¿Qué
habría ganado Rusia con el asesinato del ex espía ruso Sergei Skripel y
su hija Yulia? Esta simple pregunta está totalmente descartada del
“razonamiento” de los políticos y de ese poder de facto que son los
medios de prensa de los países de la OTAN, y sin embargo planteársela es
“elemental”, como diría Sherlock Holmes, sobre todo si vemos el
impecable realismo para no agravar las tensiones que el presidente ruso
Vladimir Putin ha demostrado en el manejo de los conflictos creados por
Estados Unidos y sus aliados en Ucrania, Siria y otros países.
Es
por eso que hay “coincidencias” que merecen ser examinadas con
atención, sobre todo en asuntos de sumo interés mundial y sin caer en un
razonamiento “conspiracionista”. Me refiero a esta “coincidencia” tan
puntual y que “cae como anillo al dedo” que ha sido el envenenamiento
del ex espía ruso y su hija en Salisbury, Gran Bretaña, el domingo 4 de
marzo, justo cuando ya era visible el desinfle del “Rusiagate”, la
fábula de que Rusia, y en particular el presidente Vladimir Putin,
habían manipulado la elección estadounidense para que ganara Donald
Trump.
En efecto, conociendo el comportamiento de los
gobernantes y servicios de inteligencia de Londres y Washington a lo
largo de la historia, y especialmente en los últimos tiempos, hay muy
buenas razones para pensar que lo sucedido a Skripal y a su hija, un
grave hecho que aún no ha sido y que ni siquiera se quiere que sea
elucidado, tuvo lugar en un momento muy particular, cuando periodistas
británicos del Channel 4 estaban por revelar que la manipulación de la
elección estadounidense, y del referendo sobre el Brexit, habían sido la
obra de una empresa británica, Cambridge Analytica, que tiene oficinas
en Londres, Nueva York y Washington y que utilizó datos proporcionados
por Facebook (1).
Cambridge Analytica (CA), un “brote” de
la empresa Strategic Communications Laboratories (SCL), manipuló
elecciones en numerosos países –incluyendo algunos de Latinoamérica-, lo
que necesariamente implica que tenía fuertes nexos con el mundo
político relacionado con Washington y las estructuras de gobierno (e
inteligencia), lo que no es extraño si vemos que uno de sus principales
accionistas es nada menos que el multimillonario estadounidense Robert
Mercer, quien entre otras “causas” bien reaccionarias financió las
campañas de varios Republicanos, entre ellas la de Donald Trump (2).
El reportaje de Channel 4
El
19 de marzo pasado el canal de TV Channel 4 News de Gran Bretaña
difundió un reportaje (3) sobre CA que había sido realizado gracias a
grabaciones –algunas hechas en secreto- entre finales del 2017 y enero
del 2018, que exponían a través de los directivos y colaboradores de
Cambridge Analytica todas las formas de manipulación que esta firma
utilizó en el proceso referendario del Brexit en Gran Bretaña y en las
elecciones de Estados Unidos (EEUU) que dieron el triunfo a Donald
Trump, dos procesos a partir de los cuales se montaron increíbles
campañas de propaganda para tratar de “mostrar” que habían sido
manipulados por el gobierno de Moscú.
El primer dato
curioso y revelador es que antes de que el Channel 4 difundiera el
reportaje, el fundador y director de CA, Alexander Nix, renunció a su
cargo, lo que implica que estaba al tanto de lo que iba a revelarse y de
las consecuencias que tendría tanto para la firma y sus propietarios,
como también para las conexiones políticas de CA en Londres y
Washington.
Pero en realidad mucho antes, como por ejemplo el 15 de diciembre del 2017 –según la información del diario The Wall Street-,
el consejero especial Robert Mueller pedía que CA “una empresa de datos
que trabajó en la campaña para el presidente Donald Trump, entregase
los documentos como parte de su investigación en la interferencia de
Rusia en la elección del 2016 en EEUU” (4), lo que implica que ya
entonces los servicios de inteligencia de EEUU y sus aliados estaban al
tanto del papel que CA había jugado en el proceso electoral
estadounidense.
Más aún, el diario The Times of Israel (5)
acaba de revelar que CA trabajó con empresas israelíes y que además de
utilizar los datos de Facebook –según el directivo de la división
política de CA, Mark Turnbull-, efectuaba operaciones clásicas de
chantaje y las “honey traps” (utilización de prostitutas ucranianas para
grabar situaciones que permiten chantajear), y que para ello utilizaba
ex espías británicos e israelíes. El informático canadiense Christopher
Wylie, que trabajó para CA y decidió dar a conocer estas operaciones
(6), acaba de revelar que la compañía canadiense AggregateIQ trabajó en
el programa informático Ripon “que fue utilizado para identificar los
votantes republicanos antes de la elección presidencial de EEUU en el
2016”.
