Los
bolivianos residentes en Ecuador pudimos, por primera vez, ejercer
nuestro derecho al voto fuera de las fronteras de nuestro país.
Acompañé el conteo de los votos en la sede de nuestra Embajada en
Quito, y la experiencia, más allá de los resultados, me reinstaló en
las inolvidables jornadas electorales en Bolivia, donde los momentos
del conteo suelen ser tan concurridos como los de la votación. Ubicadas
codo a codo, las mesas electorales se arman de un pizarrón o un
papelógrafo de fondo donde se registran uno a uno los resultados de
cada papeleta de la manera más transparente y participativa. La lectura
en voz alta del vocal y la validación del presidente de mesa se
acompañan de un coro de ilusiones o desilusiones, voceando cada voto y
cada cifra, hasta que una ovación saluda el triunfo de los ganadores y
la jornada de todos los ciudadanos. Algo parecido (re)vivimos en el
festivo y cívico domingo 12 en nuestra Embajada.
Horas
más tarde de ese domingo 12, con la expectativa incrementada que
produce la distancia, seguimos los acontecimientos saltando nuestra
búsqueda televisiva entre Telesur y la CNN. Esta experiencia de zapping
ratificó la certeza que los medios construyen sus propias realidades
desde sus propias opiniones y las de los opinadores que entrevistan.
Eran dos hablando de un mismo proceso, pero parecían dos hablando de
mundos distintos. Entre las idas y venidas de uno a otro canal, minutos
antes de la hora convenida para la divulgación de los resultados
obtenidos a boca de urna, la CNN anunció la primicia: “Resultados a
nivel nacional: El MAS de Evo Morales 49%, UD de Samuel Doria Medina
38%...”. No sé si luego en este canal se aclaró que estos datos
correspondían al departamento de Santa Cruz y me imagino que se
disculparon por el desliz tan propio de los estilos sensacionalistas.
Hacia
la medianoche nos concentramos, con preocupación y decepción, en la
vana espera de los prometidos datos oficiales que nunca llegaron. No
sólo por el cambio conceptual del Estado Plurinacional a Estado
Plurinominal, ni tan sólo por la promesa incumplida de la información
oportuna, sino también por las observaciones de la OEA y de ex vocales
de la Corte Electoral, así como el descontento ciudadano y de la
totalidad de partidos que participaron en la contienda, desde la
distancia asumimos que una jornada histórica como la vivida no se
merecía los errores técnicos, administrativos y políticos del Tribunal
Supremo Electoral. Nada debería empañar la voluntad popular expresada
en las urnas.
La vocación democrática del pueblo boliviano
Es
un hecho innegable: el pueblo boliviano tiene vocación y conciencia
democrática. Su participación en procesos electorales es una muestra,
acaso el rostro visible de una práctica organizativa arraigada en los
sindicatos, asociaciones, centros y redes reivindicativas, que con el
gobierno del Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la
Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), se han incorporado al campo
político, formando parte del bloque de poder sin perder su propia
constitución comunitaria, sino proyectándola en el rumbo de las
políticas nacionales.
La
población boliviana tiene hábito y memoria en el ejercicio de su
derecho electoral, que además de diseñarlo pacífico, festivo y masivo,
lo ha convertido en un acto incremental en la medida que le encontró
sentido y correspondencia con sus desbordantes expectativas, unas veces
estratégicas, con proyectos de país, y otras veces pragmática con
esperanzas para superar sus condiciones concretas de vida, o acaso,
mejor, ambas visiones juntas, combinándose. En realidad, la presencia
de una u otra, o ambas, depende de los procesos históricos que
dinamizan el momento de las construcciones democráticas. Hoy por hoy,
la politicidad de las demandas ciudadanas está dependiendo de la
capacidad de respuestas para las expectativas en la superación de la
pobreza, para garantizar la inclusión y superación de la desigualdad
neocolonial, y para legitimar haciendo sostenible la complementariedad
economía-sociedad y sociedad del vivir bien, que resumen las
reivindicaciones contenidas en la Constitución Política del Estado
Plurinacional. Con esto, puedo afirmar que, hace tiempo ya, en Bolivia
el voto ha dejado de oscilar en los aspectos formales del marketing
electoral que suele jugar con imágenes de candidatos y sociedades
fantasiosas. Con esto, puedo afirmar, que más que las promesas que
construyen castillos en el aire, en el ejercicio del voto ha primado
una evaluación pragmática y estratégica sobre la situación de Bolivia y
sus proyecciones.
