Para
 comprender la importancia de lo que está en juego en el continente 
latinoamericano, hoy es suficiente leer las páginas que el libro de John
 Bolton dedica a la Venezuela bolivariana. El ex asesor de seguridad de 
Estados Unidos, un viejo halcón en política, despedido hace 9 meses por 
Donald Trump, de hecho, decidió sacar a relucir los trapos sucios de la 
administración norteamericana.
Los rasgos de personalidad 
del magnate de la Casa Blanca se aclaran aún más: inepto, corrupto y 
humoral hasta lo imposible. Vergonzoso e incontrolable incluso para su 
propio círculo, hasta el punto de haber alcanzado el récord de 
reemplazos entre sus halcones más fieles. Trump considera "genial" una 
invasión de Venezuela, que para él es parte de Estados Unidos: como una 
especie de protectorado.
Incluso aquellos que disfrutan 
con desacreditar las declaraciones del presidente venezolano, Nicolás 
Maduro, podrán ahora entender la magnitud de los ataques del 
imperialismo y de sus títeres de la extrema derecha venezolana. Hablando
 de títeres, de hecho, Trump parece haberse dado cuenta de que ha 
apostado por enésima vez a un burro cojo. Y compara a Juan Guaidó, el 
autoproclamado "presidente interino" de un gobierno virtual puesto en 
marcha por el propio Trump, con un político demócrata que se ha 
desinflado gradualmente en el camino, después de un impulso inicial, en 
la política de Estados Unidos.
Por otro lado, considera a 
Maduro como alguien “fuerte", "inteligente" y difícil de derribar. 
Después que los medios publicaron algunas partes del libro, Trump dijo 
que podría encontrarse con Maduro, el hombre por cuya cabeza llegó 
incluso a ofrecer una recompensa de $ 15 millones, llamándolo 
"narcotraficante". Inmediatamente, sin embargo, los demócratas con el 
candidato Joe Biden,  y , obviamente,  las mafias de Miami, lideradas 
por Marco Rubio, reaccionaron abiertamente en contra.
Entonces,
 está claro, una vez más, que, como explica el editorial de la revista 
Cumpanis, incluso en el caso de que Trump no sea reelegido, la línea de 
política exterior con respecto al socialismo bolivariano no sufrirá 
cambios positivos. Por otro lado, fue el demócrata Obama quien impuso 
sanciones a Venezuela, incluso considerándola "una amenaza inusual y 
extraordinaria para la seguridad de los Estados Unidos".
En
 cuanto a los ataques contra Cuba, el proyecto de ley presentado por 
Rubio y otros gusanos, por su parte llega a afirmar que el gobierno 
norteamericano tiene que conocer los nombres de los estados que recurren
 a las misiones médicas cubanas, para "sancionarlos" como ... 
traficantes de seres humanos. ¿Por que? Porque, según los ultra 
derechistas de Miami, donde un día de hospitalización cuesta alrededor 
de $ 3.500, el dinero que el gobierno cubano retiene para convertirlos 
en servicios gratuitos para la población sería un abuso insoportable 
cometido contra los médicos, a pesar de que fueron formados de forma 
gratuita y a expensas del Estado.
Delirios que, 
desafortunadamente, ya han entrado en el sentido común, dado que los 
países latinoamericanos que han virado a la derecha expulsaron 
apresuradamente a los médicos cubanos, dejando áreas enteras sin 
asistencia médica porque, como sucede en Venezuela, los médicos de las 
universidades burguesas no quieren ir en los barrios pobres. Una 
ofensiva de alcance internacional, destinada a borrar por la fuerza el 
poderoso mensaje difundido por Cuba en esta pandemia, precisamente con 
el envío de misiones médicas que llegaron a combatir eficazmente el 
coronavirus también en los países capitalistas.
Mientras 
tanto, se están llevando a cabo operaciones reales de piratería 
internacional contra Venezuela, con la complicidad de los bancos 
europeos, que retienen ilegalmente el oro depositado por el Banco 
Nacional de Venezuela. En el caso de Portugal, entonces, el asunto 
resulta aún más grotesco porque Chávez depositó oro en los bancos 
portugueses para ayudar a un país en crisis.
