¿Seguridad Ciudadana?
Politika
La
Presidenta Bachelet habla de Seguridad Ciudadana y –lamentablemente– se
hace patente su ignorancia sobre el tema o su concepción absolutamente
ajena a los principios que enmarcan la justicia social. Estos últimos
debiesen ser el guía para la acción de quienes acceden al gobierno con
el respaldo de amplios sectores de la ciudadanía, muchos de ellos
pertenecientes a segmentos de la población que mal viven en condiciones
no solo inseguras sino sobre todo injustas.
Por razones
profesionales, y luego de haber trabajado más de 30 años en áreas de la
administración municipal española, incluso con competencias técnico
directivas en Participación y Seguridad Ciudadanas, he sido invitado a
Chile en más de una ocasión para participar en Seminarios y Escuelas de
Verano en donde se han comentado y analizado estos temas.
Confrontando
lo que hasta ahora se ha entendido como ciudadanía en buena parte de
Europa con lo que se entiende de dicha condición en Chile, se constatan
enormes diferencias conceptuales y de valores democráticos.
En
el caso chileno conceptos y valores impuestos por la dictadura y
mantenidos y defendidos, sin apenas cambios, por los gobiernos que la
sucedieron.
Mientras en España y otros países europeos la
Seguridad Ciudadana –hasta ahora al menos– se ha entendido como algo
que va mucho más allá de contar con mayor número de cárceles y
efectivos policiales más numerosos.
En Chile solo son éstos – o
lo son básica y principalmente – los elementos con que se pretende
llevar seguridad "a todos los sectores de la población
independientemente del barrio en que vivan o de los dineros que
dispongan".
Nada se dice en cuanto a que también es dar
Seguridad a la Ciudadanía el que los municipios, al menos los de mayor
tamaño y densidad demográfica, cuenten con eficaces y modernos
servicios de emergencias (bomberos y ambulancias medicalizadas). Que
practiquen medidas preventivas en cuanto a la urbanización planificada
y reglada de pueblos y ciudades, con la educación vial de niños y
jóvenes en las escuelas, con la participación de las diversas
instancias del tejido social en las políticas proyectivas que afectan a
lo urbanístico: calles y avenidas, plazas y parques, pasos peatonales,
regulación del trafico, la prevención de catástrofes, etcétera.
Limitarse
a gastar en más cárceles y más policías no llevará más seguridad a los
pobladores que continuarán careciendo de las prestaciones mínimas que
deben proporcionarle a sus ciudadanos las sociedades –como la chilena–
que por boca de sus gobernantes presume de moderna y desarrollada.
¿Más carabineros evitarán incendios como el de Valparaíso? ¿O los daños a los más humildes en inundaciones como las del norte?
Dotaciones
deportivas y culturales para los jóvenes y las mujeres, centros
sociales y de atención para quienes sufren de la violencia doméstica, y
para los adultos mayores, también son elementos imprescindibles para
que existan ambientes gratos y sosegados de convivencia, que a su vez
crean climas de seguridad para todos los ciudadanos independientemente
del quintil económico en que se encuentran y del condominio o la
población en que viven.
Finalmente, el mejor antídoto contra la
inseguridad ciudadana, la violencia y la delincuencia es terminar con
la pobreza, con la marginación social y las enormes injusticias que aun
imperan en Chile y que afectan a gran parte de quienes allí viven.
Danilo Aravena es Sociólogo
©2014 Politika | diarioelect.politika@gmail.com
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