Concentraciones en Santiago
Día de los Trabajadores/as: Dos actos, la misma cantidad de asistentes en cada uno
El
Primero de Mayo en la capital del país andino estuvo caracterizado por
la realización de dos actos centrales: uno del Comité de Iniciativa por
la Unidad Sindical, CIUS, que agrupa a diversas confederaciones,
federaciones y sindicatos bajo la consigna ‘Por un sindicalismo
clasista y combativo’; y el otro, de la Central Unitaria de
Trabajadores, CUT, cuya dirección milita en los partidos de Nueva
Mayoría y hablan de la reforma laboral y la Asamblea Constituyente.
En medio de un contexto signado por la corrupción del sistema político
dominante, como nunca antes, la actividad del sindicalismo clasista
logró congregar a miles de personas, organizaciones sociales y
políticas, que expresan las fuerzas anticapitalistas y
antiimperialistas de Santiago de Chile, contando con la asistencia de
un número similar de participantes que la tradicional conmemoración de
la CUT, extensión del oficialismo en el Ejecutivo del Estado.
EL CIUS levantó un escenario en la Alameda poniente, a un costado de la
Universidad de Santiago de Chile, mientras que la CUT erigió otro
igual, también en la Alameda, pero a la altura del Centro Cultural
Gabriela Mistral. Entre ambas mediaron alrededor de 4 kilómetros.
La iniciativa clasista funcionó como un catalizador de los sectores que
plantean la independencia política del pueblo trabajador respecto del
empresariado, el Estado y el gobierno de turno. El único orador fue el
dirigente del sindicato de la Asociación Chilena de Seguridad, Víctor
Quijada, quien reivindicó a los líderes históricos del sindicalismo
chileno, Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest. Asimismo, Quijada
hizo referencia a la crisis del capitalismo, al saqueo de recursos
naturales, los daños ambientales del extractivismo minero, energético,
forestal y marino, y la súper explotación humana. Asimismo, reivindicó
el fin de la postergación en la que se encuentran las regiones fuera de
la metrópolis y, ante la crisis institucional que sacude a Chile, llamó
a ‘Que se vayan todos’ y a la necesaria alfabetización política de los
intereses de los oprimidos/as. Así también realizó una propuesta de
demandas de lucha básicas basada en las 8 horas de trabajo, el derecho
a huelga, a educación y salud gratuitas, vivienda digna; contra la
flexibilización laboral, el contratismo y el subcontratismo; contra el
sistema privado de administración de los ahorros previsionales (AFP);
la igualdad entre trabajadores y trabajadoras, entre otras.
Por su parte, y al otro extremo de la Alameda, la presidenta de la CUT,
acompañada del vocero de gobierno, Álvaro Elizalde, y la ministra del
Trabajo, Javiera Blanco, hizo referencia a las reformas laborales y
llamó a la presidenta Michelle Bachelet a efectuar un plebiscito para
una Asamblea Constituyente. Al respecto, vale señalar que Bachelet
mediante cadena nacional de televisión recientemente habló de un
‘proceso constituyente’ como una manera de sortear la crisis del
sistema de partidos políticos y su vasallaje respecto de los intereses
del gran empresariado. Si bien, Bachelet no ofreció detalles de la idea
que tiene de ‘proceso constituyente’, lo cierto es que, históricamente,
la elaboración de constituciones es el resultado de las relaciones de
fuerza realmente existentes en una sociedad.
En Chile se ha contado con
tres Cartas Magnas (1833, 1925, 1980). Las tres han sido producto de un
reordenamiento del poder entre las clases dirigentes y han sido
formuladas por ‘comisiones de expertos’ que han arrebatado la genuina
participación y los intereses de la población, como también han
actualizado un modelo político, económico y social de opresión en un
momento dado. Esto es, la trama jurídica de un país es expresión de la
hegemonía de una clase sobre otra, y en Chile todavía los pocos dueños
de todo tienen el sartén por el mango, mientras paulatinamente se
reestructura de menos a más, el movimiento popular. Aún más claro: en
las actuales relaciones de fuerza, cualquier proceso constituyente por
arriba, aunque sea formalmente votado o no, ¿por qué tendría que
beneficiar a los trabajadores y los pueblos oprimidos de Chile?
Finalmente, otra de las distancias sustantivas entre ambos actos fue
que el clasista y combativo estuvo cercado de fuerzas especiales de
carabineros, se emplearon carros lanzaaguas sin mediar provocaciones,
además hubo un sinnúmero de detenidos y heridos; mientras que en la
actividad oficialista de la CUT, simplemente no hubo represión policial
ni hostigamientos de ninguna especie.
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