Marcela Belchior
Adital
En una de las elecciones más inestables
y disputadas de los últimos años en Brasil, Dilma Rousseff, del Partido de los
Trabajadores (PT), es reelecta presidente del país. La petista obtuvo el 51,64%
de los votos válidos contra el 48,36% del candidato de derecha Aécio Neves
(Partido de la Social Democracia Brasilera - PSDB). Durante los próximos cuatro
años, la mandataria tendrá como algunas de las principales incumbencias
reestabilizar la economía del país, lidiar con una oposición aparentemente
fortalecida y consolidar su integración con la política autónoma del hemisferio
sur.
La diferencia entre los dos
candidatos fue de sólo 3,4 millones de votos de los 141,8 millones de electores
brasileros –la menor en un segunda vuelta desde las elecciones de 1989, en el
período de redemocratización de Brasil, cuando Fernando Collor de Mello
(entonces PRN – Partido de la Reconstrucción Nacional) venció a Luiz Inácio
Lula de la Silva (PT) por 4 millones de votos, registrándose el 53,03% contra el
46,97%, respectivamente. En la última elección, en 2010, Dilma venció al
candidato tucano José Serra con una diferencia de 12 millones de votos.
Las abstenciones en esta contienda
electoral superaron marcas históricas. Los electores que optaron por no votar
ni a Dilma ni a Aécio sumaron el 6% de los votos en blanco y/o nulos del total
de las urnas. En la primera vuelta, ese número llegó al 10%. Analistas
interpretan el porcentaje como un reflejo del descrédito de gran parte del
electorado en relación con la política, los partidos políticos, los propios
representantes públicos y el Estado brasilero.
En su primer discurso después de ser
reelecta, reuniendo a la militancia en un hotel cercano al Palacio de la
Alvorada, en Brasilia, Dilma mencionó una serie de compromisos para la nueva
gestión. El principal de ellos, según ella, será la concreción de la reforma
política del país, que prevé la alteración de los moldes electorales y la
propia estructura del Estado brasilero.
Después de una campaña de tono y
recursos fuertemente agresivos y ante el resultado apretado entre los dos
candidatos, la presidenta se rehusó a catalogar a Brasil como un país dividido,
convocando a las diversas voces políticas a la unión y al diálogo. "Tengo la
esperanza de que la energía movilizadora preparó un buen terreno para la
construcción de puentes. (...) Voy a estimular el diálogo y las alianzas con
todas las fuerzas productivas del país”, declaró la petista.
Hasta el 1º de enero, cuando asume
el nuevo mandato, Dilma tiene la misión de llenar los cargos del gobierno en el
primero y segundo escalón, negociando con una amplia gama de fuerzas políticas
que la apoyaron durante la campaña electoral. Además, la nueva composición del
Congreso Nacional cuenta con una mayoría conservadora, especialmente en la
Cámara de Diputados, que va a dar una dura oposición al gobierno y a dificultar
las negociaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo.
La presidenta reelecta también
enfrentará un cuadro económico inestable, debiendo trabajar para recuperar la
confianza de los inversores, organizar las cuentas públicas sin que el ajuste
fiscal sacrifique programas sociales, que son los principales avances del
gobierno izquierdista comandado por el PT desde 2003 y que contribuyen, de manera
decisiva, al cambio del cuadro social brasilero. Dilma deberá articular los
muchos intereses programáticos e ideológicos de los aliados, además de las
divergencias dentro del propio Partido de los Trabajadores.
El desempeño del candidato Aécio
Neves también alerta sobre una oposición más dura en los próximos cuatro años.
En los últimos años, los mayores conflictos políticos con el gobierno fueron
protagonizados por grandes conglomerados de comunicación, y no por un antagonismo
organizado de los partidos opositores. Ahora, el PSDB de Aécio eligió para el
Senado Federal a un grupo que promete hacer frente, de manera más contundente,
dificultando la gobernabilidad de la presidente y organizando una candidatura
fuerte para las elecciones de 2018.
En un comunicado, el presidente de
Venezuela Nicolás Maduro celebró la conquista de la petista. "La victoria de la
presidenta Dilma Rousseff es el resultado de una extraordinaria movilización de
las fuerzas populares de Brasil, que una vez más demuestran el elevado nivel de
conciencia política y de compromiso con la unión de la región sudamericana,
latinoamericana y caribeña”, escribió el mandatario. "Sin duda alguna, ella
garantizará la continuidad del proceso de construcción de la Patria Grande,
como soñaron el libertador Simón Bolívar y el héroe José Ignacio Abreu de
Lima”, complementó el bolivarianista.
Maduro manifestó apoyo al gobierno y
al pueblo brasilero en lo que él entiende será una "nueva etapa sociopolítica”
para un compromiso con la llamada Revolución Bolivariana, en la consolidación
de una alianza estratégica entre Brasil y Venezuela. El presidente venezolano
destacó que los dos países van a fortalecer planes y proyectos de desarrollo
conjunto. Para él, la gestión petista escribe una nueva historia en Brasil que,
conjuntamente con el resto de América Latina y el Caribe, sigue en dirección hacia
la soberanía, independencia, protección recíproca, unidad y paz.
Sobre Dilma
Dilma es economista e inició su
trayectoria política en la militancia armada contra la Dictadura Civil y
Militar de Brasil (1964-1985). Después de la redemocratización brasilera, fue
militante del Partido Democrático Trabalhista (PDT) conjuntamente con Leonel
Brizola, en aquella época uno de los principales líderes de la izquierda del
país.
Integra el PT hace 14 años y,
durante el gobierno del ex-presidente Lula (2003-2010), asumió la jefatura del
Ministerio de Minas y Energía y, posteriormente, de la Casa Civil. Fue propuesta
por Lula para sucederlo en la Presidencia y, en 2009, fue electa como la
primera mujer presidenta de Brasil. Su primer gobierno presentó una economía inestable,
pero mantuvo y amplió los programas sociales implementados por Lula.
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Traducción:
Daniel Barrantes - barrantes.daniel@gmail.com
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