Nada
detiene al Pentágono. El proyecto de despliegue militar
alrededor de China, mencionado en 2011 por Hillary Clinton, estaba
oficialmente abandonado. Pero la OTAN acaba de adoptarlo en su cumbre
de Londres. Ahora el proceso está en marcha y debería iniciarse con la
incorporación de Australia, en 2026.
Red Voltaire
| Damasco (Siria)
- El
secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, habló el 7 de agosto
de 2019 en el Lowy Institute de Sydney. Allí afirmó que la OTAN
no quisiera desplegarse en el Pacífico… pero que China “amenaza” a los
miembros de la alianza.
Lo único que la prensa internacional mencionó de la
cumbre del 70º aniversario de la OTAN, realizada en Londres, fueron
las peleas que la antecedieron y las risas burlonas que marcaron su
desarrollo. Por supuesto, eso estaba lejos de ser lo importante [1].
En el momento de la creación de la OTAN, su secretario general, Lord
Hastings Lionel Ismay, definió la función de la alianza atlántica como «mantener la Unión Soviética afuera, a los americanos dentro y a los alemanes abajo» (keep the Soviet Union out, the Americans in, and the Germans down) [2]. Como ese objetivo desapareció junto con la «patria del comunismo»,
se trató de presentar a Rusia como continuadora de la URSS. Después,
se aceptó la idea de autorizar Alemania a disponer de su propia
política. Finalmente, se planteó la extensión de la OTAN hacia el
Pacífico para «contener» a China, lo cual acaba de confirmarse.
Los insultos entre los participantes durante la cumbre de Londres dan
una mala imagen de la OTAN, pero corresponden al resurgimiento de la
antigua rivalidad entre Francia y Alemania. Francia pretende
convertirse en gran potencia, apoyándose simultáneamente en su bomba
atómica y en el Estado supranacional europeo, mientras que Alemania
no puede plantearse la posibilidad de convertirse en gran potencia sin
el paraguas nuclear de la OTAN [3].
Esta situación se refleja en lo que pasa con Siria y con el Sahel.
Sobre Siria, Francia rechaza el ataque de Turquía contra los
mercenarios kurdos del PKK/YPG mientras que Alemania se plantea
desplegar tropas alemanas bajo control de la OTAN. Pero ni Francia
ni Alemania logran avanzar y Estados Unidos sigue siendo la fuerza que
controla el juego.
En el Sahel, Francia ya encuentra demasiado pesada para ella la tarea de mantener el statu quo
mientras que Alemania estaría dispuesta a aumentar su propia
participación… pero únicamente bajo las órdenes de Estados Unidos. En
esta región sucede lo mismo que en Siria, Francia y Alemania no logran
avanzar hacia sus objetivos. Todos han entendido que la retórica
antiterrorista sólo esconde otra cosa: la necesidad de mantener en el
poder los gobiernos actuales, que permiten a las potencias explotar los
recursos de la región. Y, también en esta región, Estados Unidos
se mantiene en la posición de quien da las órdenes y tiene intenciones
de ser el primero en beneficiarse con la explotación de los recursos
regionales.
La novedad de esta cumbre de la OTAN es la posible apertura del
“frente chino”, lo cual supondría convertir la alianza atlántica en un
bloque militar “atlántico-pacífico”. Según los estudios del Pentágono,
sería conveniente incorporar Australia, la India y Japón a ese bloque,
para cercar a China, como se hizo con Rusia. Ese proceso, que podría
exigir un decenio de trabajo, acaba de comenzar con la cumbre
de Londres.
Por lo pronto, el PaCom –o sea, el Mando de Estados Unidos para el
Pacífico– ya fue rebautizado, en tiempos del secretario de Defensa Jim
Mattis, con la denominación IndoPaCom [4].
Más recientemente, el nuevo secretario de Defensa, Mark Esper, y el
secretario de Estado, Mike Pompeo, así como el secretario general de
la OTAN, Jens Stoltenberg, viajaron discretamente a Sydney,
a principios de agosto, para tantear a los dirigentes australianos,
quienes –aunque ven el asunto como un honor– parecen espantados ante la
perspectiva de aceptar el despliegue de misiles nucleares en
Australia. [5].
También hubo contactos con la India y con Japón, pero resultaron
mucho menos exitosos. Al mismo tiempo, Estados Unidos revisó sus
políticas hacia Corea del Sur, Indonesia, Myanmar, Filipinas, Tailandia
y Vietnam para propiciar acercamientos entre los ejércitos de esos
países. Estos están acostumbrados a trabajar con el personal del
Pentágono pero no suele relacionarse entre sí.
Pekín ya había entendido, desde 2014, que el deseo estadounidense de
salir del Tratado INF era el reflejo de una política más antichina que
antirrusa. Ahora ya es evidente que habrá un despliegue de misiles
nucleares estadounidenses alrededor de China y que la OTAN seguirá esa
política.
Para los chinos, esto es un retroceso, un regreso a la época –a finales del siglo XIX– en que Estados Unidos elaboró su «doctrina de la Puerta Abierta».