El
voto en Bolivia es obligatorio y a esta condición se le suele atribuir
sus bajos porcentajes de ausentismo. Acaso esto sea cierto en parte,
pero es más evidente que el incremento de la participación, y la
consecuente disminución del ausentismo, son productos del tránsito de
una democracia pactada a otra participativa. Veamos algunos datos que
argumentan lo afirmado: El año 1993, digitado por la megacoalición
conformada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), el
Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) y la Acción Democrática
Nacionalista (ADN), que permitió una sucesión rotativa de gobiernos de
sus partidos miembros, la participación ciudadana fue del 72,16% y un
proporcional 27,84% de
abstención se arriesgó a las sanciones por incumplimiento de la
obligatoriedad del voto. En ese tiempo de dominio del pacto neoliberal,
parecía pesar más la desilusión manifiesta en los partidos
tradicionales y su desempeño en el poder ejecutivo y el legislativo,
que la obligación sancionaría. Es así que el año 2002, en elecciones
también orquestadas por la megacoalición, los porcentajes no cambian
sustancialmente y el ausentismo sube unos décimos colocándose en un
27,94%. La modificación de esta rutina empieza a operarse en el 2005,
cuando el MAS aparece como una opción de gobierno con un programa que
recoge las demandas centrales de las organizaciones sociales; pareciera
entonces que para el pueblo boliviano el sentido del voto era, más que
obligatorio, garante de sus esperanzas en cambios sustanciales; por eso
la participación sube al 84,51% y la abstención baja al 15,49. Y ya en
las elecciones del año 2009, en el marco de la aprobación de la nueva
Constitución Política del Estado Plurinacional, es decir de
consagración legal de las demandas ciudadanas, los niveles de
politización se profundizan, los ciudadanos bolivianos saben que cada
voto vale y un inédito 94,55% de la población habilitada ejerce su
derecho al voto, dejando la abstención en apenas un 5,45%. Este 2014,
la participación superior al 90%, confirma la importancia de la
vocación y conciencia democrática del pueblo boliviano.
Las
elecciones del 2014 -pese a las fuertes críticas al Tribunal Supremo
Electoral por errores que no puede cometerlos- han avanzando además en
tres hechos de suma importancia: la ampliación del voto en el exterior
a 33 países; la presencia de observadores nacionales y comunitarios
además de los internacionales; y la posibilidad de una segunda vuelta
con votación popular en el caso que ninguno de los partidos alcanzara
el 51% de los votos, o un 40% además de 10 puntos de diferencia por
sobre el inmediato inferior. La ampliación del voto en el exterior
responde a una demanda añeja, al refuerzo de la identidad y al sentido
integracionista de la democracia boliviana; los veedores nacionales y
comunitarios amplían los procesos participativos; y la segunda vuelta
con voto popular supera las componendas que se tejían en el Congreso
con inexplicables pactos donde el interés del país se sometía al
interés por la silla presidencial.
Una geografía electoral a la altura del Estado Plurinacional
Cuando
se mira el mapa de la organización electoral en Bolivia, las primeras
ideas que acuden para calificar su particular composición, son la
originalidad y la complejidad. Es que ciertamente, se trata de una
estructura entreverada que, sin embargo, lejos de enredar los
procedimientos y representaciones, se pone cerca de la misma compleja
formación social boliviana cimentada en su característica diversa de
Estado Plurinacional.
En
esta geografía compleja se dibujan los distintos ámbitos de elección.
Por una parte, para un período de cinco años, se elige al binomio de
Presidente y Vicepresidente. Y por otra, siendo la estructura
legislativa bicamaral, se eligen 36 Senadores, 4 por cada uno de los 9
Departamentos en los que se divide el país; y 130 Diputados.
