus pueblos. La
decisión de Cuba de participar en la Cumbre organizada por la
Organización de Estados Americanos (OEA) le dio un impulso especial al
encuentro. Todo indicaba que las relaciones entre la isla caribeña y
EEUU entraban en una nueva fase. Por primera vez en 55 años los
presidentes de los dos países se sentarían juntos en una mesa.
Sin
embargo, EEUU decidió sacar una carta de la manga que puso en peligro
el sistema que construyen los países de la región. Faltando poco para
el cónclave, el presidente Barack Obama declaró que Venezuela
representaba un peligro para su “seguridad interna y política
exterior”. La agresividad de Obama contrastaba con su discurso
pronunciado junto con el presidente cubano, Raúl Castro, subrayando que
las diferencias entre los dos países no podían resolverse mediante la
fuerza ni el engaño.
La ‘declaración de guerra’ de
Washington contra el gobierno que preside Nicolás Maduro en Caracas,
fue calificada como una intromisión burda por gobiernos y sectores
sociales de toda la región. El anuncio de Obama se dio a conocer sólo
unos días después del frustrado golpe contra la revolución bolivariana
montada en Colombia con apoyo de EEUU.
En la Casa Blanca
se puso en marcha, hace más de 15 años, cuando aún vivía el presidente
Hugo Chávez, una estrategia que buscaba un “cambio de régimen” mediante
mecanismos no democráticos. A pesar de todos los esfuerzos, Washington
no ha tenido éxito. A mediados de 2015, Venezuela celebrará elecciones
donde las fuerzas polarizadas pondrán a prueba su apoyo popular.
La
táctica utilizada por Washington contra Venezuela se parece mucho a la
acción de desgaste que ese país aplicó contra Panamá hace 25 años antes
de invadir militarmente al istmo. La actual ofensiva norteamericana
incluye sabotaje económico, movilización de extremistas que utilizan
tácticas terroristas y la división de las fuerzas armadas de la
revolución bolivariana.
EEUU también llega a la Cumbre
promoviendo una política divisionista. Mientras que los países más
progresistas promueven ALBA, EEUU abanica la llamada Alianza del
Pacífico. Washington también ha extendido su presencia militar en la
región. Ha ocupado militarmente países como México y Colombia. Sus
tropas se mueven con plena libertad en Honduras y Haití. Tiene bases
militares en Chile, Perú y Paraguay. En el caso de Panamá, ha
construido 12 bases aéreo-navales en las dos costas del país.
Hace
pocos meses el discurso de Obama en torno a la nueva política hacia
Cuba era considerada prometedora en la región. La Cumbre de Panamá no
aceptará la impunidad norteamericana que caracterizó el siglo XX. En
términos políticos y económicos ha perdido su hegemonía de antaño.
EEUU
parece convencida que su única opción en América latina en el siglo XXI
es imponer su fuerza militar. Para corregir ese rumbo equivocado, Obama
tendría que llegar a la Cumbre con un discurso que promueva la
convivencia, acompañada de acciones que apoyen su retórica. La vieja
Alianza del Progreso es algo del pasado. En la actualidad, tendría que
plantear una nueva política de intercambio comercial, de paz y de
búsqueda de soluciones para los migrantes de la región que buscan
empleo en EEUU.
En materia comercial, EEUU tiene que
abandonar sus pretensiones de arrancar las riquezas a los países de la
región, especialmente Venezuela. En materia de paz Washington debe
declarar el hemisferio libre de militarismo. Tendría que desocupar las
bases de Guantánamo, de Haití, Honduras y Colombia. Así mismo, retirar
sus llamados ‘asesores’ militares de Panamá, Costa Rica, Chile y Perú.
La Cumbre de Panamá anuncia una crisis de sistema que se reflejará en
los cambios de la política exterior de EEUU hacia la región en un
futuro no lejano.
26 de marzo de 2015
- Marco A. Gandásegui,
hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador
asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)
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