EEUU en la Cumbre de las Américas
CELAG
América Latina ¿no interesa?
La
anulación del viaje de Trump a Lima y su visita a Colombia es analizada
por think tanks y la prensa hegemónica como muestra de la falta de
interés real de su Gobierno por Latinoamérica. En esta línea, Michael
Camilleri, exdiplomático de EE. UU. y director del programa de Estado de
Derecho en Inter-American Dialogue, afirmó que “dejar pasar esa
oportunidad sí tiene que entenderse como una señal de que esta región no
es una prioridad”.[1] El discurso frecuente de la “poca importancia” de
la región carece de argumentos si tenemos en cuenta, por ejemplo, los
documentos relacionados a la defensa y seguridad de la actual
administración estadounidense. Sumamente ilustrativa al respecto es la
última estrategia del Comando Sur al afirmar que “en términos de
proximidad geográfica, comercio, inmigración y cultura, no hay otra
parte del mundo que afecte más la vida cotidiana de los Estados Unidos
que América Central, América del Sur y el Caribe”[2].
Las reuniones del vicepresidente Pence
En
lugar de Trump, asistió el vicepresidente Micke Pence, quien procuró
mantener reuniones “aparte” con los presidentes Macri (Argentina),
Santos (Colombia), Piñera (Chile) y Vizcarra (Perú). El sábado se reunió
también con representantes de los países caribeños.[3] Estos encuentros
bilaterales incluyeron temas comerciales y diplomáticos para forzar un
cambio de régimen en Venezuela por parte de los Gobiernos de “la media
luna” sudamericana. Un dato importante es que el vicepresidente también
se reunió con líderes de la oposición venezolana y cubana.[4]
Con
especial énfasis, el Grupo IDEA, conformado por los expresidentes Óscar
Arias de Costa Rica, José María Aznar de España, Nicolás Ardito
Barletta de Panamá, Belisario Betancur de Colombia, Felipe Calderón de
México, Rafael Ángel Calderón de Costa Rica, Laura Chinchilla de Costa
Rica, Alfredo Cristiani de El Salvador y Fernando de la Rúa de
Argentina, participó del ataque internacional contra el Gobierno
venezolano y firmaron una declaración sobre Venezuela a propósito de la
Cumbre de las Américas[5], en la que solicitaron el desconocimiento de
las elecciones, la ampliación de las sanciones contra funcionarios,
asistencia humanitaria, investigaciones ante la Corte Penal
Internacional y el retiro de embajadores venezolanos en el mundo, entre
otras solicitudes de este tenor.
El problema: Venezuela
Pence
destacó que Cuba y Venezuela son países donde no se elige a los
gobernantes y presionó a los asistentes de la Cumbre para que Venezuela
regrese a la democracia”.[6] Vale destacar que esto forma parte de lo
establecido en la estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU. diagramada
para este año. Según la vocera del Departamento de Estado, Lydia
Barraza, el vicepresidente viajó a Perú para “lidiar con la crisis
venezolana”, hablar sobre la “protección de la democracia en las
Américas”, los valores democráticos que comparten los países miembros de
la OEA y “la importancia para elegir a sus líderes”, sin dejar claro a
qué se refería exactamente con esto último.
La estrategia parece
estar centrada en consolidar el Grupo de Lima[7] y ejercer más presión y
aislacionismo contra Venezuela y, sobre todo, buscar el reconocimiento
internacional al argumento de que “Venezuela es una dictadura”. En el
marco de esta “cruzada por la democracia” Pence anunció que EE. UU.
destinará 16 millones de dólares para los venezolanos emigrados a
Colombia y Brasil.[8] A esto se suma la amenaza de la implementación de
“más sanciones, más aislacionismo y más presión diplomática”.[9]
Durante
el mes de marzo, los países del ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos) habían
declarado el rechazo a la exclusión del presidente Maduro de la
Cumbre[10]. Ante la ausencia del presidente venezolano, el presidente
Evo Morales[11] de Bolivia y el canciller cubano[12] expresaron
contundentes defensas del Gobierno de Venezuela, en tanto remarcaron la
ilegitimidad de la exclusión de un mandatario elegido
constitucionalmente y el doble rasero ante actuaciones poco democráticas
como la que ocurría horas antes de comenzar la Cumbre, con el ataque
unilateral a Siria por parte de Estados Unidos.
