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lunes, 23 de abril de 2018

Vanguardia

American Curios




David Brooks


Las mujeres son la vanguardia de la resistencia y rebelión en la era de Trump. Maestras, estudiantes, actrices, jornaleras, atletas, sindicalistas, entre otras, fueron las primeras en repudiar de manera masiva al nuevo régimen, y son las que podrían traducir la resistencia en cambio y con ello rescatar a este país.


Un presidente abiertamente misógino acusado de hostigamiento y abuso sexual por unas 20 mujeres, y que ha sido grabado hablando de su derecho, por ser famoso, a tocar los genitales de cualquier mujer, rodeado de otros que son cómplices en todo esto (incluidas varias mujeres), que promueve políticas formuladas por derechistas religiosos, ha detonado una respuesta masiva de mujeres en todos los ámbitos públicos. Vale recordar que la primera respuesta masiva a Trump fue la Marcha de las Mujeres al día siguiente de rendir protesta como presidente, cuando millones marcharon en Washington y otras ciudades y pueblos del país.

Dentro del ámbito formal del juego poítico, el número de mujeres que se han registrado o que han indicado que pronto serán candidatas electorales a nivel federal, estatal y municipal nunca ha sido mayor en la historia del país. Para los puestos federales hay por ahora 472 mujeres contendiendo para la Cámara de Representantes, y unas 57 para el Senado, casi el doble de las que se inscribieron para la pugna electoral de ambas cámaras en 2012. El número de mujeres que buscan una gubernatura también es sin precedente: 78. La abrumadora mayoría de las candidatas son demócratas, lo cual indica que la ascensión de Trump tiene mucho que ver con sus decisiones; muchas de ellas confirman eso, incluso varias dicen que esa fue la razón por la cual decidieron participar. Entre ellas, según expertos, también hay mayor diversidad de raza y con muchas más inmigrantes.

Hoy día, menos de 20 por ciento de curules en el Congreso están ocupadas por una mujer (del total de 535, sólo hay 22 en el Senado y 83 en la cámara baja), y todos esperan que eso cambiara en noviembre. Según EMILY’S List, organización demócrata de promoción de mujeres en el mundo político, unas 34 mil mujeres interesadas en concursar en elecciones a todos los niveles se comunicaron con la organización desde el día en que fue electo Trump. Stephanie Schrlock, directora de la organización liberal, declaró en una entrevista reciente que estas son mujeres que desean cambiar el panorama político para siempre, y que ella considera que esto es parte de la necesidad de salvar nuestra democracia.

El movimiento magisterial que está sacudiendo las regiones pobres y más republicanas del país está compuesto en su gran mayoría de mujeres; 77 por ciento de la fuerza laboral de educación son mujeres a nivel nacional. Las huelgas y movilizaciones que han sorprendido –y asustado– a las cúpulas en estados como West Virginia, Kentucky, Oklahoma y ahora Arizona por su militancia no sólo exigen alzas salariales y mejores beneficios para los maestros, muchos de los cuales han tenido que trabajar en empleos secundarios para sobrevivir, sino por una mayor inversión en la educación pública. Estudiantes, sobre todo niñas, han declarado que sus maestras son sus héroes, lo cual se ha manifestado en un creciente apoyo comunitario y, a la vez, una creciente alarma entre la cúpula política casi completamente masculina.

Hablando de estudiantes, Emma Gonzalez, de 18 años, sobreviviente del tiroteo masivo en la preparatoria en Parkland, Florida, y entre las líderes del nuevo movimiento estudiantil contra las armas los políticos que tanto las aman, fue seleccionada junto con cuatro de sus colegas por la revista Time la semana pasada como una de las 100 figuras más influyentes del año. Su discurso en la primera manifestación después de los hechos mortíferos se volvió viral, y su nueva cuenta de Twitter, @emma4change, ya tenía más seguidores a dos semanas de iniciarla que la de la @NRA, la Asociación Nacional del Rifle, una de las organizaciones más poderosas de este país.

Al mismo tiempo, el movimiento de hartazgo ante el hostigamiento, abuso y violencia sexual por hombres poderosos en todos los ámbitos –en la política (empezando con el ocupante de la Casa Blanca), en Hollywood (todo empezó con revelaciones obtenidas por periodistas sobre el famoso productor de cine Harvey Weinstein), en el mundo de la moda, el de los museos, en danza, en universidades y más– continúa sacudiendo a fondo a las principales instituciones e industrias del país, y sigue evolucionando en un movimiento bautizado con los hashtags #MeToo y #TimesUp.

Y una mujer ha generado cada vez mayor preocupación para el ocupante de la Casa Blanca: Stormy Daniels, cuyo nombre real es Stephanie Clifford, es la estrella de pornografía cuya lucha para anular un acuerdo para guardar silencio sobre su relación sexual con Trump ayudó a ampliar la investigación sobre posibles maniobras ilícitas del abogado personal del presidente. Daniels, por rehusar callar, ha sido blanco de ataques y amenazas por fanáticos trumpistas, pero ella ha respondido con gran franqueza, recientemente comentó: no siento vergüenza, no me pueden bulear. Daniels informó que si gana su demanda contra Trump y su abogado, a nombre de ellos donará los 130 mil dólares que le pagaron por su silencio a Planned Parenthood, la organización de servicios de salud para mujeres sin recursos. Algunos indican que es posible que el último capítulo de esta presidencia será titulado: actriz porno rescata la República.

Hay voces desde hace más de 150 años que regresan como ecos contemporáneos para responder a argumentos igual de añejos. La ex esclava y líder afroestadunidense Sojourner Truth, en un discurso en Ohio en 1851 sobre la igualdad, comentó: Entonces un pequeño hombre vestido de negro allá atrás, él dice que las mujeres no pueden tener los mismos derechos que los hombres, ¡porque Cristo no fue mujer! ¿De dónde llegó tu Cristo, pero de dónde llegó tu Cristo? ¡De Dios y una mujer! El hombre no tuvo nada que ver con Él.

La vanguardia es sustantivo femenino.

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