En aquella época se trataba de instaurar entre los imperios coloniales
un pacto para que establecieran una forma de libre competencia
entre sí y para que explotaran regiones subdesarrolladas en vez de
guerrear unos con otros para apoderarse de tal o mas cual territorio.
Gracias a su superioridad industrial, Estados Unidos estaba seguro de
lograr imponerse. Para llevar adelante esa agresión, Washington
desarrolló un discurso apaciguador: apoyó «la integridad territorial y la soberanía»
de los países donde quería hacer negocios y favoreció el
fortalecimiento de los gobiernos locales, en la medida en que esos
gobiernos eran capaces de garantizar la aplicación de los tratados
desiguales. De esa manera, esos países se controlaban a sí mismos…
en beneficio de Estados Unidos. La falsedad de las declaraciones de
principio que emitía Estados Unidos quedó demostrada con las agresiones
japonesas contra China: Washington respaldó todas las exigencias
japonesas y permitió el desmembramiento del este de China.
Es precisamente aquella experiencia de haber tenido que luchar
simultáneamente contra todos los imperios coloniales, coaligados
contra China –incluyendo la Rusia zarista–, lo que ha llevado al
presidente Xi Jinping a acercarse a su homólogo ruso Vladimir Putin,
cuyo país sufrió posteriormente una agresión similar. Tanto China como
Rusia están conscientes de que algún día tendrán que enfrentarse
nuevamente a esas potencias. Sin embargo, el Pentágono apuesta a que,
en el momento decisivo, Moscú no apoyará a Pekín. Pero esa estimación
es anterior a la aparición de los misiles hipersónicos rusos.
China no se plantea esta guerra en los mismos términos que la OTAN.
Su intención es desplazar el campo de batalla al terreno informático y
destruir el armamento de la OTAN ampliada con una serie de ataques
cibernéticos, antes de que ese armamento llegue a ser utilizado.
En octubre de 2011, la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton lanzaba en Foreign Policy su llamado a «volverse hacia Asia» (pivot to Asia),
según el cual Estados Unidos tendría que salir de Europa y del Medio
Oriente ampliado para desplegarse en el Extremo Oriente [6]. En marzo de 2013, el consejero de seguridad nacional, Tom Donilon, exponía ese plan ante la Asia Society [7]. El plan incluía un dispositivo diplomático y financiero: el proyecto de Acuerdo de Asociación Transpacífica.
Pero el Pentágono rectificó el tiro con rapidez: no sería cuestión de
salir de una región del mundo para desplegarse en otra sino de ampliar
el despliegue partiendo de una región para abarcar también la otra.
En eso consistía la noción de «reequilibramiento» (rebalance), la única compatible con la continuación de la «guerra sin fin» (war without end)
en el Medio Oriente ampliado, o Gran Medio Oriente. Viendo que
no lograba convencer, el Pentágono cortó abruptamente el debate
subrayando que era imposible –desde un punto de vista presupuestario–
mantener 3 frentes al mismo tiempo [8].
Pero, desde aquella época, el Pentágono ha comprado grandes cantidades
de armamento y ha venido acumulándolas en la región del Pacífico.
En cuanto llegó a la Casa Blanca, el presidente Donald Trump trató de
poner fin a ese espejismo sacando a Estados Unidos del Acuerdo de
Asociación Transpacífica. Pero el Pentágono mantiene su rumbo
inexorablemente y acaba de imponer su propia visión después de 9 años de
inútil palabreo.
Mientras Francia afirma, por boca del presidente Emmanuel Macron, que la OTAN está en estado de «muerte cerebral»,
el Pentágono acaba de iniciar la transformación del bloque militar
atlántico en una organización global. Todos los países miembros de
la OTAN firmaron, sin detenerse a pensarlo, la Declaración de Londres, según la cual:
«Estamos conscientes de que la creciente influencia y las políticas internacionales de China presentan simultáneamente oportunidades y desafíos, a los que tenemos que responder juntos, como alianza» [9].
El proceso ha comenzado.
[1] «La cumbre de la OTAN refuerza el bando de la guerra», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia) , Red Voltaire , 8 de diciembre de 2019.
[2] Whitehall, Peter Hennessy, The Free Press, 1989.
[3] «Seis proyectos de orden mundial contradictorios entre sí», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 de noviembre de 2019.
[4] «El US PaCom se convierte en US IndoPaCom», Red Voltaire, 4 de junio de 2018.
[5] “Australia-US Ministerial Consultations (AUSMIN) 2019”, Voltaire Network, 4 de agosto de 2019.
[6] “America’s Pacific Century”, Hillary Clinton, Foreign Policy, 11 de octubre de 2011.
[7] “The United States and the Asia-Pacific in 2013”, por Tom Donilon, Voltaire Network, 11 de marzo de 2013.
[8] “DoD Official: Asia Pivot ‘Can’t Happen’ Due to Budget Pressures”, Defense News, 4 de marzo de 2014.
[9] «Déclaration de Londres», Réseau Voltaire, 4 de diciembre de 2019.
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