El acompañante
Junto
a Pence apareció Marco Rubio -uno de los principales asesores del
presidente en asuntos relacionados a las Américas- quien ha convocado
una audiencia en el senado sobre la Cumbre[13]. En esta ocasión,
manifestó que espera que el vicepresidente exponga su compromiso de
asociarse activamente con los aliados regionales en tres iniciativas
importantes:
Alianzas regionales de seguridad para enfrentar redes criminales transnacionales.
Garantizar el tratamiento justo de las empresas y empresas de EE. UU. en la región.
Promover a los EE. UU. como socio prioritario frente a actores
estatales externos como China y Rusia, que participan activamente en
prácticas comerciales desleales y predatorias en la región y en todo el
mundo.
En relación a Venezuela, Rubio “alentó” al vicepresidente
a delinear varias iniciativas para promover la “restauración de la
democracia y terminar con el sufrimiento del pueblo venezolano.
El otro problema: “la corrupción” (advierten los empresarios)
A
petición de Vizcarra (presidente peruano), los gobernantes asistentes a
la Cumbre firmaron el compromiso de “Gobernabilidad democrática contra
la corrupción”. El documento consta de 57 puntos sin ser vinculante con
las leyes de los países miembros, sin embargo, sí propone “adoptar un
marco legal para responsabilizar a las personas jurídicas (entidades,
empresas) por actos de corrupción”.[14] Este tema es trascendental pues
en Brasil, Perú, Ecuador y México se detectaron actos de corrupción
millonarios ligados a la empresa Odebrecht y en el caso brasileño
desembocó en el golpe de Estado contra Dilma Rousseff –con escasas
consecuencias para la trayectoria de los privados implicados en la
causa-.
Precisamente, desde el sector privado, líderes
empresariales que asistieron a la cumbre también presentaron un
documento de 42 recomendaciones titulado “Acción para el crecimiento:
recomendaciones de políticas y plan de acción 2018-2021” enfocándose en
cinco áreas clave:
Fortalecimiento de la transparencia y la integridad.Digitalización del crecimiento (mayor aceptación de pagos digitales).Comercio del futuro (infraestructura multimodal y conectada).Energía para el desarrollo (mejoras en la eficiencia, costo, confiabilidad y producción eléctrica).Habilidades para el futuro del trabajo (mejorar la calidad de la educación y programas de capacitación).[15]
Dicho
plan está en sintonía con la política exterior estadounidense hacia la
región en cuanto a temas energéticos se refiere, cambios en los planes
de estudio y fortalecimiento de la educación, la USAID (Agencia de los
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, por sus siglas en
inglés) tiene programas al respecto. Sobre el comercio del futuro es
sabido que los países que conforman el bloque Alianza del Pacífico
habían comenzado la modernización de puertos clave debido a su inserción
en el TPP. En efecto, este se abordó, aunque de modo subsidiario, a
raíz de la declaración de Trump de reincorporarse al TPP. Ante la Cumbre
Empresarial, Peña Nieto mencionó que “EE. UU. tiene las puertas
abiertas para regresar al TPP”.[16] Cabe recordar que EE. UU. se salió
del TPP cuando asumió Trump la presidencia. La principal razón fue que
era “un acuerdo muy malo para EE.UU.”.
A más de un año de estas
declaraciones, el Gobierno de EE.UU. pretende reforzar su economía en
sectores clave de la industria metalúrgica y manufacturera, pero sobre
todo aquella ligada al complejo militar-industrial. Esta estrategia
proteccionista en sectores clave de la economía se combina con la
presión para la apertura de mercados en países subdesarrollados, el
reposicionamiento de sus bases militares en territorios estratégicos,
una escalada armamentista con Rusia y una guerra comercial contra China
(y Rusia). Este esquema contribuye a calentar el escenario en medio
oriente.
América Latina no es ajena a este proceso de
reconfiguración de la geopolítica internacional. Sigue siendo territorio
de recursos energéticos, materiales estratégicos, agua, biodiversidad y
mercados fundamentales para la economía estadounidense. Por eso, con o
sin la presencia de Trump, en la Cumbre se volvió a dejar en claro que
EE.UU. sigue siendo el “guardián de la democracia” en este continente.
Notas:
[13] https://www.rubio.senate. gov/public/index.cfm/press- releases?id=F822CFB0-6637- 4C34-A30D-37FB4461C38C
Tamara
Lajtman, Aníbal García y Giordana García Sojo son investigadoras del
Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG)
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