Y ahora, como
 estos países europeos han reconocido al autoproclamado, una disputa 
"legal" absurda está en marcha para permitir que Guaidó se robe los 
recursos del pueblo venezolano y luego los entregue a sus padrinos 
norteamericanos. En estos días, esta disputa se lleva a cabo en los 
tribunales ingleses, a pesar de que el gobierno bolivariano ha pedido 
reiteradamente que, al menos, el oro se venda y se entregue al PNUD para
 que pueda convertirse en ayuda médica contra el covid-19. El oro había 
sido entregado a los bancos ingleses como garantía de un préstamo, que 
ya el gobierno bolivariano ha pagado, pero nunca ha sido devuelto.
En
 su libro, Bolton muestra cómo se discutió esta estrategia de robo en 
Washington y cómo Gran Bretaña se puso a disposición para la maniobra. 
Un rol activo en estas operaciones lo tuvo la empresaria Vanessa 
Neumann, nombrada como “embajadora” de Guaidó en Londres y que tiene 
nacionalidad norteamericana.
El pulpo hegemónico accionado
 por el gendarme norteamericano cuenta con sólidas alianzas consolidadas
 que, en el entrelazamiento a veces conflictivo pero generalizado de la 
globalización capitalista, están garantizadas por las estructuras 
económico-financieras que apoyan el complejo militar-industrial en los 
diversos países.
Dado que Venezuela también se utiliza 
como una cuestión de política interna de los diversos países, la 
camarilla proatlantista y pro israelí acciona también en Italia. Lo 
vimos con la primicia falsa del presunto maletín de 3,5 mil millones de 
dólares que Chávez habría entregado al Movimiento 5 Estrellas, definido 
incluso "un partido anticapitalista". Así, la eurodiputada Emma Bonino 
da conferencias en la web en las que apoya a la líder golpista María 
Corina Machado del Partido Vente Venezuela.
La senadora 5S
 Taverna está ansiosa por asegurar que las alianzas atlánticas no están 
en duda. La viceministra de Cooperación promete millones de euros para 
ayudar a los países neoliberales que "ayudan" a los migrantes 
venezolanos. Lo declara durante una conferencia internacional de 
donantes, organizada por España y la UE, junto con los EE. UU. y con 
todos aquellos gobiernos como Colombia, Brasil o Perú, de donde huyen 
los migrantes venezolanos. Sin haber recibido un centavo del jugoso 
botín entregado a los diversos Duque, Bolsonaro, etc., estos migrantes 
hacen de todo para regresar a su país, donde los derechos básicos están 
garantizados.
En este contexto, se está llevando a cabo la
 progresiva destrucción de las grandes instituciones internacionales, 
que están siendo vaciadas desde adentro o derrocadas por Trump, quien ha
 tratado de replicar las autoproclamaciones también en este campo. Para 
"legitimar" artificialmente la agresión contra la Venezuela bolivariana,
 utilizó a la extrema derecha de Guaidó para inventar instituciones 
artificiales, hasta el punto de exhumar el TIAR, el Tratado 
Interamericano de Asistencia Mutua, firmado en 1947.
En 
este plan, acciona como vanguardia la Organización de Estados Americanos
 (OEA). El Secretario General, Luis Almagro, ex militante del Frente 
Amplio de Uruguay, ha monetizado su cambio para que el organismo vuelva a
 ser "el ministerio de las colonias", como, en su momento, lo llamó 
Fidel Castro, es a decir, vuelva al mando de Washington.
Ahora,
 según el halcón Bolton, Trump define a la institución como "moribunda",
 a cuyo cargo Almagro fue elegido por segunda vez, renovando su obsesión
 contra la revolución bolivariana, también mostrada contra la Bolivia de
 Morales durante el reciente golpe de estado.
Sin embargo,
 hubo un momento, un largo momento de integración latinoamericana y 
caribeña, en el que incluso la OEA parecía destinada a ser remodelada 
desde adentro. El 28 de junio de 2009, cuando el chileno Miguel Insulza 
lideraba el organismo, el golpe de estado ocurrió en Honduras. Antes de 
que pudiera llevarse a cabo un referéndum consultivo no vinculante para 
una asamblea constituyente, el presidente Manuel Zelaya fue depuesto por
 la Corte Suprema, secuestrado por los militares y llevado a Costa Rica 
en pijama.
