Una conversación con Mabel Thwaites Rey, politóloga e investigadora
Webber: Bueno,
estamos acá en la oficina de Mabel Thwaites Rey, 2 de mayo en Buenos
Aires. Para empezar ¿puedes describir tu formación política e
intelectual, para los lectores que no la conocen?
Thwaites Rey:
Mi formación académica es... yo egresé de la Facultad de Derecho. Tengo
el título de abogada que es mi título de base, pero rápidamente empecé a
hacer posgrados y formarme en Ciencias Sociales y a dar clases en la
carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires y me fui
formando... tengo una maestría en Estudios Sociales de FLACSO (Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales), después tengo una maestría en
administración pública de la Universidad de Buenos Aires y un doctorado
en la Universidad de Buenos Aires en el área de Teoría del Estado. Mi
formación más fuerte ha sido en el campo de teorías del Estado y también
en el análisis de políticas públicas, ajuste estructural y economía
política en ese sentido muy laxo y muy grande.
Tengo una
formación marxista y eso significó que en algún momento de mi vida haya
militado en formaciones partidarias, luego no, pero siempre vinculada a
movimientos, y vinculada a movimientos en la universidad y fuera de la
universidad con mayor simpatía más con que con otros a lo largo de mi
trayectoria vital, pero siempre con un perfil que podría decirte de
izquierda independiente, en un sentido no partidario y, en este caso,
vinculado la Argentina lo partidario más fuerte de la izquierda ha
quedado más ligado a los partidos trotskistas, que es una tradición a la
que yo no pertenezco. Si bien tengo muchas afinidades y afecto por
compañeros, no pertenezco a la tradición trotskista y sí me siento como
más próxima a todo el movimiento autonomista con muchas críticas también
a ciertas... creo que hacer un mix entre unas y otras, pero bueno es
ese el encuadre político desde el cual escribo, desde el cual pienso y
como estudiosa de la problemática estatal puedo decir que no soy
estatista, pero sí entiendo la dimensión estatal y creo que, frente a
cierta subestimación que tuvimos durante muchos años de discutir la
problemática y el fenómeno estatal, siempre insisto en la necesidad de
tomar en cuenta este animal político tan complejo que es el Estado.
Webber:
Bueno, es un buen lugar empezar con el Estado. Teóricamente ¿cuál es tu
posición, teóricamente en general, sobre el estado capitalista y en
particular sobre las particularidades del Estado de América Latina?
Thwaites Rey: Bueno, lecturas... he seguido las lecturas clásicas sobre el Estado, tengo una formación gramsciana
muy fuerte, trabajé mucho sobre la perspectiva teórica de Antonio
Gramsci y plantear el Estado como el Estado ampliado, la idea del Estado
como articulador de relaciones sociales, que es la deriva poulantziana
que más me interesa. Y me gustó seguir más el segundo Poulantzas, más
que el primero más estructural, aunque reconozco que el aporte de
Poulantzas a la comprensión de la dinámica y la problemática estatal ha
sido muy fundamental. Así que, tanto las derivas de Gramsci como las
derivas poulantzianas son, me parece que las más fructíferas a mi modo de ver para analizar el encuadre del Estado.
Sí, también, las lecturas de la Escuela de la Derivación que me parece
que son otros de los aportes importantes, lo que siguen resultando
complejas son las búsquedas de conceptos intermedios que nos permitan
entender categorías más específicas y procesos más concretos, es que lo
que estamos siempre luchando con las teorías de la derivación y,
ciertamente, lo que sí une a muchas de estas corrientes es la mirada del
Estado como relación social y yo lo que le sumo y lo que aparece en
otros trabajos míos que insisto mucho es la dimensión contradictoria de
lo estatal, la dimensión insuperablemente contradictoria del formato
estatal.
Entonces, eso creo, que hacer énfasis en lo
contradictorio quiere decir que, aquellas instancias y aquellas
instituciones que son producto de la lucha de clases, y que se plasman
en aparatos específicos en el Estado como conquistas del proceso de
lucha popular son, a la vez, los que pueden, simultáneamente, apaciguar
la lucha, encauzarla y solidificar el capitalismo. Entonces todo el
tiempo estamos corriendo por ese andarivel de pensar que toda conquista
puede volverse en una forma de subordinación, pero eso no nos impide a
que conquistemos, porque cuando luchamos y no hay conquista no estamos
más liberados, sino que a veces estamos más frustrados, con los cual,
poder analizar esa contradicción es algo central.
En ese
sentido, coincido con algunos de los planteos que hace Álvaro García
Linera al respecto, la idea del nudo... de los nudos de sutura que
también plantea un O'Donnell, el O'Donnell de los años 80, es central...
es decir, cómo lidiar con esta situación que nos plantea el desafío de
la estructura estatal.
Webber: ¿Y las especificidades de América Latina?
Thwaites Rey:
Y las especificidades de América Latina... hay otro libro que
escribimos y que trabajamos, también, analizando qué es lo específico
que tiene. La especificidad de América Latina tiene que ver con su
constitución históricamente dependiente de la relación del capital a
escala global. Entonces, lo que hay de específico es que las formaciones
estatales latinoamericanas no pueden ser pensadas, no pueden ser
analizadas sin su constitución como parte del proceso de expansión del
capitalismo a escala global, desde la conquista en adelante. Están todas
las discusiones sobre en qué momento... si América Latina fue feudal,
fue capitalista, en qué momento, hay un montón de debates al respecto,
pero lo que sí es imposible negar es que los formatos de constitución de
los Estados periféricos tienen la característica de no poder tener la
gobernanza plena de sus espacios de reproducción social, porque están
atravesados por las lógicas de acumulación global. Y eso tiene un peso
específico muy particular.
Nosotros discutimos mucho en los 90
con John Holloway, que es un amigo al que quiero mucho, y discutíamos
con que, si bien es cierto que el capital... la idea de la circulación
global del capital y la puja de los Estados nacionales por capturar
porciones del capital y hacerlos productivos en los espacios
territoriales, nacionales, es algo que atañe al conjunto de los espacios
estatales territoriales nacionales. No es lo mismo las capacidades, las
historias que tienen unos Estados nacionales que otros.
Entonces ahí aparece la dimensión específica para analizar el anclaje
nacional que tiene una particularidad muy distintiva en América Latina.
Es decir, plantear los nacionalismos en América Latina no es plantear
"los nacionalismos" en general y, menos aún, los nacionalismos europeos.
No se puede hacer una traslación directa, es decir, todo nacionalismo
es malo... todo internacionalismo es por definición bueno, que lo es
como internacionalismo, pero las luchas anticoloniales, las luchas de
dominación, las luchas antiimperialistas tienen una especificidad y
connotan a los Estados nacionales periféricos de una manera distinta. Yo
creo que una de las especificidades de los Estados nacionales está
allí.
Webber: Y para contextualizar históricamente esta
ola del progresismo y después su declive, podemos empezar con la
coyuntura del fin de los años 90 y comienzos de los años 2000, ¿qué
explica esta emergencia de muchos diferentes tipos de izquierda y
movimientos sociales y, después, gobiernos progresistas?
Thwaites Rey:
Yo tengo una perspectiva, en este sentido, de analizar el surgimiento
de los movimientos de contestación, protesta, demandas populares, que se
van acumulando a lo largo de la década de ajuste neoliberal. Los
ajustes neoliberales tuvieron, también, particulares en cada uno de los
espacios nacionales de la región. En cada país fue distinto, pero tienen
en común la idea de privatizaciones más o menos. En la Argentina fue
muy drástico el proceso de privatizaciones, desregulación, apertura
económica, flexibilización laboral, una serie de elementos que tenían
que ver con el consenso de Washington, que arrasaron nuestras economías
y, sobre todo, la calidad de vida de los pueblos.
Esto generó
en distintas expresiones, con mayor y menor radicalidad. En la mayoría
de nuestros países existieron irrupción de luchas y de movimientos y de
malestares que fueron, digamos, derivando en, hacia el fin del siglo, la
emergencia de gobiernos que se hacían eco de estas demandas y, en mayor
o menor medida, se oponían a las políticas neoliberales que los
precedieron. Por eso decimos... se discutió mucho qué eran, si eran
posneoliberales, la discusión si eran de izquierda, progresistas, cómo
catalogar... "la ola rosa", los países más rojos, más rosas... pero lo
que unifica, creo es que todos, mal o bien, impugnaron, disputaron en
término más retóricos y algunos más en concreto, al neoliberalismo.
Fueron todos gobiernos que se plantaron para decir: no al
neoliberalismo, no queremos ser neoliberal, estamos en contra de las
políticas de ajuste neoliberal.
Eso tiñe a todos los procesos,
que algunos de ellos plasman en gobiernos, otros no... algunos se
quedan... por eso digo, si uno analiza el proceso como un ciclo, en este
ciclo podés incluir al México que en el 2006 pierde las elecciones por
fraude López Obrador, entonces en ese momento también hubo un ciclo de
auge de luchas que, sin embargo, no remata en un gobierno como los otros
de ciclo.
Ese es un elemento, ¿no?, decir... el primer elemento es el origen, es el proceso de luchas.
Un elemento significativo es la llegada de Hugo Chávez al poder. La
presencia de Hugo Chávez – gana las elecciones en el 98, asume en el 99,
pero se radicaliza en el 2002 y plantea una mirada del socialismo del
siglo 21 – y renueva y refuerza, tanto a favor como en contra, un montón
de estos procesos. Eso con todas las diferencias que tienen el resto de
cada uno de los Estados nacionales de la región con el caso
venezolano... pero ese es un hito fundamental.
El otro elemento
a tener en cuenta es dónde... cuándo... cómo... se despliega este
ciclo. Este ciclo se despliega en un contexto internacional de aumento
del precio los commodities, de una bonanza para los países
exportadores que los englobó a todos. Es decir, todos los países se
vieron beneficiados, más allá de los gobiernos que tuvieron y las formas
de utilización de los recursos que hicieron, todos se vieron
beneficiados por ingresos extraordinarios provenientes de sus artículos
de exportación, sean alimentos o energía, minerales.
