Perú
Luego de días tensos, culminaron en Lima los dos más esperados eventos en lo que va del año: la Cumbre de las Américas, prevista por los gobiernos en el marco de la OEA; y la Cumbre de los Pueblos,
convocada por las organizaciones sociales y políticas de nuestro país,
con la idea de esbozar un camino distinto al trazado por la clase
dominante.
El primero de estos certámenes era no una reunión de
países, sino de Jefes de Estado y de Gobierno. La suma total era,
originalmente, de 35, pero uno de ellos fue excluido por orden expresa
de la Casa Blanca, sumisamente acatada por el gobierno peruano. Quedaban
34; pero finalmente arribaron 12. Otros, acreditaron representantes de
menor nivel y hasta hubo quien hizo acreditar a su hija dándole una
jerarquía administrativa que la prensa servil y obsecuente admitió como
una gracia. Donald Trump –el amo yanqui- no concurrió y tuvo el descaro
de admitir que su ausencia, se debería a su intención de preparar la
guerra contra Siria.
Los países del Alba, no vinieron; y otros
importantes, dejaron de asistir quizá en rechazo a la discriminación
ridícula impuesta contra el Presidente Nicolás Maduro. Así, no
estuvieron los mandatarios de Nicaragua, El Salvador, Cuba y Uruguay;
pero tampoco los Jefes de Estado de Paraguay, Haití, República
Dominicana y otros países. Concurrieron, si, quienes, cuya sola
presencia era una socarrona ironía: para tomar medidas contra la
corrupción, estuvieron Peña Nieto, Temer, Macri, y algunos más. Moreno,
el mandatario ecuatoriano, debió irse apenas llegó, noticiado de la
aciaga suerte de tres rehenes que él se resistió salvar.
Los organizadores de la cita aseguran que “fue un éxito”.
Y arguyen tres razones: Estuvieron 33 países, emitieron una declaración
común y articularon su rechazo al gobierno de Venezuela. Por un éxito
como este, hace muchísimos años, Pirro, el rey Persa, dijo los suyos: “otra victoria así, y estamos perdidos”.
Si claro, si de 34 convocados concurren 12 y el resto vino acreditado
por delegados, nadie en su sano juicio, puede hablar de “éxito”. ¿Hubo
una declaración “de consenso”? y cómo no. Si se trataba de condenar la
corrupción, ¿alguien podría negarse a firmar el documento? Ni Peña Nieto
-ni Temer- se habrían atrevido a estar en contra, ni a decir que ellos
sí, eran partidarios de la corrupción. Y lo de la “condena a Venezuela”
resulta aún más falso. Hubo un documento distinto suscrito sólo por 16
países –menos de la mitad de los esperados- que opusieron su firma en la
base de ese papelote que quisieron hacerlo posar como “Declaración de
la Cumbre” con la complicidad de la “prensa grande”. También allí
fracasaron.
La otra Cumbre –la de “los Pueblos” fue
mucho más productiva. No sólo generó amplios debates, espacios
unitarios, dialogo fructífero y voluntades comunes; sino también
importantes movilizaciones sociales y de masas. El acto inaugural –en la
Derrama Magisterial- el martes 10 fue, sin duda, muy representativo. La
Marcha Antiimperialista del jueves 12 por las principales avenidas de
la ciudad, fue la más grande de ese signo en lo que va del siglo XXI,
superada tan sólo por acciones de orden interno; como la lucha contra la
corrupción y la Mafia APRO-KEIKISTA. Y el “cierre” el sábado 14 en la
explanada del Rectorado de la Ciudad Universitaria de San Marcos, un
ejemplo de arte, cultura y solidaridad manifiesta.
Cuba,
Venezuela, Bolivia brillaron con luz propia. Pero junto a ellos
estuvieron jóvenes de todos muchos países: Chile, Paraguay, Colombia,
Ecuador, Costa Rica, Panamá, Guatemala, El Salvador; para citar sólo
algunos
La “Prensa Grande” –escrita, radial y televisada- pretendió ocultar los eventos, pero se dio cuenta que eso, no era posible. Entonces buscó “embolsarlos”.
Pero perdió la batalla en el intento. Atilio Borón –el prestigiado
filósofo argentino- dio clases de paciencia y sabiduría ante un panel
obtuso, integrado por Aldo M., Fernando Carvalho y Patricia del Rio. Y
el Canal 31 -Phillips Butthers- debió suspender su programación prevista
para el viernes 13 porque su “invitado especial” -el jefe de la página
editorial de un calificado diario- no quiso debatir conmigo sobre el
tema Venezuela y otros, referidos a la Cumbre. En suma, mostró la
horfandad de sus raídas banderas.
Bien podemos considerar
exitosos los eventos de la Cumbre de los Pueblos. Pero aun ellos
pudieron -y debieron- ser mejores. No tiene sentido, sin embargo esbozar
reproches. Se hizo lo que se pudo, y no siempre lo que se quiso. Y lo
que ocurrió en los días transcurridos entre el 10 y el 14 de abril,
constituye una apreciable experiencia para todos.
Ahora, hay que mirar adelante. Consolidar la unidad lograda, pero ampliarla en dos sentidos: en extensión y en profundidad.
Mirando lo primero hay que acabar con la falsa polarización
discriminatoria. No tiene sentido insistir en diferenciar segmentos del
campo popular motejando a unos como “reformistas” y a otros como
“revolucionarios”. Otro será el momento para ese deslinde. Y ojalá que
cuando eso ocurra, unos y otros jueguen un buen papel en esta historia.
Tampoco tiene sentido relegar a alguien bajo el argumento falaz de que
apenas “es un caudillo”. Ojalá podamos unir a todos los caudillos tras
una misma bandera. Finalmente no hay que anteponer objetivos electorales
para el cumplimiento de tareas que son eminentemente políticas. Hay que
construir una base política solida y unitaria. Con ella -y solo con ella- podremos luchar en todos los terrenos, incluido el terreno electoral.
Y la Unidad tiene que proyectarse “hacia abajo”. Y no quedarse “en las
altas esferas”. Porque es abajo donde hay que luchar para unir al
pueblo, organizara las masas, crear conciencia y sentimiento de clase y
promover y alentar las luchas.
Más allá de las palabras, las
acciones marcarán el rumbo de nuestro pueblo. A los 80 años de la muerte
de Cesar Vallejo y a los 88 de la Partida del Amauta, hagamos honor a
los viejos ideales que ellos nos legaron.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario