Trump en Latinoamérica
La llegada de un
outsider a la Casa Blanca evidenció unos nuevos elementos del
surgimiento del nuevo orden mundial, donde el unilateralismo de los
EE.UU. se ve cada vez más amenazado. En este artículo queremos hacer un
mapeo general del escenario mundial, regional e interno en el preludio
de la primera gira de Donald Trump por Latinoamérica, en específico Perú
y Colombia.
Con Donald Trump resurgió aquella teoría del
"hombre loco" (Madman) [1] desarrollada en el marco de la guerra de
Vietnam, en los años 70, por Henry Kissinger quien era asesor de
seguridad para aquel entonces del presidente Richard Nixon.
Dicha doctrina consistía en hacer creer a la contraparte de que los
responsables de la administración de EE.UU. no actúan racionalmente
¿Para qué? Para mostrar que Washington puede escalar violentamente sin
importar las consecuencias, con el objetivo de someter al contrario en
las negociaciones diplomáticas.
Ahora, la administración Trump
tiene características semejantes, aunque tengamos en cuenta que las
contradicciones en su línea de acción se evidencian de una manera mucho
mayor, lo que lo hace incluso menos previsible. Algunos casos
emblemáticos son:
1. La política con Corea del Norte, la cual
llevaba un curso dirigido por la estrategia belicista de "narices
ensangrentadas" [2] hasta que fue contrapuesta por la aceptación de la
invitación del líder norcoreano Kim Jong Un a una reunión bilateral.
2. La invitación de Trump a Vladimir Putin para realizar una Cumbre en
Washington [3] en medio de la crisis diplomática con ese país, por el
"Caso Skripal" donde más de 26 estados miembros o aliados cercanos a la
OTAN expulsaron a representantes diplomáticos rusos en medio de
declaraciones altisonantes que amenazan escalar la situación.
3. La exaltada retórica anti-china, respaldada con una política
proteccionista luego de la firma del memorando que impuso nuevos
aranceles por valor de hasta 60.000 millones de dólares anuales, una
acción, que muchos han identificado como la declaración de una “guerra
comercial” con el gigante asiático e incluso ha generado ruido a lo
interno del gobierno norteamericano, temiendo que la contraparte tome
una actitud aún más agresiva que las contramedidas que ha aplicado hasta
el momento, que constan en gravar más de 100 productos norteamericanos.
Tanto es así, que existe información de que dentro del
gabinete estadounidense se está estudiando la posibilidad de abrir unas
negociaciones con la contraparte china, [4] ya que los niveles de
interdependencia de ambos países son muy elevados y una guerra comercial
afectaría sustancialmente a ambos países.
La política exterior
de Trump oscila entre la agresividad y la prudencia, prevaleciendo la
primera sobre la segunda, sobre todo luego de la serie de cambios
realizados en la administración estos últimos meses. ¿Qué tendencia se
impondrá en el caso de la política hacia Latinoamérica?
Cambios en la Administración Trump, ¿gabinete de guerra?
La primera gira de Trump por Latinoamérica, se realizará luego de una
serie de medidas tomadas para contrarrestar a sus “rivales
estratégicos”, como caracteriza a China y a Rusia en su Estrategia de
Seguridad Nacional (ESN) [5] , sin embargo, esta agresividad ha
evidenciado unas fisuras a lo interno del gabinete ejecutivo, entre
sectores que apoyan la consolidación de la línea guerrerista y los que
apuestan por una actitud más cautelosa basada en la dominación a través
de su red de alianza de países subordinados a su línea.
Primero
vale destacar que a un poco más de un año de la presidencia de Donald
Trump, han habido 29 cambios de altos funcionarios, una situación poco
común si comparamos ese factor con las últimas tres administraciones que
lo antecedieron [6].
De esos cambios, 15 se han realizado este
año, entre los más importantes a los fines de nuestro análisis han sido
dos: el Secretario de Estado y el Asesor presidencial de seguridad.
Para explicar la razón de porque decimos que en el actual gabinete de
Trump, la tendencia más agresiva se está imponiendo, mostraremos las
posturas de los funcionarios salientes y las de los entrantes con
respecto a dos problemas de la política exterior de EE.UU: Corea del
Norte y el acuerdo nuclear de Irán.
Funcionarios salientes: Los globalistas
Comenzaremos con los funcionarios salientes: Rex Tillerson, quien fue
secretario de estado y el general H.R. McMaster, asesor presidencial en
materia de seguridad. Ellos, junto a James Mattis, secretario de
defensa, representan la línea tradicional de la política exterior de los
EEUU cuyo cordón umbilical es el globalismo, es decir mantener un orden
unipolar a través de redes multilaterales donde el imperialismo
encuentre su legitimación en el derecho internacional y en la opinión
pública.
