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jueves, 7 de marzo de 2019

¿Seguirá siendo un problema la prisión de la bahía de Guantánamo en 2020?

The Intercept

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Sector no utilizado en las instalaciones de la prisión en la bahía de Guantánamo, Cuba, 16 octubre 2018 (Foto: Maren Hennemuth/Picture-Alliance/dpa/AP)
Barack Obama estuvo haciendo campaña con la promesa de cerrar la prisión dirigida por el Pentágono en la bahía de Guantánamo. Por otra parte, Donald Trump hizo su campaña prometiendo volver a llenar la prisión de la base.
Desde el día de enero de hace 17 años en que llegaron los primeros prisioneros hasta hoy, dos cosas han seguido siendo notablemente consistentes: la prisión en la Bahía de Guantánamo permanece abierta y la reportera Carol Rosenberg ha estado cubriendo incansablemente todo lo relativo con ella. “Si me preguntas cómo va a terminarse Guantánamo”, le dijo Rosenberg a Intercepted esta semana, la respuesta que podría darte sería: “No tengo ni idea”.
Rosenberg empezó a cubrir Guantánamo desde que Bill Clinton ocupaba la Casa Blanca, antes de que los “combatientes ilegales” del Secretario de Defensa de la era Bush, Donald Rumsfeld, pusieran un pie en el campo. Y también presenció aquel momento: Rosenberg vio cómo llegaban los primeros 20 hombres sin nombre. “Si cierran los ojos e imaginan una foto de 20 hombres arrodillados con un mono naranja y los ojos vendados, esa fue la foto tomada el primer día por un camarógrafo de combate de la Marina de los primeros 20 hombres que allí trasladaban”, dijo Rosenberg.
En los 17 largos años transcurridos desde que se utilizó la base naval para detener a presos de los que simplemente se sospechaba que podían tener algo que ver con el terrorismo antiestadounidense, 780 hombres han atravesado sus muros. Hoy, quedan 40 . Algunos de esos hombres -como Khalid Sheikh Mohammed (KSM), el presunto autor intelectual de los ataques del 11 de septiembre- habían pasado ya por un puesto secreto remoto (conocido como agujero negro) operado por la CIA en el interior de una base militar.
Rosenberg reveló el mes pasado que la directora de la CIA, Gina Haspel, pudo haber estado durante una temporada al mando de un agujero negro de la CIA en Guantánamo que estuvo activo de 2003 a 2004 . Rosenberg obtuvo la primicia a partir de una transcripción recientemente desclasificada en la audiencia de un tribunal secreto el año pasado, en la cual el abogado defensor de KSM argumentaba que la pasada participación de Haspel en la prisión hace que sea imposible un juicio justo.
“Miro las palabras en la página y me pregunto: '¿Gina Haspel dirigió un agujero negro en Guantánamo?'. Se ha informado ampliamente de que sin duda estuvo al frente de un agujero negro en Tailandia, y el episodio de Guantánamo sigue siendo realmente misterioso. Por ello, me propongo ir en una misión para tratar de averiguar la veracidad de todo eso”, dijo Rosenberg a Intercepted. “Seguro que quienes conocen de verdad los hechos no pueden hablar de ello, pero quienes conocen el programa tienen un contexto en el que pueden hablar de ello. No estoy diciendo que sea un hecho. Estoy diciendo que esta información fue desclasificada. Pero la CIA no va a confirmarla. Lo negarán todo”.
La supuesta implicación de Haspel en Guantánamo ha recibido escasa atención en el rápido ciclo de noticias de la era Trump. Sin embargo, la historia de la presencia estadounidense en la bahía de Guantánamo sigue exigiendo nuestra atención. Mucho antes de que comenzara la guerra contra el terrorismo, la bahía de Guantánamo, Cuba, fue ocupada por EE. UU. durante la guerra hispano-estadounidense de 1898. EE. UU. arrendó ese territorio cubano en el que mantiene desde entonces la base militar, pagando el alquiler anual estipulado en el Acuerdo de 1903. Cuba, sin embargo, lleva sin cobrar esos cheques desde hace más de 50 años debido a su rechazo a la presencia de la base estadounidense en su suelo.
