Son tantos los
laberintos que podrán quedar a la elección de los protagonistas de la
VIII Cumbre de las Américas en Perú, que bien vale la pena adelantar
este “VAMOS A VER” que les propongo, para luego de su final arribar a
las conclusiones definitivas. Pero algo sí puedo afirmarles con
seguridad y es que si bien EE.UU. parece no querer cambiar jamás en sus
apetencias imperiales, los tiempos han cambiado y ya todos los pueblos,
con sus arremetidas y caídas, han visto o presienten el alba que llega o
llegará inexorablemente.
A unos pocos días del inicio de la
VIII Cumbre de las Américas en Perú se conoce que la convocatoria tiene
como tema, propuesto por el país sede, el de la corrupción y la
gobernabilidad, así como otros, con todos los matices e intríngulis que
los mandatarios de todos los signos políticos quieran resaltar en sus
intervenciones, sean verídicas o simple retórica de boca para afuera.
Sin embargo, para sorpresa del presidente peruano PPK, el promovente del
tema principal, se encontró en la situación del cuento infantil que
relata que “el ratoncito Pérez cayó en la olla por la golosina de la
cebolla”, pero con un cambio en la golosina que se llama corrupción. Así
que el país y el gobierno anfitrión de la cita continental quedaron
descalificados como promotores de la honestidad hemisférica sobre este
asunto. ¿Cómo quedaría Almagro con este tremendo fiasco, cuando
públicamente trató de apuntalar a PPK, a punto de ser destituido en
aquel instante, sobre la supuesta confesión que le hiciera antes sobre
su intención del indulto a Fujimori, por razones humanitarias?
A
este desaguisado se une un despropósito también de alto quilate. Y es
que la invitación inicialmente remitida al presidente Maduro de
Venezuela, fue prontamente retirada, con una argucia injerencista sobre
las elecciones convocadas en Venezuela. Además de corrupto, PPK actuó
como un mentiroso, ya que, en verdad, la retirada de la invitación,
respondió a su actitud servil de besalospiés y servidor genuflexo del
flamante dictador de la Casa Blanca, y, por eso mismo, oveja de la misma
camada que otros mandatarios del llamado Grupo de Lima. Así que todos
estos conjurados, -concitados también por el Almagro de la OEA (viejo
ministerio de colonia) y su travestismo político-, que pretenden aislar y
asfixiar a Venezuela, y que borrachos de sus pírricas victorias
electoreras y alienados por su rancia estirpe reaccionaria, han querido
cantar victoria por adelantado con la exclusión de Maduro de la Cumbre,
pues le tienen miedo ver y oír a un nuevo Chávez redivivo.
De
forma torpe, ellos y Trump, perdieron la oportunidad de afrontar a
partir de la unidad de América toda, sin exclusión injusta e
injustificada, el tema u otros en debate democrático, aunque diverso y
apasionado, y abrieron la caja de Pandora, y van a tener que escuchar en
todos los idiomas, ya que es esperable la traducción simultánea, hablar
sobre Venezuela y su presidente, y otros temas candentes, como nunca
antes ha ocurrido en tan corto tiempo. Y todo esto es previsible, porque
el nuevo presidente del Perú, con posibilidad de rectificar una
decisión servil de su predecesor, para adoptar una actitud digna y
soberana, se ha decidido a asumir como propia una tara hereditaria que
sin dudas refleja un continuismo pernicioso. ¿Por qué lo ha hecho?
El otro asunto incluido en el “ya veremos”, será la actitud y la pose
del emperador del Norte. Con tantas ofensivas declaraciones sobre los
vecinos del Sur, con tantas agresiones y amenazas, con su decisión de
levantar un muro infranqueable para los humildes hombres, mujeres y
niños de nuestra América (¿será tan alto como su Torre Trump?) y a
quienes parece calificar o considerar como cucarachas indeseables,
aunque ha llenado a esos emigrantes de los epítetos más espurios.
Pero, ¡ay!, señor Trump, qué bueno sería que asumiendo la más pura y
legítima reciprocidad, los gobiernos de nuestros pueblos levantaran su
dignidad ofendida tan alto como las palmas y, sin levantar ningún muro,
derribaran con un gesto y decisión soberanos todos los pactos que han
permitido la presencia en su territorio de bases militares de todo tipo
donde pululan los ingenios espías más sofisticados y por supuesto los
miles de emigrantes militares estadounidenses de carácter rotatorio que
ocupan dichas bases y que hasta ahora son inmunes ante las leyes
nacionales de los países. Aunque también las ocupan “a las malas”, como
es el caso de la Base de Guantánamo en Cuba, que es el fruto de un
despojo pactado a la fuerza desde hace más de un siglo.
¿Verdad
que sería deseable que eso pasara en el mundo entero, y que sin levantar
muros, se levantara una doctrina para la paz en que ninguna nación
pudiera poseer bases militares de ningún tipo fuera de su territorio ni
mantener circulando agrupaciones de flotas navales y aéreas fuera de sus
aguas territoriales y espacios aéreos propios y naturales establecidos
por el derecho internacional?
Otro asunto del “ya veremos” debe
ser el bloqueo contra Cuba y las actuales arremetidas de Trump en los
tiempos recientes. Tiene en La Habana una embajada que ya en la práctica
no lo es. Y, ¡oh!, sapiensa divina del ególatra empresario-emperador,
que ordena que los aspectos consulares para los cubanos deban efectuarse
en otro país situado a miles de kilómetros de Cuba.
Si alguien
no sabe todavía la causa de los llamados ataques sónicos de sus
diplomáticos en La Habana que provocaron determinadas dolencias, sería
bueno decirlo en esta cumbre y en los foros. Pero desde ahora se lo diré
en forma inmediata.
Los supuestos ataques sónicos a sus
diplomáticos que esgrime el gobierno de Trump y de los cuales culpa a
Cuba, ya tiene un origen y una causa verdaderos, y es ni más ni menos,
el invento de una mentira colosal, desprestigiada política y
científicamente, porque dicha “agresión sónica”, es tan mentirosa y
ridícula como las otras miles de mentiras y calumnias que han propalado
durante sesenta años y aún propalan contra Cuba. No tienen escrúpulos
algunos en mentir para que todas sus lenguas propagandistas de sus
medios y las de sus servidores y secuaces en el mundo, las repitan como
eco y las repiquen como las campanadas de las iglesias. ¿No existen
pruebas suficientes en la historia que corroboran eso en forma
irrefutable?
¿Quedará todavía en nuestra América y en el resto
del mundo algún papanatas que crea que el monroísmo o doctrina Monroe,
recientemente proclamado como vigente por el recién despedido Secretario
de Estado yanqui, y hermano del destino manifiesto y de la política del
buen vecino, tiene algún valor legítimo? ¿Se atreverá Trump a mencionar
las susodichas políticas trazadas para mantener un yugo imperial sobre
nuestros países, explotarlos mejor y amenazarlos, invadirlos y
agredirlos en los momentos coyunturales que estimen pertinentes?
Porque no se puede olvidar que en las “deliberaciones del Presidente
Monroe y de sus secretarios de despacho, encabezados por Adams, le
fijaron a Cuba su destino por largos años, en abril de 1823: permanecer
en fideicomiso en manos de España hasta que pudiera pasar a las de los
Estados Unidos”.
Además, que la función de la doctrina, o el
propósito de la misma, respaldado por la fuerza de los Estados Unidos,
sin lo cual nada significaría, ha sido siempre idéntico desde su origen:
impedir que otras potencias cerraran el paso a la expansión
norteamericana. Si se dijese que la doctrina tiene por objeto servir los
intereses de los Estados Unidos, se expresaría la verdad, y tampoco lo
es que su objetivo fuera el derecho a la propia defensa o garantía de su
seguridad nacional lo que la determinó, según analizara con brillantez
el historiador cubano Ramiro Guerra, en su obra La expansión territorial de los Estados Unidos a expensas de España y los países hispanoamericanos.
Fue su naturaleza expansiva y los propósitos de “caer sobre nuestros
pueblos de América, con esa fuerza más”, como alertara José Martí, y no
el disfraz diplomático como la vistieron de política de defensa de las
naciones hispanoamericanas del Sur.
¿Habrá que recordarle al señor Trump, si se porta belicoso, este rosario de agresiones a nuestros países?
Habrá que recordarles fechas y las veces y en algunos países varias en
que ocurrieron tales invasiones con tropas militares desde el siglo XIX y
XX.: Estas fueron: en Uruguay, Colombia, Panamá, Haití, Chile,
Nicaragua, Honduras, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, México,
Guatemala, Salvador, Granada.
Pero, además, en todos han
intervenido “torciéndoles el brazo”, según afirmación de Obama, y
torciéndoles en fin su destino con golpes de estados militares o
civiles, sanciones, amenazas, y atentados a la soberanía de los pueblos.
Quien dude o desconozca, que abra las páginas de la historia para que
pierda las vendas que han impedido ver lo que ha estado claramente
frente y a corta distancia de los ojos, y algo fundamental que los
pueblos guardan en la memoria como luto o muerte de miles de sus
habitantes, desde hombres humildes hasta los líderes más descollantes.
Del resto de los países del mundo que han sufrido igual suerte, o igual
derrota y muerte, también se podría hablar, pero creo que es suficiente
con lo ocurrido en el territorio que abarca la Cumbre de las Américas,
un convite iniciado por EE.UU. para cumplir su papel de mandamás o de
director de orquesta, pero en torno a esto sirve como “anillo al dedo”,
lo expresado por José Martí sobre la convocatoria de la Conferencia
Internacional Americana en 1887.
”En vano,- faltos del roce y
estímulo diario de nuestras luchas y de nuestras pasiones, (…) nos
convida este país con su magnificencia, y la vida con sus tentaciones, y
con sus cobardías el corazón, a la tibieza y al olvido. ¡Dónde no se
olvida, y donde no hay muerte, llevamos a nuestra América, como luz y
como hostia, y ni el interés corruptor, ni ciertas modas nuevas de
fanatismo, podrán arrancárnosla de allí!
También se
desarrollaran en Perú la Cumbre de los Pueblos y los foros de la
sociedad civil, con agendas interesantes. También en esta vertiente
paralela se esperan resultados, coincidencias y confrontaciones entre
quienes como hombres van en dos bandos: “los que aman y construyen, y
los que odian y deshacen”.
En fin, queridos lectores, son tantos
los laberintos que podrán quedar a la elección de los protagonistas de
la VIII Cumbre de las Américas en Perú, que bien vale la pena adelantar
este “VAMOS A VER” que les propongo, para luego de su final arribar a
las conclusiones definitivas. Pero algo sí puedo afirmarles con
seguridad y es que si bien EE.UU. parece no querer cambiar jamás en sus
apetencias imperiales, los tiempos han cambiado y ya todos los pueblos,
con sus arremetidas y caídas, han visto o presienten el alba que llega o
llegará inexorablemente.
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