El moderado Zelaya, presidente de un país que 
alberga la mayor base militar de América del Norte en el continente, la 
de Palmerola, era "culpable" de querer unirse a ALBA, la Alianza 
Bolivariana para los pueblos de nuestra América, creada por Cuba y 
Venezuela en diciembre de 2004. Un proyecto, el de Alba, opuesto al 
Alca, el Tratado de Libre Comercio para las Américas, que se puso en 
marcha en 1994 para entrar en vigor en 2005.
En 2009, la 
OEA suspendió a Honduras hasta que Zelaya regresó al país en 2011, 
aplicando la Carta Democrática Interamericana, aprobada en Lima en 2001.
 Ese mismo año, el organismo votó por la reintegración de Cuba, que fue 
suspendida en 1962, pero Fidel Castro decidió quedarse afuera. Una sabia
 decisión, que también tomara Venezuela con Nicolás Maduro en 2017, 
debido a la continua injerencia de Almagro, a pesar de que llegó a la 
Secretaría de la OEA con los votos de todos los países progresistas, en 
2015.
Pero, en 2009, todavía estábamos en medio de lo que 
se considera el "Renacimiento latinoamericano", el feliz ciclo de 
gobiernos progresistas o "post-neoliberales", que comenzó con la 
elección de Chávez en Venezuela en 1998. El 23 de mayo 2008, se creó en 
Brasilia la Unasur ( Unión de Naciones Suramericanas). En 2005 se fundó 
Petrocaribe, una zona económica no asimétrica para la soberanía 
energética del Caribe y la integración de los países del área. En 2010, 
se había creado la CELAC, la Unión de Estados de América Latina y el 
Caribe, inmediatamente declarada una "zona de paz".
La 
idea de una segunda independencia, articulada en varios niveles según el
 proyecto de Bolívar de una Patria Grande, respaldada por acuerdos 
políticos y comerciales que también involucraron a dos países grandes 
como Argentina y Brasil, solo pudo provocar la ofensiva del imperialismo
 norteamericano, que antes se estaba dedicando a la agresión en el Medio
 Oriente. Una ofensiva que forma parte de la llamada crisis financiera 
de 2008, otro capítulo de la crisis sistémica en la que el capitalismo 
se debate.
El de Honduras fue el primer golpe 
institucional, seguido por el de Paraguay contra Fernando Lugo el 25 de 
junio de 2012, y luego contra Dilma Rousseff en Brasil, el 31 de agosto 
de 2016. Un esquema que Estados Unidos, jugando en las dos mesas durante
 las presidencias de Obama (Hillary Clinton lo admitió en sus memorias),
 también intentarán aplicarlo a Cristina Kirchner en Argentina, 
empujando el campo progresista hacia la derrota, aunque por pocos votos,
 frente a el empresario Mauricio Macri, a través de las grandes 
corporaciones de medios .
 Un esquema previamente probado 
en el continente africano, siempre pisoteado, y que los países 
capitalistas, solo lo ven con los lentes del "negocio humanitario". Otra
 gran espina del costado del imperialismo norteamericano, ha sido la 
búsqueda de un intercambio no asimétrico, realizado por Cuba y Venezuela
 y por el frente de países latinoamericanos posicionado en las alianzas 
para la redefinición de un mundo multicéntrico y multipolar: uno para 
todo el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), la segunda 
institución internacional más grande después de la ONU.
Un
 escenario en que aumenta la importancia de los medios en los conflictos
 por la "balcanización" de los territorios, en las agresiones 
imperialistas contra los países ricos en recursos y en las guerras 
híbridas desatadas contra Cuba y Venezuela y contra las alianzas 
solidarias. Un crecimiento directamente proporcional al aumento de las 
grandes concentraciones económicas y financieras a nivel mundial.
La
 fragmentación global de la cadena de producción hace que los centros de
 gestión sean menos visibles, mientras que persiste y aumenta la 
explotación capitalista. Del mismo modo, las noticias se propagan por 
fragmentos de un gigantesco tejido policial global, que responde a unos 
pocos centros oligárquicos impulsados por los mismos intereses.
El
 papel de los grandes medios privados fue crucial en el golpe de estado 
contra Chávez en Venezuela, en 2002, así como en la preparación y 
gestión de los golpes institucionales y en las "autoproclamaciones" que 
tuvieron lugar, primero en Venezuela y luego en Bolivia.