Eso no
quiere decir que haya sido lo mismo -incluso con políticas sociales-, el
caso de Perú, Chile o Colombia, que los casos de, netamente los ciclos
de Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, Bolivia y Venezuela. Incluso
dentro de estos países las formas de hacerse de esa renta diferencial
fueron distintas, porque también tenía que ver con qué tipo de
producción es la que se exporta. No es lo mismo apropiar renta de cobre o
del gas y nacionalizar esas... o ya eran nacionales esas producciones,
que en el caso argentino que la renta fundamental viene de la tierra que
es un recurso que está en manos privadas. Entonces, la discusión es
cómo capturar esa renta diferencial, que por supuesto, trajo enormes
conflictos y tensiones, que son las que vienen en la historia de la
Argentina, históricamente, la tensión de cómo capturar la renta
diferencial que viene del clima y del lugar geográfico donde están
ubicadas esas tierras. Entonces, bueno, ese es el segundo componente.
Y el tercer componente, que tiene como rasgo común la mayoría de estos
procesos, es el papel que se le asigna al Estado, nuevamente, no porque
el Estado no hubiera tenido un papel muy fuerte y central en la etapa
neoliberal, lo tuvo, pero lo tuvo para reconducir los procesos para la
captura de ese excedente a favor del capital y, en este caso, lo que
empiezan a recuperar los Estados nacionales es capacidad de arbitraje
entre las fracciones burguesas y capacidad de redistribución y de
mediación entre clases dominantes y clases populares, o entre
capital/trabajo... la capacidad de mediación, de colocarse como tercero
escindido más fuerte.
Bueno ahí, siguiendo a René Zavaleta y un
poco la recuperación que hace Luis Tapia, del momento estructural o del
momento instrumental, hubo un momento más estructural, la posibilidad
del que el Estado operara como bonapartista, podríamos decir en alguna
otra tradición teórica, y pudiera mediar en esas relaciones. Esto es,
son los tres elementos que nosotros destacamos sobre la totalidad del
proceso. Con los problemas que cada uno de estos elementos tuvo.
En términos de luchas, lo que podemos plantear es que el alza y el auge
del momento de lucha le fue seguido por un momento de mayor declive de
lucha popular como tal. En esto hay muchas discusiones sobre el porqué
del apaciguamiento de la movilización popular al interior de los
procesos populares, o hubo movilizaciones desde arriba o planteadas
desde los propios Estados.
Una corriente... Massimo Modonesi,
mi amigo, que él plantea lo de "revolución pasiva" y "pasivización",
asume la idea de que lo que producen los gobiernos es una captura,
subsunción de la energía de los procesos populares, para reconducirlos
en la recomposición burguesa. Entonces, son revoluciones pasivas, en el
sentido progresivo porque hacen concesiones, pero mantienen la
estructura.
Coincido en que pueden ser miradas desde así,
siempre y cuando uno no tenga una mirada absolutamente, casi diría
romántica, de un movimiento popular que siempre está en expansión y que
fue aplastado y que quería seguir... cuando la realidad muestra varias
cosas. En primer lugar, muestra que si bien nosotros decimos que el
proceso... en la raíz del proceso, de este ciclo de impugnación al
neoliberalismo en América Latina tiene que ver con las protestas, las
demandas, las luchas populares de los años 90, no todos los procesos
llegaron aupados y en andas de las luchas populares.
Salvo en
el caso de Bolivia, que es el caso más claro de una consistente
movilización popular que desemboca en el gobierno de Evo Morales, en la
mayoría de los casos había mediaciones. En la Argentina la crisis fue en
el 2001/2002, en el 2003 había habido la posibilidad... ya estaban
reconducidas, bastante, las fuerzas políticas. En Ecuador pasó lo mismo
es la Revolución Ciudadana, no es el movimiento Pachacuti el que está a
la cabeza del proceso de la Revolución Ciudadana. En la propia Venezuela
no es que hubiera un proceso de gran activación popular sino que es al
revés luego, desde el Estado, se empieza a reactivar con lo cual la
"pasivización" en el caso de venezolano es más compleja, es decir, más
que "pasivizar" sobre todo en primera etapa, hubo un intento de
activación. En los casos de, más aún, Brasil y Uruguay, mucho más...
llegan dos coaliciones de centroizquierda que habían sido tremendamente
combativas, pero que habían en algún momento, en el caso del PT muy
claro, hecho alianzas políticas y morigerado su discurso público como
para poder ganar. Entonces no vienen en andas de una gran ola que uno
pueda decir, entonces hubo un proceso de "pasivización" consciente o de
los dirigentes de contención.
El otro elemento para pensar esto
es que no hay ninguna posibilidad de gobierno y de conducción sino se
tratan de articular y calmar ciertas exacerbaciones de demandas y
luchas. Y, además, no es lo mismo desde el gobierno intentar articular
un montón de demandas que ser parte de un movimiento que tiene algunas y
tiene las propias.
