Pedro Echeverría V.
1. Hace poquito más de un mes comentaba con dos amigos la situación de España, en particular las enormes movilizaciones de Barcelona. Hablábamos de la persecución de que es víctima el líder indiscutible, popular, Puigdemont que durante un tiempo estaba asilado en Bélgica, como si fuera un delincuente. Es decir, quien debería ser en estos momentos el presidente de la República de Cataluña por haber sido el que encabezó las grandes manifestaciones independistas, ahora resulta un perseguido por el gobierno y la monarquía española. Yo siempre pensé que España era el país más civilizado de todos los que hablan ese idioma; pero ahora me he dado cuenta que es el más salvaje. Claro conozco su historia, en particular la II República (1931-1939) y las batallas independistas de los vascos, catalanes y gallegos, además que he estado como mochilero en ese país en cuatro ocasiones; pero no pensé que llegara a este extremo de amenazas y persecución.
2. Mis amigos tenían la convicción hace mes y medio de que Puigdemont era tan popular y tan querido que si llegaran a detenerlo por el presidente y el rey españoles, la gente no se cansaría de salir a manifestarse en las calles e incluso podría provocar en otras grandes ciudades poderosos movimientos de protesta. Me preguntaron que cómo vería que los más radicales españoles incendiaran las viviendas del presidente Rajoy y del rey Felipe; les comenté que todo era posible, sobre todo cuando la gente está muy enardecida, pero que no sería una forma de lucha en Europa por aquello de los sistemas parlamentarios y que esa acción sólo sería posible en América, Asia o África donde la gente es más caliente y más brava. Pero además, los domicilios de esos y otros grandes funcionarios están totalmente blindados y alrededor de cada uno hay dos mil soldados armados hasta los dientes, cuidándolos.
3. Pero España es parte del territorio europeo, aunque sea de segunda categoría porque está en el sur del continente. Lo que ahí suceda son enseñanzas importantes para el mundo. Habría que pensar en primer lugar: ¿Qué porcentaje de la población sigue añorando la dictadura franquista (1939-75), el régimen aristocrático autoritario, y al mismo tiempo sigue odiando el régimen Republicano y las libertades que representan? La realidad es que pensé que al morir Franco el dictador en 1975 vendría un destape libertario en todos los aspectos de la vida que la monarquía y la derecha serían barridas para siempre convirtiéndose España en un ejemplo libertario para el mundo, sobre todo por el recuerdo de las heroicas batallas del anarquismo en los años treinta. Pensé que el PSOE socialdemócrata ayudaría a América Latina a liberarse del imperio yanqui que la aplasta. Pero Felipe González y Zapatero, gobernaron como los derechistas Aznar y Rajoy.
4. El desplome de la URSS en 1989-91, empujado por Reagan, la Thatcher y Juan Pablo II, aunque no era ningún socialismo sino una especie de capitalismo de Estado, terminó por estabilizar el poder yanqui confirmando su poder mundial. Rusia en los 50, 60, 70, llego a jugar un papel de balance, de alternativa, frente al gran poder nuclear de los EEUU; pero a partir de 1989 el imperio de los EEUU se quedó sin competencia seria convirtiéndose nuevamente en el policía mundial. Por ese enorme poder yanqui, España, Alemania, Inglaterra, Israel, hacen lo que les da la gana contra sus enemigos o sus críticos, sabiendo que cuentan con el apoyo de los gobiernos estadounidenses. Espero que los catalanes saquen de sus conciencias la gran combatividad y rebeldía que necesitan para enfrentar al gobierno franquista español. La batalla por la República y la libertad de Puigdemont y más dela mitad de los catalanes debe ser un ejemplo en el mundo. (25/III/18)
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