Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

domingo, 17 de marzo de 2019

La (des)aprobación de la derecha en América Latina


Sacha Unamuno

Un tema se vuelve recurrente en las democracias contemporáneas: la importancia de la opinión pública. El hecho de contar con sistemas presidencialistas parece hacer a nuestras democracias más dependientes de la imagen de gestión presidencial. Ahora bien, ¿es verdad que el conjunto de la sociedad se ve seducido por los gestores de derecha? A continuación analizaremos transversalmente la imagen de cada uno de los mandatarios de la región cuyas políticas y discursos se ubican desde el centro a la más extrema derecha para corroborar si es verdad que cuentan con el beneplácito de las mayorías ciudadanas. Para ello recopilamos los últimos sondeos sobre la imagen presidencial de cada mandatario en América Latina.
La imagen de gestión de Mauricio Macri se encuentra en su peor momento, de acuerdo al último sondeo de la Universidad de San Andrés y luego de frenar la caída de su imagen tras en G-20 (realizado del 30 de noviembre al 1 de diciembre de 2018), el 2019 se consolida como el desplome de los números para el oficialismo.
La (des)aprobación de la derecha en América Latina-01
Para las consultoras Gustavo Córdoba y Asociados, D’Alessio Irol/Berensztein y Poliarquía, quienes también realizaron mediciones mensuales, la imagen del presidente argentino confirma en todos los casos la tendencia a la baja y lo que podría ser el piso de la coalición de Gobierno, alrededor del 30% de adhesiones. En las encuestas, las principales variables que operan sobre la imagen negativa o positiva son: aumento de tarifas, inflación, desempleo e inseguridad.
La inflación del 2018 fue del 47,6%, la cifra más alta de los últimos veintisiete años. La deuda pública llegó al 94,8% del Producto Interno Bruto (PIB) durante el último trimestre del 2018, según datos oficiales del informe “Presentación Gráfica de la Deuda Pública del Estado Argentino”, publicado por el Ministerio de Hacienda.
De acuerdo a los datos del Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) sobre el tercer trimestre del 2018, el nivel de pobreza en el país del sur es la marca más alta de la década: 13,6 millones de personas bajo la línea de pobreza. Los nuevos pobres son producto del combo devaluación, inflación y recesión. El jefe de Estado había pedido que su gestión sea evaluada en base a la caída de la pobreza. Los números hablan por sí mismos.
Al ser un Gobierno recientemente electo sólo contamos con la pesquisa 143° de la Confederación Nacional del Transporte (CNT), la cual muestra que la evaluación positiva de su desempaño es de 38,7% (11% “muy buena” y 28% “buena”) frente a un 29% que lo considera regular y 19,1% como “malo” o “muy malo” en sus primeros tres meses de gestión.
En comparación con el resto de los gobiernos del siglo XXI la aprobación para el primer trimestre de gestión es bajo con respecto al primer mandato de Lula da Silva (2003) quien ostentaba un 56,6% de calificaciones “buenas” y “muy buenas” y 49,5% de calificaciones positivas en su segundo mandato (2007), y el de Dilma Rousseff en el mismo periodo de su primer mandato, tras convertirse en la primera mujer presidenta y obteniendo un 49,2% de calificaciones “muy buenas” y “buenas”. Sin embargo supera la evaluación inicial del segundo Gobierno de Dilma y el de su sucesor tras el impeachment, Michel Temer.
En cuanto a sus medidas destaca la polarización. Un 53% desaprueba la posesión de armas frente a un 43% que lo avala; un 46% desaprueba la reforma previsional mientras que un 43% la aprueba y, por último, la más valorada de sus políticas es el paquete anticrimen de Sergio Moro, que obtiene un 62% de apoyo frente a un 19% de rechazo.
 Un dato significativo es que la imagen de Jair Bolsonaro por fuera de su gestión alcanza el 57,5% de aprobación frente a un 28,2% de desaprobación, lo que Boaventura de Sousa Santos calificó como la “muerte democrática de las democracias”.
