La pupila insomne
Nuestra América
parece estar viviendo otra vuelta a las dictaduras, igual de feroces
–aunque con nuevo y variado estilo. Cuando, desde los 50 comenzaron a
emerger gobiernos nacionalistas, de corte progresistas, Estados Unidos
intensificó su método directo de invasión o de armar golpes de estado
manejando a las ultraderechas y gobiernos conservadores en los países
del Sur.
La influencia de la Revolución cubana –que trataron de
impedir a toda costa- se les fue de las manos, y desarrollaron entonces
desde el imperio, una amplia gama de métodos del horror; centenares de
intentos de magnicidio a los dirigentes de la revolución -especialmente a
Fidel-, bombardeos, quemas de cañaverales, y ataques a pueblos cercanos
al mar, sabotajes a la economía, infiltraciones de bandas armadas,
alimentación financiera y asesoramiento a organizaciones armadas en
Miami, entre otros derroches de imaginación macabra, todo esto con un
despliegue de campaña mediática demonizando a la Revolución.
Ante el eco que tenía en el Sur el ejemplo de Cuba desarrollaron su
Escuela de las Américas, fábrica de torturadores y asesinos de pueblos,
que alimentó la Operación Cóndor con el fin de aniquilar todo
pensamiento de izquierda, dando como resultado la desaparición y muerte
de cientos de miles de personas en todo el continente, una masacre
continental de dimensiones que aún no han podido calcularse.
Cuando sorprendió nuevamente un gobierno de izquierda, esta vez por vía
electoral, con el gobierno de la Unidad Popular en Chile 1970, la CIA
multiplicó y desarrolló sus métodos de desestabilización, hasta el golpe
de Estado militar, que terminó con el ataque por tierra y aire al
Palacio de La Moneda donde se encontraba el Presidente Constitucional
Salvador Allende. Al llegar otra nueva revolución en 1979, la
Sandinista, Nicaragua sufrió una guerra sucia de desgaste organizada
nuevamente desde la Casa Blanca.
El saqueo de América desde los
Estados Unidos tuvo nuevo aire con el neoliberalismo y su mecanismo
económico para amarrarnos sin salida: el ALCA; confiado en el monopolio
mediático y de información y de la expansión de su American way of life,
el imperio sintió que podía dejar que fluyeran las “democracias”, a fin
de cuentas la mecánica estaba clara: los partidos de magnates se
pasarían el cetro para repartirse el botín nacional, alternando de la
oficialidad a la oposición con un rótulo que diría liberales y
conservadores aunque se tratara siempre del mismo juego.
Pero
llegaron Hugo Chávez, y Lula, Correa, y los Kirchner, y Evo, y Mujica…y
llegaron los pueblos infiltrando sus representantes en la maquinaria
establecida para los ricos, y no lo pudieron creer; parecía el
imposible. Les tomó tiempo reaccionar ante la dimensión del problema,
habían inventado las “democracias” que ahora se les revertían. Se
centraron en Chávez con todo, incluyendo el golpe militar, pero no
pudieron, y creció la ola de una América Nuestra y Nueva; pasaron
entonces a la ofensiva, incrementaron la campaña global en las
transnacionales de los medios masivos, reforzaron la guerra económica,
desarrollaron los golpes “blandos” pero insuficientes; así llegó
Honduras y su golpe como también el golpe parlamentario en Paraguay,
además de muchos intentos infructuosos; pero la América sigue
integrándose y hay que parar eso, y parece que ha llegado la hora. La
orden a las oligarquías es tumbar sin barniz todo atisbo de izquierda, y
los viejos métodos se unifican: Argentina y Venezuela, en apenas unos
meses, han pasado a la contraofensiva de la derecha, sin piedad;
cerrando medios de comunicación (los pocos que tienen los pueblos),
despidos masivos, asesinatos y encarcelamiento de líderes, guerra
económica y paramilitarismo sin miramientos ni máscaras, abiertamente.
Echar a un lado toda simulación de “democracia”, hay que borrar a toda
costa ese izquierdismo integrador en el continente.