Así, la ‘tríada globalista’ apoyó el mantener a EE.UU.
en el acuerdo nuclear con Irán y, con excepción de McMaster, apoyaban
una salida diplomática a la crisis nuclear con Corea del Norte. De igual
manera, estos funcionarios pretendían apaciguar la mencionada doctrina
del Madman, a fin de proseguir con una política injerencista
convencional que se contrapone a la retórica agresiva que usa Trump
actualmente.
Funcionarios entrantes: ¿Halcones de la guerra?
Por otro lado, los nuevos funcionarios que asumieron los cargos, entre
ellos, James Bolton, en el puesto de asesor presidencial en seguridad y
Mike Pompeo, reemplazando a Tillerson como secretario de Estado y ex
director de la CIA, son burócratas de larga data quienes han sido
caracterizados por apoyar una línea más guerrerista. A pesar de que
durante la administración de Obama, Pompeo era el director de la CIA y
Bolton asumía como embajador de los EE.UU en la ONU, también es verdad
que se caracterizaban como duros críticos del proceder de la
administración.
Específicamente, Pompeo se contraponía a la
Casa Blanca en cuanto a la prohibición de métodos de tortura en los
interrogatorios y el levantamiento de las sanciones a Irán a cambio de
la finalización del programa nuclear, mientras Bolton, también acérrimo
crítico de la administración Obama, hablaba de luchar unilateralmente en
Siria contra el ISIS para crear un nuevo Estado en el territorio que
ocupaba esta agrupación terrorista y luego prepararse para la guerra con
Irán [7].
Este último, de la línea dura del establisment,
abogó también por bombardear a Corea del Norte para detener su programa
nuclear, esta línea de acción fue un punto de coincidencia entre Pompeo y
McMaster, conocida como la estrategia de “narices ensangrentadas”.
Sin embargo el conflicto no queda allí, pues se dice que una de las
principales tareas de Bolton es reposicionar el sector que fue aislado
de la Casa Blanca una vez que el general McMaster asumiera el cargo de
asesor de seguridad al suceder a Michael T. Flynn, general retirado,
suscrito a la línea conservadora y aliado de Bolton [8].
Así,
el controvertido James Bolton buscaría instalar un Consejo de Seguridad
Nacional, integrado, en su mayoría por la ‘línea dura’ de las agencias
gubernamentales de los EE. UU., activas en esta esfera con el fin de
frenar la tendencia globalista y revertir la tarea de McMaster que
dirigía la política exterior hacia campos convencionales acompañado por
ejemplo de Nadia Schadlow, autora principal del documento de la ESN de
la actual administración.
También es importante mencionar que
unos días antes de despedir a Tillerson, Trump ordenó recortar el
presupuesto a los programas adscritos al Departamento de Estado como lo
son, la USAID y el Fondo Nacional para la Democracia (NED, por sus
siglas en inglés) [9].
Hubo voces que decían que eso significa
una “desestructuración” del sistema de “promoción de la democracia”
creado por Ronald Reagan por allá por los 80 en Latinoamérica, Eurasia y
África, pero muy al contrario, creemos que es un mecanismo para
centralizar los recursos y manejarlos de forma más controlada por el
Departamento de Estado liderado ahora por Pompeo.
Es
preocupante pues el posicionamiento de la dupla Pompeo-Bolton unos meses
antes de que Trump haga presencia en Latinoamérica por primera vez.
Lamentablemente, la posibilidad de que la administración estadounidense
tenga una postura moderada hacia esta región, es cada vez menor.
Latinoamérica en la mira
Acabamos de revisar el escenario interno de la Administración Trump, ahora hagamos una revisión al escenario regional.
Como mencionamos en artículos previos, EEUU se encuentra liderando
diversos frentes de acciones contra sus adversarios más importantes,
cómo lo son Rusia y China, actores que han podido socavar la política
injerencista en Medio Oriente y se encuentran impulsando un nuevo
sistema intentando desplazar al dólar como divisa base de las
transacciones comerciales [10].
Esta guerra de influencias se
expresa a nivel regional en el continente americano teniendo presente
que Suramérica y el Caribe han sido la prioridad geopolítica de los
EE.UU. desde incluso antes de su conformación como república federal
soberana [11].