El principal punto de inflexión en la aprobación de gestión de Sebastián Piñera es el impacto del asesinato de Camilo Catrillanca por parte de Carabineros en el mes de noviembre, gracias a la mala evaluación que la ciudadanía hizo del manejo gubernamental del hecho (Piñera demoró más de un mes en destituir al jefe de la institución, Hermes Soto, junto con una decena de uniformados). Esto puede verse reflejado en el cambio de tendencia que registra Criteria Research, su punto más bajo de aprobación (37%) y el más alto de desaprobación (51%). Sin embargo, el jefe de Gobierno remonta esta tendencia en parte gracias a la política internacional y su participación en Cúcuta (Colombia) junto a Mario Abdo e Iván Duque para el “Aid Live por Venezuela”.
El mencionado asesinato no es suficiente para explicar el descenso de la aprobación de gestión en 2019 que, según el último registro de CADEM[6], se encuentra en un 37% de favorabilidad frente a un 48% de desaprobación en marzo de este año. A pesar de los intentos de distraer los problemas internos con espectáculos internacionales, el desempleo en Chile aumentó hasta el 6,8% mientras que la cesantía en las mujeres alcanzó un histórico 7,5%, de acuerdo a las cifras oficiales de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE)[7].
Por último, un tema que aparece recurrentemente a la hora de evaluar negativamente a la gestión de Piñera es una ley aprobada que implica que dentro de los próximos siete años las compañías distribuidoras de energía reemplazarán los actuales medidores por “dispositivos inteligentes”. Los medidores de consumo de electricidad hasta ahora eran propiedad de cada cliente, pero el cambio tecnológico tendrá un costo aproximado de mil millones de dólares –según cálculos de la Comisión Nacional de Energía (CNE)- y lo deberán asumir los clientes a pesar de que el nuevo medidor será de propiedad de la compañía.
A finales de 2018 la imagen negativa de Iván Duque había tenido un importante repunte (64%) después de haber anunciado una reforma fiscal cuyo impacto sería notable en las clases medias y bajas, por el aumento del IVA. La entrada del 2019 y la postergación de la criticada reforma dio un respiro a la lastrada imagen del mandatario. Esto sucede a partir de los hechos que tuvieron lugar a principios de 2019, tras el atentado del ELN contra la Escuela de Policía General Santander (que se saldó con la vida de 22 jóvenes) el 17 de enero. Desde entonces, la imagen de Duque comenzó a cambiar: la imagen negativa cae a un 56% y sube la positiva de 29 a 35%. En primer lugar, porque el atentado dio lugar a que su Gobierno cerrara definitivamente los diálogos con el grupo guerrillero. Esta decisión, estuvo orientada a satisfacer los intereses de su electorado, caracterizado por apoyar las opciones guerristas propias del uribismo. Además, dio por primera vez una muestra de liderazgo para un presidente que era visto, incluso a la interna de su partido, como un joven con escasa experiencia y poca capacidad de abanderar el uribismo. A partir de entonces, el presidente Duque viene recuperando posiciones entre su electorado; cuanto más se escora hacia la derecha, más baja su imagen negativa –si bien cabe mencionar que la positiva se mantiene estable en los dos últimos sondeos de febrero y marzo–.
Un factor que recientemente le ha abonado el crecimiento en las encuestas es el liderazgo que ha tomado frente al proceso de intervención avanzado sobre Venezuela en el mes de febrero y que coincide con la imagen que los colombianos tienen del país vecino, según la encuesta de de Invamer de febrero de 2018: el 59,2% aprueba la manera como el Gobierno colombiano está enfrentando la crisis venezolana y el 34% no la aplaude. Así mismo, el 53,3% de los encuestados dice tener una imagen desfavorable de los migrantes que han llegado de ese país y un 39,4% afirma tener una imagen positiva de ellos.
En Costa Rica, según el último sondeo de CID Gallup  realizado en enero de 2019, el 74% de los ticos y ticas cree que el Gobierno va en el rumbo equivocado y el 60% desaprueba la gestión de Carlos Alvarado, convirtiéndose en el presidente peor evaluado en 40 años[10].
Por su lado, la encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP-Universidad de Costa Rica)[11] registró en el mes de noviembre de 2018 un 24% y 55% de aprobación y rechazo, respectivamente. Es el peor punto de una tendencia a la mengua de su figura pública, que no ha parado de caer desde agosto de 2018.