En
 Honduras, uno de los principales promotores del golpe contra Zelaya fue
 el periódico La Tribuna, propiedad del ex presidente Carlos Flores 
Facussé, uno de los empresarios más ricos del país. Las grandes 
corporaciones mediáticas, O Globo a la cabeza, organizaron el juicio 
político contra Dilma, así como las campañas contra Cristina en 
Argentina.
Para empoderarse del gas y del litio 
bolivianos, los grandes centros económicos y financieros de Washington y
 las oligarquías locales que guían a las corporaciones de medios, en 
pocos meses lograron convertir la imagen de Morales del benevolente 
"primer presidente indio" a la de un siniestro cacique organizador de 
fraude electoral.
El informe del Comando Sur, titulado 
"Guerra global en tiempos de globalización", detalla el papel 
fundamental de los medios en la guerra híbrida que se libra contra los 
gobiernos "incómodos" en América Latina. Por esta razón, en toda América
 Latina, la lucha contra el latifundio mediático ha constituido y 
constituye una piedra angular de la lucha por la independencia y la 
transformación estructural de la sociedad.
El último 
discurso de Morales en la ONU contra Trump debe haber sido la gota que 
colmó el vaso del Pentágono. Plantear la cuestión de los "derechos 
humanos", en primer lugar, como garantía de los derechos básicos, en las
 grandes instituciones internacionales, es de hecho una "blasfemia" que 
el imperialismo busca evitar de todas maneras.
La retórica
 sobre los derechos humanos obviamente debe viajar al ritmo de la 
mistificación dominante, que requiere que los dominados fetichicen la 
legalidad del estado burgués y el de las instituciones internacionales, 
que los dominantes pisotean cuando no responden a sus intereses de 
clase.
Y así se está pilotando el ACNUR sobre el tema de 
los migrantes venezolanos, que se han convertido en un "gran éxodo" 
(léase un gran negocio) a la hora de apoyar a los gobiernos neoliberales
 de la región contra "el dictador Maduro". Un tema bien escondido ahora 
que estos mismos migrantes intentan regresar a su país por cualquier 
medio, y los gastos están totalmente a cargo del gobierno bolivariano.
Trump
 también firmó una orden ejecutiva para imponer sanciones a la Corte 
Penal Internacional (CPI) que se atrevió a abrir un juicio a los EE. UU.
 por crímenes cometidos en Afganistán y otros países. Una campaña 
dirigida por el halcón Bolton en 2018. El mismo Bolton que, en 2002, 
como subsecretario de Estado para Control de Armas y Seguridad Nacional 
de George W. Bush, anunció la decisión de los Estados Unidos de 
retirarse del Estatuto de Roma, la base de la CPI.
Estados
 Unidos tiene más de 200.000 soldados desplegados en 180 países en los 
cinco continentes, así como también agentes y mercenarios de la CIA que 
están por encima del derecho internacional. Solo en Colombia, que se 
encuentra en América Latina como Israel en el Medio Oriente, se conocen 
9. Y ahora Trump está tratando de demoler todas las instituciones 
internacionales, comenzando con la ONU.
Contra las medidas
 coercitivas unilaterales impuestas por el magnate de la Casa Blanca a 
Venezuela, el gobierno bolivariano ha presentado una denuncia ante la 
CPI por crímenes de lesa humanidad. La claridad con la que el socialismo
 bolivariano está llevando su batalla a todas las organizaciones 
internacionales hace que los términos del conflicto vuelvan al centro, 
desenmascarando con la lucha de clases la retórica imperialista.
Un
 esfuerzo más que nunca necesario en los países capitalistas donde las 
clases dominantes pretenden hacer que los sectores populares siguen 
desorientados y desviados por falsas banderas después de décadas de 
T.I.N.A: o sea, que siguen pensando, como digo Margaret Thatcher, que 
“Theres is not alternative”, No hay alternativas al capitalismo. De esta
 manera,  pueden considerar inevitable pagar también la crisis 
pospandémica, como quiere el cántico ofrecido también por la "izquierda"
 que se puso del lado del capital.
Si las fuerzas 
alternativas no han logrado organizar una oposición válida a las 
políticas de agresión contra Venezuela y Cuba en los países de la Unión 
Europea. Si el territorio italiano es un verdadero almacén de servicios 
de la OTAN, a cuyos gastos militares cada año contribuye con mayor 
fervor, es porque la consigna de "guerra a la guerra" ha desaparecido de
 la perspectiva de la lucha, junto con la propuesta sacrosanta de que 
los empresarios tienen que pagar por la crisis.