A principios de la década de los 90, la inestabilidad política, especialmente la presunta intromisión de EE. UU., sacudió Haití, forzando a decenas de miles de personas a huir de sus hogares. Los haitianos que intentaron llegar a EE. UU. en barco fueron interceptados por la Guardia Costera estadounidense y encarcelados por la administración Clinton en campamentos temporales en la base de Guantánamo. En total, más de 40.000 hombres, mujeres y niños fueron internados en condiciones catastróficas e inhumanas, totalmente desprotegidos por las leyes constitucionales estadounidenses.
Debido a la política inmigratoria de EE. UU. en aquel momento, los haitianos VIH positivos no podían solicitar el asilo y permanecían indefinidamente en el campamento. En 1993, un juez federal ordenó la liberación de los refugiados VIH positivos calificando su situación de “el tipo de detención indefinida que generalmente se reserva para espías y asesinos”.
Volviendo rápidamente a los primeros días de la invasión de Afganistán tras los ataques del 11-S. Rumsfeld decidió que Guantánamo era el mejor lugar para albergar a los “combatientes ilegales” sin tener que otorgarles la protección de los Convenios de Ginebra, y diciendo de la base que era "el lugar menos malo que pudimos haber elegido”.
Rumsfeld, que habló con los reporteros a principios de 2002 en Camp X-Ray, el nombre del centro de detención en Guantánamo, aclaró la posición de la administración sobre el estatus legal de los detenidos de la guerra. “Hay una comprensión razonable de lo que es un combatiente ilegal. Y las características de los individuos que han sido capturados son las propias de los combatientes ilegales, no de los combatientes legales. Es por eso por lo que se caracterizan como ‘detenidos’ y no como ‘prisioneros de guerra’”, dijo Rumsfeld. “Y es importante que la gente reconozca que se trata de una circunstancia diferente; la guerra contra el terrorismo requiere un esquema diferente”. Este “esquema diferente” se pondría en marcha a lo largo de una década de tratamiento inhumano, tortura y retroceso.
La tortura a los prisioneros bajo la administración de Bush en varios agujeros negros por todo el mundo sentó las bases para que Obama hiciera campaña prometiendo cerrar la prisión en Guantánamo. En el 2007, en un debate en la CNN , Obama, entonces senador, dijo: “Nuestra legitimidad se reduce en el momento en que tenemos un Guantánamo que está abierto, en que suspendemos el hábeas corpus. Este tipo de cosas erosiona nuestras afirmaciones morales de que actuamos en nombre de principios universales más amplios”.
Uno de los primeros usos que hizo Obama de sus poderes presidenciales fue firmar una orden ejecutiva para cerrar el centro de detención. Los ocho años siguientes demostrarían que cerrarlo sería más complicado y lento que lo que nadie hubiera imaginado, al ser prácticamente incapaz de encontrar un lugar adonde pudieran ir los detenidos. “Como el Congreso ha dicho que no se les puede trasladar a EE. UU., prohibiendo que cualquier persona a la que se mantenga detenida en Guantánamo sea enviada a EE. UU. por cualquier motivo, ya sea para procesarla, mantenerla detenida, prestarle atención médica… la realidad es que parece que va a seguir existiendo hasta que el último detenido se muera y puedan cerrarlo”, dijo Rosenberg. “Muchos de esos hombres no son imputables. No están acusados ​​ de actos criminales. Est á n acusados ​​ de ser soldados rasos de una fuerza enemiga que en la actualidad no tiene un líder que pueda rendirse”.
Cuando finalizó el segundo mandato de Obama, 197 detenidos habían sido trasladados a otro país, repatriados o liberados de alguna manera, y 40 hombres permanecen aún allí. Hoy en día, más de la mitad de esos 40 hombres que siguen en Guantánamo continúan aún recluidos indefinidamente sin cargos ni enjuiciamiento.
Un nuevo documental de Field of Vision y The Guardian, “ The Trial: Inside Guantánamo With 9/11 Suspect Ammar al-Baluchi ”, explora el agotador y complicado trabajo de defensa legal de la preparación del juicio del 11 de septiembre. La abogada defensora Alka Pradhan describe el inminente evento como “el mayor juicio penal en la historia de EE. UU.” Y añade: “Resulta muy frustrante comprobar cuán pocas personas están observando lo que está sucediendo aquí”.