El caso fiscal y el escándalo por los nombramientos en el Ministerio de Relaciones Exteriores incidieron en la imagen del mandatario tico, y tampoco faltan quienes le pasan factura por el incumplimiento en su compromiso de atender demandas específicas de ciertos sectores, como el tema de protocolo de aborto impune o de potenciar acciones para el matrimonio gay. Asimismo, la agenda de reactivación económica está muy débil y el Gobierno está impulsando proyectos adversos, por ejemplo, la ley del impuesto a las cooperativas. El alto desempleo y la percepción de inseguridad también repercuten en la desaprobación de la ciudadanía.
En el caso de Ecuador la tendencia descendiente en la imagen del presidente Lenin Moreno es constante desde mayo de 2018, como se muestra en el cuadro de CEDATOS[12], tras el efecto post campaña del referéndum y la consulta popular, con la cual se modificó la constitución política impidiendo la reelección presidencial y modificando la estructura del poder de participación ciudadana, construida como mecanismo democratizador en la Carta Constitucional redactada en Montecristi (2008).
Tres dimensiones de la política ecuatoriana parecen estar conjugándose para definir ese descenso vertiginoso de Lenin Moreno. Una dimensión producto de la baja capacidad de gobernabilidad que ha demostrado el presidente, en tanto su liderazgo está cuestionado en general. Los datos cualitativos y cuantitativos presentados por la encuesta del Centro Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) realizada en marzo de 2019[14], así lo demuestran: el 59,2% considera que la situación del país es de incertidumbre, enojo, miedo, resignación, caos; mientras sólo un 33,4% considera la situación del país como esperanzadora, tranquila y de confianza; sensaciones de desgobierno muy ligadas a la dimensión económica del país y a la ruptura de Moreno con su mentor y mayor elector, el expresidente Rafael Correa. El 55,4% de la opinión pública, según la encuesta mencionada, piensa la gestión de Moreno como mala o muy mala; y sólo el 34,4% la considera de regular a muy buena.
Respecto de la dimensión económica, el país volvió a los brazos del FMI y del tutelaje norteamericano de la mano de Moreno, distanciándose del programa progresista por el cual fue elegido -que prometía continuidad al proyecto de la Revolución Ciudadana- y definiendo un giro lo acerca más como ejecutor del programa de la derecha ecuatoriana, encabezada por el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y por el excandidato presidencial Guillermo Lasso. Según la encuesta de CELAG, el 45,9% de los ecuatorianos piensa que el país está siendo gobernado por los grupos económicos, el 26,9 % por los EE. UU., el 26,4 % por Jaime Nebot y sólo el 25, 9% considera que Moreno tiene las riendas el país. El empleo (70,9 %), la salud 45%) y la delincuencia (41%) son los principales problemas del país según la opinión pública.
La encuesta de CELAG también muestra la tendencia ciudadana de apoyo a la gestión del expresidente Correa: el 61,3% considera que fue muy buena, buena o regular-buena, y un porcentaje alto volvería a votar por él para la vicepresidencia (39,4%) o para la Asamblea Nacional (39,2%), mientras sólo el 11 % del electorado volvería a votar por Moreno, mientras que el 24 % votaría por un candidato afín a Correa. Una situación que, al parecer, no tiene como referencia Moreno, ya que su giro a la derecha continúa con la decisión de retirarse de la UNASUR y con el empréstito recibido por el país del FMI que remarca la deriva del Gobierno.
En septiembre del año pasado la gestión del presidente Jimmy Morales cayó a su punto más bajo de aprobación de acuerdo al estudio de Opinión Pública de CID Gallup, con un 32% de aprobación (“buena” y “muy buena”). Esa percepción estaba marcada por la declaratoria de persona “non grata” que el mandatario hizo a Iván Velásquez, cabeza de la Comisión Naciones Unidas contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y toda la campaña en contra el mandato de la CICIG. A ello se suma la protección que dieron los diputados para evitar que fuera investigado bajo sospechas de recibir financiamiento electoral ilícito para su campaña de 2015.
Sin embargo, su imagen recuperó algunos puntos en la primera medición del 2019, si bien aún se encuentra en números rojos, y la imagen de Jimmy Morales aparece incluso por debajo del expresidente Otto Pérez Molina, quien está en prisión preventiva por casos de corrupción. La evaluación positiva de su gestión es de un 22% frente a un 37% de imagen negativa[15]. ¿Qué hizo para recuperar su desgastada imagen? No faltan quienes consideran que la clave podría estar en el apoyo evangélico, dado el respaldo del mandatario al traslado de la embajada a Jerusalén, en sintonía con otros líderes que profesan el mismo culto como Jair Bolsonaro o Donald Trump[16]. A pesar de ello, el tema que ha generado rispideces, la salida inducida de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), es actualmente que es rechazada por el 58%, frente a un 34%, que apoya la salida del tribunal para juzgar la corrupción[17].
En el caso de Honduras, el estudio de opinión pública #100 de CID Gallup relevó una baja significativa de enero a septiembre de 2018. A pesar de que no se cuenta con datos actualizados, Juan Orlando Hernández (JOH) registra un 48% de desaprobación y un 41% de aprobación[19]. Entre las principales preocupaciones y problemas destaca la desocupación y el aumento del costo de vida.
El Gobierno encabezado por JOH, del Partido Nacional, profundizó el deterioro institucional. Su primer mandato comenzó en 2014, estuvo atravesado por distintos escándalos, como la comprobación de que recibió financiamiento ilegal en la campaña electoral y sucesivos asesinatos de activistas medioambientales entre las que destaca la líder indígena y feminista Berta Cáceres. En 2017 forzó su reelección en abierta contradicción con la Constitución Nacional, gracias a la complicidad de la Corte Suprema. Un dato significativo es que, al ser consultados sobre el grado de corrupción (en caso de haberla), la última encuesta de CID Gallup registra que para el 82% hay “mucha”, frente a un 6% que consideró “alguna” y un 6% “poca”.
Los comicios de 2017 estuvieron signados por largas demoras en el escrutinio, donde el mandatario comenzó perdiendo y lo terminó ganando[20]. El sondeo de opinión pública “Percepciones sobre la situación hondureña en el año 2016″, realizado por la Compañía de Jesús indicaba que el 73,1% desconfiaba de la transparencia de las futuras elecciones, 38,9% afirmaba tener “poca confianza” y un 34,2% directamente “ninguna”. A raíz de estos resultados se realizaron protestas masivas durante los meses de diciembre 2017 y enero 2018.
Las próximas elecciones generales en Panamá se llevarán a cabo el próximo 5 de mayo y en ellas se elegirá al próximo presidente. Los niveles de desaprobación del actual mandatario Juan Carlos Varela lo convierten en el peor valorado de la región, de acuerdo al último sondeo de CID Gallup alcanzó el contundente 75% en el mes de enero mientras su aprobación fue del 20%. La principal causa de su desaprobación es la corrupción; de acuerdo con un reciente capítulo panameño de Transparencia Internacional (TI), Panamá aparece entre los países con mayor percepción de corrupción al cierre de 2018[22]. Si bien es cierto que la mayoría de los presidentes panameños ven disminuida su aprobación al concluir su gestión, el actual mandatario Varela es el líder con peor evaluación popular desde el retorno a la democracia en 1990, superando a Mireya Moscoso, también del Partido Panameñista. La encuesta también revela que la mayoría (83%) considera que con el Gobierno de Varela el país lleva un rumbo equivocado[23].
Otro estudio, realizado en este caso por la consultora StratMark, reveló la desaprobación entre octubre y diciembre de 2018. Los resultados de este estudio de opinión indican que al menos el 83,1 % de las personas encuestadas desaprobaban la gestión de Varela el pasado diciembre, mientras que el 12% lo aprueba y un 4,8% no sabe o no estaba disponible al momento de realizado este análisis. El incremento en el rechazo a la forma como el mandatario está manejando el país puede compararse con los resultados de octubre pasado el nivel de desaprobación era de 79,4%, el de aprobación era de 13%. Estos resultados se contraponen al análisis de la situación del país, en cuyo sondeo se observaba una leve mejoría en el periodo analizado[25].
En Paraguay prácticamente no hay datos sobre la aprobación del actual mandatario, Mario Abdo Benítez, quien asumió en 2018. Los únicos datos disponibles corresponden a la consultora ICA-Gallup[27], cuyo sondeo fue realizado en el mes de diciembre y en donde Abdo alcanza 30,1% y 40,9% de aprobación y desaprobación, respectivamente, de su gestión.
