Uruguay
A
partir de las pequeñas contradicciones nacen las grandes discrepancias
y como consecuencia de la confusión ideológica se perpetúan y
reproducen los modelos de gobiernos deficientes apoyados por gran parte
del pueblo. Cuando aprendimos el significado de la palabra democracia,
no sabíamos de los mil engaños con los que se viste la politiquría
partidaria, estrategia que aumenta en época electoral y que tiene el
mismo efecto sobre la mayoría de los ciudadanos que las notas
producidas por el instrumento utilizado por el flautista de Hamelin.
Las palabras y su significado son distorsionados a placer y
conveniencia por los actores políticos. El socialismo se basa en el
principio de que el pueblo tenga el control de los medios de producción
o sea del poder político. El comunismo promueve la formación de una
sociedad sin clases sociales donde los medios de producción sean del
bien común, aboliendo con esta práctica la explotación y finalmente la
organización estatal. Su antónimo capitalismo es un sistema
socioeconómico en el cual los medios de producción y distribución son
de propiedad privada y persiguen fines de lucro. El imperialismo nos
lleva al dominio de un estado sobre otro mediante la supremacía del
poder económico y político o la fuerza militar. El progresismo busca el
desarrollo de una sociedad en el aspecto económico, social, científico
y cultural y aunque se lo relaciona con los partidos de izquierda, no
especifica claramente los métodos utilizados para conseguir el
“progreso”, ni explicita a quienes beneficia, simplemente intenta, a
grandes rasgos, mejorar o humanizar el capitalismo y no terminarlo.
Cuando el progresismo es promovido por los socialistas, los comunistas
o los tupamaros, surge una contradicción evidente que muchos no
cuestionan. Los discursos, los nuevos “amigos” y las políticas sociales
no alcanzan para redimirnos del caos ideológico en el que nos vemos
envueltos en la actualidad, donde los malos se volvieron buenos sin
importar lo que representan o defienden y viceversa. Este desorden
empuja inexorable y paulatinamente la izquierda hacia la derecha.
No me siento confundida por las innumerables estrategias caza-votos de
los políticos, ni por los justificativos de artificio para cada
situación vidriosa durante sus desempeños, lo que me desconcierta es la
interpretación que gran parte de la población votante hace de las
políticas llevadas a cabo por sus candidatas o candidatos, es
sorprendente ver como tanto los aciertos como los errores son aceptados
y defendidos sin cuestionamiento alguno. Los políticos acompañan por
disciplina partidaria y las bases consienten por amor al partido o
coalición a la que pertenecen, situación que nos coloca en una especie
de “vale todo” que lleva a que los errores no se corrijan ni se encause
a los supuestos partidos de izquierda en un rumbo que los dirija hacia
esa dirección. Los comité de base y sus militantes resurgen en período
de elecciones con un cometido específico, luego vuelven a desaparecer
al igual que las promesas y la propaganda electoral. Ergo, la izquierda
se diluye frente a nuestros ojos.
Estamos en época de campaña
electoral, período en el que la confusión, el engaño y el desconcierto
están a la orden del día. Las y los políticos mienten prometiendo
cambios, como si sus partidos nunca hubiesen estado en el gobierno y
tenido la oportunidad de llevar a cabo las políticas que pregonan,
políticas que en teoría son la solución a nuestras carencias en el
plano de la educación, la vivienda, la seguridad, la pobreza, la salud,
los Derechos Humanos, el medio ambiente, las políticas de colonización,
etc. Desde el FA hablan como si no estuvieran al término de su segundo
gobierno, se desdoblan de sí mismos y de su partido mientras se
proyectan y ofertan ante nuestros ojos y oídos. Se muestran muy seguros
cuando afirman que habría que hacer tal o cual cosa... algunos ingenuos
nos preguntamos por qué no aplicaron esas soluciones durante el tiempo
en que nos gobernaron, o durante los cinco períodos de gobierno
municipal? ¿Acaso no se preguntan por qué el presidente y su señora
esposa concurrieron a la última marcha del silencio habiendo faltado a
las anteriores?, pero sobre todo habiendo tomado desde el gobierno una
clara posición en defensa de la impunidad. El clima de impunidad
reinante es tan evidente que hasta un ciego lo puede ver; ayer la
“justicia” liberó a Ricardo Zavala, el único procesado por el asesinato
del maestro Julio Castro, nuestra lucha por obtener Verdad y Justicia
suma otra derrota.