Entonces, eso es lo que estamos trabajando ahora.
Pero, ese es uno de los temas, el primer elemento. El segundo elemento
tiene que ver con, dijimos, el proceso de que se expanda todo este
ciclo... digamos, sostenido por un proceso de aumento de los ingresos de
los países por el aumento de los commodities. Esto empieza a
tener límites y, además, lo que produce es la paradoja de que profundiza
los esquemas productivos anteriores. El extractivismo, y la
monoproducción y la desindustrialización se van acrecentando por efecto
de este proceso.
En Brasil es muy fuerte, es decir hay un
proceso en el que la participación industrial y la participación
agrícola en estos años va descendiendo la participación industrial y va
acrecentándose el porcentaje de la producción agrícola. La tendencia a
la "sojización", el aumento de la tierra cultivada con la soja, con
todos los conflictos que eso trae y la imposibilidad de producir alguna
otra forma de producción más integrada y que tuviera en cuenta otros
criterios, incluso los medioambientales. Esto es notable, que en el
período se va a favor del ciclo, y bueno... vamos y seguimos capturando.
Lo que nos provoca, también aquí, una pregunta compleja porque
a veces una cosa es la crítica de la descripción de lo que sucedió y la
otra es entender si podría haber sido tan fácilmente de otra manera,
porque qué relación de fuerzas tenés que plantear para desposeer
materialmente a los sectores que son dueños, materialmente de estos
sectores y en un encuadre internacional que te pide eso. Hay varias
discusiones en ese sentido que todavía no terminan de saldarse y que,
creo que como se salden tiene también que ver con la manera en que nos
vamos a parar frente a otros ciclos, o adónde empujamos ciclos
nuevamente de expansión de los intereses populares. Eso es un tema.
Lo que digo sí, entonces, es que este ciclo permitió capturas de ese
excedente y redistribución a partir de ese excedente. Las políticas
sociales, la profundización de las políticas sociales y en casos muy
clave, como en la Argentina, pero no solo en la Argentina poner en el
eje el consumo y el empleo fueron centrales. Es decir, después de
décadas de aumento del desempleo, la desocupación, la pauperización,
garantizar acceso a niveles de consumo para los sectores populares y
niveles de empleo, es decir la capacidad de generación de empleo, fueron
centrales. Entonces, por eso decimos que, Maristella Svampa dice que
hubo un "pacto de los commodities ", es decir que el pacto fue seguir produciendo commodities
. Nosotros consideramos que hay un pacto del sostén al consumo y el
empleo, a como diera lugar. Que también es central, porque si creemos
que el ciclo de los commodities no aplica a todo, porque los commodities estuvieron... porque no decimos todos los países que no ensayaron ningún proceso.
Esto es un elemento. Y el otro elemento a tener en cuente es que salvo
los procesos que por el grado de descomposición política en el que
llegaron requirieron o habilitaron la posibilidad de reformas
constitucionales, como en Bolivia, Ecuador y Venezuela, en el resto no
hubo un proceso de transformación de bases, de organización política. Y
aún en los casos de Venezuela, Ecuador y Bolivia que tuvieron procesos
de transformación constitucional, los formatos de representación
política quedaron más o menos sin alterar.
La idea de la base
es la representación política democrático representativa, con elecciones
periódicas no cambió. Con lo que tiene de bueno en cuanto a la
posibilidad de consulta popular constante, pero lo que tiene de malo al
clausurar otras instancias que pudieran dar una estabilidad mayor al
proceso de transformación. Porque los modelos de elecciones liberales
democráticos más clásicos tienen la urgencia de demostrar resultados muy
inmediatos para poder ganar elecciones, lo que conspira también con
ciertos procesos de transformación e, incluso, transformaciones de
derecha... la derecha que pide tiempo, ahora están pidiendo tiempo y
sí... tenés que ir a elecciones y tenés que ganar las elecciones en
función de lo que entregás.
Entonces, es cierto que, también,
cuando se critica la no profundización de proceso de transformación
estructural y seguir usando la renta de los recursos del ciclo de
bonanza es que también, si no redistribuís perdés apoyo político, si
perdés apoyo político no ganás y no seguís. Entonces, ese es un tema
central: cómo hacés para producir procesos de transformación que
requirieron una sustracción mayor de ese excedente para destinarlo a
otra política de largo plazo, cuando hay demandas muy inmediatas, muy
acuciantes y exigentes para satisfacer.
Entonces, decía... el
proceso de transformación genera una tensión constante donde en cada
país sea distinto los cuellos de botella en cuanto a la estructura
económica productiva, que no permite ampliarse en la medida en que no se
toquen tampoco las bases materiales de sustentación, y cómo construís
esas bases materiales, entonces uno podría decir, bueno, por qué no se
pudieron construir bases de apoyo popular más fuertes, por qué no se
pudieron hacer. Uno de los ejes que nosotros explicamos en este artículo
y que seguimos trabajando es la dimensión de consumo estructurante a
escala global, es decir el consumo y la forma de consumo, los artefactos
de consumo definidos a escala global son un factor de solidez material
del sistema capitalista, mucho más fuerte del que a veces nosotros
tenemos ganas de aceptar. Es decir, están allí y son artefactos muy
poderosos en términos de construcción cultural.
