Ellos
saben que la memoria popular es un acumulado histórico peligroso y que
si llega a organizarse la rebeldía, esta fiesta triste y de palcos
numerados comienza sus descuentos.
1. En plena fase del
imperialismo financiero, de reordenamiento geopolítico mundial
determinado por la guerra de mercados entre EE.UU. y China, y de
depresión económica; en Chile –uno de los enclaves transpacíficos
estratégico para los intereses del Estado corporativo norteamericano-,
el relato dominante de la administración Bachelet o Nueva Mayoría,
gira, como en tantas partes, en torno a la expresión-fuerza “inclusión
social”.
2. Chile se encuentra en curso recesivo, rima con la
caída del PIB junto al sistema regional y planetario, sufre las
consecuencias de la baja del precio de los commodities, y las
inversiones mineras se deslocalizan hacia territorios legislativos
laborales y ambientales aún más “flexibles” como el peruano. En
consecuencia, la administración gubernativa de turno repite con volumen
de sordera y a través de todos sus poros institucionales que sus
reformas vueltas papel mojado una tras otra (reforma tributaria,
educacional, constitucional, laboral, etc.) tienen el objetivo progresista de la inclusión social.
3. ¿Qué significa inclusión social en el Estado policial chileno -esa
franja que se explica económicamente por su dependencia del precio del
cobre, la celulosa, media botella de vino tinto y un filete de salmón
exportable; la bolsa, su plataforma financiera concentrada y que se
llena la barriga sin pedir cuentas a sus dadores de sangre y dicta las
cifras del precio del dinero que impone el Banco Central; los ahorros
previsionales y el IVA-?
Aquí la inclusión social es el
fetiche necesario de la totalidad capitalista que persigue la
reproducción incesante del consenso y la cohesión imposible en una
sociedad dividida en clases sociales de intereses antagónicos y en
pugna permanente. La brutalmente inequitativa distribución del ingreso
es apenas un síntoma, como el saqueo y la expoliación de humanidad y
naturaleza, los modos desesperados mediante los cuales el capital
nostalgia la tasa de utilidades de su época dorada.
4. ¿Quién
le explicará a los miles de trabajadores/as estudiantes que distraen
una fracción de su salario mordido por los créditos, que la movilidad
social prometida por la industria de la educación superior del país es
un mito conveniente, irregulado y basado en la pura y dura ganancia
privada? ¿Quién le explicará a los tantos/as que no son el
muchacho/a-modelo-blanco, vestido casualmente para la ocasión y de
sonrisa ganadora que tapiza los lugares públicos comprados por cursos y
carreras sin lugar en la plaza laboral? Allí también se rompe la cara
de la inclusión social.
5. ¿Un bono es inclusión social, un
programa social limitado y clientelar, un crédito simbólico para
emprendedores y cuentapropistas cuando comienza a escasear el trabajo
en relación de dependencia y los funcionarios públicos están
tercerizados y en la frontera de su expansión?
6. ¿O
inclusión social es, en medio de la dictadura capitalista con formato
de chaqueta y corbata, tener el mismo derecho a cuotas para marearse
con dos o tres celulares y televisores por cabeza, tanto en la calle
como puertas adentro? ¿Por qué hay gente que aún cree que existen las
“puertas adentro”? ¿No son las “puertas adentro” más que el puente
imaginario de la consecución real de las relaciones sociales del sujeto
expulsado de la política, pero integrado a la mansedumbre satisfecha y
evasiva de tener a mano farmacias y botillerías?
7.
¿Inclusión social, cohesión social, unidad nacional expresada en los
momentos de la discriminación, xenofobia, patriarcado, rabia postiza
contra los/as migrantes y los jóvenes de fuera y dentro del país;
doctrina del shock a la chilena, bombazos misteriosos con resultado de
muerte, bombazos misteriosos con resultado de miedo, con resultado de
pacificación social, de neocolonización mapuche, con resultado de “cada
cual en su escondite”, toda vez que ya no existen escondites?
8. Entonces el recurso discursivo de la inclusión social es alienación,
ideología, condición de la gobernabilidad inestable, control, promoción
de la auto-vigilancia, de la auto-censura, del desplazamiento y
oscurecimiento de las responsabilidades existenciales y colectivas (si
es que existe una división genuina al respecto). Es fuerza e intentona
de consenso por arriba, con promotores a sueldo por abajo.
9.
“¡Ah”, dirán los funcionarios pagados y no pagados de la inclusión
social, “otro que trabaja para la UDI, otro melancólico de la tiranía,
otro que está contra el progreso infinito, contra nuestra condición de
país ordenado, legalista y emergente; otro agente de la inteligencia
del gobierno boliviano, otro resentido social incapaz de entender que
este es el mejor de los mundos posibles”.
Pero los funcionarios
de la inclusión social saben mejor que la mayoría que por el momento
toma palco, que están condenados a adoptar medidas atropelladas, golpes
de efecto, palizas y crímenes ejemplares y precautorios. Ellos saben
que la memoria popular es un acumulado histórico peligroso y que si
llega a organizarse la rebeldía, esta fiesta triste y de palcos
numerados comienza sus descuentos. Con un cronómetro y calendario de
agujas y tiempos volcánicos, desde abajo, desde la raíz fogosa de la
Tierra. Ese lugar y esa hora donde las cámaras del poder son pupilas
inútiles.
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