Sin embargo, mientras este complejo juicio retoma un capítulo oscuro -la ausencia de rendición de cuentas por las torturas, los eventos del 11 de septiembre, la detención indefinida-, el reconocimiento político estadounidense de las torturas perpetradas terminó cuando se confirmó a Haspel. A pesar de estar involucrada en los peores momentos de esta historia, Haspel ahora es directora de la CIA. Fue jefa de base en la prisión secreta de la CIA en Tailandia, donde supervisó la tortura de al menos un detenido y, posteriormente, como funcionaria de alto rango en la sede de la CIA, autorizó la destrucción de las pruebas grabadas en video de la tortura de otro detenido. Sin embargo, fue confirmada, obteniendo el apoyo bipartidista con la simple promesa de que la CIA no volvería a hacerlo.
En estas primeras etapas de la carrera presidencial para 2020, apenas se está mencionando a los prisioneros eternos, aunque llegó a ser un problema en los ciclos electorales anteriores con los candidatos en 2008 y 2016 debatiendo el futuro de la prisión. Quedó claro en 2016, con la prisión aún abierta, que la responsabilidad de qué hacer al respecto recaería en el nuevo presidente. “Parecemos hipócritas y tontos para el mundo entero”, dijo el senador Bernie Sanders a la CNN durante una entrevista en 2016. “Creo que deberíamos cerrar Guantánamo. Pienso que a largo plazo, si así lo hacemos, nos resultaría de gran utilidad”.
Sanders, un progresista independiente de siempre que ha vuelto a postularse para presidente por el Partido Demócrata, ha apoyado desde hace mucho tiempo la idea de cerrar la prisión y es, ciertamente, el más franco entre su grupo de compañeros candidatos presidenciales. Su posición se remonta a los primeros días de la presidencia de Obama. “Estoy de acuerdo con el presidente Obama en que Guantánamo debe cerrarse”, dijo en 2009 . “Quiero que se cierre lo antes posible. Quiero asegurarme de que la tortura nunca vuelva a formar parte de las prácticas de interrogatorio de EE. UU., y que todos los detenidos sean tratados según las normas de los Convenios de Ginebra”.
Sin embargo, Sanders tiene un extraño historial de voto respecto al centro de detención. En 2009 votó a favor de bloquear la financiación para que Obama cerrara las instalaciones, rompiendo con su compañero, el senador de Vermont Patrick Leahy, al oponerse a esa medida.
En 2013, Sanders, junto con la senadora Elizabeth Warren, otra candidata demócrata para 2020, votó en contra de una enmienda bipartidista que habría facilitado el traslado de los prisioneros de Guantánamo a EE. UU. Los candidatos presidenciales para 2020, el senador Cory Booker, demócrata por New Jersey, Kirsten Gillibrand, demócrata por New York, y Amy Klobuchar, demócrata por Minnesota, votaron a favor de la enmienda. La senadora Kamala Harris, demócrata por California, se ha mantenido sorprendentemente callada sobre la cuestión.
Rosenberg parece sentirse derrotada. “¿Qué es Guantánamo hoy?”, preguntó a Intercepted. “Guantánamo tiene hoy 40 detenidos, uno de ellos condenado, y una fuerza rotatoria de alrededor de 1.400 soldados estadounidenses, en su mayoría de la Guardia Nacional, que vienen sin familia, en misiones de nueve meses, que los fines de semana se van a las playas y bares de la base, y después regresan a casa y vuelven a sus vidas. Y es una prisión temporal, que no tiene realmente capacidad para cerrarse”.
Por su parte, Rosenberg, que ha informado para el Miami Herald sobre todos los aspectos de la vida en la prisión durante los últimos 17 años, se incorporará al New York Times para continuar informando sobre esta historia vital. “Estados Unidos creó esta situación”, dijo. “Son sus propietarios. Los lectores deberían saber lo que está pasando allí. Es lo que corresponde hacer. Y si yo no lo hago, alguien debería hacerlo, ¿verdad?”.
Elise Swain es ayudante de producción y diseñadora gráfica para el podcast de Intercepted. También es asistente editorial de Jeremy Scahill. Antes de unirse al equipo, trabajó como artista independiente. Es licenciada en Fotografía y Video por la Escuela de Artes Visuales. Vive en Nueva York.

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