Después de cinco años de una de las más fuertes líneas de
neoliberalismo económico impuestas en Panamá por el gobierno de Ricardo
Martinelli, el triunfador en las recientes elecciones presidenciales,
Juan Carlos Varela del Partido Panameñista, apuesta por solo endulzar
aristas de ese sistema.
Antes de los comicios, la mayoría de
los analistas enfatizaron que los candidatos no exponían verdaderas
soluciones a los problemas que afronta el país.
Para el
director del Centro de Estudios Estratégicos de Panamá, Julio Manduley,
ninguno de los tres partidos tradicionales tenía una propuesta que no
fuera neoliberalismo puro aderezado con distribuciones
asistencialistas.
Martinelli, por su parte, llevó al extremo
su afiliación ultraderechista y se convirtió además en uno de los
principales ejecutores del diseño realizado por la administración
estadounidense para tratar de debilitar y desbaratar los gobiernos
progresistas que en los últimos años han proliferado en América Latina.
Cuba y Venezuela fueron dos de los principales blancos del
accionar de Martinelli, que en ambas ocasiones salió derrotado y cuyo
costo fue el aislamiento de Panamá con la mayoría de las naciones de la
región.
En el plano económico, el gobierno saliente impulsó
la asimetría entre ricos y pobres. Según la Comisión Económica para
América Latina (CEPAL), el 40 % de las familias de menores recursos
concentra el 10,4 % del ingreso total, mientras el 10 % más rico capta
el 38,6 %, convirtiendo a Panamá en uno de los países más desiguales de
la región.
En estos cinco años se redujeron los servicios
públicos de salud a la par que se impulsó el establecimiento de centros
hospitalarios particulares. En carpeta se encuentra un anteproyecto
para privatizar las fuentes de abasto de agua en todo el territorio.
Se estima que capitales extranjeros y ricos comerciantes nacionales se
adueñarán de las cabeceras de los ríos panameños para luego vender a
altos precios el agua potable.
Los programas neoliberales
también han afectado a la educación pública. Muchas escuelas están
completamente deterioradas y los educandos no cuentan con una mínima
infraestructura.
Ante esas dificultades, ahora se esta
promoviendo en áreas rurales y urbanas, el llamado “rancho” escolar,
que consiste en reunir a niños de diferentes niveles en un mismo salón
bajo la dirección de un solo maestro.
La administración de
Martinelli promueve la privatización de los centros escolares lo que
perjudicaría a la gran mayoría de la población que no cuenta con dinero
para sufragar la alimentación, la atención sanitaria y los alquileres
de la vivienda del núcleo familiar.
Las principales
remuneraciones panameñas se basan en los servicios ya que el 75 % del
PIB lo generan las actividades del Canal de Panamá, la Zona Libre de
Colón, los puertos, la banca y el turismo.
La economía ha
subsistido en los últimos años debido al incremento de las
construcciones, pero solo favoreció a la burguesía criolla, y a las
transnacionales. Esos son los principales motivos de las constantes
huelgas en los sectores de la construcción y la educación.
Pese al crecimiento del PIB en alrededor de un 8 % en los últimos años,
el auge económico no ha beneficiado a las mayorías pues la pobreza
alcanza, según la CEPAL, al 29 % y la penuria extrema al 11,7 % de los
panameños, mientras son constantes las denuncias de una extendida
corrupción. Uno de los más sonados casos es el de dos empresarios
italianos acusados de corrupción internacional y cuyos negocios
ilícitos involucran a Martinelli.
Además de la cadena de
problemas enunciados, el saliente presidente le deja a su sucesor, (que
tomará el puesto el primero de julio por un período de cinco años) una
deuda que se cifra en más de 20 000 millones de dólares. Durante la
campaña electoral, Juan Carlos Varela, enfatizó que su gobernación
sería humana, con visión social y vocación de servicio público, y
auguró que lucharía contra la desigualdad y la corrupción para defender
el dinero del pueblo.
Asimismo, propuso que si llegaba al
poder, congelaría los precios de 22 productos de la canasta básica,
otra situación que afecta a los panameños debido al constante
incremento del costo de la vida.
Pero ya Martinelli le salió
al paso y tras perder la puja electoral afirmó que seguiría los pasos y
las ofertas realizadas por Varela, sobre todo la de reducir en 58
dólares el costo de la canasta básica.
El presidente
saliente, que mira más hacia Washington que hacia sus coterráneos
sentenció: "Es difícil e imposible; eso no funciona". Y lo dijo con
suma confianza y potestad pues él es dueño de una de las principales
cadenas de supermercados y de las mayores importadoras del país.
Como afirma un viejo refrán, “del dicho al hecho va un buen trecho” y
esto parece que sucederá con las promesas de Varela, si en definitiva
no da una vuelta al problema principal que es el sistema neoliberal
implantado en buena parte del mundo por los países occidentales
desarrollados y las grandes compañías transnacionales.
Sin ese corolario el pueblo panameño continuará padeciendo más de lo mismo.
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