Webber:
Bueno, hemos discutido las construcciones de la ola del progresismo
ahora, ¿cuándo y por qué empieza el llamado fin de ciclo de esta ola?
Thwaites Rey:
Yo tengo una hipótesis que son elementos económicos generales que es el
ciclo... primero la crisis del 2008 del capitalismo global, que América
Latina la pudo ir contrarrestando, pero que a partir del 2011 empieza a
acentuarse más y en el 2013 creo que es un momento ya muy fuerte en
donde empieza a aparecer problemas serios en casi todos los países de la
región. Que el que mejor los sortea es Bolivia. Bolivia es el país que
tiene más... que lo ha venido sorteando con un manejo más ortodoxo,
quizá, de su economía pero no tuvo el cimbronazo que tuvo Ecuador,
Venezuela con la baja del precio del petróleo, la Argentina.
Empezaron a aparecer síntomas de mucha debilidad estructural que
agudizaron los problemas estructurales de cada país. Cada país tiene su
propia trama de inserción en el mercado mundial, sus propias lógicas de
articulación económica y social y política en función también de esa
trama.
Eso en el 2013 yo creo que es un momento muy clave, el
momento donde Dilma es reelecta e inmediatamente aplica un plan de
ajuste contrario a lo que ella había promovido con lo cual desata una
cadena de rechazos y de protestas que después lo capitaliza la derecha. Y
la muerte de Chávez. Yo creo que así como uno puede plantearse como un
hito, darle fecha de inicio al ciclo, es la llegada de Hugo Chávez al
poder, creo que la muerte de Hugo Chávez en el 2013 es un momento de
inflexión política muy fuerte para la región. Me parece que ahí la
imposibilidad de traspasar a Maduro ese liderazgo, la imposibilidad de
contener las presiones políticas y económicas que se vienen encima en
esta etapa, son muy grandes. Es decir, todos los límites que tenía el
proceso bolivariano empiezan a agudizarse y tras la muerte de Chávez se
aceleran más.
O sea que yo podría decirte que este ciclo es de
una década larga. Ni siquiera es de una década y media – una década
larga y ahí empiezan… están las protestas en Brasil, le siguen las
protestas en Ecuador, las protestas en Argentina que tienen dos
componentes. Vos tenés la protestas de las clases altas y medias altas
que empiezan a fogonear y toman un protagonismo muy activo en las calles
en estos países, pero también protestas populares de distinto orden,
también en Ecuador, en Argentina, protestas que tienen que ver con
salarios, que tienen que ver con impuesto a las ganancias, malestares
que se van congregando. Y con un elemento que empieza a aparecer y que
no tiene que ver estrictamente con estos gobiernos porque es la
corrupción, la idea de la corrupción, que se empieza a hacer muy
ostensible. Hay una alianza mediática, ya lo sabemos, y la alianza
mediática judicial, que es un actor otro de algo de lo que estamos
empezando a estudiar mucho más en detalle... decíamos bueno, el poder
judicial, los jueces, están ahí. Pero están ahí fuertemente y estuvieron
ahí mediados con, además articulados con los servicios de inteligencia y
con la embajada de los Estados Unidos, con las redes de los servicios
de inteligencia a escala global de una manera muy fuerte, muy invisible,
muy poco conocida pero cada vez más fuerte.
Entonces empezaron
a aparecer estos episodios, estos escándalos de corrupción, algunos
reales otros no comprobables pero sí que son verosímiles. Es decir, que
haya corrupción es siempre algo verosímil y también la incapacidad de
los gobiernos para tomar nota de lo que importan estos procesos de
corrupción. No puede haber personajes que estén en los entornos
gubernamentales o que estén en cargos de poder teniendo un ostensible
enriquecimiento, visto y ser subestimado. Esta cuestión de esta
dimensión es muy fuerte y no tuvo respuestas buenas, contundentes de
parte de las dirigencias de los procesos, no. Y bueno, esto es algo que
bueno, la dimensión mediática es una de... de oposición de ser la
cabeza... de ser las cabezas organizadoras de las oposiciones.
En casi todos los procesos aparecen los medios de comunicación como los
líderes organizadores de las oposiciones por derecha muy fuerte. Siempre
estuvieron, pero siempre se sabe que están allí los medios, pero esta
vez se han hecho de una manera muy visible, muy poderosa y con
herramientas de difusión muy fuertes que también desmienten un poco la
idea de que las redes y por internet había una suerte de horizontalidad y
de circulación democrática de las ideas que se demostró que no es así.