Desde los partidos tradicionales critican
a destajo, a pesar de que cada vez existen más similitudes entre la
izquierda y la derecha. Ellos también hacen gala de ser portadores de
soluciones que no aplicaron cuando tuvieron oportunidad de hacerlo en
sus repetidos períodos de gobierno. Desde una posición moralista y
consecuentemente fascista, omiten y olvidan convenientemente los
enormes desastres que cometieron a lo largo de la historia… y nosotros,
simples mortales, asistimos a este espectáculo dantesco que sabemos
terminará en más de lo mismo gane quien gane, con excepción de pequeños
matices en las políticas sociales.
Así como algunos defienden
a su partido y a sus candidatos, otros abrazamos la posibilidad de
decir ¡basta!, de decir estamos hartos de tantas mentiras y promesas.
No estamos dispuestos, bajo ninguna circunstancia a respaldar lo que
siempre repudiamos; no regalamos el voto para perpetuar impunidad, para
fomentar capitalismo e imperialismo, para dejar que nos controlen y
censuren. No prestamos el voto para enviar tropas al extranjero y
fortalecer las que mañana se harán cargo de reprimirnos. Algunos nos
negamos a aplaudir la tragicomedia de quienes se abrazan con los
poderosos y corruptos mientras remiendan y dan una mano de cal a la
pobreza, algunos no toleramos que se venda nuestra tierra y riquezas al
bajo precio de la “necesidad” de unos pocos. Ya no importa la amenaza
de que se vienen los rosaditos ni que nos acusen de hacerle el juego a
la derecha. No más complicidad.
Quienes así pensamos tenemos
derecho de manifestarnos y denunciar las políticas que siempre
combatimos cuantro otros partidos las llevaban a cabo, tenemos derecho
a defender los mismos ideales por lo que lucharon nuestros padres y
quizás nuestros abuelos, merecemos el derecho de defender una ideología
de izquierda sin metamorfosis. Nos damos cuenta de que nuestra cabeza
no ha cambiado y de que seguimos queriendo lo que siempre quisimos para
nuestro país y sus habitantes, entendemos que pertenecer a la izquierda
uruguaya no significa aceptar y justificar el capitalismo y aplaudir
sus mil disfraces con el fin de perpetuar en el gobierno a un partido
que otrora nos representó y ya no lo hace. No nos interesa “progresar”
en esa dirección.
Sería mucho más honesto que el progresismo
a la uruguaya no se disfrazara de zurdo y admitiera que hoy por hoy no
existe una opción partidaria coherente que nos lleve por esa dirección.
El discurso que pregona que la pobreza ha disminuido se contradice con
el paisaje que vemos pintado en los barrios pobres, se desdice con la
misma pobreza. Lo que se hace no es suficiente, quien en vez de
asomarse a la realidad solo lee las cifras y se deja deslumbrar por los
carteles luminosos que anuncian logros, está ciego, es ignorante o
defiende otro tipo de intereses. Quien se define de izquierda y festeja
nuestra creciente comunión con las políticas imperialistas de los
EE.UU. y los convenios con este país, no entendió cabalmente lo que
significa pertenecer a la izquierda, como no lo entendió tampoco quien
hace la vista gorda al envío de tropas a Haití, al Congo y a cualquier
otro país, ni quien exige más represión para combatir la delincuencia.
En el discurso en la OEA, el presidente habló de la fórmula para
combatir la pobreza y de lo que se puede lograr disminuyendo el
presupuesto militar, sin embargo todos sabemos que nuestro presupuesto
militar es altísimo, así como sabemos que nuestras tropas solo sirven
para hacerle los mandados a EE.UU. con el fin de liberar sus propias
fuerzas armadas para que puedan intervenir en otros países, o que son
útiles para reprimir a los uruguayos como ya sucedió. En ese discurso,
el presidente dice: “A los pobres no se los ataja con alambrado y con
leyes...”, sin embargo las políticas represivas crecen y la segregación
geográfica también; tenemos en plena vigencia la “ley de vagancia,
mendicidad y estados afines”, la “ley de faltas y conservación y
cuidado de los espacios públicos” y la “ley de procedimiento policial”.
Fuera del país se habla de los Derechos Humanos, pero “en casa
de herrero, cuchillo de palo”, aquí son vulnerados en las cárceles e
incluso en los hogares del INAU, aquí seguimos luchando por Verdad y
Justicia, seguimos oponiéndonos a políticas represivas y denunciando
hacinamiento en cárceles y tortura. En el extranjero parece muy
importante el tema del medio ambiente, pero en el Uruguay se promueve
la minería a cielo abierto, el cultivo de soja transgénica, los
agrotóxicos, las pasteras, las enormes plantaciones de eucaliptos. Se
pretende pagar sueldos a expertos estadounidenses para que nos formen,
cuando a las y los docentes uruguayos se les escatiman los aumentos y
se les ningunea frente al reclamo de mejora de condiciones. Cómo
podemos interpretar sin que se nos “quemen los fusibles” que el
presidente de un país que tiene un gigantesco presupuesto militar
declare: “Despifalrramos dos millones de dólares por minuto en
presupuesto militar a nivel del mundo. Decir que no hay plata es no
tener vergüenza.” Lo lógico no debería ser aplaudir y reproducir sus
dichos en las redes sociales como si el hombre hubiese descubierto la
pólvora, lo cabal es concluir que en efecto nuestros gobernantes
carecen de vergüenza, porque condenan en el exterior un hecho que
promueven en el país.
No hay más dinero para educación y sueldos de los
docentes, sin embargo se gasta el 1,12% del PBI en Defensa y de ese
presupuesto el 76% se destina a sueldos y jubilaciones militares. Nada
puede disimular el hecho de que somos el segundo país de América Latina
que posee mayor cantidad de efectivos en relación a la población del
país. Tampoco puedo dejar de destacar que el premio Nobel de la Paz,
elogiado por nuestros políticos en su reciente viaje a EE.UU., preside
el país con mayor gasto militar del mundo, lo que implica un total de
600.400 millones de dólares por año, sin contar en él las armas
nucleares que se contabilizan en el departamento de energía, ni las
operaciones militares de la CIA o los programas de la NASA vinculados a
misiles o cibernética, a esto sumémosle las tropas “de paz” de los
países cipayos que hacen sus mandados y saquemos cálculos. Es posible
que muchas personas no tengan la mínima idea de la forma en que se
distribuye el presupuesto en Uruguay o en el mundo, lo que no deja de
ser una enorme irresponsabilidad a la hora de comentar o apoyar estas
políticas y los discursos rimbombantes que nada tienen que ver con
nuestra realidad.
A pesar de las visibles contradicciones la
mayoría de los y las progresistas apoyan a Tabaré Vázquez, pasando por
alto el hecho de que están promoviendo a un masón que defiende al
imperialismo hasta el punto de haber solicitado su apoyo en los
conflictos con Argentina, a un hombre que se ha mostrado machista en la
política antiaborto, vetando primero la ley y más tarde escribiendo un
libro en colaboración con Eduardo Esteva, quien fue consejero de Estado
de la dictadura y estuvo vinculado a la gestión del dictador Gregorio
Álvarez. En dicho libro presentado junto al Opus Dei rechaza la ley de
despenalización del aborto. Ostentando una megalomanía permitida e
incentivada por sus seguidores se presenta a la presidencia poniendo
condiciones, eligiendo al vicepresidente y de hecho al ministro de
economía. Este médico y probable futuro presidente, promueve un
discurso antitabaco y anti sal dirigido a cuidar nuestra salud,
mientras otros contaminantes como el plomo y diversos metales pesados
nos matan lento pero seguro sin que se tomen las medidas necesarias. Es
de destacar que este tipo de contaminaciones contribuyen a incrementar
los problemas de violencia, de salud y de aprendizaje de nuestra
infancia y adolescencia. Los afectados son los jóvenes que Bonomi
ordenará reprimir respaldado por leyes catalogadas como inefectivas por
el presidente en su discurso en la OEA (“A los pobres no se los ataja
con alambrado y con leyes...”), pero que son aplicadas por su gobierno
.
Existe una enorme contradicción entre el loable hecho de
militar activamente contra la ley que promueve la baja de la edad de
imputabilidad y a la vez reprimir o endurecer las penas aplicadas a
menores infractores. Astori cataloga esta ley como reaccionaria y de
derecha, y aunque tiene razón, se olvida de que no es la única, tenemos
otras leyes que se aplican en la actualidad y que presentan las mismas
características fascistas que la anteriormente nombrada.
