Rebelión/Universidad de la Filosofía
Alertas todos. A estas horas están activados todos los mecanismos
perversos para ahogar la matanza y “desaparición” de estudiantes en
Ayotzinapa, en el lodazal del olvido, de la impunidad y de la barbarie
que son parte del decorado macabro que tapiza la Historia de
México. Pensar y rabiar por los hechos criminales en Ayotzinapa es en
simultáneo pensar y rabiar por los asesinatos en Tlaltelolco en 1968.
Décadas de impunidad, humillación y dolores por los que nadie carga
juicio y castigo alguno. La furia de los pueblos suele tener raíces muy
hondas.
El capitalismo es una fábrica de “Estados Fallidos”.
El “gobierno” de México ha convertido al país en un “estado fallido”,
en una bufonada grotesca de gerentes neoliberales con avaricias
insaciables, dispuestos a cualquier crimen para mantener secuestrados
los poderes que son del pueblo, de la clase trabajadora…de la mayoría.
En las cúpulas de los partidos hegemónicos PRI, PAN y PRD no se
encuentra otra cosa que peleles especialistas en componendas e
ilegitimidades para ofertar los recursos naturales del país, subordinar
la economía a los intereses yanquis, reprimir a los trabajadores para
que reine a sus anchas la explotación, y ser súbditos voluntariosos de
los monopolios mediáticos que son el Alma Mater política de
donde emanan las instrucciones para “gobernar”. Un estado incapaz de
garantizar la justicia. Incapaz de garantizar la paz. Incapaz de
garantizar el desarrollo económico… un estado que falla una y otra vez
porque para eso ha sido amaestrado.
Poco importa cómo se
llamen los títeres en turno que se encaraman en los gobiernos gracias a
fraudes y más fraudes electorales y seriales. Poco importa la jerarquía
del cargo y poco importa qué banderas agita su demagogia para disfrazar
con saliva chatarra el repertorio de sus tropelías. Reina la estulticia
y el cinismo y se hacen los ofendidos cuando se los toca con el
“pétalo” de la crítica. Así ha sido desde hace muchas décadas, muchas,
muchas. Y cada día es peor. Los elementos que empeoran ese paisaje
terrible han desarrollado la industria del “crimen organizado” que
instaló un “doble poder” con base territorial muy fuerte y gran
capacidad ofensiva en los campos anchurosos de la corrupción
empresarial, militar y gubernamental.
Nada de este paisaje
monstruoso se explica sin la mano del imperio yanqui metida en un
territorio al que considera parte de su “zona de seguridad”. Nada se
explica sin el consenso de Washington, sin el TLC y sin la Alianza del
Pacífico como nueva estrategia de narcoestados para garantizar
a los yanquis terrenos liberados donde descargar su crisis de
sobre-producción con todo genero de basura mediática, tecnológica,
química, ideológica, narcótica y política.
Aotzinapa es, pues el escenario micro
de la barbarie más inimaginable. En el asesinato y desaparición de los
estudiantes normalistas se expresa el capitalismo en toda su
putrefacción sólo que interpretado a la manera vernácula de criminales
territoriales puestos ahí para cumplir la doble función de saquear y
reprimir a cualquier costo.
Muchas fuentes expertas han caracterizado
al estado de Guerrero y a sus latifundistas históricos, ya se ha
hablado de las riquezas naturales y de la industria del turismo que son
fuente inagotable de fortunas secuestradas por unos cuantos oligarcas
que comparten trofeos con otros de fuero nacional. Ya se ha
explicado la corrupción y ya se ha explicado de que artimañas se han
valido para mantener el territorio militarizado haciendo su “trabajo”
disuasivo a punta de bayoneta y sangre. Décadas y más décadas.
Por eso, entre otras cosas, es atronador el silencio de los siervos de
la farándula y de los intelectuales dóciles a la burguesía que, con
denuedo y pundonor en sus lenguas largas han acribillado a Venezuela, a
Bolivia, a Ecuador, Argentina... pero están de lengua atada ante los
crímenes y desapariciones de estudiantes, jóvenes e inocentes, en
Ayotzinapa. Vargas Llosa, Willie Colón… y toda una serie de voceros del
imperio a cual más han enrollado su vocación lenguaraz y, hasta hoy, se
mantienen calladitos en un silencio que tiene tufo de TELEVISA, PRISA,
CNN... ¿Estaremos equivocados? Es simple: Si no denuncian son
cómplices.
Nada de lo ocurrido en Ayotzinapa encontrará
justicia y castigo bajo las condiciones actuales. Es suicida pensar que
los verdugos instrumentarán un juicio justo contra sí mismos y es
impensable terminar con todas las muertes y los hurtos de que somos
víctimas por los “cauces políticos” que hasta hoy han demostrado ser
siervos del capitalismo más depredador.
Es hora de que nos hablemos con
sinceridad y crudeza, no hay tiempo que perder. Buena parte de lo que
nos ocurre se debe a nuestra desorganización y a nuestra crisis de
dirección revolucionaria estancadas desde hace mucho tiempo.
De brazos
cruzados somos un blanco muy fácil y, como no hay recetarios mágicos
para superar este momento, es necesaria la movilización y el encuentro
que sólo da la unidad de las fuerzas más honestas y desde las bases,
garantizándonos democracia verdadera y acción consensuada desde abajo.
Ni mesías ni mecenas. Ni iluminados ni reformistas. Basta ya de tanto
engaño inoculado por los profesionales de la mentira que nos han
traicionado siempre.
Una situación de lucha como la que vive
México hoy dará de inmediato liderazgos nuevos y dará espacio para
desarrollar pensamiento crítico capaz de advertirnos sobre las amenazas
oportunistas que rondan deseando apropiarse de las expresiones sociales
más avanzadas. Eso es lo que ordenan las cúpulas de TELEVISA, del
Empresariado pro yanqui a sus sirvientes en el PRI, el PAN y el PRD.
¡Ni un voto a ellos, faltan 7 meses! Pero en las bases hay otra
historia. Nuestro deber es no permitir que distraiga la “tele” con
cataclismos de coyuntura o con marcianos.
Que no nos embauquen los
reformistas que dicen querer “cambios” pero despacito. Que dicen querer
un mundo mejor pero para nuestros bisnietos. Nuestro deber es no
permitir que jueguen electoralmente con nuestros muertos y con nuestros
vivos.
Que no usen la sangre derramada para ungirse como “salvadores” y
que no nos asusten, que no nos distraigan, que no nos descarrilen ni
nos descalabren. Nuestro deber es impedir que el asesino siga
disponiendo de las armas con que nos ataca y derrotarlo de una vez y
por todas.
El único camino hacia la paz y la justicia lo sabe un pueblo
en lucha y que triunfa en la batalla de las ideas. Hay que vacunarse
contra los lenguaraces y contra los engaños. Al pueblo sólo lo salva el
pueblo. ¡Se los llevaron vivos, vivos los queremos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario