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viernes, 4 de abril de 2014

El enigma de la izquierda y la macroeconomía de Lula



¿Por qué a pesar de su alta calidad para dilucidar críticamente los defectos, desmanes y despropósitos del sistema vigente, la izquierda tradicional es incapaz de poner en claro sus propuestas? Acerbo enigma que merece el intento de una explicación primera, como carencia macroeconómica. ¿Por qué “la Nueva Izquierda” no ha nacido aún en Colombia? En las últimas elecciones parlamentarias, la izquierda tradicional del Polo Democrático Alternativo y la supuesta nueva izquierda de la Alianza Verde (verdes y progresistas) lograron un número muy marginal de curules. Segundo enigma macro.
Y ¿por qué la enorme polvareda de opinión escéptica o indignada que se manifiesta en el territorio de las redes sociales y en la calle, parece que se la tragara el oscuro hueco de la abstención y el prurito del voto en blanco? Enigma en suspenso, por ahora, para la macroeconomía neoliberal.
I.- Izquierda crítica y no propositiva
1.- El modelo soviético era perfecto, acabado y viento en popa. Nada nuevo que proponer, ni añadir, puesto que Cuba heroica y revolucionaria ofrecía la adaptación del modelo a América Latina, se decía. Salvo esguinces polémicos de orden táctico para alcanzar el poder, ese era el dogma fundamental de diez de los 13 grupos la izquierda tradicional en los años sesenta, ochenta, y hasta 1991 [1].
La macroeconomía de donde se derivan las políticas económicas, era estructurada por el Gosplán, bajo las prioridades y metas señaladas por el Politburó del Partido Comunista y su Secretario General. Toda una maquinaria contable y estadística, que más tarde perfeccionaran los noveles de economía Wassily Leontief, con el cálculo matricial y Leonid Kantarovich, con el cálculo operacional. Concepción y ejecución voluntariosa con el espíritu de una economía de guerra, el Plan industrializó a la Unión Soviética a marchas forzadas y victoriosas.
Con el derrumbe del sistema soviético en 1991, la izquierda de estirpe soviética perdió su referencia al dios todopoderoso Plan y estaba impedida de abrevar en los esquemas de los planes indicativos y sectoriales que se inauguraran en occidente con el Plan Marsall y perfeccionados en América Latina bajo la Alianza para el Progreso y bajo la tutoría de la Cepal. Las radicales críticas formuladas como instrumentos imperialistas contra la revolución cubana, -cosa cierta-, los aborrecieron para siempre. Fue así como la izquierda tradicional quedó sin propuesta alternativa ante la recia ofensiva neoliberal de los años noventa.
 II.- La nueva izquierda
Diez años más tarde resurgió Hugo Chávez con el Socialismo del Siglo XXI. Este social populismo no tardó en constituirse en un nuevo modelo alternativo de la izquierda tradicional y de la naciente Nueva Izquierda colombiana. Inspirado en el Plan Vúskovic de transición al socialismo, adoptado por el gobierno de la Unidad Popular Chilena, que Fidel Castro conoció en detalle, cuando recorrió todo el país de visita en Chile, durante tres semanas a finales de 1971. Fidel era escéptico ante esa vía pacífica al socialismo, pero no formuló críticas al Plan Vúskovic. Ahora vuelve a entrar en vigencia con la revolución bolivariana en Venezuela, bajo su consejería e inspiración, y con la fuerza armada en casa.
En breve, ese plan de la Unidad Popular chilena de transición al socialismo contemplaba:
· Estatización de las áreas «claves» de la economía. (Y actitud permisiva de la toma de fábricas promovida por el MIR).
· Nacionalización de la Gran Minería del Cobre, acierto por consenso nacional.
· Aceleración de la reforma agraria (y actitud permisiva de la toma de tierras promovida por el MIR).
· Aumento de los salarios de todos los trabajadores, ajustándolos con subsidios por emisión monetaria simple.
· Congelación de los precios de la canasta obrera.
· Modificación de la constitución y creación de una cámara única.
Muchos creen que la Revolución Bolivariana en Venezuela, es de la inspiración del sociólogo alemán Heinz Dieterich, residente en México y quien bautizara un socialismo alternativo al soviético ya fallecido, de “Socialismo del siglo XXI [2] ” Pero no es así. Él mismo lo ha negado ante “la torpeza” de los dirigentes venezolanos.
En realidad el modelo Vuskovic, ahora en Venezuela, es hijo natural y radicalizado de la versión estructuralista y socialdemócrata. En la larga polémica entre el estructuralismo latinoamericano versus el monetarismo neoliberal, se origina en el dogma neoliberal de que el Estado sólo debe intervenir para controlar la inflación y el equilibrio del gasto público. Y la inflación se produce por excesos de demanda por expansión monetaria y fiscal. Si se logran esos dos equilibrios macroeconómicos, afirmaban y afirman todavía los neoliberales, el mercado garantiza el crecimiento económico.
Para evitar el diálogo de sordos, los estructuralistas replicaron aludiendo sólo a la inflación: la inflación en América Latina es resultado de la debilidad estructural de la economía, que se manifiesta en la rigidez del sector agrícola y en la vulnerabilidad de los sectores externo y fiscal. La causa sería entonces, la precaria oferta que requiere reformas estructurales, promovidas y financiadas por el Estado.
En el curso de esta polémica apareció una versión estructuralista en la que se minimiza el efecto de la expansión monetaria y fiscal empeñada en las reformas, y se le otorga la expansión de la demanda, el calificativo de “motor del desarrollo económico” [3]. Aunque se presume que este privilegio otorgado a la demanda efectiva procede de Keynes, al aplicarla a las reformas estructurales en países apenas emergentes, esta versión resulta espuria.
En efecto, Keynes se refería a países desarrollados que sucumben a las crisis económicas y que dan lugar al desempleo y a una ingente capacidad instalada productiva ociosa. La forma de relanzar esas economías, opina Keynes, se debe hacer apoyando la economía privada mediante inversiones públicas financiadas con déficit fiscal y si es necesario mediante una mayor expansión monetaria y una rebaja significativa de la tasa de interés para alentar la demanda efectiva. No con austeridad fiscal y monetaria, como predican los monetaristas, ahondando las crisis.
Pero si se trata de una economía en crisis permanente de subdesarrollo, empujar la demanda por la vía de la expansión monetaria y el déficit fiscal, sólo puede crear enormes presiones inflacionarias, mitigadas quizá por el incremento de las importaciones. Entonces, si no es hiperinflación es endeudamiento externo para financiar el exceso de importaciones. O las dos cosas a la vez porque en subdesarrollo no existe una enorme capacidad instalada ociosa para responder a inusitados incrementos de la demanda.
El problema, en suma, es que si bien ambos sitúan la polémica en la coyuntura del corto plazo, los estructuralistas terminan situándolo en el territorio del desarrollo económico de largo plazo y los monetaristas entregando el largo plazo a la eficiencia de los mercados, en especial al financiero, y a los progresos en la educación y la tecnología.
Ninguno de los dos usa el aporte conceptual del Nobel de economía John Hicks, quien distinguiría entre “crecimiento inducido” por la expansión de la demanda y “crecimiento autónomo” provocado por nuevas oportunidades de inversión. Distinción que por fuerza lógica separa los ciclos de coyuntura de corto plazo, de la tendencia estructural de la industrialización. Dos macroeconomías distintas y complementarias.
 Macroeconomía de la Nueva Izquierda
Quizá fueron los coreanos del sur quienes mejor optaron por esa solución, aceptando la necesidad de los equilibrios monetario y fiscal de corto plazo como un telón de fondo y trazando enérgicas políticas industriales y de exportación de largo plazo. Despegue milagroso. El presidente Luis Ignacio da Silva, Lula, también sorprendió al iniciar su primer mandato, cuando ratificó al gerente y el equipo directivo del Banco Central, quienes eran confesos neoliberales. Más aún, el Plan de Desarrollo a la usanza neoliberal siguió siendo una guía del gasto del presupuesto nacional. Pero a través del tradicional Banco Nacional del Desarrollo Económico y Social (BNDES) y del Banco para Fomento de las Exportaciones (Cacex), se empezó a tramitar la Política industrial, Tecnológica y de Comercio exterior (PITCE).
Esta maniobra teórico-práctica, deslinda las políticas de corto y de largo plazo. Pero yendo más allá, el presidente Lula conformó tres Comisiones de alto nivel y con función de asesoría en la toma de grandes decisiones, compuesta por gobierno, sectores privados y sociales [4]. Esta función corporativa no elimina por completo el formidable papel que desempeñan los grupos de cabildeo (lobbies) en las democracias liberales, pero elevan el nivel de participación democrática en las grandes decisiones de política económica y compensan el poder omnímodo que han alcanzado los tecnopolíticos neoliberales dependientes de las instrucciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, conforme al Consenso de Washington.
Conclusión
1.- La referencia obligada de la intelectualidad y la dirigencia política de la izquierda tradicional sigue siendo la doctrina soviética: “transición al socialismo”. El resto es despreciado o como reformismo social demócrata o como ciencia burguesa y se ignora por principio, salvo las críticas acertadas a la luz del marxismo-leninismo. En Cuba sin embargo, trabajan profesores canadienses para poner al día a los jóvenes en el funcionamiento y logros de la economía moderna [5].

2.- Entronizar la demanda popular a través de una generosa expansión monetaria y fiscal, comete los excesos que se registran ahora en Venezuela, con efectos inflacionarios inmanejables, exceso de importaciones y endeudamiento… y a la postre, desabastecimiento como sucediera en Chile.
3.- La nueva izquierda liderada por Brasil se sitúa la economía con referencia al Estado del Bienestar, es decir a la economía mixta nacida del New Deal de Roosevelt y de la Teoría General de Keynes, y como una victoria socialdemócrata de reforma del capitalismo. La clásica teoría de la Cepal completa la teoría social desarrollista. Las dos innovaciones de Lula en Brasil (Banco Central neoliberal y directrices desarrollistas con dos bancos oficiales), más los Consejos asesores, están en el núcleo de la política económica de la Nueva Izquierda latinoamericana.
4.- Fin del enigma: la izquierda tradicional colombiana no tiene nada qué proponer, aunque mucho aún por criticar a una “verdad única” que vuelve a tambalear en medio de graves crisis económicas repetitivas. Paul Krugman [6] alguna vez definió al neoliberalismo como el retorno a la era de las crisis económicas. Y la Nueva Izquierda colombiana no acaba de nacer porque ensaya un populismo bolivariano que compite mal con Familias en Acción de la Presidencia de la República y deja de lado y con desdén al sector privado. No es saludable pedalear políticamente en el vacío.

Notas

Bernardo García es Miembro fundador de la Academia Colombiana de Ciencias económicas, Cofundador y director de la revista Alternativa, profesor e investigador universitario, autor del “Anti Currie” y de “La Nueva izquierda – El poder de la Utopía”.
[1] Recordemos la lista sumaria de la izquierda tradicional:
1.- El Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) liderado por Alfonso López Michelsen y Álvaro Uribe Rueda. Algunos líderes de la juventud del MRL adhirió al Ejército de Liberación Nacional. El MRL se extinguió poco tiempo después del reintegro de su líder López al Liberalismo.
2.- El Partido Comunista de Colombia y las Fuerzas Revolucionarias de Colombia Farc (PCC. pro Soviéticas y pro Cubanas) con Gilberto Vieira y Manuel Marulanda Vélez a la cabeza, aún existentes.
3.- El Movimiento independiente y revolucionario Moir (pro Chino) de Francisco Mosquera, aún vigente bajo el liderato del senador Jorge Robledo en el Polo Democrático Alternativo.
4.- El partido Comunista Marxista Leninista PCC-ML y el Ejército de liberación nacional EPL (pro chino) liderado por Pedro Vásquez Rendón, firmó la paz en 1991 y desapareció.
5.- El Ejército de Liberación Nacional ELN (pro Cubano) bajo el comandante Fabio Vásquez Castaño, aún en armas.
6.- El Movimiento Quintín Lame (indigenista), firmó la paz en 1991.
7.- El fugaz Movimiento Obrero Estudiantil-Campesino (Moec), desapareció hacia mitades de los años sesenta tras la muerte de su líder y fundador Antonio Larrota, y el también fugaz Frente Unido del padre Camilo Torres, quien se integrara al ELN.
8.- El Frente Unido de Acción Revolucionaria FUAR, fundado por Gloria Gaitán, Luis Emiro Valencia, Andrés Almarales y Marina Goenaga, con el intento guerrillero del médico Tulio Bayer. Otras muchas disidencias revolucionarias de los partidos anteriores.
En la década del setenta se sumaron.
9.- La Tendencia Socialista (Trostkista) de la IV Internacional de Nahuel Moreno.
10.- El Movimiento 19 de Abril (M19) fundado en 1974, por exguerrilleros de las Farc Jaime Bateman Cayón, Álvaro Fayad, Iván Marino Ospina y miembros del ala socialista de la ANAPO Luis Otero Cifuentes, Carlos Toledo Plata, Israel Santamaría, Andrés Almarales, Everth Bustamante, e Iván Jaramillo.
En la década de los ochenta se sumó la
11.- Unión Patriótica UP, fundada por las Farc como tránsito hacia la paz y que fuera exterminada por los paramilitares al mando del capo Rodríguez Gacha en connivencia con el Ejército y autoridades locales.
12.- En la década de los noventa surgió la Alianza democrática M19.
13.- El Polo democrático alternativo aún vigente. Luego el partido Verde, ahora Alianza Verde con los Progresistas, cuyo perfil ideológico está en construcción.
[2] WWW.Rebelión.com 26.10.2010 Dice Dieterich: “Tres grandes modelos económicos dominan la economía global: el Consenso neoliberal de Washington, el Consenso desarrollista-socialista de Beijing y el Consenso desarrollista de Mumbai. En el Congreso internacional, “Nuevos paradigmas en la economía y ciencias sociales del Siglo XXI”, en la Ciudad de México (Oct.,27-29), se discutirán esas tres estrategias dominantes, pero el centro teórico del Congreso será la cuarta vía de desarrollo para la humanidad: el Consenso de Berlín-Caracas, cuya nomenclatura va de la economía cibernética de Kantorovich hasta la economía de equivalencias de Arno Peters” [2] “El modelo de Estado socialista del socialismo del siglo XXI es un socialismo revolucionario que bebe directamente de la filosofía y la economía marxista, y que se sustenta en cuatro ejes: 1.- el desarrollismo democrático regional, 2.- la economía de equivalencias, 3.- la democracia participativa y protagónica y 4.- las organizaciones de base”.
[3] [3] Ver en Julio Silva Colmenares: “Nuevo modo de desarrollo – Una utopía posible”, Ediciones Aurora – Universidad Autónoma de Colombia, Bogotá, 2013, pgs. 126 y ss. y Eduardo Sarmiento: “Economía y globalización”, Ed. Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2008 pgs.315 y ss.
[4] [4] El CDES Consejo Económico y Social para el Desarrollo está compuesto por 41 miembros empresariales (50%), de los cuales 22 provienen de la industria, 7 de la banca y finanzas, 2 del comercio, 5 de servicios, 5 del sector agropecuario. Los trabajadores tienen 13 miembros (15.8%). Las organizaciones sociales tienen 11 miembros y las organizaciones académicas, religiosas y culturales tienen 6 miembros (7,3%). El gobierno tiene 11 miembros (13,4%).
[5] Ver en Esteban Morales Domínguez: “La economía política marxista: retos de un tercer milenio”, CESE-Universidad de la Habana, junio del 2000: “Habrá que ir trabajando en la modelación sucesiva que conformaría la disciplina instrumental “macroeconomía de una economía socialista”, que no reemplazaría, sino más bien complementaría a la Economía Política del Socialismo” (pg.15).
[6] [6] Paul Krugman: “El internacionalismo Pop”, Editorial Norma, Bogotá, Paul Krugman “Una era de burbujas” - El País (Madrid) domingo, 25 de agosto de 2013.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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