La Jornada
Gianni Tognoni*
La larga campaña de
ataques desarrollada en contra de los trabajos y los miembros del Grupo
Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), nombrado por la
Comisión Interamericana de Derechos Humano, se ha caracterizado por sus
objetivos de desprestigiar la metodología y la fiabilidad de su trabajo y
por la absoluta ausencia de atención a los datos que reconstruyen los
eventos dramáticos, hasta la fecha impunes, que habían motivado la
necesidad urgente de nombrar a este grupo internacional independiente y
competente por un organismo tan conocido por su autoridad moral y su
trayectoria rigurosa.
Nos sentimos obligados y autorizados a tomar la palabra en cuanto
representantes de otro organismo internacional, el Tribunal Permanente
de los Pueblos (TPP), que ha trabajado intensamente a lo largo de cuatro
años, investigando (con el respaldo y la colaboración muy activa de un
sinnúmero de grupos de ciudadanos y expertos de México) la extensión,
las causas, las responsabilidades de las violaciones masivas de derechos
humanos de las personas, las comunidades y pueblos del país. Uno de los
miembros de la comisión que ha sufrido más ataques, Carlos Martín
Beristain, es también integrante del TPP.
Los hechos investigados por el GIEI han coincidido con la fecha de
una de las audiencias del TPP que, en su sesión final realizada en
noviembre de 2014, escuchó también testimonios de la masacre de
Ayotzinapa. Las evidencias presentadas han sido tan contundentes que el
jurado del TPP decidió asumir lo que ocurrió a los 43 estudiantes
desaparecidos en Ayotzinapa como resumen trágico y ejemplar de todos los
hechos que el TPP había documentado y analizado mediante los datos, los
informes y los testimonios recogidos; como pruebas fidedignas del
carácter sistemático de las violaciones sufridas por el pueblo de
México, durante las 10 audiencias temáticas dedicadas a todos los
sectores afectados por la violencia en el país: trabajadores, mujeres,
jóvenes, activistas y defensores de derechos humanos, maestros y
educadores, periodistas y comunicadores, migrantes, soberanía
alimentaria, comunidades indígenas y campesinas, medioambiente y salud.
Por eso declaró que “los días de esta audiencia final del Tribunal
Permanente de los Pueblos-Capítulo México han coincidido con uno de los
momentos socialmente más dramáticos e institucionalmente más críticos en
la vida de la sociedad mexicana.
La presencia y el testimonio de tres representantes de los estudiantes y los familiares de los jóvenes desaparecidos en Iguala clausuraron las sesiones públicas de la audiencia final del TPP-México. Con todo el impacto del dolor y la documentada participación de agentes y la connivencia de los poderes públicos, los hechos de Ayotzinapa no constituyen apenas un capítulo más en la larga lista de violaciones a los derechos a la dignidad y a la vida de los pueblos de México: son la expresión dramática, real y simbólica de la actualidad y de la significación de las propuestas del TPP. Este dictamen quiere ser parte integrante de la movilización y de la lucha que se está manifestando en todo el país: el juicio que aquí se presenta sobre causas y responsables se aplica desde ahora también como condena a los autores de los hechos de Ayotzinapa y como exigencia de vida y justicia de quienes en este momento siguen desaparecidos.
Sin pretender retomar los detalles del texto de la sentencia
final del TPP, es preciso recordar algunas de las afirmaciones más
pertinentes del veredicto:
El TPP constata la necesidad imperiosa de avanzar en la refundación de México, a partir de parámetros nuevos que incluyan el reconocimiento pleno y eficaz de los derechos humanos, la identidad y el espacio de los pueblos indígenas, asumiendo los Acuerdos de San Andrés postergados desde hace años, y el reconocimiento del papel de las mujeres en dicho proceso. Se trata de detener y revertir el desvío de poder orientado a la imposición de un modelo insostenible, que solamente sirve al interés económico de unos pocos en el corto plazo y excluye a la gran mayoría de la población, la condena a la dependencia, la pobreza, la emigración, la violencia social y la desprotección, y le niega el presente y el futuro; de poner los derechos humanos y la sostenibilidad ambiental en el centro de la actividad política y de reconstruir el tejido económico y social mexicano en torno a objetivos de desarrollo.
No es difícil reconocer en estos escenarios de responsabilidades e
impunidad una estrecha coincidencia con los resultados del trabajo del
GIEI. La trayectoria del TPP y la competencia, autonomía y
representatividad que la integran, así como la consistencia de sus
conclusiones, son bien reconocidos y se han construido a lo largo de más
de 40 sesiones, en las que se han investigado y juzgado algunas de las
realidades más críticas y trágicas de la historia de los recientes 30
años.
La coincidencia de dos organismos internacionales independientes,
tanto en las conclusiones como en la demanda de transparencia, que queda
sin respuesta de las autoridades públicas, es una prueba más de un
contexto de impunidad programada frente al cuadro de violaciones masivas
de los derechos humanos en México. Y esa realidad no se puede modificar
con campañas de desprestigio contra quienes la muestran en toda su
extensión.
*Italiano, doctor en medicina y cirugía; es especialista
internacional en políticas sanitarias. Desde su fundación en 1979, es
secretario general del TPP. Dirige el Instituto de Investigaciones
Farmacológicas Mario Negri Sud, que realiza investigaciones
independientes en los principales sectores de la medicina y en políticas
de medicamento.
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