La
elección de los Senadores está articulada a la del binomio Presidente –
Vicepresidente; es decir, que el voto por el binomio arrastra el
porcentaje de votos para los miembros de la denominada Cámara Alta,
siguiendo el principio de proporcionalidad. En cambio la composición de
la Cámara Baja o de Diputados es más compleja. Por una parte está
compuesta por 60 representantes Plurinominales electos también por la
cifra repartidora de la elección del binomio Presidente –
Vicepresidente. 9 de estos Diputados, 1 por Departamento, representan
al país en Organismos Supraestatales (Parlamento Andino, Mercosur,
Suramericano, Indígena…).
Por
otra parte, 63 Diputados Uninominales son electos directamente por la
ciudadanía, en listas que representan a igual cantidad de unidades
territoriales que se constituyen en base a la población y extensión y
afinidad territorial con continuidad geográfica dentro de los límites
departamentales. Además, se elige también de manera directa a 7
Diputados de Circunscripciones Especiales Indígenas Originario
Campesinas (CEIOC).
Esta
composición diversa, ya lo dijimos, refleja la complejidad del Estado
Plurinacional, a la vez que posibilita la diversificación de la
elección, saltando el voto “en plancha” que suele caracterizar a otros
esquemas donde el voto por el Presidente arrastra la nominación de los
distintos representantes legislativos. En este sistema complejo, la
posibilidad del voto cruzado está abierta porque además de
organizaciones políticas se eligen ciudadanos representantes de
territorios definidos. Con este sistema, en un territorio específico
uno puede ser el voto para Presidente y Vicepresidente y otro distinto
para los representantes territoriales.
La
distribución de legisladores por departamentos está sometida a una
cifra repartidora que opera en función al número de habitantes
establecido en el último Censo Nacional del año 2012. De acá resulta,
para las elecciones del 2014, la siguiente distribución de Diputados
por Departamentos: La Paz 29, Santa Cruz 28, Cochabamba 19, Potosí 13,
Chuquisaca 10, Oruro 9, Tarija 9, Beni 8 y Pando 5.
De
manera sumamente importante, la Ley Electoral establece además un
criterio de equivalencia y alternancia de género, para garantizar
listas legislativas donde hombres y mujeres tienen participación
equitativa. En estas elecciones, el 52% de candidatos son mujeres.
La dinámica partidista, menos son mas
Las
lecturas más optimistas hablan de un proceso encaminado hacia el
bipartidismo. Es posible que no sea el momento para augurar este
destino, pero es el tiempo para evaluar un proceso de autodepuración
partidista que en la última década ha señalado estas cifras: en las
elecciones del año 1993
participaron 17 binomios presidenciales; cuatro años después, el 1997,
el número de frentes electorales se redujo levemente a 14; siguiendo en
el tiempo, el 2002 participaron 11 aspirantes a la Presidencia; en las
elecciones del año 2005 fueron 10; el año 2009 participaron 8; y este
2014 la depuración selectiva propuso 5 partidos.
En una rápida descripción de estos cinco grupos políticos, tenemos una historia de consecuencias y reconversiones. Veamos. El Movimiento
al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos
(MAS-IPSP) que postula el binomio Evo Morales – Álvaro García Linera
experimenta su tercera elección. La Unidad Demócrata (UD) tradicional
agrupación de centro derecha desprendida originalmente del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria, postula al empresario Samuel Doria Medina
y al ex Gobernador del Beni Ernesto Suárez. El Partido Demócrata
Cristiano (PDC) presta sus siglas al binomio Jorge Quiroga, ex
Vicepresidente del dictador Hugo Banzer y luego presidente
representante de los núcleos oligárquicos de extrema derecha,
acompañado por Tomasa Yarwi indígena del departamento de Chuquisaca. El
Movimiento sin Miedo (MSM), ex aliado del MAS postula al ex Alcalde de
La Paz Juan del Granado y la líder cruceña Adriana Gil, planteando
radicalizar las políticas estatales. Y el Partido Verde de Bolivia
(PV), desprendido del MAS con una inclinación ecologista, postula el
binomio Fernando Vargas y Margot Soria.
Por
esta composición tenemos al MAS como expresión oficialista; y una
oposición heterogénea con una tendencia centro-derecha (Doria Medina),
otra de extrema derecha (Jorge Quiroga) y dos más inclinadas a la
izquierda (MSM y PVB), que nunca pudieron ponerse de acuerdo ni en un
programa y menos en candidatos que se unan en un solo frente para dar
lugar a una arquitectura electoral bipartidista. Esta posibilidad fue
imposible para estas elecciones y seguirá siendo difícil en la nueva
gestión legislativa. Hay intereses encontrados.
