Gerardo Arreola*
La Jornada
Una historia larga se
resumió en una mañana. El presidente de la potencia que ha intervenido
en varias formas en Cuba rindió homenaje al héroe nacional que impulsó
la independencia de la isla.
Barack Obama quiso tomarse una foto con la figura del Che Guevara de fondo.
Las banderas de los dos países flamearon juntas. El himno nacional
estadunidense resonó en el Palacio de la Revolución, lo que jamás había
ocurrido ahí en honor de un estadista.
Obama pasó revista militar con los acordes de la Marcha del 26 de
Julio, el movimiento que encabezó la rebelión de los años cincuenta
contra una dictadura sostenida por Washington.
Luego, en contra de la conjetura que circulaba en medios
estadunidenses, los dos presidentes dieron una conferencia de prensa
conjunta, algo que muy rara vez ocurre en Cuba.
No son el fondo del asunto, pero esas formas avivan el deshielo.
En sus declaraciones, Raúl Castro y Obama confirmaron que sus
gobiernos registran un enorme avance en la reanudación de relaciones,
pero con una también enorme y pesada lista de pendientes, el bloqueo
económico por delante.
Que tienen coincidencias y también fuertes discrepancias, en
particular en el enfoque sobre derechos humanos. Que hablarán con
franqueza de este punto, pero no sólo de este punto.
Menos previsible fue la evocación de Venezuela. Castro dijo que
no hubo tiempopara tratar lo que describió como una
situación de desestabilización que se intenta fomentaren ese país, cuyo desenlace sería
contraproducentepara el hemisferio.
Obama señaló que
toda la región está interesadaen el caso, que había que responder a las
aspiraciones de ese pueblo.
Aunque fuera de pasada, pusieron a Venezuela en la agenda regional.
Al final, Castro le alzó la mano a Obama.
En fondo y forma, en tonos y gestos, el hielo se sigue derritiendo.
*Corresponsal de La Jornada en la isla durante 11 años
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