El derechista Mario Abdo Benítez obtuvo un apretado triunfo en las elecciones presidenciales en Paraguay y el partido Colorado podrá gobernar cinco años más: Cuando el comando de campaña de su rival centroizquierdista Efraín Alegre, habló de un empate técnico por la escasa diferencia de votos, el presidente del Tribunal Electoral, Jaime Bestard, dictaminó que el resultado era irreversible.
Con más del 97% de las mesas escrutadas, el candidato oficialista logró el 46,4% de los votos, mientras que con el 42,7% lo siguió Alegre. En estos comicios también se eligió un nuevo Congreso (donde las cifras preliminares señalan 17 senadores para los colorados, 12 para los liberales y apenas tres para el Frente Guasú) y los gobernadores de los 17 departamentos (13 colorados –uno más que en 2013-, tres liberales y una para Ganar).
Con más del 97% de las mesas escrutadas, el candidato oficialista logró el 46,4% de los votos, mientras que con el 42,7% lo siguió Alegre. En estos comicios también se eligió un nuevo Congreso (donde las cifras preliminares señalan 17 senadores para los colorados, 12 para los liberales y apenas tres para el Frente Guasú) y los gobernadores de los 17 departamentos (13 colorados –uno más que en 2013-, tres liberales y una para Ganar).
Mario
Abdo Benítez, hijo del secretario privado del dictador Alfredo
Stroessner, ganó con una diferencia de menos de cuatro puntos
porcentuales sobre el liberal Efraín Alegre, de la Gran Alianza Renovada
(Ganar), a quien apoyó la coalición de centroizquierda Frente Guasú,
que encabeza el expresidente Fernando Lugo. Su victoria fue muchísimo
más estrecha de lo proyectado por los sondeos previos.
Unos 4,2
millones de ciudadanos estaban habilitados para votar (de siete millones
de paraguayos) entre 10 fórmulas presidenciales inscriptas, para elegir
al sucesor de Horacio Cartes, quien llega al final de su mandato con un
escaso 23% de aprobación y una fortuna personal aumentada. A los 46
años, Marito, como lo llaman, sucederá a su correligionario Horacio
Cartes, a quien enfrentó en la compulsa interna partidaria. El
presidente había respaldado a su ex ministro Santiago Peña.
Abdo
ingresó a la política partidaria en 2004, de la mano del empresario
Juan Alberto Ramírez Díaz de Espada, propietario de la firma ADESA y el
ingenio Santa María. Rápidamente Adbo fundó su propio sector interno, el
movimiento Paz y Progreso, siguiendo una consigna de Alfredo
Stroessner, junto a un nieto del dictador, Alfredo Goli Stroessner.
Empresario
de la construcción, Abdo Benítez es dueño de dos empresas que se han
beneficiado con contratos con el Estado paraguayo. Almacenamiento y
Distribución de Asfalto (Aldía SA) fue creada en 1997 y entre 2010 y
2014 obtuvo contratos con el Ministerio de Obras Públicas y la
Municipalidad de Asunción por 18,5 millones de dólares.
También
es propietario de Creando Tecnología SA (Createc SA), fundada en 1998
con su esposa de entonces Fátima Díaz Benza, que facturó al Estado, en
el mismo periodo, otros 3,8 millones de dólares. Pero los contratos con
el ministerio de Obras Públicas cesaron al distanciarse del presidente
Cartes, para liderar la disidencia interna.
Paraguay, que
salió de 35 años de dictadura en 1989, ha vivido bajo la hegemonía del
partido Colorado durante los últimos 70 años, con la sola excepción del
gobierno del exsacerdote y ex presidente progresista Fernando Lugo
(2008-2012), quien fue destituido en un juicio político un año antes de
completar su mandato, con el voto de los liberales, hoy sus aliados
electorales.
El diario conservador ABC Color señaló en su
editorial que cuando Marito deba empezar a cumplir con lo que prometió
como candidato, ahí encontrará el problema, tras indicar que Abdo ha
identificado en su plan de gobierno factores reales y preocupantes en la
política del desarrollo como la creciente pobreza y desigualdad, que
afecta a más de la mitad de la población, la galopante inseguridad
–ciudadana y jurídica–, falencias en las áreas de salud y educación,
entre otros.
