Costa Rica
Al
escribir estas líneas, no se espera que el estimado lector
(especialmente del sector educación) piense que la asignatura en
mención goza de algún privilegio especial, sea de la Divina
Providencia, sea del Oráculo de Delfos o de la loca ocurrencia de quien
se dirige a ustedes en este momento. Pero lo cierto es que los Estudios
Sociales juegan un papel fundamental en el desarrollo cognitivo de los
niños y jóvenes que, sumado a la Educación Cívica, se encarga, ya sea
de perpetuar las relaciones del sistema o bien, de contestarlas
críticamente.
El conocimiento del pasado y la comprensión de las
condiciones espaciales en las que se desenvuelve un grupo humano,
permiten acceder a un poder particular: el reconocimiento de las
posibilidades de transformación del mundo. Esta característica
existencial que implica la historicidad y la espacialidad de las
relaciones humanas es la llave para establecer el cambio o la
perpetuación de las condiciones materiales del individuo. Dicho de otro
modo más práctico: el conocimiento de la Historia y la Geografía en
especial, sitúan al sujeto del conocimiento en un plano dialéctico, ya
sea como transformador de su realidad existencial y de su mundo o bien
como reproductor de las características del sistema imperante.
Evidentemente,
la escogencia de cualquiera de estas posibilidades se potencializan o
se agotan cuando el educador reconoce su propia situación existencial o
cuando se mantiene sumido en las relaciones alienantes de desigualdad
del sistema. Es decir, el educador tiene una participación fundamental
en el proceso de concientización del estudiante o en su deshumanización
como sujeto histórico. He aquí la importancia del educador como agente
de transformación social. Por ello es necesario que la formación de los
educadores pase por una toma de autoconsciencia sobre su función
histórica y social. Esto, al menos, es lo esperable.
Desde
el plano de la reproducción sistémica, la educación juega un papel
medular. Permite que las relaciones de desigualdad se mantengan por
medio de una compleja red de situaciones políticas, sociales,
económicas y culturales. A través de ellas es que se impregna la
ideología del sistema. El educador ha de ser capaz de profundizar en el
descubrimiento de estas redes que relacionan la acción pedagógica con
las intencionalidades del poder hegemónico, si su meta es el cambio.
Por otro lado, desde las posturas de la resistencia, la educación puede
ser un instrumento de rebeldía frente a las imposiciones ambiguas y
arbitrarias del poder hegemónico. Puede ser el despertar de la
consciencia social que desencadenaría la postura crítica ante el
contexto histórico, lo que llevaría, a su vez, a cambios más profundos.
El sistema educativo, como reflejo de las contradicciones
sociales y sistémicas per se, convive con ambas realidades pues así es
la realidad existencial e histórica misma. El problema que encuentra el
poder hegemónico se suscita en la “incontinencia” de la resistencia,
por ello busca aplacarla. Por otro lado, la necesidad del control por
parte del poder, deja cierta maniobrabilidad en su propia esencia
reproductora, con el fin de permitir los cambios necesarios en su
evolución y adaptabilidad intrínseca, sino también de acceder a los
posibles focos desestabilizadores del statu quo.
Si el
educador comprometido encuentra las herramientas de la resistencia
frente al sistema, asumirá irremediablemente una postura de cambio.
Ahora bien, esto solo es posible si el sujeto de la educación (educador
en este caso) es capaz de reconocer y asumir su realidad histórica.
Esto lleva directamente al rompimiento de un mito: los profesores de
Estudios Sociales como mesías contestatarios que pueden acceder, como
una revelación, al conocimiento de su propia y compartida opresión. Sin
embargo, el conocimiento de la Historia y la Geografía –y las demás
Ciencias Sociales– acerca al individuo a la realidad de su existencia,
lo pone a dudar y a cuestionar.
Por esta razón, esta
asignatura goza del control permanente del Estado. Las imposiciones
curriculares no pretenden desestabilizar el sistema, si acaso
criticarlo someramente con el fin de completar los vacíos de su
contradicción, pero jamás se plantea la acción sobre el mundo. El
“currículum oculto” se muestra así de forma clara: perpetuar la
desigualdad y la opresión, no develar las vías del ser humano para ser
verdaderamente libre. Lo único que pueden hacer educadores y educandos
es resistir, sea en silencio, sea abiertamente; pero sin posibilidades
claras de generar un cambio.
La política educativa hacia
esta asignatura se encamina a establecer lo que puede ser aprendido y a
censurar lo que se convierte en una inconveniencia para los objetivos
del poder. Es así de simple. Reformar los Estudios Sociales, más allá
de su intencionalidad manifiestamente expresada, plantea graves
inconvenientes a futuro, sobre el modelo de país y de persona que se
desea. Eliminar la historicidad y la espacialidad, implica
deshumanizar. Es desarraigar al ser de su entorno, es limitarle sus
posibilidades y su naturaleza de transformación utópica. Es más que
alienarlo, es prácticamente desaparecerlo como sujeto en el tiempo,
para convertirlo en objeto del mercado.
Fuente original: http://www. equipocritica.org/reflexion- editorial/editoriales- anteriores/implicaciones- politico-ideologicas-de-la- asignatura-de-estudios- sociales/
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