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jueves, 9 de julio de 2020

Plan Covid-19 del Frente de la Vida en Brasil




La negación de la pandemia de Covid-19 en Brasil por el presidente Bolsonaro ha generado una crisis nacional. En respuesta, se ha movilizado el Frente de la Vida compuesto por el Consejo Nacional de Salud y un total de 10 asociaciones de salud pública, sociedades médicas y redes del ramo. Este Frente ha formulado un Plan Covid-19 que se ha presentado a la sociedad y al gobierno. Tiene la gran virtud de incluir a especialistas de varios campos de conocimiento, lo que permite caracterizar la complejidad de la pandemia, sus distintas dimensiones y sus diversas interfaces.
El Plan Covid-19 sostiene que la pandemia posee ocho dimensiones: biológica, clínica, epidemiológica, ecosocial, tecnológica, económica, política y simbólica. Esta caracterización tiene la ventaja de develar cuáles son los distintos conocimientos involucrados en cada dimensión y, por tanto, qué grupos interdisciplinarios o trasdisciplinarios de expertos deben actuar. Resulta especialmente útil no juntar las dimensiones biológica, clínica y epidemiológica, que frecuentemente son fusionadas en una sola vertiente, lo que empobrece la comprensión del nuevo virus, sus características y las colaboraciones necesarias para avanzar en la superación.
El análisis transversal de cada dimensión permite descubrir relaciones novedosas u ordenar colaboraciones que, en efecto, ocurren en la realidad. Por ejemplo, la biológica abarca los planos molecular, celular y somático del SARS-CoV-2 que causa el contagio, la infección, la enfermedad y las fallas de órganos y sistemas. La intervención correspondiente consiste en la estimulación del sistema inmunológico, por ejemplo, con vacunas. La relación, entonces, debe establecerse entre los gobiernos, las instituciones académicas y la industria, lo que además puede traducirse en el fortalecimiento de la industria nacional en búsqueda de medicamentos para los individuos y vacunas para la población.
Esta dimensión tiene una interfaz importante con la dimensión clínica, cuyo centro es el individuo, el agente causal y las prácticas que buscan reducir la letalidad y las secuelas de la enfermedad, donde el fortalecimiento del sistema público de salud es crucial. Esta dimensión necesariamente debe superar el hospitalcentrismo y tener un enfoque integral e integrado. Significa movilizar, desde abajo, el primer nivel de atención –centros de salud y clínicas–, fortaleciendo la promoción de la salud y la prevención con la participación activa de la población, así como redefinir la organización de las actividades clínicas según la complejidad de la intervención. Esta acción requiere un incremento de los recursos financieros y una planeación clara y transparente de su uso. La dimensión epidemiológica también debe ser transversal y vista en el contexto de sus determinantes socio-ambientales, sólo así se puede realizar lo que el Frente de la Vida llama la vigilancia en salud. Ésta abarca el control de casos, así como el de riesgos y la comprensión de los determinantes tanto ambientales como sociales para actuar sobre ellos.
El problema de la estrategia oficial de combate a la pandemia de Covid-19 en México es que tiende a eclipsar en una sola la dimensión biológica, clínica y epidemiológica. Además, ignora frecuentemente las dimensiones tecnológica, económica y política que sólo aparecen casuísticamente a propósito de algún tema particular en el discurso del vocero oficial que es básicamente un epidemiólogo tradicional. Esto ha llevado a la dificultad de precisar la transversalidad de las intervenciones. Es más, la dimensión tecnológica tiende a convertirse en un problema económico, financiero y de mercado antes que en oportunidad de impulsar la industria nacional. La dimensión política ha degenerado en otro escenario de enfrentamiento y no la oportunidad de lograr la unidad nacional.
Detrás de la aceptación del público del discurso médico-epidemiológico, de las múltiples especulaciones mediáticas y del uso político opositor engañoso de éste, se revela la escasa educación científica y el desprecio por el pensamiento científico complejo en el país. Los centros académicos están haciendo una labor importante al igual que varios organismos privados y empresas, pero no hay una instancia que coordine y discuta las distintas propuestas, por lo que tenemos una cacofonía de voces muy desarticulada. Sólo se puede entender esta situación en una perspectiva histórica, en la que han faltado la construcción de ámbitos de colaboración entre el gobierno y la sociedad civil organizada.

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