La peor herencia que recibe –dice ABC -es la
que le deja su homólogo saliente: la captura del sistema político
paraguayo por parte de grupos mafiosos de interés político y económico
bien organizados, los que de la mano del presidente Horacio Cartes han
logrado cooptar al Poder Legislativo y al Judicial, así como a
instituciones jurisdiccionales clave de la República, como la Fiscalía
General y la Contraloría. Todo, con la finalidad de gobernar el Estado
paraguayo como una empresa fraudulenta, añade el editorial.
El coloradismo ya no es garantía
Pero
no se puede hablar de un solo coloradismo. Un sector importante de la
oligarquía tradicional (sector exportador/importador, no vinculado a las
mafias del contrabando y narcotráfico) desconfía del instrumento
político conducido por Cartes, pero no del partido.
Otro
grupo ligado a los narconegocios vinculados al cartismo, apuesta a que
su líder pueda retornar al poder si la Asamblea Constituyente a
convocarse el año próximo permite la reelección del Presidente; y un
tercer sector, formado por la oligarquía terrateniente, tradicional, ya
no confía en el Partido Colorado como garante de sus intereses de clase.
El
Partido Colorado es el que maneja los aparatos institucional, judicial y
policíaco, que posibilita el contrabando y el narcotráfico en Paraguay,
utilizados por Cartes para, mediante una dedocracia financiera, hacerse
de cuánto negocio privado pudiera favorecer a sus empresas, señala el
analista Daniel Feipeler. Es el coloradismo el que garantiza la
intromisión militar estadounidense, con la excusa de la lucha antinarco,
en una localización central para el control del Cono Sur y sus recursos
naturales, añade.
Paraguay, un país rico en
hidroelectricidad –con convenios que el nuevo gobierno debe renegociar
con Brasil y Argentina- pero sin salida al mar, no logra reducir su alto
índice de pobreza.
Uno de los saldos de la década de los
gobiernos progresistas en la región es no haber sabido ni podido
construir a tiempo cuadros políticos y figuras electorales de recambio.
Pareciera que la relación directa entre el líder popular (Fernando Lugo)
y su pueblo representa tanto una fortaleza como una debilidad (la
dependencia del proceso de transformación respecto a que el liderazgo
pueda revalidarse en las urnas). Y como vimos en Brasil, Argentina,
Ecuador, entre otros países de la región, la derecha golpea sobre esa
debilidad.
El Frente Guasú, ante la imposibilidad de la
candidatura de Lugo, evaluó sus márgenes de acción: presentarse con
lista pura; conformar una Alianza con sectores conservadores y
liberales, o conformar una alianza con partidos pequeños para tratar de
salir del bipartidismo histórico con una tercera posición, pero sin una
opción real de ganar.
Si bien la plataforma electoral de
la Alianza GANAR es más progresista que la que llevó a Lugo en 2008 a la
presidencia, hay una diferencia importante entre una plataforma
electoral y el desarrollo del programa político una vez en el poder. Sin
embargo, esta opción también puede suponer una construcción más amplia y
sostenible en el tiempo, con vocación de poder.
La opción
de una alianza con sectores de derecha provocó que varios partidos
políticos y sectoriales se alejaran del Frente Guasú por entender que
significaba entregar las banderas y principios de la concertación. El
desafío de la izquierda, tras esta experiencia electoral fallida, está
ahora en sostener en el tiempo una mirada de articulación de intereses
sociales y populares, superando la debilidad planteada con respecto a la
relación líder-masa y la imposibilidad constitucional de la candidatura
directa de Lugo.
Efraín Alegre, un abogado de 55 años que comenzó
su actividad política en oposición a la dictadura, intentaba por
segunda vez acceder a la presidencia. En 2013 solamente tuvo el apoyo de
su partido Liberal, y perdió frente al actual mandatario.
Además
de mandatario y vice, se eligieron 45 senadores (más 30 suplentes), 80
diputados, 17 gobernadores, 17 juntas departamentales y los 18 miembros
del Parlamento del Mercosur. Entre los candidatos a senadores, se
encontraban tres ex presidentes: Cartes, y sus antecesores Nicanor
Duarte Frutos y Fernando Lugo.
Celso Guanipa Castro
Periodista y politólogo paraguayo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico
(CLAE, www.estrategia.la )
https://www.alainet.org/es/articulo/192428
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