Con la información disponible y la que empieza a
salir a luz es claro que toda esta operación, así como quienes
participaron en ella y quienes fueron sus beneficiarios, era de
conocimiento de los servicios de inteligencia de EEUU y sus aliados, y
mucho antes del 19 de marzo, cuando Channel 4 News difundió su
reportaje.
O sea que mucho antes del 19 de marzo y del
fatídico 4 de marzo –el envenenamiento de Skripel y su hija-, los
personajes claves en Londres y Washington sabían que el Rusiagate que se
jugaba en el Capitolio de Washington no solo estaba destinado a
desplomarse definitiva y estrepitosamente, sino que habría que enfrentar
el costo político y diplomático de esa campaña contra Rusia, fraguada
desde el comienzo por millonarios, políticos y empresas de EEUU y Gran
Bretaña.
Los vientos de marzo
Para
tener una mejor visión del contexto hay que recordar que el 1 de marzo
el presidente ruso Vladimir Putin hizo un discurso muy importante en el
cual abordó importantes asuntos de política interior y –para poner las
cosas en su lugar frente a Washington y la OTAN-, dio a conocer los
avances que su país había logrado en armas estratégicas.
Asimismo
ya había comenzado en Siria la preparación de la ofensiva para liberar
las estratégicas zonas cercanas a Damasco, la capital, que estaban bajo
el control de distintas fuerzas terroristas financiadas y armadas por el
imperialismo y sus aliados, las cuales preparaban una operación de
utilización de armas químicas que sería atribuida al gobierno de Siria
para justificar la intervención militar de EEUU y sus aliados, que
tenían planeado bombardear los edificios del gobierno en Damasco y las
instalaciones del Ejercito Árabe Sirio.
Rusia advirtió que
quienes preparaban ataques con armas químicas eran los terroristas
armados y financiados por EEUU y sus aliados, llamó a cooperar para
impedir la provocación y advirtió de manera clara que en caso de ataques
aéreos contra instalaciones donde hubiera rusos la respuesta sería
contundente y dirigida no solamente a los misiles sino a los aviones,
buques e instalaciones que los lanzaran. De esta manera Moscú hizo que
se volatilizaran las provocaciones preparadas por Washington y sus
aliados para poder lanzar ataques en Siria y escalar las campañas
mediáticas, políticas y diplomáticas contra Rusia.
Y es en
este contexto que el domingo 4 de marzo en la ciudad de Salisbury
ocurre el aún inexplicado envenenamiento de Skripel y de su hija, y que
inmediatamente y sin prueba alguna las autoridades británicas acusan a
Rusia de un intento de asesinato con un agente químico.
Curioso
que el “ataque” con armas químicas que no pudo suceder en la zona
cercana a Damasco sucediera en menor escala, según las autoridades de
Londres, pero en nada menos que en Gran Bretaña, un importante país de
la OTAN…
¿Algo más que coincidencias?
Por el momento ya se pueden plantear algo más que dudas sobre la coincidencia entre 1) el desplome total del Rusiagate en Washington y otras capitales que habían acusado a Rusia de intervenir y manipular elecciones, 2) el envenenamiento (porque todavía no se sabe si fue un intento de asesinato) de Sergei Skripal y su hija, y 3) el
reportaje elaborado por periodistas del Channel 4 que reveló el papel
que CA, sus propietarios y colaboradores, así como Facebook y ex espías
de países occidentales jugaron en el referendo sobre el Brexit, en las
elecciones en EEUU y de muchos otros países.
Pero
para quien ha cubierto la política de agresión de EEUU hacia muchos
países durante casi 60 años, las “coincidencias” que parecen “caídas del
cielo” y que permiten no solamente seguir agrediendo sino aumentar la
fuerza de la agresión, siempre han sido “operaciones con banderas de
conveniencias” (false flags operations) para poner en acción los “planes
B” que permiten continuar y escalar el plan original de agresión.
Es
posible y deseable que se investigue cuándo las autoridades (y
servicios de inteligencia) se enteraron del contenido de las entrevistas
grabadas por el Channel 4, de la misma manera que se debe investigar
cómo y con qué producto químico fueron envenenados o se envenenaron los
Skripel, y de dónde provenía el producto, y todo esto en el contexto de
la necesaria pregunta ¿a quién favoreció lo sucedido?
Mis
recuerdos sobre la cobertura de los atentados contra el World Trade
Center en el 2001 y de cómo esa tragedia fue manipulada por el poder
político y mediático estadounidense para lanzar la guerra contra Irak
para derribar a Saddam Hussein en el 2003, me hacen dudar de que la
verdad salga a luz a menos que funcionarios honestos decidan no ser
cómplices de más guerras y graves tensiones internacionales, y den a
conocer los elementos que permitan llegar a saber lo que realmente
sucedió.