La
depuración partidista contiene mutaciones de siglas que nos parece
importante mostrarlas para entender la dinámica de la oscilación de los
votos. Solo como referencia veamos cómo el año 2002, en pleno
desarrollo de las políticas de ajuste estructural, los votos se
concentraban mayoritariamente en la derecha, pero dispersándose en un
sinfín de variantes o representaciones políticas. Para mencionar las
principales, el MNR de Gonzalo Sánchez de Lozada, ganador de las
elecciones en voto definitorio en el Congreso, alcanzó el 22,3% de los
votos, NFR de Manfred Reyes Villa el 20%, el MIR de Jaime Paz Zamora el
16,3% y la ADN el 3,4% de los votos. Estos grupos aparecían dispersos a
pesar de su similitud programática, con la certeza que sus
individualidades se transformaban en una megacoalición neoliberal que
operaba para la votación de desempate por simple mayoría en el
Congreso, asegurando la rotación de sus gobiernos, y garantizando una
distribución mistura de cargos en el manejo del aparato estatal. El año
1990 ganó por este mecanismo el MIR de Jaime Paz Zamora, el 94 el turno
le correspondió a Sánchez de Lozada con el MNR, el 98 al dictador
Banzer y el 2002 nuevamente al MNR de Sánchez de Lozada. Éste fue el
último año de las componendas pactadas, porque el MAS de Evo Morales,
surgido desde las organizaciones sociales disconformes con las medidas
neoliberales que los empobrecieron en grado sumo, con un discurso
antineoliberal y anticapitalista tuvo la osadía de salir segundo con un
20,9% de los votos, descomponiendo la normalidad neoliberal y su rutina
rotativa de grupos de un mismo frente.
Entre
el 2002 y el 2005 la emergencia popular estalla su descontento en
múltiples demandas y sectores que se tejen en una reivindicación única
y compartida, que cuestiona la raíz y estructura del modelo neoliberal.
Las organizaciones sociales instalan la demanda de la nacionalización
de los recursos naturales como su agenda reivindicativa, por la que
lucha y gana protagonismo político provocando primero la caída de Goni
Sánchez de Lozada y la sucesión presidencial por parte de Carlos Mesa;
luego la ascensión de Rodríguez Veltzé que como recurso de superación
de la crisis política convoca a elecciones el año 2005. En paralelo a
la agenda de las organizaciones sociales, los grupos oligárquicos,
especialmente de la denominada “media luna” compuesta por los
departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, bastión inexpugnable
de la derecha, instala también la agenda de las autonomías regionales,
que en algunos espíritus separatistas es leída como agenda de la
soberanía e independencia regional.
Por
esto las elecciones del año 2005 no son las mismas de las dos últimas
décadas en las que partidos se turnan para administrar la privatización
del Estado y su entrega al mando de las multinacionales. El 2005, el
MAS de Evo Morales, que transforma en su programa la agenda de las
nacionalizaciones, gana claramente con un histórico 53,72% de los
votos, vaciando el voto raptado por la derecha hacia su movimiento. Una
nueva cartografía electoral expresa las características de la
democracia. La derecha se relega a un nicho del 35 a 40% distribuido en
la extrema derecha representada por PODEMOS de Jorge Quiroga con un 28%
de los votos y una tendencia de centro derecha liderada por Samuel
Doria Medina que logra el 7,81% de los votos con la Unidad Nacional
(UN).
En
las elecciones del 2009 la tendencia que define la nueva cartografía se
mantiene, el MAS de Evo Morales se consolida en el gobierno con el
64,22% de los votos ampliando su base electoral; pero la derecha
mantiene su núcleo duro, puntos abajo, entre el 30 á 35%, esta vez
distribuido entre Plan Progreso para Bolivia - Convergencia Nacional de
Manfred Reyes Villa con el apoyo de la ADN de Jorge Quiroga, alcanzando
el 26,46%, en tanto la UN de Samuel Doria Medina baja al 5,65%.
