El presidente Nicolás
Maduro Moros ha resistido, como resistió Vietnam. La ejecución de las
sanciones económicas por parte de Estados Unidos no han tenido el efecto
que Donald Trump esperaba.
Los castigos que el gobierno estadunidense ha aplicado al régimen
venezolano son motivo de discusión y polémica. En cuanto a los que
apoyan al gobierno bolivariano, no dudan en señalar a las sanciones como
las responsables de la crisis económica por la que atraviesa el país
sudamericano.
Barack Obama, siendo presidente en 2015, da la orden de ejecutar las
primeras sanciones contra Venezuela. Pero no sólo eso, además la declaró
amenaza extraordinaria para la seguridad nacional y para la política exterior de Estados Unidos. Motivo por el cual congeló diversos bienes y cuentas bancarias de siete oficiales y altos funcionarios del gobierno bolivariano.
Quien ejecutó las órdenes de Obama fue el senador demócrata Robert
Menéndez. El funcionario prohibió la entrada a territorio estadunidense a
los representantes del gobierno venezolano y a sus familiares y,
además, prohibió hacer negocios con empresarios del país del Tío Sam.
El presidente Nicolás Maduro solicitó al gobierno de Obama un arreglo
pacífico, sin embargo, éste no lo aceptó. Y a partir de febrero de
2016, las sanciones se aplicaron. El argumento del mandatario
estadunidense se basó en la supuesta violación a los derechos humanos en
el país caribeño y el recrudecimiento de la falta de libertades.
Al llegar a la presidencia Trump, la situación de represión económica
hacia Venezuela, continuó y se recrudeció, ya que el nuevo gobierno
republicano manifiesta abiertamente, la posibilidad de llevar al plano
militar el desacuerdo con el presidente Nicolás Maduro.
Como podemos observar, ni demócratas ni republicanos respetaron la
soberanía de la República Bolivariana de Venezuela. Las sanciones
económicas aumentaron y generaron un ambiente de guerra fría. Un año más
tarde, en 2017, Maduro sufre personalmente las consecuencias de las
sanciones anteriores. Le es prohibida cualquier negociación con
estadunidenses y son congelados todos sus bienes en tierras
estadunidenses.
Todas las agresiones descritas hacia el país bolivariano parecerían
no tener una salida pacífica. Sin embargo, podemos decir que está en
puerta una nueva etapa en la vida política de la sociedad de Estados
Unidos.
Una larga historia de lucha, no sólo democrática, sino además
socialista, se ha escrito por parte del senador Bernie Sanders. Varias
veces ha sido elegido como alcalde de Burlington, en el estado de
Vermont. Y varias veces ha sido elegido senador.
No obstante haber contendido sin éxito en otras ocasiones para la
presidencia de su país, ahora Sanders cuenta con un gran número de
seguidores jóvenes.
En meses recientes y después de trabajo intenso de intercambios
políticos, Bernie Sanders forma una coalición con el político griego
Yanis Varoufakis llamada Internacional Progresista.
La coalición busca hacerle frente al avance de la extrema derecha y el neoconservadurismocasualmente, características del presente gobierno republicano con Trump al frente.
Asimismo, la Internacional Progresista está en contra de la política que
fomenta la intolerancia, la discriminación y el odio, y exacerba la explotación de los más pobres y la destrucción de los recursos para favorecer a los más ricos.
Lo anterior es una característica de la política dura de Trump, que
favorece la represión económica en contra de Venezuela, al oponerse, por
ejemplo, a que la empresa Citgo, filial petrolera venezolana, PDVSA en
Estados Unidos, envíe los dividendos que le corresponden al gobierno de
Maduro.
En las Naciones Unidas, en cambio, se ha rechazado la posición de
Estados Unidos, al mismo tiempo que Rusia y China la han excluido
también, invalidándola.
Esperemos que, con Bernie Sanders, cambie drásticamente la política
externa de su país. Eso implicaría un incentivo único no sólo para
Estados Unidos, sino para el mundo.
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