La razón de fondo para el plan B
Si
poco me extrañan las extravagantes acusaciones que lanzan los
gobernantes británicos y estadounidenses es porque, como dice un
respetado profesor de relaciones internacionales (que no voy a nombrar),
veo mucha frustración y rabia no contenida en el comportamiento
patológico de los maestros del universo. Que el mundo no evoluciona en
un buen sentido para ellos.
Basta leer la parte
pública de la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) que el gobierno de
Trump dio a conoce a finales del 2017, y de la Estrategia de Defensa
Nacional (EDF) dada a conocer a comienzos del 2018, y ver que en ambos
casos hay una profunda preocupación en Washington (y por lo tanto en la
OTAN) por la guerra que están perdiendo en Siria, por la pérdida de
influencia y de hegemonía regional y mundial del sistema de dominación
económica, comercial y financiera que conocemos bajo la figura de
“globalización neoliberal”, y el encogimiento del poder político (y del
“soft power”), frente a lo que ambos documentos denominan como
“potencias rivales” que no aceptan las reglas del juego de la (ya
pérdida) hegemonía que EEUU logró con el desmembramiento de la Unión
Soviética.
¿Cuáles son esas potencias rivales? Rusia y
China, a la primera se la asedia con bases y armamentos, se le aplican
sanciones tras sanciones y se la acusa de todo lo imaginable. A China,
que ya es la segunda potencia mundial económicamente hablando y que
puede poner en entredicho el sistema monetario basado en el dólar, se la
ataca con aranceles sobre los laminados de acero y aluminio, y se la
amenaza con sanciones por no respetar los derechos de propiedad
intelectual, mientras avanzan planes para aumentar el cerco militar que
existe en Asia.
Washington y sus aliados ven que el
realismo y la serenidad de Moscú y Beijing frente a estas provocaciones
es una irrefutable muestra de convicción en el camino que ambos países
han escogido. No desconocen que la fortaleza para resistir los embates
proviene de la cohesión social y política de esos países, lo cual en
lugar de llevar a la adopción de políticas realistas sigue alimentando
el irracional, obcecado y hasta rabioso clima político que reina en las
cúpulas del imperio y de la mayoría de sus aliados.
En el
fondo, y la historia me parece que lo confirma, no solamente a los
imperios no les gustar perder, sino que raramente aprenden cómo perder
sin enloquecerse. No en vano el historiador Eric Hobsbawm nos advirtió
del peligro implícito en la decadencia del imperio estadounidense, que
desde su creación utilizó la fuerza militar como instrumento de
dominación.
Lo cierto es que hay que terminar con la
globalización de este capitalismo imperialista si además de impedir las
guerras y hasta un conflicto nuclear queremos solucionar los peligros
fatales para la humanidad que son el cambio climático, la destrucción de
los ecosistemas y la falta de desarrollo en África para alimentar y
hacer vivir una multiplicación de su población, como señala el biólogo
estadounidense Paul Erlich (7).
El plan A fracasó y casi
seguro que el plan B también fracasará, pero debemos estar conscientes
que en Washington, Londres, Tel Aviv y otras capitales del imperio
tienen más planes para avivar tensiones, crear focos de guerra y de
subversión (Venezuela, Irán, Corea del Norte y países de África están en
la mira) que pueden adquirir dimensiones regionales y llevar a
confrontaciones nucleares.
Lo que es menos seguro es que
en lugar de aceptar la realidad, que el mundo unipolar terminó hace
rato, y que en lugar de ladrar y lanzar amenazas en el Consejo de
Seguridad de la ONU, los actuales dirigentes occidentales den muestras
de realismo para crear un mundo multipolar que respete las diferencias y
legítimos intereses de todos los países, y que permita a África y otras
regiones desarrollarse para enfrentar la dura realidad que se nos viene
encima.
Notas
1.- Un canadiense que trabajó para Cambridge Analytica revela la manipulación: https://www.rt.com/uk/422471-cambridge-analytica-wylie-murder/
2.- La historia y composición de Cambridge Analytica en Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Cambridge_Analytica)
3.- Reportaje del Channel 4 News; (https://www.channel4.com/news/exposed-undercover-secrets-of-donald-trump-data-firm-cambridge-analytica, y por supuesto para los servicios de inteligencia de ambos países.
4.- Wall Street: https://www.wsj.com/articles/mueller-sought-emails-of-trump-campaign-data-firm-1513296899
5.- The Times of Israel: https://www.timesofisrael.com/trump-campaign-mined-facebook-user-data-using-israeli-intelligence-gathering/
6.- Christopher Wylie: https://in.reuters.com/article/facebook-cambridge-analytica-election/cambridge-analytica-whistleblower-says-canadian-company-worked-on-software-to-find-republican-voters-idINKBN1H31CO
7.- Paul Erlich. https://www.theguardian.com/cities/2018/mar/22/collapse-civilisation-near-certain-decades-population-bomb-paul-ehrlich
- Alberto Rabilotta es periodista argentino-canadiense.
https://www.alainet.org/es/articulo/191892
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