Estas
tendencias, que se definen en el marco de la Constitución del Estado
Plurinacional, legitiman un sistema político social en el que temas
como la nacionalización de los recursos naturales y las autonomías
regionales, que marcaron las fisuras que provocaron situaciones de
crisis y una transición estatal a otro bloque de poder, quedan
resueltas. Es por esto que en el 2014, los programas de los partidos de
oposición no responden a otras propuestas de sociedad, sino a demandas
con otro tono, porcentaje y ritmo en relación a los logros estatales.
Así por ejemplo enfatizan como crítica y como necesidad políticas para
enfrentar la inseguridad ciudadana, encarar acciones contra la
corrupción, superar el extractivismo y la informalidad, promover la
diversificación del aparato productivo, prever mecanismos de
sostenibilidad productiva, y otros que tal como se los plantean
parecieran no reconocer los procesos y avances alcanzados y que, tal
como lo dijimos no representan programas de nuevas estructuras sociales
sino variantes formales de la agenda gubernamental.
Resultados electorales: sin sorpresas, pero con novedades
Nos
basamos en los cómputos oficiales del Tribunal Supremo Electoral, que
al 18 de octubre publicó los resultados del 99,09% de las actas
computadas, con estos resultados: El Movimiento Al Socialismo (MAS),
liderado por el presidente Evo Morales, obtiene una victoria en primera
vuelta con el 61,04% de los votos. Unidad Demócrata (UD), de Samuel
Doria Medina obtiene el segundo lugar con el 24,49%, seguido por el
Partido Demócrata Cristiano (PDC) liderado por Jorge Quiroga con 9,07%,
el Movimiento Sin Miedo (MSM) de Juan del Granado con 2,72% y el
Partido Verde de Bolivia (PVB) de Fernando Vargas con 2,69%. Los votos
válidos, según el TSE, suman el 94,19%, los votos en blanco 2,01% y los
nulos 3,80%. El MSM y PVB, cuya magra votación se coloca incluso por
debajo de los nulos, si no alcanzan al menos el 3% de los votos
perderían sus personerías jurídicas.
Más
allá de los números, estos porcentajes encierran tendencias que es
necesario analizarlas para desentrañar la dinámica del proceso
democrático explicable a través de las elecciones. De manera
indicativa, para facilitar este ejercicio, vamos a separar dos grandes
grupos: el gobierno y la oposición.
A
nivel de gobierno, es decir la situación del MAS-IPSP, se observa en
primer lugar que en relación al 2009 decrece en aproximadamente 3
puntos; pero sin embargo su poder político crece en extensión y en
profundidad. Este crecimiento paradójico se explica en estos factores
relacionados:
El
MAS-IPSP rompe el poder de las oligarquías y de la derecha
tradicionalmente enquistados en la denominada “media luna” que
comprende los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija. En las
elecciones del 2009, había logrado ya ganar en Tarija y avanzar
porcentualmente en los otros departamentos que, un año antes, el 2008,
propiciaron un golpe “cívico-prefectural”, enarbolando las banderas de
la autonomía cuando no de la independencia. Este 2014, reflejando la
nueva distribución de poder, que representa una histórica
transformación, Evo Morales gana en Santa Cruz, en Pando y en Tarija y
queda segundo en el Beni sin embargo con un notable crecimiento que lo
coloca muy cerca del primero donde gana la UD de Samuel Doria Medina de
donde es oriundo Ernesto Suárez, su candidato a Vicepresidente.
Esta
expansión que le concede al MAS el triunfo en 8 de los 9 departamentos,
le permite crecer en el número de Senadores y Diputados, lo que podría
provocar que alcance los dos tercios en el Congreso, con lo que
garantizaría que para la aprobación de medidas legislativas no
requeriría acudir a alianzas, sino a encaminar a la oposición a una
tarea propositiva para profundizar los cambios que propone en
democracia.
El
elemento de fondo que explica esta expansión, radica en el hecho que en
Bolivia se ha instalado un nuevo Bloque Histórico de Poder que trastoca
la tradicional estructura semicapitalista que sostenía a las élites de
la agroindustria, de la minería, de la ganadería, de un empresariado
rentista de Estados prebendalistas y de una burocracia y ejército
funcionales a sus intereses. El punto de bifurcación es la Constitución
del Estado Plurinacional que establece un nuevo Bloque de Poder
constituido por una coalición popular conformada por organizaciones
sociales y una nueva intelectualidad; en torno a ellos un nuevo
ejército y policía, y un empresariado con responsabilidad social y
ambiental, diseñan una nueva correlación de fuerzas.