La efervescente popularidad parece agotársele a Martín Vizcarra. Paradójicamente la corrupción, que le valió su vertiginoso crecimiento en la opinión pública, se le ha vuelto en contra a raíz de las denuncias que lo involucran con el llamado “club de la construcción”. De acuerdo con los últimos sondeos del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), IPSOS y DATUM, su favorabilidad cayó por segundo mes consecutivo, a pocos días de cumplir un año de Gobierno.
En su primer año la imagen del mandatario peruano fluctuó, pero logró una gran favorabilidad gracias a la “lucha contra la corrupción”, el encarcelamiento de la principal lideresa de la oposición, Keiko Fujimori, y las reformas institucionales sometidas a referéndum en diciembre de 2018. Sin embargo, esto no le evitó ser salpicado por el caso Odebrecht ya que una empresa a nombre suyo y de su hermano -C y M Vizcarra S.A.C.- se vio favorecida por realizar contrataciones de alquiler de máquinas para la construcción al consorcio Conirsa, liderado por la constructora brasileña. Además, el mandatario se encuentra investigado por presuntos aportantes falsos a la campaña de Kuczynski, de los que se sospecha podría haber estado al tanto ya que el actual mandatario fungió como jefe de campaña de PPK. Aún así, su imagen positiva supera la negativa y constituye en récord de favorabilidad en la región.
El actual mandatario buscó un nuevo giro para solventar la tendencia a la baja de su popularidad como gestor y el pasado 12 de marzo presentó un nuevo gabinete ministerial encabezado por el ex actor, director de cine y político peruano, Salvador del Solar. El impacto del cambio en el Ejecutivo no ha sido medido por las encuestadoras, ni siquiera por Datum, que presentó su último sondeo previo al anuncio de la nueva cartera de ministros.
A excepción de Guatemala que aun con el cambio de tendencia registra el 50% de desaprobación de gestión, todos los países analizados arrojan como saldo una tendencia a la baja. Y, salvo Perú (56% de favorabilidad), en todos los demás casos (Guatemala incluida) la imagen negativa de gestión supera la positiva. El caso más extremo de rechazo lo registra Panamá donde entre un 75% y un 83% -según la medición- desaprueba la gestión de Varela.
En el Cono Sur puede observarse una aprobación inicial en los casos de Piñera y Macri, quienes dilapidaron dicho apoyo y ya presentan números adversos. Resta saber qué sucederá con las aprobaciones de Bolsonaro y Abdo pasado el efecto “luna de miel” de los inicios de gestión.
Un recurso común al que parecen apelar los mandatarios para incrementar su favorabilidad ante la opinión pública es la confrontación con los gobiernos progresistas, tanto locales como regionales. La polarización parece ser redituable a la hora de obtener el favor en los sondeos. Dicha lógica opera para las figuras de Iván Duque en Colombia, Piñera en Chile y Bolsonaro en Brasil, todos gobiernos que asumieron su cargo en 2018 (al igual que el reemplazo de Vizcarra, quien en marzo de 2018 llegó a la Presidencia tras la renuncia de Pedro Kuczynski). Aún así esta lógica tiende a perder efectividad conforme avanza el tiempo. En el caso de Macri (Argentina), la fórmula de la confrontación sirvió durante la primera mitad de su gestión, pero luego mostró sus límites. Una tendencia similar se corrobora en Chile.
La opinión pública no es un dato objetivo y se encuentra mutuamente imbricada con uno de los temas claves de las democracias contemporáneas: la proliferación de la llamada “posverdad”. Si bien las falsas promesas de campaña han sido parte del ethos de la política, en la actualidad las astucias de la desinformación generan la sentimentalización de las decisiones políticas y la fragmentación la opinión pública, lo que se evidencia en el apoyo a candidatos que promueven medidas tendientes a un populismo punitivo azorando rivalidades nacionales, raciales, de clase o género, y cuyo discurso logra hacerse adeptos en la opinión pública. Sin embargo, también evidencia sus limitaciones a la hora en que la ciudadanía evalúa sus condiciones objetivas de vida. No solo los electores son cada vez más volátiles, también sus opiniones.

No hay comentarios: