Costa Rica
El gobierno, los empresarios, los medios y casi el conjunto de los partidos, hablan del déficit fiscal como el problema central de la economía en este momento. En parte tienen razón: para el 2015 se proyecta un déficit fiscal que alcance el 6.7 % del PIB, algo preocupante para un país que no tiene una maquinita para fabricar billetes de circulación internacional. Pero todos los sectores mencionados abordan este déficit con la lógica superficial del neoliberalismo, escondiendo sus raíces estructurales. Se explica como un problema de gasto público, ingresos fiscales y balance resultante. Las recetas que pretenden aplicar responden igualmente a esta explicación epidérmica. Hay que reducir el gasto público y hacer más eficiente la recaudación fiscal.
Ocultan las dos determinaciones sustantivas que impulsan la dinámica creciente del déficit fiscal. Primera, la indiscriminada apertura comercial y desgravación acelerada, en medio de una verdadera pasión orgiástica por los TLC, que la tecnocracia neoliberal viene aplicando desde la segunda mitad de los 80. Esta orgía ha provocado un déficit comercial creciente y crónico que sólo para el año 2013 rondaba los 6 mil 500 millones de dólares. Los neoliberales repiten con insistencia que gracias a los TLC han aumentado las exportaciones, pero no dicen que las importaciones han crecido en una proporción dos y hasta tres veces superior, y han desmantelado los encadenamientos del mercado interior.
El incremento del déficit comercial potencia el déficit en la balanza de pagos, y este último se cubre con endeudamiento. Actualmente el primer rubro del gasto público lo conforman las amortizaciones e intereses para el pago de la deuda pública. Estamos entrando en el círculo perverso que se retroalimenta de endeudarnos para pagar deudas.
Segunda determinación, el carácter profundamente regresivo que tiene la recaudación. El presupuesto estatal se sigue cubriendo con impuestos indirectos y con los impuestos sobre el ingreso de los trabajadores, y los propietarios y empresarios medios. Los grandes patrimonios y los grandes ingresos o pagan pocos impuestos o están exentos de pago. Y además, transfieren sus excedentes de capital fuera del país.
Si salimos de la visión epidérmica, neoliberal, de déficit fiscal = balance ingreso – gasto, y llevamos el diagnóstico hasta la esencia de sus raíces estructurales, entonces la búsqueda de soluciones cambia radicalmente. Ya no se trata simplemente de reducir el gasto hasta confundir la lucha contra el despilfarro con la conversión del Estado en un Estado paralítico. Y ya no podemos reducir la recaudación a un problema de pericia técnica, escamoteando su contenido de clase.
La búsqueda de soluciones entonces, nos lleva a un cuestionamiento profundo del implante neoliberal que viene operando desde la segunda mitad de los 80, y al inicio de un proceso de modificación de las estructuras y la lógica del modelo. Este cambio de orientación es viable y las medidas para su punto de partida pueden ser múltiples (puedo referirme a varias de ellas en un próximo espacio). Pero requiere de una premisa. Que las fuerzas sociales y políticas de izquierda sean capaces de hacer conciencia en el pueblo sobre las causas estructurales del déficit fiscal y consensuar con él las propuestas de salida. Para movilizarlo y exigirlas. Y que dejen de estar esperando que el Espíritu Santo ilumine al Presidente.
Costa Rica cuenta con un antecedente brillante de movilización popular consciente: las jornadas de lucha contra la aprobación del TLC con USA.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante unalicencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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