Fue
muy valiente con los desarmados mineros artesanales a quienes bombardeo
en nombre del “medio ambiente y la legalidad”. Es el mimado de los mass
media y los poderes facticos. En especial de la gran minería que temía
que el movimiento minero artesanal terminara expropiándole “sus
concesiones mineras”. Al final, Urresti, derroto coyunturalmente a los
mineros informales. Y al parecer, es por esto que Ollanta lo nombró su
Ministro del Interior ya que nunca antes había destacado como estratega
militar.
No obstante, el ministro estrella del régimen
nacionalista está implicado en una investigación judicial como presunto
autor mediato del asesinato del periodista Hugo Bustìos el 24 de
noviembre de 1988, en Huanta, Ayacucho, cuando el ex general Urresti
lideraba la sección de inteligencia S-2 (que tenía por misión detectar
a los sospechosos de terrorismo para luego desaparecerlos dijo el
analista Carlos Tapia, ex miembro de la Comisión de la Verdad).
Ese día, el corresponsal de Caretas, Bustìos Saavedra y su colega
Eduardo Rojas Arce, iban a la comunidad de Quinrapa a indagar el crimen
de Primitiva Jorge Silca y su hijo Gregorio por Sendero Luminoso, pero
cuando estaban cerca, fueron emboscados por una patrulla del ejército
al mando del entonces capitán Urresti Elera.
Según
Ideeleradio, Urresti está imputado en el supuesto delito contra la
vida, el cuerpo y la salud, en la modalidad de asesinato. Esta denuncia
forzó al ex militar a hacer público algo que quería esconder cuando
entrego su hoja de vida a la prensa el día de su juramentación como
ministro. Urresti, ni tonto ni perezoso, declaró que, “…No hay una sola
prueba. Yo soy totalmente inocente, mis manos están limpias de sangre…”
(diario Uno, 03-07-14).
Luego, la viuda del periodista Bustíos
declaró que ella solo busca justicia y que si el ministro dice que es
inocente, pues, que enfrente la denuncia judicial como un ciudadano
más. Sin embargo, Urresti, señaló que el presidente lo apoya. Horas
después Ollanta dijo que, “…no vemos culpabilidad en Urresti …" (La
República, 03-07-14).
Urresti se defiende diciendo que son
“dichos” y no hay pruebas. Pero eso es mentira. No solo está el
testimonio de su ex colega coronel Víctor La Vera, sino la d el ex
tnte. coronel Amador Vidal Sambento (condenados a 17 y 15 años de
cárcel respectivamente en el 2008 de los cuales solo cumplieron 4 años
y salieron libres), el campesino asesinado Alejandro Ortiz, así como la
del periodista Eduardo Rojas Arce. Por esto el Segundo Juzgado Penal de
Huamanga le abrió investigación judicial y la fiscalía solicitó que se
le incluya como autor mediato del crimen.
Por otro lado,
Urresti, señala que es raro que “después de 25 años recién se han
acordado de él”. Pero esto tampoco es verdad. Lo que pasa es que bajo
el argumento de la lucha contra el terrorismo y la infame Ley de
Amnistía de 1995, el caso fue archivado en el fuero militar. Luego,
hubo amenazas a los testigos y magistrados que desistieron, incluso el
testigo Alejandro Ortiz fue asesinado en 1989 en circunstancias
extrañas. Recién cuando intervino la CIDH en el 2008 se retomó el
emblemático caso Bustìos.
“… Por eso es que este se inicia el
2003, hace nueve años ¿Por qué mentir? Y se da el lujo de contradecirse
afirmando que en la patrulla había compañeros de promoción de ‘ojos de
gato’. Entonces, sí sabe quién estuvo, ¿por qué no lo dice?...”,
escribió la periodista Rosa María Palacios (Los inocentes no necesitan
mentir, diario Exitosa, 07-07-14).
Por estas razones,
prestigiosas organizaciones de DD.HH. como la Oficina de Washington en
Latinoamérica (WOLA), el Centro por la Justicia y el Derecho
Internacional (CEJIL) y la Fundación Para el Debido Proceso (DPLF)
difundieron un pronunciamiento demandando a Ollanta que Urresti
enfrente el proceso penal como un ciudadano común. “Que un ministro
llamado a defender los derechos humanos tenga un esclarecimiento
pendiente por un delito de extrema gravedad en esta materia es, además,
groseramente ofensivo a los valores de un Estado democrático”, señaló
en un comunicado el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), el lunes
último.
“… El 20 de agosto acudió a rendir su manifestación a
Huamanga…En su manifestación judicial, reconoció que fue jefe
Inteligencia y Contrainteligencia del cuartel de Castropampa en Huanta,
en 1988. Admitió que su seudónimo era Capitán Arturo. Tenía 32 años.
Urresti dijo ante la Corte que el mayor EP (r) Amador Vidal Sanbento,
‘Ojos de Gato’ y el adjunto de Logística Edgardo Montoya Contreras lo
acusan en venganza porque a ambos los sancioné por actos de
indisciplina, lo que perjudicó sus carreras militares, en 1988…”,
redacto la revista Caretas (10-07-14).
Luego continúa Caretas,
“…Por cierto, los actos de indisciplina sancionados no fueron por el
asesinato de Bustíos, el 23 de noviembre de 1988 en los pagos de
Erapata, a 20 minutos en motocicleta de Huanta. Simplemente por el robo
de autopartes y abandono de destino…”.
Ollanta dice que Urresti
no está sentenciado y que se le debe dar la gracia de la presunción de
la inocencia, sin embargo, por menos, el líder de izquierda Gregorio
Santos ha sido puesto en prisión preventiva por 14 meses. ¿No será que
Ollanta necesita un ministro con las credenciales de Urresti para
implementar la Ley de espionaje que quiere aprobar en el Congreso para
infiltrar con más de 500 agentes los movimientos sociales que se
aprestan a movilizarse contra el paquetazo económico del gobierno y los
poderes facticos?
Por ahora Urresti se siente confiado ya que
la población quiere un ministro duro que le resuelva la inseguridad
ciudadana, pero cuando éste no de ningún resultado significativo al
respecto, la misma gente pedirá su renuncia.
De esta forma, Ollanta, quién en campaña prometió luchar por la defensa
de los DD.HH., ahora termina defendiendo a una persona acusada de
crímenes de lesa humanidad y que tiene como asesor a Juan Alberto
Bertetti Carazas, involucrado en el crimen de 9 estudiantes y un
profesor en la Universidad La Cantuta en 1992.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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