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sábado, 28 de abril de 2018

Un general que no sabe lo que es la democracia



Emir Sader

Un general brasileño ha manifestado preocupación con la democracia, con lo que se demuestra que no sabe lo que es. Antes de todo, porque no le toca a un general manifestar preocupación por la democracia. Lo cual, por sí solo, es antidemocrático, no está entre sus funciones. El general debiera estar preocupado por la protección de las fronteras del país respecto del tráfico de drogas y de armamento, entre otras funciones.

Pero el general tampoco conoce la historia de Brasil, en particular en lo que atañe a la democracia. La última vez que generales manifestaron preocupación por la democracia, se valieron de esa supuesta preocupación para destruir, de la forma más brutal precisamente a la democracia en Brasil. Así empezó el periodo más sombrío de la historia del país, que duró 21 años y que destrozó todo lo que había sido construido de democracia en Brasil.

Bastaría que el general leyera los libros de historia para darse cuenta de lo que no es democracia, producto de la acción de sus colegas de institución. Todo ha empezado con actitudes como esa, de preocupación militar por la democracia, que ha llevado a todo lo negativo que se ha abatido sobre el país.
Al mismo tiempo que el general no conoce a Brasil. La democracia fue violentada, hace pocos años y, al parecer, el general no se ha dado cuenta, cuando el voto popular no es respetado y una presidenta fue impedida de ejercer el mandato para el cual había sido relegida democráticamente. Por lo que se sabe, el general no manifestó ninguna preocupación por la democracia en aquel momento.
Más recientemente, un ex presidente, el único hombre público que tiene la confianza de la gran mayoría del pueblo, porque ha gobernado de la forma más democrática a Brasil, saliendo del gobierno con 87 por ciento de apoyo, fue condenado sin haber cometido ningún crimen y sin que exista ninguna prueba de irregularidades que él hubiera cometido. Por lo que se sabe, el general no se dio cuenta, una vez más, que la democracia estaba siendo destruida. Sus preocupaciones estaban en acusaciones sin fundamento de corrupción en contra de ese hombre público.
Si conociera a Brasil y a su pueblo, y supiera lo que es democracia, el general sabría que lo que amenaza a la democracia en Brasil es el hecho de que el país ha sido siempre, hasta hace poco, el país más desigual del continente más desigual de mundo, de que el país ha estado en el Mapa del Hambre de la ONU.
Si hubiera estudiado un poco el tema, sabría que la extrema pobreza, el hambre, las inmensas desigualdades, son incompatibles con la democracia, régimen en que todos debieran ser iguales frente a ley, pero que, en nuestras sociedades, son extremadamente desiguales.
Qué amenaza para la democracia es que los militares se pronuncien sobre el sistema político y amenacen con intervenir impunemente. En lugar de criticar a los subordinados que han cometido ese crimen en contra de la democracia, el general hizo declaraciones en la misma dirección.
Nunca hubo en Brasil un régimen tan corrupto como la dictadura militar, cuando los escándalos eran escondidos por la censura ejercida por los soldados en contra de los medios. La corrupción siempre ha existido en Brasil, todavía más en la dictadura castrense. Lo que amenaza a la democracia es la falta del ejercicio libre y soberano del pueblo para decidir los destinos del país, sin interferencias indebidas del Poder Judicial y sin amenazas de un nuevo golpe militar.
Desafortunadamente, las fuerzas armadas brasileñas han impuesto una amnistía para que se ignoren crímenes cometidos durante la dictadura, legitimando hasta la tortura, crimen imprescriptible, por el derecho internacional. Brasil ha quedado, hasta hoy, en la contramano de ese derecho, por mantener la herencia vergonzosa de la época de la dictadura militar.
Lo que las fuerzas armadas más temen son las Comisiones de la Verdad, como han manifestado sobre la intervención militar en Río de Janeiro. ¿Por que ese temor a la verdad? Deberían, al contrario, acatar las resoluciones de la Comisión de la Verdad sobre los crímenes cometidos durante la dictadura militar y asumir una profunda autocrítica, que incluya nunca más meterse en política ni manifestar cualquier preocupación, menos todavía amenazar volver a intervenir, que es la más grande amenaza a la democracia en Brasil.
La única forma de garantizar la democracia en Brasil son las elecciones directas y libres, dejando en manos del pueblo el derecho de decidir, sin injerencias ni de jueces, ni de militares, los destinos del país. En ese caso Brasil volvería a tener una democracia sin ningún tipo de tutela.

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