El Estado Plurinacional obedece a un cambio de paradigma con la vigencia del Suma Qamaña
(Vivir Bien), que privilegia la vida en comunidad mediante el retorno
al camino de la armonía y un sistema estatista-comunitarista que
encamina importantes nacionalizaciones, así como políticas soberanas e
integracionistas. El desarrollo de un Estado en transición visibiliza
un cambio simbólico basado en la inclusión de una bolivianidad diversa,
descentralizada y descolonizada; además de un cambio constitucional
basado en la vigencia de los derechos humanos y de la naturaleza
promoviendo la participación social.
Por el lado de la oposición, se destacan las siguientes tendencias:
La
derecha decrece también unos puntos que la consagran en un promedio del
33% del electorado sin preferencias regionales claras. Es una derecha
que tiene un corrimiento de la extrema al centro. Si recordamos las
anteriores elecciones, el porcentaje entre uno y otro era
proporcionalmente diferente al actual. Samuel Doria Medina oscilaba
entre un 5 y un 7% de la preferencia y Tuto Quiroga y Manfred Reyes
Villa entre un 28 y 26%. Ahora el PDC de Jorge Quiroga desciende al 9%
y la UD de Doria Medina sube al 24%.
¿Qué
explica este corrimiento? En gran medida, que los programas de gobierno
de la oposición giraron en torno al del MAS, sin lograr plantear nada
por fuera de la necesidad de la profundización, de la celeridad, de la
eficiencia o de la mayor amplitud de las políticas de gobierno. Doria
Medina supo explotar bien en su espacio esta posición intermedia, pero
no logró dejar de ser oscilante cuando en el fragor de la campaña se
sumó a los globos de ensayo que lanzaba don Jorge Quiroga, develando
más una aspiración de restauración conservadora que de programa de
gobierno. Un pasaje de coincidencias se produce cuando Doria Medina,
replicando a Quiroga, propone devolverle a las empresas multinacionales
hasta el 50% de regalías, siendo que la nacionalización propiciada por
Evo Morales las dejó en un 20% de un anterior 80%. Acaso este
planteamiento sea el único que señalaba atisbos de un nuevo orden
social, o de una transformación estructural del sistema estatal y que
podía haber definido una oposición con proyectos comunes a una derecha
que en Bolivia ha sido minimizada.
Samuel
Doria Medina sube 18 puntos en relación a su anterior votación. Para su
propia historia partidista es un porcentaje importante porque como ya
lo dijimos, cataliza los votos que antes los detentaba la extrema
derecha. Con esta votación logra colocarse en una situación expectante
para nuevos procesos electorales regionales y municipales, que sin duda
será el ámbito en el que la oposición intente reconstruirse. Para su
incidencia en la profundización de las políticas estatales, o un
pretendido rol fiscalizador, su participación tendrá que reconvertirse
de contestaría en propositiva.
Si
logra superar el 3% y no se elimina del padrón electoral, el Partido
Verde liderado por Fernando Vargas, podría encaminar las aspiraciones
de la opción ecologista que en sus extremos no encuentra asidero en las
políticas estatales. Sorprende la baja votación del MSM, que ganó
holgadamente la Alcaldía de La Paz donde tiene un buen desempeño. El
candidato, Juan del Granado, es un reconocido ex Alcalde y abogado que
enjuició al dictador García Mesa. Acaso la frustración de esta
tendencia electoral esté relacionada con el hecho que las elecciones
regionales y municipales son un síntoma, pero no un indicador de las
elecciones presidenciales. Los criterios de la elección ciudadana, en
procesos de cambio que están encaminando otros destinos estratégicos
más allá de los cotidianos, son distintos.
¿Cómo se explica el amplio triunfo del MAS-IPSP?
La
explicación al contundente triunfo del MAS-IPSP hay que buscarlo más
allá del proceso y más aún de una funcional campaña electoral. El
resultado de las elecciones es el resultado de una evaluación de los
nueve años de gestión del binomio Evo Morales Ayma y Álvaro García
Linera y de las posibilidades de profundización de la revolución
democrática y cultural. Esta la clara victoria desmiente las corrientes
que afirman un desgaste natural de los procesos largos, cuando en
realidad los desgastes son producto de los resultados y naturalmente,
de los criterios cada vez más críticos y exigentes a medida que pasan
los años de gestión gubernamental, en la medida que las expectativas
ciudadanas van ganando también en profundidad y alcance.