Por
supuesto que la Revolución cubana no está fuera del plan del imperio,
todo lo contrario: de manera que es líder espiritual, moral, y en la
práctica de todo este proceso integrador, y que no han encontrado en
casi 60 años la manera de derribarla (con todo ese variopinto y
sofisticado sistema de tumbar gobiernos), ahora dan el abrazo del oso,
con la política del “buen vecino”.
Como no tienen su filito en los medios masivos nacionales (cosa que han tratado desde Miami, y ahora están buscando “alternativamente” en el país
) y que en la economía no poseen a una oligarquía que les cree dentro
la guerra que desde afuera llevan décadas haciendo mediante el bloqueo,
quieren lograrlo por las “buenas”, por la seducción y la construcción de
una “ clase media ” que sirva a sus propósitos.
Pensaron que con sus migajas Cuba se mantendría al margen del
enfrentamiento a la contraofensiva que se recrudece contra los gobiernos
de izquierda latinoamericanos, lo cual sería un golpe moral a la
integración. Por supuesto que aceptamos el reto del diálogo y la
convivencia civilizada, y todo lo que pueda analizarse y mejorarse de
común acuerdo –de tú a tú- viene bien, ojalá quiten el bloqueo, se
retiren de la zona de Guantánamo que usurpan desde hace más de un siglo,
renuncien a financiar la subversión y que podamos llegar entonces a ese
status privilegiado de adversarios que se respetan y conviven en paz,
colaborando en todo lo que podamos para el bien de nuestros pueblos. Y
podemos incluso aspirar a más, no hay por qué pensar que este imperio
sea eterno.
No pudieron con garrote y no podrán con zanahoria.
No porque cambien de estrategia Cuba cederá en su empeño integrador
martiano, ni dejará de alzar su voz y su acción por los pobres de la
tierra y condenar los crímenes que se cometen contra los pueblos.
Como dicen Silvio y Pablo en su canción a la Revolución cubana:
No la perderé, ni la mayor riqueza arrancaráuna concesión a este clamor repartido.Y se encontraran los del machete aguerridocon el último héroe que hasta hoy se ha perdido.Todos gritarán: “será mejor hundirnos en el marque antes traicionar la gloria que se ha vivido”
Me he extendido con lo que pretendía ser una introducción a un
estremecedor texto de Joel Suárez, acerca del asesinato de la luchadora
indígena Berta Cáceres que quiero replicar.
BERTA INMENSA
Por Joel Suárez
Me levantó con sobresalto una llamada a las cuatro de la madrugada.
Desde Nicaragua un amigo español-nica-salvadoreño, internacionalista de
vieja data, amigo de todos y todas, en gritos de rabia y llanto, me
atravesaba con la terrible noticia. Ella fue de nuestra familia,
encontró en nosotros un hogar y solidaridad, no sólo en el Centro. Las
redes que animanos, la de educadores y educadoras populares y la
ecuménica Fe por Cuba, desde muy temprano en la mañana comenzaron, en
sus correos y llamadas, a desatar los hilos de afectos y del testimonio
de sus encuentros con el COPINH, con ella y sus hijos. Marilyn desde El
Salvador patea de rabia. Pareciera que ahoritica mismo, Ricardo, el
santiaguero y Cadir, el camagüeyano, nos remitieran desde Honduras las
fotos de su encuentro con COPINH y Berta allá en tierra hondureña. Y
también acostumbrados a ver el mundo desde la pacificación de la
existencia que han signficado todos estos años aquí en la isla, junto a
la épica del encuentro, nos alcanzaron su preocupación por ella, por
ellos, por sus vidas. Apenas fue en noviembre.