Al revés hay mayor concentración, mayor capacidad de fuego, entonces
bueno, esto es algo de lo que explica, que además, bueno, las derechas
no se quedaron quietas, derechas como decimos, derechas sociales y
políticas, no se quedaron quietas desde el primer día. Y además, en
ninguno de estos procesos, salvo en Venezuela que llegó a ganar con el
65%, pero siempre tenés entre un 30 y 40% de la población, mínimo, que
nunca estuvo aceptando los procesos de transformación, que estuvo en
contra.
Entonces, esa gente estaba allí, con capacidad de
irradiar, de articular con recursos de poder, con recursos económicos
muy fuertes. Entonces, frente a eso empieza la crisis económica, se
hacen más vulnerables a los gobiernos, más vulnerables estos procesos y
empieza un proceso de degradación política muy fuerte.
El
primero, el triunfo electoral de Mauricio Macri, como el que marca el
hito... que parecía hasta impensable que pudiera ganar. En este contexto
de crisis que tenía ya la Argentina, sí las rispideces, las
contradicciones pero parecía que no iba a tener la posibilidad de ganar,
de hecho gana por muy poco, pero lo más sorprendente es la velocidad
con la que empieza a producir un proceso de transformación al punto de
que hoy tenemos otra vez una deuda externa inmanejable. Que la empezaron
a hacer desde el primer día, empezaron a endeudarse... pero hasta a
nosotros nos sorprende la magnitud del endeudamiento, la magnitud de
este proceso de deterioro económico social de todas las variables, tenés
inflación, tenés recesión enorme, tenés desempleo y tenés un
endeudamiento imparable, una alta tasa de interés, dólar altísimo...
todas las variables explotaron.
Webber: Bueno, fuera de
Macri, cómo caracterizas esta nueva ola de la derecha. Porque tenemos
Macri, hasta Bolsonaro, hasta Piñera, hay inflexiones diferentes en
diferentes países pero ¿cuáles son las características comunes y las
particularidades, algunas particularidades?
Thwaites Rey:
Lo que uno parece notar es el grado de intolerabilidad que tienen
ciertos sectores sociales a los mínimos procesos de reformas. Y el temor
exagerado a procesos que, para nosotros, no habían generado ninguna
transformación muy profunda, sin embargo provocan una irritación y
rechazo mucho mayor a lo que efectivamente produjeron estos procesos.
En algunos casos, tiene que ver con la inflamación de retórica, de
confrontación más retórica que reales, que generan un antagonismo y es
preocupante en cuanto a que, más allá de los procesos en sí, apareciera
como una derecha latinoamericana, sobre todo, muy enojada contra toda la
cosa que se ponga de izquierda. Que me parece que esa es una
característica distinta a las derechas europeas que tienen sobre todo...
sí los que identifican que la izquierda y los progresismos protegen a
los inmigrantes... pero aquí, en la región, la idea de las izquierdas
planteando igualitarismos no tolerables, y con el argumento de la
corrupción... es decir, bueno, pero además son corruptos. Pero hay un
fuerte sentimiento, la corrupción es una escusa, es una muy buena escusa
porque si no, no te explicás cómo aceptan a personajes como los de
Macri, que viene de una familia que se ha enriquecido con contratos del
Estado, que él mismo ha tenido causas, entonces no es ningún ser
impoluto que digas, bueno, es una persona honestísima.
Sin
embargo, la idea... que no aparecía con tanta claridad en un principio,
pero sí aparece la idea de... bueno el garantismo, en el caso de
Argentina era la idea del sistema legal garantista, el sistema judicial
de garantías de los derechos humanos. Entonces, ellos lo ven como la
defensa del delincuente, la idea de la defensa del delincuente, la mano
dura... que también pasa en Brasil. En Brasil pasa más exacerbado, más
desembozado y con un racismo muy explícito. En Brasil te asusta la
posibilidad de ese racismo explícito.
Y en la Argentina tiene
ese componente de orden, de meritocracia y en la Argentina tiene ese
componente muy particular del antiperonismo, es decir la idea del
peronismo como un "plebeyismo" igualador, que vulnera la meritocracia de
las que se sienten, sobre todo las capas medias de la Argentina, además
de los sectores altos de las clases altas, herederos de una tradición
de sus abuelos inmigrantes.
Nosotros muchas veces nos reímos, y
decimos: acá hay una meritocracia hereditaria, porque su abuelito hizo
méritos para toda su descendencia, porque hablan de los méritos.
Entonces, hay este componente que tiene muy entroncada la idea del
peronismo como lo de poner en plano de igualdad lo que no tiene que ser
igual y no necesariamente antidemocrático, y eso es lo paradojal, porque
es como... bueno... una democracia tiene que permitir que cada uno haga
todos sus escaloncitos y sus méritos... y pareciera como que el
peronismo lo que hacer es intentar saltarlos.