Entre
las razones más visibles para la victoria del MAS-IPSP están la
hegemonía de un nuevo bloque de poder conformado por las organizaciones
sociales; el buen manejo de la bonanza económica; el carácter social
del manejo de la economía; la ampliación de la participación en las
políticas públicas; y la propuesta programática de largo alcance.
Ya
mencionamos que la transformación del bloque de poder cuenta con la
participación militante de las mayorías ciudadanas organizadas en
movimientos sociales, conformando un bloque popular que instaura un
gobierno de los movimientos sociales. Ciertamente, el MAS no es
un partido en sentido estricto, sino una gran coalición de una
diversidad de organizaciones que se aglutinan en la Coordinadora
Nacional de Movimientos Sociales para el Cambio (CONALCAM), que ejerce
un sui generis sistema de cogobierno y control político-social.
Evo
Morales Ayma, que proviene de estos sectores y sigue perteneciendo a
ellos, con acierto desarrolla su mecanismo gubernamental bajo la
consigna de “mandar obedeciendo”, que en realidad se diseña en una
permanente relación de escucha con las organizaciones sociales en sus
propios territorios, para definir desde allá políticas sectoriales y
nacionales.
La
adecuada gestión de la bonanza económica se basa en la nacionalización
de los recursos, la redistribución del ingreso con creciente
participación del Estado en la economía y un marco institucional que
favorece la remuneración al trabajo articulados a la recuperación de la
capacidad para decidir soberanamente políticas públicas en un marco de
estabilidad política.
En
la gestión del MAS se alcanzan significativos logros económicos. Para
muchos analistas esto es producto de las características del mercado
internacional y los altos precios para las materias primas. Esto es en
parte cierto, digamos como contexto favorable, porque la clave para el
crecimiento económico se encuentra en las características de las
políticas internas, particularmente la nacionalización de los
hidrocarburos. Hasta el año 2005 el reparto de la renta gasífera y
petrolera dejaba en manos de las transnacionales el 82 % de lo
producido mientras que el Estado captaba apenas el 18 % restante, con
Evo Morales esa relación se invierte y posibilita de este modo que el
PIB pase de 9.525 millones de dólares en 2005 a 30.381 en 2013, o que
el PIB per Cápita salte de 1.010 a 2.757 dólares entre esos mismos
años. En el período de los gobiernos neoliberales las cuentas fiscales
estaban sometidas a un déficit crónico en tanto el superávit para el
2013 es de 14.430 millones de dólares en reservas internacionales; este
mismo año se constata un incremento
del gasto fiscal en 26% y una disminución significativa del
discrecional gasto corriente; en tanto se mantiene la inflación en un
dígito (6,11)
Con
estas medidas y logros Bolivia se genera no solamente un crecimiento
con complementariedad, sino que también se construye un colchón que le
permitirá afrontar nuevos y mayores desafíos que no dependan solamente
de los precios favorables de las materias primas, porque el manejo del
mercado internacional tiende a empujar a la reprimarización de la
economía, en tanto Bolivia, a contracorriente, se ha propuesto cambiar
la matriz productiva impulsando procesos de industrialización y
sustitución con desarrollo tecnológico endógeno. Acometer un desafío de
esta naturaleza en Bolivia supuso desarrollar un modelo económico
social comunitario y productivo que promueve la superación de la
economía de mercado, así como del saqueo de los recursos naturales.
Así
mismo, el modelo estatal impulsa un desarrollo equilibrado con
estabilidad política y crecimiento económico basados en las
nacionalizaciones y diversificación productiva, donde la recuperación
de un rol protagónico del Estado en la economía marca los
procedimientos para el manejo de la reactivación de la demanda interna;
un incremento en los ingresos; la generación de empleos; el incentivo
del ahorro y la diversificación
económica potenciando áreas estratégicas como energía, producción
industrial, artesanal, alimentaria, conocimiento; y la
industrialización y promoción de la MIPYMES, de las empresas estatales
y de las privadas, incrementando las exportaciones de productos con
valor agregado que se promueven con un incentivo al desarrollo
tecnológico.
Otro
factor que juega a favor del favoritismo electoral por el MAS-IPSP, es
el desarrollo de una economía con carácter social basada en el
incremento de la inversión pública de 600 millones a 6 mil millones de
dólares y de la inversión social en 500%. Esta base se complementa con
la redistribución equitativa de la riqueza con resultados en la
reducción de la pobreza desde un 38% en el 2005 hasta un 20% el 2014;
así como la reducción de la desigualdad que el año 2005 estaba en 128
veces entre el sector más rico y el más pobre, bajando 46 veces en el
2014. Por otra parte, el desempleo urbano se reduce del 8 al 3%; el
salario básico sube de 63 á 169 dólares mensuales; Bolivia es declarada
país libre de analfabetismo en el 2008; la ampliación de servicios
básicos y de salud es significativa y el ingreso per cápita anual sube
de 1735 a 2800 dólares.
En
relación a la ampliación de la participación, ésta es en realidad una
condición para la autotransformación nacional en democracia, puesto que
ésta debe perfeccionar procesualmente su representación desde la
complejidad institucional y comunitaria de las diversidades regionales
e indígenas, propugnando la unidad nacional y la construcción de una
ciudadanía intercultural. En este camino, el MAS-IPSP debe
progresivamente construir alianzas cada vez más amplias. Entre éstas,
se debe destacar el acercamiento
al empresariado nacional y a actores importantes de la dirigencia
regional ampliando su círculo de adhesiones políticas. En definitiva,
para las elecciones del 2014 el MAS-IPSP es un esquema que se presenta
abierto a la confluencia de electores más heterogéneos y diversos
territorial e ideológicamente.
Finalmente,
otra razón que explica la contundente y amplia victoria del MAS-IPSP,
es su proyección programática y estratégica con una propuesta al 2025
(año del Bicentenario de la Independencia), superando de lejos –a
diferencia de los otros partidos- el cumplimiento de un programa
electoral para el 2014.
En
efecto, la estrategia programática del MAS responde al dinamismo
histórico del proceso de cambio que sigue una línea incremental en los
alcances, densidad y profundidad de sus propuestas. Sólo de modo
indicativo, señalemos entre otras metas al 2025: la reducción de la
extrema pobreza al 2% y de la pobreza al 15%; la industrialización de
los recursos naturales superando el extractivismo en gas, minerales,
litio y alimentos; la universalización de los servicios básicos y de
infraestructura; la concreción de una economía del conocimiento, la
ciencia y la tecnología; la profundización de la agenda del Vivir Bien
o de desarrollo armónico con respeto a la Madre Tierra; la conversión
de Bolivia como potencia continental energética; y la consolidación de
la integración continental en función del Vivir Bien de los pueblos y
la paz continental.
De aquí para adelante
Un
nuevo contexto internacional atenta contra la prosperidad y nuevas
fuerzas regresivas aspiran a una restauración conservadora de las
fuerzas del capitalismo. La economía mundial quisiera eternizar nuestro
continente en procesos de reprimarización de la economía. Los precios
de los minerales están de bajada, así como los del gas y el petróleo. Y
Obama anuncia un plan para promover la formación de nuevas
organizaciones.
Se
trata de un contexto en el que el gobierno del MAS-IPSP tiene que
seguir profundizando el proceso de cambio, haciéndolo sostenible, pero
atendiendo al mismo tiempo las demandas que empezarán a surgir de los
sectores más afectados por el nuevo entorno económico mundial. Bolivia
está en mejores condiciones para afrontar estos contextos adversos.
Hasta ahora, el proceso de cambio se evalúa comparativamente en
relación al pasado neoliberal. A partir de ahora tendrá que aprender a
mirarse más en sus propias metas, con resultados en un contexto que
requiere como condiciones para su profundización mayor celeridad y la
ampliación de la unidad y de la participación nacional, con la misma
energía que el fortalecimiento de los esquemas de integración
continental. Bolivia está en camino.
Adalid Contreras Baspineiro.
Sociólogo y comunicólogo boliviano. Ex Secretario General de la CAN.
Fotos: Vicepresidencia de Bolivia
http://alainet.org/active/78123
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