A partir del sobrevuelo de Tillerson por
Argentina, México, Perú y Colombia, comentado por nosotros en un
artículo anterior [12] comenzaron a aplicarse una serie de acciones de
modo unilateral por parte de países pertenecientes y aliados al Grupo de
Lima así como otras acciones en el plano colectivo dirigidas
principalmente contra Venezuela.
Acciones colectivas
En el plano colectivo se pueden considerar las acciones casi
simultáneas de Guyana, Colombia y Brasil los cuales decidieron aplicar
medidas de refuerzo de las fronteras con Venezuela, alegando una
supuesta crisis humanitaria por la cantidad de migrantes venezolanos.
Por otro lado, se encuentra el Grupo de Lima, la alianza de varios
países de la región cuyo único objetivo es el cambio de gobierno en
Venezuela y, quienes luego de la gira de Tillerson, a través de la
ministra de asuntos exteriores de Perú, país anfitrión de la VIII Cumbre
de las Américas que se realizará el 13 y 14 de abril, declaró que
prohibirán la participación del Presidente Nicolás Maduro.
Acciones unilaterales
En el plano unilateral, podemos comenzar mencionando los encuentros que
se desarrollaron desde la segunda mitad de febrero, comenzando con la
visita de Kurt W. Tidd, comandante del Comando Sur a Colombia.
Dicha reunión lo sucedió un anuncio de la USAID organismo adscrito al
Departamento de Estado, de desembolsar 2.5 millones de dólares a
Colombia por concepto de "ayuda humanitaria" a migrantes venezolanos.
Por otro lado, días después, representantes del Comando Sur de Estados
Unidos (EE.UU.), Joseph P. DiSalvo, y la asesora de Política Exterior,
Liliana Ayalde, hicieron una visita a Ecuador. Dicho encuentro se
produce meses despues de que Thomas Shannon ex subsecretario para
Asuntos Políticos del Departamento de Estado, se reuniera con el
presidente ecuatoriano Lenin Moreno lo cual pudiese significar un viraje
de ese país hacia Norteamérica luego del periodo de la Revolución
Ciudadana dirigida por Rafael Correa.
“Culpa de Venezuela”
Estos dos encuentros pueden representar un intento de la administración
Trump de reforzar su posición regional, trastocada desde principios del
siglo XXI con el acercamiento de Rusia y China a Latinoamérica,
promovido por el 'ciclo progresista' donde más de 10 gobiernos de
izquierda se articularon bajo la idea común de consolidar la integración
regional y reducir la dependencia de la hegemonía estadounidense para
lo cual se inició un proceso de diversificación de alianzas con
Euroasia, Medio Oriente y África en el marco del relacionamiento
Sur-Sur.
Uno de los máximos promotores de esta política ha sido
Venezuela que desde el gobierno de Hugo Chávez ha priorizado dos líneas
primordialmente: 1. La conformación de diversos bloques en la región que
disputan la unilateralidad de EEUU expresada en el sistema
interamericano y 2. Diversificar las alianzas con Estados de otras
regiones como Europa oriental, Asia y África. Es por esa razón que una
de las máximas prioridades de la política de EEUU para Latinoamerica es
eliminar desde la raíz al proyecto bolivariano impulsado por Venezuela
donde se disputarán en mayo unas elecciones presidenciales.
De
esta forma, Trump busca darle un golpe a la mesa, acompañado de más de
500 soldados que pisaran territorio peruano [13] y de esa manera mostrar
presencia y “obligar” a sus competidores geopolíticos a retroceder en
su zona de influencia que considera como su "espacio vital".
Posibles líneas de acción en la VIII Cumbre de las Américas
Así mismo seguramente EEUU y sus aliados locales buscarán en la VIII
Cumbre de las Américas realizar una serie de acuerdos que refuercen las
sanciones al Estado venezolano a nivel regional.
Estos acuerdos
cumplirán una fusión cohesionadora de los países de la Alianza del
Pacífico y Grupo de Río con el gigante del norte, puesto que éste,
lideraría una política común contra un “enemigo” único, Venezuela, a la
cual, el gobierno de Trump percibe como el máximo exponente de la
influencia de China y Rusia
Para el gabinete norteamericano
revertir la tendencia hacia un mundo multipolar es una de las
principales tareas actualmente, sin embargo, el acercamiento de sus
rivales estratégicos sigue avanzando y seguirá en la medida de que los
países latinoamericanos busquen alternativas tecnológicas y de
financiamiento ante el unilateralismo de los EE.UU. quien se ve cada vez
más golpeado por las potencias emergentes.
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