Va a emerger una
economía verde
Defensa de los océanos, prioridad en la cumbre climática de Madrid
▲ Activistas protestaron ayer cerca de la Torre Eiffel con el fin de
presionar al gobierno francés a hacer más para evitar el cambio
climático. Los manifestantes portaron retratos del presidente Emmanuel
Macron que fueron robados de ayuntamientos de todo el país.
Madrid. La lucha contra las consecuencias del cambio
climático pretende limitar la dependencia de la actividad industrial y
social de los llamados
combustibles fósiles, de manera destacada el carbón y el petróleo, con lo que se prevé que emerja una nueva
economía verde, que provocará una drástica caída en el nivel de influencia e ingresos en los países productores y exportadores de petróleo, entre los que se encuentra México, con fuertes pérdidas en sus ingresos.
Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía Renovable
(AIER) presentado en la cumbre del clima que se desarrolla en Madrid
(COP25), el mapa geopolítico sufrirá una profunda transformación con el
nuevo paradigma de la economía verde.
Frente a la dependencia de los combustibles fósiles, como el petróleo
o el carbón, el sistema de producción de los futuros intercambios
comerciales generará nuevas fuentes de abastecimiento para mantener la
actividad industrial, sólo que en teoría serán menos contaminantes y con
menos efectos para el medio ambiente. Es decir, que los países con
recursos naturales como cobre, aluminio, hierro, manganeso, grafito y
titanio, pero también otros elementos menos conocidos como antimonio,
berilio, cobalto, galio, germanio, indio, litio, platinoides, renio,
tántalo, telurio, tierras raras y vanadio se convertirán en los nuevos
poseedores de lo que ya se denomina el
petróleo del siglo XXI.
Estos productos, además de generar energías más limpias, también son
fundamentales para la generación de productos tecnológicos a los que la
sociedad del siglo XXI se ha hecho cada vez más dependiente, como el
teléfono celular o las computadoras, con lo que estos países se ubicarán
en el centro del juego geopolítico global, al tener los elementos
necesarios para el control de la producción, transformación y comercio
de estas materias primas.
El informe de la AIER augura que los países exportadores de petróleo
perderán su capacidad de influencia global, mientras la de los
importadores se verá reforzada, al tiempo que estima una pérdida de
ingresos hasta por 7 billones de dólares, de aquí a 2040, para las
economías productoras de petróleo y gas, lo que se traducirá en una
creciente inestabilidad económica, social y política en dichos países,
así como en un aumento de las tensiones geopolíticas regionales.
Este periodo de inestabilidad tendrá sus momentos más álgidos cuando
se lleve a cabo, si es que de verdad se firma un compromiso global por
la reducción de los gases de efecto invernadero, tal como se firmó en el
Acuerdo de París de 2016, durante los periodos de transición. Es decir,
cuando se sustituyan los
combustibles fósilespor otras fuentes de energía y producción, como los elementos mencionados y que serán cruciales en el mercado internacional de las próximas décadas.
Sin embargo, numerosos estudios científicos, como el realizado por el investigador Guillaume Pitron en su libro La guerra de los metales raros: la cara oculta de la transición energética y digital,
los nuevos elementos naturales que sustituirán a los combustibles
fósiles más contaminantes de hoy en día, también son generadores de
contaminación y efectos ambientales perversos.
Una de las cuestiones que más preocupan en la cumbre climática de
Madrid es la serie de consecuencias que tendrá la emisión de los gases
en la calidad de los océanos, sobre todo en la paulatina y constante
pérdida de oxígeno.
Así lo constata un informe presentado por la Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza (UICN), que advierte que si continúa
esta degradación de la calidad del agua en los océanos se registrará una
amenaza para las especies marinas y los ecosistemas que habitan en los
mares del mundo.
Según el informe, entre los factores fundamentales que provocan la
pérdida de oxígeno en los océanos está la contaminación (eutrofización)
originada por el vertido de nutrientes desde tierra (nitrógeno, fósforo)
procedente de los fertilizantes agrícolas y las aguas residuales
arrojadas a las zonas costeras.
Lo anterior provoca un crecimiento excesivo de algas, que a su vez agotan el oxígeno, a medida que se descomponen.
Otro factor que preocupa cada vez más a la comunidad científica es el
calor que emana de los gases de efecto invernadero. Es decir, que en la
medida que el océano se calienta, sus aguas superficiales contienen
menos oxígeno disuelto, se estratifican las capas de agua y se reduce la
mezcla con las profundidades del océano. Y al hacerse más lenta la
circulación profunda, se reduce más el suministro de oxígeno a las aguas
profundas.
Según el informe, que aumentó la alerta en la comunidad científica y
en los activistas presentes en la COP25, actualmente hay 700 sitios en
todo el mundo afectados con baja presencia de oxígeno, mientras en la
década de los años 60 este inventario sólo incluía 45 enclaves.
Esto confirma que el contenido global de oxígeno del océano ha
disminuido aproximadamente entre un 1 y 2 por ciento desde mediados del
siglo XX. Y se espera que pierda entre 3 y 4 puntos porcentuales para
2100 en un escenario normal.
Si esto se confirma, las repercusiones de la falta de oxigenación no
se limitarían a los mares cerrados, sino a los sistemas de afloramiento
de las regiones de los orientales de las cuencas oceánicas del mundo.
Con lo que se verán afectados algunos de los biomas más productivos del
océano, que sustentan una quinta parte de la captura de peces marinos
salvajes del mundo, formados por corrientes oceánicas que transportan
agua rica en nutrientes, pero pobre en oxígeno a las costas.
Al margen de que la falta de oxígeno está empezando a alterar el
equilibrio de la vida marina, y está favoreciendo las especies
tolerantes con poco oxígeno (por ejemplo, microbios, medusas y algunos
calamares) a expensas de las especies sensibles con poco oxígeno (muchas
especies marinas, incluida la mayoría de los peces, como el atún, el
marlín y los tiburones).
La COP25 tiene entre sus principales objetivos convertir la causa de
la defensa de los océanos en una de sus prioridades, por lo que a partir
de este lunes se empezarán a perfilar las conclusiones y compromisos de
las delegaciones gubernamentales, para lo que se prevé también el
arribo de altos funcionarios de la Organización de Naciones Unidas que
den el espaldarazo final al acuerdo, entre ellos Antonio Guterres,
secretario general del organismo.
Foto Ap
Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
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