La polémica reforma, cuyos trazos finales están siendo debatidos en el Congreso mexicano, permitirá tanto a la estatal Pemex, hasta ahora la mayor empresa estatal que aporta la tercera parte de los ingresos fiscales del país, como a las empresas privadas, ocupar de forma temporal los terrenos donde sea posible extraer gas y petróleo.
"La legislación que se está discutiendo en el Congreso amenaza con despojar a muchos ejidatarios y comunidades indígenas de la propiedad de sus tierras", dijo a una emisora de radio Alfonso Ramírez, líder de una de las agrupaciones que participaron en esta marcha.
Los agricultores, que llegaban de distintos puntos del país, portaban pancartas en las que rechazaban la reforma y urgían a más apoyo gubernamental para su sector. Entre las pancartas se leían lemas como, "Diputados y senadores, defiendan al campo", "Basta de hambre" y "Beneficien a los pobres, no a los ricos".
Los participantes en la concentración advertían al presidente de México, Enrique Peña Nieto, de que seguirán su lucha, gritando consignas como "Peña Nieto, entiende, el campo no se vende".
El Partido izquierdista de la Revolución Democrática (PRD), a través de un comunicado, expresó su solidaridad con la protesta y denunció a los “nocivos” grupos empresariales de la industria alimenticia, entre ellos el estadounidense Monsanto.
La izquierda está firmemente en contra de la reforma energética porque dice que el sector petrolero, un sector vital para las finanzas del país, con esta reforma, pasará a manos extranjeras.
Sin embargo, el mandatario mexicano defiende la reforma y dice que ésta “dará a México una mayor proyección y mayor modernidad”.
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