La
senadora Topolanski desmiente y justifica el abuso cometido por
funcionarios del SIRPA a menores, y en un acto de campaña en Florida
asegura: “Me gustaría que los miembros de la INDDHH se instalaran en
convivencia 15 o 20 días para que pudieran ver chiquilines que están
muy nerviosos, porque en el momento de la abstinencia de una droga se
ponen muy agresivos. En ese forcejeo es claro que puede haber algún
problema”. Simultáneamente, en el Observador vuelven a resaltar el tema
de los gurises del INAU que Mujica pretende llevar a la chacra una vez
terminado su período de mandato; treinta o cuarenta gurises, como si
fueran boniatos y bastara con amontonarlos en una chacra para
solucionarles sus problemas. La misma displicencia se nota cuando se
habla de traer niños Sirios; un plato de comida y un espacio para
laburar no es suficiente para atender los problemas de la infancia y
adolescencia, de otro modo adoptar o hacerse cargo de un infante u
adolescente sería lo más fácil del mundo, bastando para ello comprobar
la solvencia económica y logística necesaria como para alimentarlos y
hospedarlos. ¿Qué pasa si esos 40 gurises se ponen “nerviosos”?
Frente a tanto disparate en esta moda de simplificar todo, se cuestiona
a quienes ponen en tela de juicio el hecho de traer presos de
Guantánamo y se les acusa de carecer de valores de solidaridad. Sin
embargo no es allí donde radica el problema, se sabe que estos presos
fueron encarcelados sin haber cometido delito alguno, se sabe que son
víctimas de la cacería de “terroristas” que ha llevado a cabo EE.UU. Lo
curioso es que en ningún momento escuché que el presidente o su
gabinete cuestionara a Obama por haberlos encarcelado, tampoco escuché
que se osara decir que vulneró los Derechos Humanos de estos hombres y
que lo que debería hacer es indemnizarlos y dejarlos en libertad para
que vivan donde quieran, incluso en EE.UU. si así lo desean. En este
mundo de locos el premio Nobel de la Paz, perpetuador de guerras y
violador indiscutido de los DDHH cataloga a nuestro presidente de gran
defensor de los mismos, lo que sólo puede significar que nos movemos
con sus mismas reglas y conceptos... triste admitirlo, pero cierto.
Uruguay es para EE.UU. un socio muy confiable, ya lo ha repetido hasta
el cansancio Julissa Reynoso, sin embargo esa es una señal política que
deberíamos analizar concienzudamente, porque todos sabemos muy bien lo
que implican las políticas intervencionistas de este país y el control
que ejerce sobre el resto del mundo, sabemos que si nos aplauden y
alaban es porque nos estamos alejando mucho del camino y que al hacerle
los mandados le entregamos un trofeo importante; somos la izquierda
redimida y domesticada, somos un claro ejemplo de lo que se espera del
resto de los gobernantes. La cruel realidad es que nunca presenciamos
en este país una izquierda que jugara tan a la derecha como la que
tenemos hoy.
Aunque con el fin de recoger votos surja
conveniente y oportunamente un discurso tranquilizador que rescate
viejos valores y reclamos, deberíamos analizar objetivamente lo bueno y
lo malo que sucedió durante la última década, ver dónde se hizo
hincapié, apreciar quienes y por qué son “amigos” del gobierno y los
gobernantes y quienes “enemigos”, deberíamos repasar que ha pasado
durante este tiempo con los reclamos por Verdad y Justicia y sobre todo
estudiar cuales de las políticas desarrolladas hasta el momento se
contradicen con los valores promovidos por el socialismo, por el
comunismo o por la genuina ideología tupamara. No es suficiente un
discurso bonito y aleccionador, ni una imagen humilde que nos trasmite
que todos somos iguales. No alcanza con ayudar al niño “cero falta”
porque es mediático, o traer niños de otros países sin haber resuelto
los problemas básicos de los nuestros. No se soluciona nada al hablar
de Derechos Humanos en el exterior cuando aquí son vulnerados a
mansalva. Las palabras se apoyan con hechos, podemos crear un ambiente
propicio y ser solidarios con quienes lo necesitan, dentro y fuera del
país, sin que eso apunte a crear una imagen “for export”. Animémonos a
definirnos y comprometernos como seres políticos. No nos dejemos llevar
por promesas dirigidas a reencausar a los crédulos que se salieron del
rebaño y que pastan esperando una señal que les indique que existe una
chance de volver a la izquierda. Recuerden que como reza un viejo
proverbio: "La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda
vez, la culpa será mía."
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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