Tan 
desviados, habiendo internalizado el miedo a la lucha de clases hasta el
 punto de prohibirla como "terrorismo" y entregarla a los tribunales, ya
 no sabemos cómo poner en marcha un internacionalismo efectivo que sepa 
reconocer la lucha de los pueblos contra el imperialismo como propia.
En
 sus puntos más altos y con las debidas proporciones, el laboratorio 
latinoamericano también habla a las fuerzas alternativas de nuestros 
países. Cuestiona la necesidad de reconstruir una subjetividad 
organizada, las bases, las formas y el espíritu para hacerlo. Nos dice 
que se puede ganar, incluso después de una derrota, ciertamente táctica y
 no estratégica, pero de proporciones gigantescas como la que se siguió 
tras la desaparición de la Unión Soviética.
 Nos muestra 
que se puede reorganizar un bloque social anticapitalista también 
involucrando a los sectores marginados que hoy aplauden a los fascismos.
 La bandera del comunismo puede ser redimida del barro sin caer en el 
machismo o la xenofobia para guiñar un ojo a estos sectores.
Se
 puedes construir un partido que no se avergüence de sus raíces, que no 
haga el avestruz con respecto a las formas del conflicto, históricamente
 determinadas, que tuvieron lugar en la izquierda del PCI en la década 
de 1970, y que incluyeron la lucha armada.
A este respecto, se pueden usar dos lecturas para el debate: el libro de Prospero Gallinari, Un campesino en la metrópoli, publicado por Bompiani, y Correvo pensando en Anna, de Pasquale Abatangelo, publicado por PGreco.
La
 experiencia de Venezuela, que al igual que nosotros en Italia, ha 
luchado con las armas contra las democracias burguesas de la Cuarta 
República, enseña. La alta presencia de mujeres en todas las estructuras
 de poder de la revolución, y una constitución muy avanzada declinada en
 los dos géneros, muestra cómo la lucha contra el patriarcado es un 
elemento fundamental de la lucha contra el capitalismo y el 
imperialismo.
La construcción del Partido Socialista Unido
 de Venezuela (PSUV), en 2007, indica la posibilidad concreta de reunir,
 sin eliminarlos, instancias que tradicionalmente han chocado en la 
historia del movimiento obrero del siglo XX, pero que pueden marchar en 
la misma dirección hoy.
La alianza entre trabajadores, 
campesinos y "comuneros", indica la perspectiva entre las viejas y 
nuevas subjetividades organizadas en la construcción de la transición al
 socialismo.
El uso de las elecciones como palanca para 
aumentar la consciencia de las masas y ejercer la lucha de clase dentro 
de las estructuras del viejo estado burgués, para debilitarlo, es otra 
sugerencia interesante. También es interesante la "fórmula" de las 
alianzas implementadas por el PSUV con otros partidos que no quisieron 
disolverse en la nueva formación, comenzando con el Partido Comunista.
También
 es de interés la capilar organización territorial del PSUV, basada en 
militantes que funcionan como articuladores, como multiplicadores del 
conocimiento y de la acción basados en la técnica de "uno por diez" 
(cada militante debe convencer a otros diez, que a su vez deben hacer lo
 mismo en círculos que aumenten de volumen). Una estrategia que está 
vinculada al concepto de "defensa integral", resumido en el de "guerra 
de todo el pueblo", tomado de Ho Chi Min.
Un elemento 
fundamental de análisis para observar los errores, subestimaciones y 
demoras que han favorecido el retorno de la derecha en otros países del 
continente, como Brasil, Bolivia y Ecuador. De las alianzas que llevaron
 a la victoria gobiernos post-neoliberales, debe surgir algo más sólido,
 basado sobre todo en la construcción internacional del poder popular 
organizado.
Un elemento útil también en Europa, donde 
Grecia ha sucumbido, y en una Italia de la cual, después de más de 
cincuenta años de la masacre de estado de Piazza Fontana, policías y 
magistrados han sido santificados, mientras se han diabolizado las 
razones y los costos del conflicto de clase.
-Artículo escrito para la revista italiana Cumpanis.
      https://www.alainet.org/es/articulo/207725    
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