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sábado, 15 de marzo de 2014

ALEPH: ¡Cuidado! ¡Frágil!

Si en la vecindad hay re-tumbos, en nuestra casa se sienten los temblores y hasta pueden agrietarse las paredes. Las elecciones recién pasadas en El Salvador tienen mucho que decirnos, no solo de lo que pasa en el país vecino, sino acerca de las tendencias que se están dando en la práctica política de la región.

CAROLINA ESCOBAR SARTI

Lo que no podemos obviar es que si algún país ha hecho esfuerzos por caminar a través de la ruta democrática luego de haber pactado la paz, es El Salvador.

Por ello, cuando el líder del partido de derecha, Arena, alega fraude y amenaza con desestabilizar al país ante el pírrico triunfo de Salvador Sánchez Cerén, del FMLN, pone en riesgo una trayectoria de intencionalidad democrática a la que habría de colocársele en estos momentos el letrero de “¡Cuidado! ¡Frágil!”. Sobre todo si lo ponemos en contexto de los procesos centroamericanos que, por un lado, hablan de un triángulo norte en el área con altísimos índices de violencia, y por el otro, de unos gobiernos que —en su mayoría— se inscriben en el lado derecho del mapa político, con lo que ello puede significar en términos de la seguridad ciudadana y la inversión en lo social. Además, ese contexto regional habla de sociedades muy cansadas de la clase política y hasta divorciadas de ella, pero maniatadas para ejercer una participación ciudadana plena.

Arena, inspirado en los acontecimientos venezolanos que tienen encendido al país sudamericano desde las fuerzas opositoras al gobierno de Maduro, cayó en la tentación de usar los viejos métodos ante la propia y repetida derrota, que al final fue menos indigna de lo que podría preverse. No solo durante la campaña favoreció la confrontación, sino que luego de los resultados quiso montarse en el caballito del miedo que ha inspirado a tantos políticos reaccionarios de uno y otro lado, y tanto golpea a la frágil intencionalidad democrática de la región.

Nadie duda de que al electo Sánchez Cerén le tocará hacerla de equilibrista con casi la mitad del electorado afín al partido opositor y con elecciones legislativas en el próximo año. Tampoco dudamos de que el controversial pacto que el gobierno del expresidente Funes hizo con las maras y evidenció un real descenso en la violencia de ese país, habrá de revisarse para tomar decisiones al respecto. Eso es parte de los balances y movidas políticas de todo gobierno entrante. Otra cosa muy distinta sería hacer una especie de cogobierno que favoreciera la concesión de los espacios sociales conquistados.

Lo que definitivamente no se vale es querer resucitar la violencia en una Centroamérica que retrata una derecha militarista en la Guatemala de la impunidad; un golpeado y debilitado feudo hondureño que no termina de reponerse; una neodinastía tropical nicaragüense que no cede el poder; una bucólica gestión costarricense que pacta una Alianza del Pacífico en momentos claves de la historia americana; y una Panamá situada muy a la derecha de nuestra cartografía política regional, mucho más cerca de Colombia que de la cintura de América.

Colándose por las fisuras de esas gestiones gubernamentales, las narco oligarquías regionales dejan ver un poder creciente y los capitales emergentes comienzan a mezclarse con los capitales tradicionales. Hay índices de violencia que da vergüenza repetir en algunos de nuestros países, y un hambre sostenida que, en los centros urbanos, no se cree. Mientras, la clase política de nuestros países se acerca cada día más entre sí, pero ve cómo se distancia a su vez una ciudadanía que ya no se siente representada en los lugares donde se toman las decisiones y se ejerce el poder.

Las elecciones salvadoreñas pondrán a prueba a los areneros, los martianos y los mareros. A la sociedad salvadoreña toda. A las mujeres y hombres de Centroamérica, porque lo que le pasa a uno de la región, hace eco en el resto de países. Lo que no podemos olvidar es que anhelamos la democracia o la paz o lo que a ello se parezca, pero que, como dijo George Orwell, “El lenguaje político sirve para hacer parecer verdad las mentiras y al asesinato cosa respetable”.

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