Por: Patricia Barba Avila
¿Puede considerarse “potencia” un país con mayorías impotentes, empobrecidas y carentes de los derechos humanos fundamentales?
Con creciente frecuencia escuchamos a locutores, analistas y comentaristas referirse a diversas circunstancias y eventos, utilizando una jerga en la que abundan las generalizaciones, i.e. "E.U., la nación más poderosa del planeta", "Estados Unidos y la Unión Europea decidieron incrementar las sanciones contra Rusia", "los bombardeos de Israel en la Franja de Gaza", "México fue derrotado en octavos de final", entre otros.
Lo cierto es que si analizamos cuidadosamente cada una de estas expresiones, empezando con “E.U., la nación más poderosa del planeta”, nos percataremos de que no reflejan la realidad: que este país no se puede catalogar como la nación más poderosa del planeta a menos que el concepto de nación sea tan estrecho para considerar a una reducida y poderosa élite financiera como la nación norteamericana. En contraste, si aceptamos la acepción de nación como el conjunto total de habitantes de un determinado territorio, llegaremos a la conclusión de que los E.U. no son, en absoluto, la nación más poderosa del planeta pues ¿cómo podría serlo cuando un creciente número de estadounidenses carecen no sólo de patrimonio propio --ya que deben sus casas, automóviles, ropa, joyas, etc.-- sino que tienen que empeñar hasta la camisa para recibir atenciòn médica y educación y de calidad. Es decir, una nación con un endeudamiento monumental que pesa sobre los hombros de la vapuleada clase media, no es, ni soñando, poderosa ni rica. Lo que ocurre aquí es que dentro de sus fronteras habita un reducido grupo (el 1%) de potentados dueños de consorcios petroleros, armamentistas y mediáticos que controlan la actividad financiera, política y económica en la que el grueso de la población tiene muy poco o nada que decir y decidir...a menos que alguien pueda afirmar, sin lugar a dudas, que la voluntad popular se ve reflejada en los elevadísimos costos de la seguridad social o la educación, o los cientos de miles de dólares destinados al rescate de las buitrescas instituciones bancarias, o las descomunales cantidades de dólares invertidas en las invasiones y "reconstrucción" de otros países, o algo mucho peor: las decenas de miles de muertes de soldados norteamericanos víctimas de un brutal adoctrinamiento que los convence de que "amar a la patria" significa masacrar civiles iraquíes, afganos, palestinos, libios, sirios, y muchos etcéteras...
En lo que respecta a la segunda generalización "Estados Unidos y la Unión Europea decidieron incrementar las sanciones contra Rusia", la realidad cruda e indisputable es que ni la sociedad norteamericana ni los pueblos pertenecientes a la UE tienen nada que ver con las andanzas de sus lacayunos gobiernos, leales a los poderosos intereses financieros responsables del creciente empobrecimiento y destrucción de amplias mayorías despojadas de todos sus derechos, que se manifiestan impotentes en multitudinarias marchas y mítines protagonizados porOccupy Wall Street en los E.U., los Indignados/15M en España, o los miles de obreros, estudiantes y desempleados en Grecia o Italia.
En cuanto a la tercera generalización "Los ataques de Israel en la Franja de Gaza", independientemente de que existe un sector ultranacionalista judío, enajenado por los textos bíblicos que hablan del "pueblo elegido" autorizado por Jehova para el asesinato, el pillaje y el despojo de otros pueblos, difícilmente los crímenes de lesa humanidad ordenados por el gobierno israelí contra los palestinos en su propio suelo --en vergonzante emulación del holocausto llevado a cabo por Hitler-- representan la voluntad de la totalidad de esa sociedad, tal como lo expresó recientemente Mijael Even David: "Nunca la paz se vio más lejana...Nunca estuve tan avergonzado de ser judío".
En este punto, es menester traer a colación la actitud cómoda y simuladora tanto de los líderes de países agrupados en el BRICS, como de las jerarquías religiosas, especialmente la católica, que sólo se limitan a estridentes declaraciones y rezos sin asumir una auténtica responsabilidad moral para ejercer toda la presión de su peso en la arena internacional con el fin de detener los horrendos crímenes ordenados por la dupla Netanyahu-Lieberman en territorio palestino.Porque como lo han expresado varios colegas y activistas sociales y políticos, bastaría con la adopción de medidas contundentes contra los poderosos consorcios israelí-norteamericanos para detener los infames bombardeos contra niños, mujeres y ancianos en la Franja de Gaza y Cisjordania detrás de los cuales está la ilimitada codicia por el control de los riquísimos yacimientos de gas en esa área estratégica del Medio Oriente.
Por último pero no menos importantes y reveladoras de la falta de correspondencia entre el lenguaje mediático y la realidad, están las sobadas expresiones de triunfo "México fue derrotado en octavos de final" como si lo acontecido en un campo de soccer representara la crítica realidad mexicana y los once jugadores tuviesen alguna identidad con el grueso de una población en la que miles de campesinos, maestros, estudiantes, pequeños empresarios o desempleados víctimas, desde hace décadas, de una mafia al servicio de El Cartel Financiero Internacional --Comisión Trilateral, Club Bilderberg y sus brazos ejecutores: OTAN, OCDE, FMI, BM et al-- que desde puestos gubernamentales se ha dedicado a despojar a cerca de 60 millones de mexicanos...y contando. Es decir, la representatividad nacional del "tri" y el multimillonario y venal consorcio fubtolero es absolutamente nula y refleja lo absurdo de este tipo de expresiones tan llevadas y traídas por comentaristas estridentes.
En este tenor, es inevitable destacar la pérdida del auténtico espíritu deportivo que caracteriza eventos como la Copa Mundial en un entorno en el que una actividad tan hermosa como el fútbol se ha convertido no sólo en un infame comercio de jugadores que, toda proporción guardada, nos hace recordar la inicua compra-venta de gladiadores en la Roma antigua, sino en un instrumento de control masivo en beneficio de los mismos capos de El Cartel, cuya sevicia e inmoralidad hacen palidecer a la Cosa Nostra siciliana, los Zetas, los Kaibiles o los Caballeros Templarios.
Tal como lo ha expresado el Dr. José Manuel Mireles --secuestrado (no se le puede llamar de otra manera) en un penal de Alta Seguridad por la actual mafia salinista-- la tarea de rescatarnos de esta peligrosa élite criminal está en manos de los propios pueblos: “No queremos a los criminales, ni siquiera a los que tienen charola, curul, o poder gubernamental...“El pueblo manda. Sólo el pueblo puede defender al pueblo”.
Finalmente, sólo cuando cada uno de los pueblos sometidos por El Cartel y sus lacayos, se emancipe y adquiera la mayoría de edad ciudadana, se podrá hablar de "naciones poderosas y de primer mundo".
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