No recuerdo ya
dónde la vi por primera vez, creo que fue en los intentos de reconstruir
la solidaridad Norte-Sur, con la gente de EPICA y el parto luego de la
Convergencia de los Pueblos de las Américas (COMPA); luego vinieron los
días de la Campaña contra el ALCA, y desde ella y la energía y
movilización que desató, la campaña contra la militarización de las
Américas, el evento allá en la Utopía de lodo y tortillas con frijoles,
en La Esperanza, Intibucá, la movilización frente a la base gringa en
Palmerola; las movidas a los foros sociales, los Talleres
Internacionales de Paradigmas Emancipatorios, y otros empeños solidarios
y de resistencia. Alba Movimientos, la articulación, contó con su
aliento. Vocera del grupo de trabajo sobre militarización, presentó
nuestras conclusiones al Papa Francisco en el Encuentro Mundial de
Movimientos Populares en el Vaticano. Procurándole resguardo y bendición
de primera mano ya la habíamos encomendado para el grupo de bienvenida.
De nada le valió. La prensa oligárquica de su país, a tono con su
familia transnacionalizada, ignoró la foto. Chocaba con amenazas y
planes contra ella. Ni siquiera ante la santidad de una hija de Dios,
que tenía como encomienda del sumo pastor rezar por él y cuidar la casa
común, se detienen los sicarios al servicio de proyectos del capital
transnacional.
Fue amazando, con su cultura de pueblo lenca y
las exigencias ancestrales de defensa de la soberanía del territorio y
el cuidado de la Madre Tierra, para sumar a sus resistencias y la de su
gente, la lucha contra el patriarcado y la opresión de las mujeres. Tuvo
costos que enfrentó con dignidad. Fue una convicta y confesa creyente
en la solidaridad de los pueblos, por abajo y a la izquierda, de gestos y
actuaciones bien lo saben los cubanos, colombianos y de antaño, los
salvadoreños. Puso en alto la voz de la resistencia en el púlpito de
nuestra Iglesia Bautista Ebenezer, aquí en Marianao, en La Habana. La
recuerdo hormiguita durante las jornadas de movilización contra el golpe
en Honduras, tuvo todo nuestro apoyo en todos los órdenes. Y la única
medida de seguridad que tomó, bajó tanta amenaza, fue que sus hijos
Salvador, Laura, Camilo y Bertica, de a poco, viajaran al exterior a
estudiar. Claudia Korol y Buenos Aires recibieron a Laura y Salvador.
Sancti Spíritus acogió a Bertica. Ella los alimentó cuanto pudo con
ternura de madre y de compañera de retoños crecidos, les estimulo
permanentemente al compromiso militante con la justicia y con su pueblo
lenca. Doña Berta, su mamá, con quien hablé hace un rato, curada de
tanto dolor desde los duros años ochenta en su Honduras y Centroamérica,
terminó de crecer a Berta en el cuidado solidario de refugiadas
salvadoreñas. Inquebrantable mujer de fe y catocilismo popular, en sus
días de hospitales y cuidados en La Habana, encontró aquí, desde una
humilde ecumenía que se robustece aún con golpes, años y achaques, las
bendiciones de un pastor bautista y de un sacerdote argentino,
sobreviviente de secuestros y dictaduras.
La última vez que nos
juntamos a comer en nuestro hogar, su sonrisa era cómplice del retozo
de Luna y los primeros pasos de Alba. Sobre la mesa, la alegría
revoloteba dispuntándole a “los potros de bárbaros Atilas; o (a) los
heraldos negros que nos manda la Muerte”.
La última vez que nos
encontramos en La Habana, amigos y amigas hablamos con ella de esa
posilidad, la alegría resentía por los golpes de bárbaros Atilas a su
gente y a sus ríos, pero nos dijo “esta duro compita, puchica madre,
toca enfrentar esos malditos”.
Ella fue inmensa en su
compromiso, inmensa en su humildad y sencillez, tremenda en su
solidaridad, no siempre los revolucionarios alcanzan esa estatura.
Parece que le es más dado a las revolucionarias. Por eso hoy ha sido
unánime el sobrecogimiento, la rabia e indignación, los trabajadores y
trabajadoras de la cocina de nuestro Centro sintieron que faltaba una
comensal en la mesa, todos sabían a quién habían asesinado, bastó una
simple mención y entre nosotros, nosotras cruzaba una mirada húmeda, una
palmada en el hombro. Allí se iniciaba el camino de la resurrección.
Joel Suárez Rodés. Activista, es Coordinador General del Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr.
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