Pero, a su vez,
no es solo el peronismo, porque ya en esta vuelta de tuerca que en el
antikirchnerismo es un peronismo que se lo considera de izquierda, desde
esa concepción. Entonces hay una rehabilitación de ideas que siempre
estuvieron, porque uno dice por qué hay reacción de la derecha, porque
la derecha siempre está ahí. No es que de repente aparecen. Estaba,
siempre estuvieron. El tema es que en determinados procesos, retroceden
porque no tienen posibilidad de articular sus propias demandas, porque
la escena pública está hegemonizada por otros discursos y otras
políticas, entonces no las pueden expresar. Hay un determinado momento
en que eso refluye entonces salen y salen con todos sus fueros y con
todas sus posibilidades de expresarlas, tienen los medios de
comunicación que le dan forma, le dan forma a lo que está. Porque
también es otra falacia creer que los medios de comunicación inventan
todo y manipulan y a la gente la llevan de las narices, sino que le dan
forma y le dan sustancia a aquello que está, que estaba. Lo que pasa es
que después le dan esa encarnadura, entonces ahí es donde la disputa es
más fuerte.
Además creo que, ciertamente, no hay que tener
ninguna mirada conspirativa para saber que el Departamento de Estado
norteamericano, a través de las embajadas, de agregados militares operó y
sigue operando. Y bueno, la llegada de Trump acelera este proceso. Con
resultados contradictorios y complejos, porque es tan brutal su accionas
porque hasta espanta a los más propios, pero que están, están.
Entonces, por qué este ciclo, es porque el ciclo es de respuesta, el
ciclo tiene características de derecha más particulares, más racistas en
Brasil, menos xenofóbicos en algunos lugares que otros, no podemos
decir que hay una derecha xenofóbica en la Argentina, por ejemplo,
porque, si bien el recurso es muy fácil, de la inmigración, no termina
de prender tanto porque no es un tema que... bueno, las inmigraciones en
la Argentina son de los países limítrofes, sobre todo de Bolivia y
Paraguay que es la mayor, y Perú, pero Bolivia y Paraguay es los que se
recibe mayor cantidad de gente que está aquí, muy integrada, muy
trabajadora en tareas que no compiten con las rareas que hacen los
argentinos nativos. Es decir, siempre hay algún rebrote, siempre hay
alguna posibilidad de que aparezca, pero no es tan exacerbado como en
otros espacios. Lo que no quiere decir que no esté siempre el peligro de
que eso sea exacerbado, si hay alguna necesidad política de
exacerbarlo.
Webber: La última pregunta es, con todos
estos nuevos gobiernos de la derecha, ellos tampoco tienen su propia
salida a estas crisis, porque en el mercado mundial no hay una respuesta
al 2008 todavía, entonces la popularidad de Bolsonaro es casi un 30%
ahora, hay una crisis de Macri por las próximas elecciones, entonces
¿cuál es la probabilidad de una duración más larga de esta nueva
derecha?
Thwaites Rey: Yo creo que hay una
diferencia muy importante entre la ola de los 90, la ola neoliberal de
los 90 con ésta. En los 90 había una ola que tenía una densidad
económica, política e intelectual muy fuerte. Porque era una promesa de
que aplicando determinadas medidas del consenso de Washington –
privatización, desregulación, apertura, disciplinamiento fiscal – iban a
producirse mejoras notables. Y, sobre todo, había el elemento de la
globalización como un ariete para decir, bueno, en este proceso la
globalización nos va a permitir acceder a distintos mercados, la
soberanía del consumidor, era muy fuerte la promesa, muy fuerte la
promesa de un bienestar que, además, era decir cómo salimos de los
límites de los modelos "benefactoristas", y del gasto del Estado.
La promesa fue muy fuerte. Y en América Latina, llave en mano venía el
proyecto, decía ustedes deben, tienen que aplicar estas políticas.
Entonces el consenso de Washington hacía que las burguesías internas,
encargadas de aplicar estos proyectos, no tenían que hacer ningún
esfuerzo intelectual para plantearlo. Era bajar, llave en mano, venían
con los créditos el Banco Mundial, el BID, todos los préstamos venían
con un manual de procedimientos para conducir el Estado y decir, así
funcionamos. Con las peculiaridades, obviamente, en Argentina tuvimos un
proceso de convertibilidad, del uno a uno, que hundió al país pero
venía, además, con una densidad intelectual muy fuerte.
Lo que
parecen hoy las derechas es no tener rumbo. No hay ninguna cosa que
encante y que muestre un rumbo enamorador, porque si seguimos todos para
allá vamos a andar. No lo hay, no lo tienen porque las consecuencias de
la crisis son muy brutales, no pueden mostrarlo, pero lo preocupante es
que esto exacerba otro tipo de derechas más brutales, más xenófobas,
más antipopulares y más dispuestas a usar la fuerza y la violencia, que
es lo que empieza a preocupar.
Porque la pregunta es: ¿qué
viene después de los fracasos de estos gobiernos restauradores de la
corrupción? Y de la molestia, porque prometen cosas que no van a poder
cumplir. Y qué es lo que viene luego, por eso es tan peligroso, por eso
es tan peligroso la forma de resolución de la crisis venezolana. Por eso
es tan peligrosa esa forma de resolución. Uno puede decir hay una lista
enorme de errores y defectos y de problemas que ha tenido el chavismo
poschávez, ¿no? El madurismo, que arrastra que no puede resolver cosas
que ya venían de antes, uno puede discutir sobre todos los problemas que
eso trae. Pero a como está, una confrontación planteada donde lo que
hay es una restauración.
Yo creo que, igualmente, hay que ser
cautos porque el apoyo que pudieron tener las incursiones en Medio
Oriente de los gobiernos norteamericanos en estos años, tenían un
componente muy fuerte que era el terrorismo que me atacó... el 2001, me
atacan, son terroristas, vienen y nos matan a nosotros, es muy difícil
pensar que Venezuela... qué te hace, qué te hizo un venezolano... porque
es más parecido a lo de Cuba, con el lobby de los de Miami, es decir el lobby de Miami, qué son terroristas los cubanos... nunca pudieron expandir esa idea más allá de Miami.
Eso es un límite, pero con Trump uno nunca sabe qué se puede esperar,
porque no sabemos cuáles son las lógicas que derivan de su escenario
estratégico de cara a las elecciones y de cara a su posible reelección.
Eso me preocupa porque desestabilizar al proceso venezolano de la peor
manera es realmente uno de los temas importantes para la región. El
cachivache este que hicieron en este día, esta locura con Guaidó, un
golpe de Estado y que los gobiernos de derecha de la región salieran
todos a apoyar una cosa que es a todas luces un golpe, que no implica
que uno esté de acuerdo en cómo están llevándose las cosas adelante en
Venezuela.
Pero también digo de qué otra manera podrían hoy,
porque también es verdad que uno puede criticarlos pero, es decir, de
qué manera lo harían ¿no? También hay que ser honesto y decir de qué
manera lo harías distinto en este contexto de presiones internacionales.
Es una incógnita. La honestidad intelectual nuestra tiene que ser,
también, decir eso. Y uno escucha, escucha gente de Venezuela diciendo
cosas muy duras, muy crudas y padeciendo cosas que son muy terribles y
las comprendés y decís bueno... acá está lleno de... ahora de muchísimos
venezolanos, generalmente no muy politizados, como no se politizó toda
la... que dicen que la están pasando mal y lo odio a ese gobierno y vos
no lo conocés y tienen razón.A ver, el tema es que lo que hay de en
frente es un arrasamiento muy poderoso que la verdad que es para tener
en cuenta cómo se recompone la situación.
Por eso, cuando en el
2015 hubo un ballotage en la Argentina y se discutía sobre qué hacer en
ese sentido, discutimos, yo personalmente lo he escrito y lo he dicho,
no es que Scioli que era el candidato del peronismo que iba a suceder a
Cristina, fuera mejor o que tuviera... pero era algo muy claro que la
señal política y los límites políticos que iba a poder tener Scioli eran
muy distintos a los que tuvo Macri. La señal política de Macri, la
llegada de Macri al gobierno habilitó el empoderamiento de las derechas
en Venezuela que ganaron elecciones, habilitó el impeachment a
Dilma Roussef, el encarcelamiento de Lula y la llegada de Bolsonaro.
Uy... miren si no habilitó... la existencia... la ruptura, incluso ahora
la ruptura del bloque incipiente y dificultoso pero que tuvo un sentido
de pararse como nunca, en esta etapa hubo una serie de gobiernos que
apostaban a armar otra cosa.
Lo que pasa es que eran gobiernos,
gobiernos que son personal del Estado, o sea son cuadros políticos,
personal estatal, que no logran disciplinar a burguesías locales muy
entramadas con la lógica de circulación del capital global. Entonces,
con muy poca visión de clase, en el sentido de organización, incluso es
paradójico lo de la burguesía brasileña que siempre se la elogió, es la
burguesía brasileña que es industrialista que tiene más noción de
defensa de su territorio además por el tamaño del Brasil, todo... ha
quedado muy diluida, muy sin rumbo, sin saber para dónde ir... que
terminen apoyando al gobierno de Bolsonaro, que ahora no saben para
donde va... que es cualquier cosa, entonces. La situación es compleja.
En la Argentina sí hay un recurso que permanece muy fuerte que es la
capacidad de movilización y organización y articulación popular que
existe. Si hoy la Argentina no estalló, así mal y con un estallido
trágico para los sectores populares, es porque hay una trama que
contiene una trama que se fue construyendo desde el 2000/2001, hay una
trama en los barrios que el gobierno hábilmente toma y el Fondo
Monetario financia, porque si no contenemos, acá se va todo al diablo,
pero hay una situación de organización y capacidad de respuesta, que
ahora, bueno, cómo se plasma políticamente el juego por la base y el
juego a nivel electoral, cómo se juegan las candidaturas, cómo se arman
los espacios políticos, está por verse ¿no? Estamos en momentos
interesantes.
*Jeffery R. Webber es profesor de economía política en Goldsmiths, Universidad de Londres y coautor de Los gobiernos progresistas latinoamericanos del siglo XXI. Ensayos de interpretación histórica, con Franck Gaudichaud y Massimo Modonesi (UNAM, 2019).
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