La categoría oligofrénica y lumpen de la cultura de masas, como forma de adoctrinamiento y dominación
Un conocido conductor de los tantos programas basura, de la televisión
privada, en la Argentina, Jorge Rial, celebró los 15 años de su hija,
Morena Rial. El acontecimiento tuvo repercusión nacional. La
adolescente, con notorios síntomas de obesidad casi mórbida, lucía un
majestuoso vestido blanco y una corona real, o por lo menos
principesca, nobiliaria desde luego. Nos invade la mersada, los
ignorantes se apropian cada vez de más horas en medios masivos, los
flatos mentales tienen abiertas sus bocas, las 24 horas, gasificándonos
con su mal gusto. Individuos e individuas recubiertos de maquillaje,
como payasos solemnes, montan escenarios circenses donde, desde una
tarima, nos hablan de lo que es la democracia, o cómo tendría que ser,
y de la libertad, y de los DD.HH., del amor, la amistad, del delito en
las grandes urbes y como resolver ese flagelo, 24 horas de continuo
bastardeo de la vida, de las cosas sagradas de la vida. Personajillos
humanamente insignificantes, con el espíritu carcomido por el cinismo,
se han entronizado como referentes de una parte de la sociedad.
La cosa
copiada de los “americanos”, que primero la copiaron los mexicanos y
centroamericanos, y va bajando. Lástima que no copiaron nada de Gore
Vidal, Peggy Guggenheim, Raymond Carver, Alexander Calder, Michael
Parentti, John Dos Pasos, César Chávez, William Faulkner, Lawrence
Ferlinghetti, Mumia Abu-Jamal y miles más, y miles más. No, a esos, ni
los conocen. Copiaron la brutalidad de los montañeros hillbillies de
los Apalaches, tienen las fortunas de la familia The Beverly
Hill(ibillies), sus mismos gustos, su desprecio por el conocimiento, un
orgullo fundamentalista por su ignorancia de la cual, como de todo
orgullo, hacen alarde. Mirás eso y no sabés si querés reír o llorar.
Rial dice que lloró de emoción. Su mujer, la Niña Loly, también. La
vida de plástico, la vacuidad más absoluta, la negligencia más vasta
hacia lo auténtico, la enormidad de océanos pacíficos de dos
centímetros de profundidad, la traición más feroz a los orígenes, el
desprecio más radical hacia la verdad, llevados como modelos, como
paradigmas, como mensajes sociales, como idearios de comunidad; en
definitiva, un poderoso mensaje ideológico y político fascista. ¿Suena
exagerado? Temo decirles, que no lo es.
El mismo conductor, Jorge Rial,
lleva a su programa a una apologeta del terrorismo de Estado durante la
era fujimorista, para que hable de la libertad de expresión, una tal
Laura Bozzo. Después de hablar basuras contra el Gobierno argentino,
dijo que esas mismas “críticas” no las podría decir si tuviera un
programa en la televisión argentina. La peruana Laura Bozzo dijo estar
enamorada de la libertad de expresión que existe en México.
La
conductora seguramente “desconoce” que México, junto con Colombia y
Honduras, son los países hispanoamericanos más peligrosos para ejercer
el periodismo, claro, cuando éste no es basura. El Estado fallido
mexicano, donde impera el terrorismo estatal más sanguinario, lleva
asesinados a más de 70 periodistas en los últimos diez años. Honduras,
desde el golpe del 2009, más de 40. Los países, que para Laura Bozzo,
son una jauja, si uno es periodista. El ministro de propaganda e
información para las masas, Marcelo Tinelli, fue nombrado por la
Legislatura porteña, personalidad destacada de la cultura. Tinelli, esa
catarata de cinismo, con forma humana, es uno de los voceros de los
poderes económicos y financieros de la Argentina. Un propalador de los
valores, que normalizan el pensamiento y las conductas, de que todo
tiene un precio, que todo es susceptible de mostrarse, de
promocionarse, para la transacción comercial.
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