Por Jorge Hernandez Alvarez* La
Habana, 18 mar (PL) El presidente estadounidense, Barack Obama,
visitará Cuba del 20 al 22 de marzo, como parte del proceso de
normalización de nexos bilaterales, mientras persiste como contrasentido
a esta nueva etapa el bloqueo económico de Washington a la isla.
El 17 de diciembre de 2014 sorprendió al mundo al anunciarse los
primeros pasos rumbo a la normalización de los vínculos, expresarse la
voluntad de ambas naciones de restablecer relaciones diplomáticas, así
como el reconocimiento por Obama, de que la política de Estados Unidos
hacia Cuba, incluido el bloqueo, es obsoleta y debía cambiarse.
Sin embargo, como pronto advirtieron las partes, el camino para lograr
tal normalización ha de ser largo y complejo, a lo cual se suma el hecho
de que el Congreso de Estados Unidos (actualmente de mayoría
republicana) es el órgano facultado para revocar las legislaciones que
sostienen la política de bloqueo contra Cuba y decretar su fin.
No obstante, la acción del Legislativo puede estar precedida del
desmontaje de la inmensa mayoría de las restricciones que la conforman, a
través de acciones ejecutivas de parte del presidente.
De ahí
el llamado permanente del gobierno de la isla al Jefe de Estado
norteamericano a aplicar sus facultades ejecutivas que posibiliten la
desaparición de muchas de las limitaciones que impone el bloqueo, y
constituya un serio espaldarazo al proceso de normalización de vínculos.
En consonancia con tal contexto, en enero de 2015 Obama instó al
Congreso de su país a iniciar el trabajo de poner fin al cerco económico
y como parte de los cambios en la política estadounidense hacia la
isla, anunció varias disposiciones dirigidas a modificar la aplicación
de algunos aspectos del bloqueo.
Este fue el primer paquete de
medidas de cuatro que hasta el momento ha impulsado la administración
demócrata con el fin de flexibilizar las restricciones derivadas del
bloqueo en diversas esferas referentes a los viajes, remesas,
telecomunicaciones y comercio, entre otras áreas.
Pero a juicio
de las autoridades cubanas aunque tales disposiciones constituyen
avances en la dirección correcta, estas resultan limitadas e
insuficientes ante las facultades ejecutivas del Presidente y la
magnitud y alcance que tienen las leyes del bloqueo para Cuba y el resto
del mundo, las cuales se mantienen y se aplican con rigor.
La
postura de Cuba se explica, pues -pese a estas medidas- en la práctica
la esencia y entramado del bloqueo persiste, de modo que este cerco
pervive como obstáculo fundamental para la normalización real de los
nexos y deviene principal escollo para el desarrollo del país en todas
las esferas de su vida económica, social y cultural.
LA ESENCIA DEL BLOQUEO
Para
entender la complicada y hostil esencia que rodea al bloqueo hoy día
sería necesario remitirse a tres puntos fundamentales dentro de las
diversas problemáticas relacionadas con esta política, a todas luces
obsoleta ante los nuevos tiempos de diálogo que apuntan a normalizar los
vínculos entre ambos países.
La primera de ellas es el carácter
extraterritorial de este cerco económico, que cuenta con el abrumador
rechazo de la comunidad internacional expresado en la voz y voto de 191
países que en Naciones Unidas claman por la terminación de esta
política.
En ese sentido, la Cancillería de la isla caribeña ha
denunciado reiteradamente que a pesar del nuevo escenario derivado del
proceso de normalización de relaciones, en el período se ha mantenido el
recrudecimiento de la extraterritorialidad, cuyas múltiples
manifestaciones tienen especial impacto en la dimensión financiera.
Todo ello -tal como demostró Cuba en el texto de la Resolución anual
que presentara en 2015 en Naciones Unidas sobre la Necesidad de poner
fin al bloqueo- se evidencia en la persecución de las transacciones
financieras internacionales cubanas.
Más recientemente, un
editorial del principal diario cubano, Granma, denunciaba que la
realidad sigue mostrando que el bloqueo se mantiene y se aplica con
rigor y con un marcado alcance extraterritorial, lo cual tiene efectos
disuasivos para las empresas y los bancos de Estados Unidos y otros
países.
Ejemplo de ello -agrega el texto- son las multas
multimillonarias que se continúan imponiendo a compañías y entidades
bancarias internacionales por relacionarse con Cuba.
Igualmente,
otras acciones punitivas son la denegación de servicios y el cierre de
operaciones financieras de bancos internacionales con Cuba; y la
congelación de transferencias legítimas de fondos hacia y desde Cuba,
incluso en monedas distintas al dólar estadounidense.
Actitudes
como esta -entre otras manifestaciones hostiles de este cerco económico-
explican por qué se califica y tipifica a esa política como bloqueo, al
buscar el aislamiento, la asfixia y la inmovilidad de Cuba, toda vez
que se pretende incomunicar por diversas vías a la isla con el exterior
para lograr la rendición del país.
Un segundo punto a considerar
en el actual contexto es señalado asimismo por Granma al denunciar lo
paradójico de que, por una parte, el gobierno norteamericano tome
medidas tendentes a modificar la aplicación de este cerco y que, por
otra, arrecie las sanciones contra Cuba, las cuales afectan la vida
cotidiana del pueblo caribeño.
Cabe señalar además que el daño
económico ocasionado al pueblo cubano por la aplicación del bloqueo,
considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el
mercado internacional, asciende a 833 mil 755 millones de dólares.
A precios corrientes, según la más reciente valoración de las
autoridades cubanas, durante todos estos años el bloqueo ha provocado
perjuicios por más de 121 mil 192 millones dólares.
Un tercer
elemento a tener en cuenta -además del cúmulo de restricciones que
todavía gravitan sobre Cuba producto del bloqueo y que le han negado la
posibilidad por más de medio siglo de una relación normal con su norteño
vecino- es el hecho de que si bien las medidas tomadas son positivas,
su alcance es insuficiente.
Al respecto, analistas resaltan el
carácter parcial (o "a medias") de muchas de estas medidas (en contravía
al desarrollo pleno de una real normalización), y advierten también
sobre la velada intención de promover el llamado cambio de régimen en la
isla a través del apoyo a sectores de la sociedad cubana, que
Washington considera motores a favor de sus intereses.
En
general, en su más reciente editorial Granma reconoce que no ha sido
posible implementar una buena parte de las medidas, por su alcance
limitado, así como por la persistencia de otras regulaciones y por los
efectos intimidatorios del bloqueo en su conjunto, que ha sido aplicado
duramente por más de 50 años.
Señala no obstante el principal
diario del país que el pueblo cubano espera que la visita de Obama a la
Mayor de las Antillas -del 20 al 22 de marzo- consolide su voluntad de
involucrarse activamente en un debate a fondo con el Congreso
estadounidense para el levantamiento del bloqueo.
Igualmente
expresa el rotativo que el pueblo de Cuba espera que entretanto, Obama
continúe asimismo haciendo uso de sus prerrogativas ejecutivas para
modificar tanto como sea posible la aplicación de este cerco económico,
sin necesidad de una acción legislativa.
Recuerda Granma -al
igual que el Gobierno de la isla- que para normalizar las relaciones con
Estados Unidos será determinante que se levante el cerco económico,
comercial y financiero, que provoca privaciones al pueblo cubano y es el
principal obstáculo para el desarrollo del país, así como para el
proceso de normalización.
*Periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina |
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