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La senadora Elizabeth Warren viene electrizando a los sectores más progresistas de Estados Unidos, pero todavía no asumió la precandidatura a la presidencia; los apoyos crecen exponencialmente y la candidatura tiene todo para ser avasalladora |
24/07/2014 - En 2007 y 2008, el mundo vio como un senador casi desconocido del gran público, Barack Obama, derrotó a Hillary Clinton en las elecciones primarias de Estados Unidos y consiguió la vacante de candidato del Partido Demócrata a la presidencia del país. En 2015 y 2016, el fenómeno parece que puede repetirse. La senadora que tiene todo para vencer a Hillary Clinton en las elecciones primarias del Partido Demócrata se llama Elizabeth Warren. Ella fue electa por primera vez al Senado en 2012, por el estado de Massachusetts.
Warren tiene un perfil político bastante diferente de Hillary. La senadora de Massachusetts tiene como foco la acción del Estado para proteger a las personas que pueden tener graves problemas financieros por su relación con los bancos por el pago de hipotecas, tarjetas de crédito y préstamos de otros tipos. Si se tiene en cuenta el actual momento económico y financiero de Estados Unidos, se puede decir que la candidatura de Warren no sólo es considerablemente más progresista que la de Hillary, sino también que sus posibilidades de vencer las elecciones en la disputa con el Partido Republicano son mayores.
Esto ocurre porque, exceptuando el hecho de que Hillary es más conocida, Warren está mucho menos sujeta a los tradicionales argumentos conservadores. De esta forma, la viabilidad de la candidatura de Warren en la disputa con los republicanos estaría asegurada por la campaña de las elecciones primarias demócratas, que harían que sea conocida en todo el país, y probablemente en el mundo. Warren todavía no asumió la precandidatura a la presidencia, pero por las respuestas dadas cuando se la cuestiona sobre el asunto, viene dejando abierto el tema. A estas alturas, si estuviera convencida de no ser candidata, dejaría esto muy claro.
Estados Unidos tiene un sistema electoral que, por la combinación de ausencia de segunda vuelta y colegio electoral, hace que el sistema bipartidista sea extremadamente fuerte y casi inflexible. De esta forma, las elecciones presidenciales del final de 2016 en el país no deben ser analizadas como en los sistemas bipartidistas en general. En Estados Unidos, las elecciones primarias son prácticamente parte de la elección general, en el sentido de que, en el fondo, tienen la función que tiene la primera vuelta en la gran mayoría de las elecciones con segunda vuelta. Lo que veremos al final de 2016 será como una segunda vuelta. Una victoria de Warren al final de 2016 sería la mayor conquista del progresismo de Estados Unidos por lo menos desde las cuatro victorias seguidas del Partido Demócrata con Franklin Delano Roosevelt.
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