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viernes, 2 de mayo de 2014

El 1º de mayo con huelgas y elecciones


Panamá
Alainet

Los trabajadores del mundo entero hacen una pausa en el día de hoy [por ayer] para conmemorar a los mártires de Chicago, un grupo de obreros que fueron castigados por sus ideas libertarias y colgados injustamente a fines del siglo XIX. Las luchas populares de aquel entonces por los derechos básicos –salarios justos, jornadas de ocho horas, condiciones sanitarias, entre otras– siguen vigentes en la actualidad.

En el caso de Panamá, en la recta final de un proceso electoral, el 1º de mayo de 2014 tiene un gran sindicato y dos asociaciones de educadores en huelga y protestando en las calles. Obreros de la construcción y gremios docentes continúan con las medidas de presión que comenzaron la semana pasada. Los obreros y los empresarios están a cinco cláusulas de lograr un acuerdo que ponga fin al paro que afecta a un total de 400 proyectos. Los docentes, por su lado, continúan con sus acciones en demanda del aumento sin condiciones de 300 dólares mensuales.

Los empresarios y especuladores internacionales celebran el crecimiento económico de Panamá en los últimos dos lustros. Sin embargo, ignoran que los trabajadores no han participado de ese crecimiento. El 90 por ciento del incremento ha beneficiado sólo a los propietarios y a los especuladores. En cambio, los trabajadores de la ciudad y del campo han sufrido la pérdida de sus empleos formales y han sido obligados a buscar alternativas informales, donde no existen contratos o seguridad social.

La familia trabajadora es la que más ha sufrido en este proceso que los gobernantes llaman “crecimiento económico”. Por un lado, los precios de los productos básicos se han disparado obligando al hogar a realizar milagros para poner sobre la mesa lo mínimo necesario para alimentar a la familia. Por el otro, la desintegración de la familia ha convertido al barrio en terreno fácil para la consolidación de crimen organizado y la corrupción en todas las esferas.

Las políticas neoliberales impuestas desde arriba en los últimos 20 años han transformado la estructura productiva del país. Ha reducido la planta industrial y, al mismo tiempo, ha reducido drásticamente el número de hectáreas sembradas. Las actividades económicas se han concentrado en el sector de servicios y en la especulación. Las organizaciones obreras se han visto reducidas y el número de trabajadores sindicalizados es cada vez menos.

El Ministerio de Trabajo en forma sistemática rechaza las solicitudes de formación de sindicatos. En 2010, incluso, pretendió acabar con el sindicalismo panameño mediante un decreto. El rechazo de la iniciativa gubernamental cobró varias vidas y centenares de heridos en las fincas bananeras de Changuinola y en la ciudad de Colón. En las áreas rurales de Panamá han desaparecido las comunidades agrícolas y los centros tradicionales de producción agrícola contratan fuerza de trabajo de la comarca Ngobe Buglé a precios muy por debajo de la línea de pobreza: Cafetales en Boquete, arrozales en Soná y Alanje, cañaverales en Coclé, Herrera y Veraguas y bananeras en Bocas del Toro y Barú.

El gobierno del presidente Ricardo Martinelli ha intentado romperle el espinazo al Sindicato de los Trabajadores de la Construcción (SUNTRACS) e, igualmente, a los gremios de los educadores: Asociación de Educadores de Veraguas (AEVE) y la Asociación de Profesores de la República de panamá (ASOPROF). No es casualidad que un miembro del SUNTRACS, Genero López, es candidato a la Presidencia de la República. Igualmente, los miembros del AEVE simpatizan con la candidatura independiente del profesor Juan Jované.

La fuerza sindical no es un factor determinante en la campaña electoral. Fuera de los casos mencionados, se destaca la candidatura a la Vice-presidencia de Alberto Reyes, secretario general de la Federación Auténtica de Trabajadores (FAT), en la nómina de Jované. A diferencia de hace varias décadas, no hay candidatos obreros para cargos de elección popular en los partidos tradicionales.

Las políticas neoliberales han golpeado al movimiento obrero a escala global. En el caso de América Latina, sólo hay gobiernos populares con sindicalistas a la cabeza en Bolivia (Evo Morales) y Venezuela (Nicolás Maduro). En países como EEUU y de la comunidad europea, gobiernan oligarquías compuestas por el 0.1 por ciento de la población que son multimillonarios. (Los cien miembros del Senado de EEUU son millonarios. No hay un solo trabajador).

En el caso de Panamá, el gobernante que está preparando sus maletas para abandonar el Palacio de las Garzas era un millonario cuando llegó y ahora es un multimillonario. La mayoría de los diputados pretenden reelegirse por un período de 5 años más para continuar amasando millones. La crisis del capitalismo mundial actual ha llevado a los especuladores al pillaje y a la des-posesión de los trabajadores. La política de explotación económica ha sido abandonada por una fórmula de saqueo. La nueva realidad obliga a los trabajadores a buscar fórmulas originales que complementen las luchas tradicionales para hacer valer sus conquistas y derechos.

Marco A. Gandásegui, hijo, es profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.

Fuente: http://www.alainet.org/active/73399

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