Ángel Guerra Cabrera/II
La sucesión
presidencial en Cuba ha estado marcada por la continuidad de la
revolución y el socialismo como objetivo principal del nuevo gobierno.
También por la anticipada planificación del tránsito generacional. No
dejar al espontaneísmo la idoneidad y representatividad en los cargos
electivos y no electivos. Cuidar que reflejen la composición social,
etaria, de género y étnica del país: jóvenes, mujeres, negros, mestizos,
científicos, intelectuales y personas de la tercera edad. Es lo más
democrático y es crucial porque los gobernantes cubanos deberán
continuar lidiando por tiempo indefinido con la hostilidad de Estados
Unidos. Hacerlo requiere de los líderes y órganos dirigentes una
combinación de firmeza en los principios y flexibilidad política de la
que ningún improvisado es capaz. Contrariamente a lo que podría pensarse
desde una postura liberal, en la isla este proceso y el de toma de
decisiones, no sólo son muy democráticos; pueden serlo cada vez más. Así
se plasmará en la nueva Constitución de la república, cuyo proyecto
será consultado a los electores y luego sometido a referendo.
Ello se desprende de los complementarios y fundamentales discursos
pronunciados después de la elección del Consejo de Estado, por el nuevo
presidente Díaz-Canel y por Raúl Castro en su condición de primer
secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) hasta 2021. Como también
es evidente la inconformidad y aguda mirada autocrítica de Raúl y
Díaz-Canel con lo logrado. Igual, quien hable con personas del pueblo
llano, con profesionales, intelectuales y artistas, e incluso con los
nuevos pequeños empresarios privados, sabe que sus frecuentes opiniones
críticas van, en su mayoría, dirigidas a preservar las conquistas
revolucionarias y perfeccionar la construcción socialista. Ellos no
desean el regreso al capitalismo. Instrumento probado e imprescindible
de unidad y cohesión nacional, continuará el papel del PCC como fuerza
dirigente superior de la sociedad.
Con la ratificación de Esteban Lazo como presidente, Ana María Mari
Machado, vicepresidenta, y Miriam Brito, secretaria, la Asamblea
Nacional del Poder Popular (ANPP) se dota de su órgano directivo. Esta
elección y la del Consejo de Estado, su presidente, seis vicepresidentes
y secretario ha sido precedida de un proceso electoral muy
participativo. En este caso el proceso ha durado 10 meses, desde que en
junio de 2017 el Consejo de Estado anunció la convocatoria a elecciones
generales. Esto implica, como primer paso, la elección de los delegados
de circunscripción (concejales) realizada el 22 y 29 de octubre, la
segunda fecha para los casos en que se requirió una segunda vuelta por
no haber alcanzado más de 50 por ciento de los votos ninguno de los
candidatos. Los delegados de circunscripción conforman las Asambleas
Municipales del Poder Popular (AMPP) y son electos entre dos o más
nominados por los vecinos en asambleas. En estos comicios fueron
elegidos 12 mil 215 delegados entre 27 mil 271 candidatos.
El 11 de marzo de 2018 resultaron electos mil 265 delegados a
las Asambleas Provinciales del Poder Popular y 605 diputados a la ANPP
(Parlamento unicamaral) previamente nominados por las AMPP. De ellos,
47.4 por ciento son delegados de circunscripción. A estos pasos los
antecedió la constitución de las comisiones electorales y las comisiones
de candidatura desde la circunscripción a la instancia nacional, y sus
intensos procesos de capacitación. El proceso se guía por lo dispuesto
en la Constitución y la ley electoral y las comisiones las forman
representantes de todas las organizaciones de masa, incluyendo de
mujeres, vecinos, las centrales sindical, campesina y las organizaciones
estudiantiles. Imposible explicar en este espacio todos los detalles
que muestran la riqueza política y carácter democrático de este proceso.
La participación en las elecciones del 11 de marzo, en un país donde
el voto es voluntario, fue de 85.65 por ciento, superior a la de las
elecciones de 2012-2013 y probablemente la más alta del mundo. Los votos
válidos ascendieron casi a 92 por ciento. El parlamento quedó integrado
por 59.34 por ciento de blancos, 40.66 de negros y mestizos y 53.22 de
mujeres.
Cuba continuará con una política exterior independiente, solidaria,
latinoamericanista, favorable a la unidad e integración de nuestra
América, a la paz mundial y al multipolarismo. ¿Quién dijo que Fidel ha
muerto? Sus ideas, vivas y llamadas a ser enriquecidas, continúan
trazando el presente y el futuro de la patria.
Twitter:@aguerraguerra
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